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Consecuencias
 
Abril 2008 | #1 | Índice
 
Sobre las construcciones en psicoanálisis
Diana Chorne
 

Narraciones y construcciones hacen parte de los tratamientos en el marco de los actuales padeceres, traumatismos y malestares humanos. Allí la dimensión significante y de sentido ha demostrado su carácter terapéutico, dando formas a sensaciones de vitalidad, realidad, lazo social.

Aún se impone como necesaria una lectura que da cuenta de un reverso, aquello que del mito y la ficción se produce a partir del recorte y separación. Acá detritus y marginalidades tienen lugar, en un marco lógico en que a partir de la abducción la sorpresa encuentra su generación.

 

I. En la biblioteca de Freud que se conserva en Londres, hay un libro que Freud adquirió en Milán, en septiembre de 1898. Su título: Della pittura italiana. Studii storico critici. [1] Su autor: Giovanni Morelli.

II. Crítico de arte famoso en la Europa de fines del siglo XIX, sin saberlo Morelli se ha asegurado también "un lugar especial en la historia del psicoanálisis".[2] Para comenzar a entender las razones, conviene cederle la palabra al propio Freud:

"Mucho tiempo antes de que yo pudiese hablar de psicoanálisis, vine a saber que un experto de arte ruso, Iván Lermolieff, cuyos primeros ensayos fueron publicados en lengua alemana entre 1874 y 1876, había provocado una revolución en las galerías de Europa volviendo a poner en entredicho la atribución de muchos cuadros a determinados pintores, enseñando a distinguir con seguridad las imitaciones de los originales (…) Había llegado a este resultado prescindiendo de la impresión original y de los rasgos fundamentales de la pintura, subrayando en cambio la importancia característica de los detalles secundarios, de minucias insignificantes como la conformación de las uñas, de los lóbulos auriculares, de la aureola y de otros elementos que pasan de costumbre inobservados y que el copista omite imitar, mientras en cambio todo artista los sigue de manera que lo singulariza.

Ha sido muy interesante para mí saber que bajo el seudónimo ruso se ocultaba un médico italiano de nombre Morelli (…) Yo creo que su método está estrechamente emparentado con la técnica del psicoanálisis médico. También éste suele penetrar cosas secretas u ocultas basándose en elementos poco apreciados o inadvertidos, en detritus y desechos de nuestra observación."[3]

El renovado interés por los trabajos de Morelli fue mérito del historiador de arte E. Wind. "Los libros de Morelli"- escribe precisamente Wind – "tienen un aspecto insólito si se los compara con los demás historiadores del arte. Están llenos de ilustraciones de dedos y de orejas, de cuidadosos registros de aquellas características, minucias que denotan la presencia de determinado artista. Como un criminal es traicionado por sus impresiones digitales… cualquier museo de arte estudiado por Morelli adquiere de inmediato el aspecto de un museo criminal".[4]

Este parangón fue brillantemente desarrollado por E. Castelnuovo[5], quien encontró similitudes entre el método morelliano y el que casi en los mismos años era atribuido a Sherlock Holmes por su creador, otro médico, Arthur Conan Doyle.[6] (Nótese que Freud mismo le confesó al "Hombre de los Lobos" su interés por la obra de Sherlock Holmes.)[7]

En el famoso cuento de la caja de cartón se ve como Sherlock Holmes "morelliza": "En su calidad de médico, usted no ignorará Watson que no existe parte del cuerpo humano que ofrezca variaciones mayores que una oreja". El mismo interés demostrado por Freud por los desechos y las minucias aparece repetidas veces en la obra de Sherlock Holmes: "Desde hace mucho tiempo, tengo por axioma que las cosas pequeñas son infinitamente las más importantes". "Ya conoce usted mi método: se basa en la observación de las minucias." "Nunca se confíe en impresiones generales, concéntrese en los detalles." "No consigo convencerle a usted de la importancia de las mangas, de lo sugeridoras que son las uñas de los pulgares o de las grandes cuestiones que pueden pender de un cordón de un zapato".[8]

 

 
II. La construcción mítica
 

La actual literatura analítica ha tendido a relegar casi por completo el tema de las construcciones en psicoanálisis, tanto con respecto a las construcciones míticas cómo la construcción del fantasma, esta afirmación puede observarse actualmente en la presentación de casos.

Esta posición no sólo contrasta fuertemente con la adoptada por Freud en diversas partes de su obra sino que tampoco tiene un asidero claro en la obra de Lacan.

Por eso, a partir de mi experiencia clínica y de una relectura de algunos textos pertinentes de estos autores, procuraré establecer aquí la vigencia que aún conserva la cuestión de las construcciones míticas, cómo también el atravesamiento del fantasma.

El escrito sobre "Construcciones…" muestra la importancia que Freud le asigna a lo inadvertido, a los detritus y a los datos marginales. Freud se vale precisamente de la metáfora del arqueólogo para demostrar que también el psicoanalista trabaja con lo fragmentario: apenas un resto, el recuerdo de una sola palabra en un sueño o un traspié, permiten descifrar algo de una historia y un destino cuyo enigma se encuentra siempre en la nuca del paciente.[9]

La construcción es una ficción que restituye y reubica los recuerdos y sus lagunas en un nuevo rompecabezas.

¿Qué clase de materiales – se pregunta Freud – ofrecen la condición de posibilidad de la construcción?

"Son – agrega – de muy diversa índole: jirones de recuerdos en sus sueños…", "ocurrencias que él produce cuando se entrega a la asociación libre, retoños de las mociones de afecto sofocadas, así como de las reacciones contra éstas, por último, indicios de repeticiones…" "Con esta materia prima – por así llamarla – debemos nosotros producir lo deseado."[10]

Es decir, la materia prima del trabajo es esencialmente fragmentaria, lo que nos llega a nosotros los psicoanalistas, son los pedazos.

Si "el inconsciente implica que se lo escuche"[11], esta escucha particular que es la "atención libremente flotante" del analista produce el encuentro en el discurso del paciente de restos, frases de otros, fragmentos, pedazos desvinculados entre sí.

Freud agrega que "en una cura lograda, el paciente comunica buen número de recuerdos infantiles espontáneos (…) Estos recuerdos, antes inconscientes, no tienen por qué ser verdaderos, pueden serlo, pero a menudo están desfigurados respecto de la verdad, impregnados de elementos fantaseados, de manera en un todo semejante a los llamados recuerdos encubridores que se han conservado espontáneamente"; y agrega:

"He aquí lo único que yo quiero decir: escenas de una época tan temprana y de semejante contenido que luego reclaman una significatividad tan extraordinaria para la historia del caso, no son por lo general reproducidas como recuerdos, sino que es preciso colegirlas – construirlas – paso a paso y laboriosamente…"

Parece claro, entonces, que Freud usa el concepto de construcción cada vez que se trata de erigir la estructura de una ficción mítica o la estructura del fantasma.

La construcción como ficción mítica es un intento de establecer una puntuación que organice los significantes que están en juego en la historia del sujeto. En este sentido, Freud considera que, a diferencia del arqueólogo para quien la reconstrucción es la meta, para el psicoanálisis se trata sólo de una labor preliminar.

El mito que se construye en análisis, está en las antípodas de la novela del yo con la que llega el analizante.

A Freud no le interesan ni la biografía, ni el pasado en sí mismos; le importan en tanto permiten construir la realidad como realidad psíquica y en tanto estas mismas permiten apuntar a lo real.

Si Lacan sostiene que es necesario "dejarse engañar" y aclara que este dejarse engañar significa adherirse a la estructura, la construcción mítica en tanto apunta a lo simbólico, a lo imaginario y a lo real, apunta a la estructura subjetiva, bajo la forma de un relato épico.

Sabemos que para Freud el "Si" y el "No" carecen de valor como respuesta del paciente. En cambio, la respuesta adecuada consistirá en escuchar si despierta asociaciones y recuerdos en el paciente.

Con las construcciones, Freud no se propone alcanzar "el todo" de la historia. Lo dice con mucha claridad, cuando sostiene que el único "no" seguro es que "la construcción no es integral, que ciertamente no lo ha dicho todo".

Construcción e interpretación comparten entre sí el medio decir , la idea de que la verdad tiene estructura de ficción y la seguridad de que ambas sólo operan en transferencia, es decir, que no hay interpretación ni construcción sin saber supuesto.

 

 
III. Interpretación y construcción
 

Quisiera subrayar aquí algunas proposiciones de Lacan con respecto a la interpretación:

La interpretación opera por el significante pero recae sobre el objeto, recae sobre lo real, en su doble función, como objeto causa del deseo y como objeto pulsional vinculado al goce. Esta proposición es correlativa a su afirmación acerca de que "la interpretación atañe al objeto".[12]

En este mismo seminario ubica la interpretación entre enigma y cita, y lo fundamenta en la diferencia ya establecida entre enunciado y enunciación.

En "enigma" es una enunciación, que el intérprete no puede completar por sí mismo y que por lo tanto deja lugar al interpretante la producción del enunciado.

A la inversa la "cita" es un enunciado, que puede ser testimonio y que remite a aquel que es el autor, pero que a diferencia del enigma deja lugar a la producción de la enunciación.[13]

La otra proposición es la que enuncia en L`Etourdit.

Lacan formula los tres ejes del equívoco. Son, dice: la homofonía, la gramática y la lógica.

En el mismo seminario sostiene "que si bien la interpretación juega con los equívocos con que se inscriben los ribetes de la enunciación" y en tanto este juego se produce podría parecer que de hecho todas las jugadas están permitidas "por la sencilla razón…" de que "ellas no juegan", fija un límite y no deja de dar una indicación clínica:

"que el psicoanálisis emplee los equívocos ahí donde conviene", es decir, donde conviene para la dirección de la cura; "que el psicoanalista emplee los equívocos ahí donde conviene" ubica al analista como aquel que puntúa, o hace el corte, ahí donde el Significante del paciente la ubica cómo aquella palabra que "vale". ¿Decir que el analista "elige" la palabra que "vale" significa, entonces, que el analista calcula? Sí, pero no todo. "El truco analítico no será matemático".[14] Más aún, los efectos de la interpretación son incalculables y lo contingente (eso que cesa de no escribirse) se define exactamente por su incalculabilidad.[15]

De ahí que la interpretación debe ser enigmática a fin de que ella misma opere como significante.

Ahora bien, mientras la interpretación es por su estructura, de carácter enigmático, apuesta a la sorpresa y es oracular, la arquitectura de la construcción, como veremos más adelante, es mítica, narrativa y conjetural.

Freud mismo en sus "Construcciones…" es el que diferencia la interpretación en tanto apunta a "un elemento singular, a una ocurrencia, un acto fallido, etc.", de las construcciones del fantasma.

Conviene anticipar un problema. Buena parte de la actual literatura analítica inspirada en la obra de Lacan ha adoptado posiciones unas veces críticas y otras silenciosas en relación a las construcciones míticas. Es pertinente, por eso, examinar esas críticas.

En lo fundamental, tales críticas han estado centradas en tres puntos:
a) la interpretación como saber del analista;
b) la identificación de la interpretación con la comunicación de construcciones al paciente; y
c) la comunicación de construcciones como práctica de adoctrinamiento.[16]

Por cierto, la obra de Lacan dio lugar a un replanteo que conmovió la posición misma del analista.

En la voluminosa literatura analítica prelacaniana es frecuente el uso de construcciones.

¿Qué diferencia, pues, aquellas construcciones de estas otras?

Está claro que si el analista no está advertido de que opera con ficciones, está perdido.

No se trata de la conquista de ningún fragmento de la realidad histórica, sino que el analista, por su posición en la transferencia, construye con el paciente la realidad en tanto realidad psíquica, realidad ésta que responde en los últimos seminarios de Lacan a los diversos anudamientos, y que es transfenoménica y transindividual.

Es por esta razón que anteriormente señalé que el mito que se construye en análisis está en las antípodas de la novela del yo con la que llega el analizante.[17] Reitero, en un análisis no se trata de cambiar una novela por otra, el mito apunta a lo simbólico y a lo real y por lo mismo tiene incidencia en la estructura subjetiva.

De ahí que lo que resulta decisivo sea entonces si el psicoanalista está advertido o no de que juega con ficciones que sólo operan en transferencia.

Lacan agrega que "cuando se trata de la verdad, al menos de la verdad primera, aquella que sin embargo nos interesa un poco, por más que la ciencia nos haya hecho renunciar a ella, esta verdad está siempre ocupada por el mito".

Muy tempranamente, Lacan muestra que la construcción mítica apunta al acto inaugural de un Destino; a eso que en "El mito individual del neurótico" nombró como la constelación original que precede al nacimiento del sujeto, su destino y su prehistoria.[18]

Con respecto al mito, en El envés…Lacan remite al trabajo de C. Lévi-Strauss[19], La estructura de los mitos. ¿Por qué? :

porque el mito permite poner en conexión haces de relaciones.

Pero Lacan, no se confunde, el psicoanálisis no opera con un conjunto de mitemas; sino en una lengua particular y con el mito propio de su discurso: el Edipo.

Para el psicoanálisis el mito central es el mito de Edipo. Lacan se burla un poco y dice que se pueden decir muchas tonterías alrededor del mito pero hay que tener claro que el campo de la tontería es, precisamente, el campo de la verdad, "le es idéntico".

Habrá que ver luego, qué hace Lacan con el Edipo.

¿Por qué a cierta altura de su obra, Lacan se ve llevado a enfatizar la importancia del complejo de Edipo? Nos recuerda una vez más que el deseo de la madre no es algo que uno pueda soportar así nomás…, entraña siempre estragos. ¿Qué muestra Freud con Edipo? Que el asesinato del padre es condición de goce.

Hay para Lacan una relación de equivalencia entre padre muerto y goce y considera a esta relación de equivalencia un operador estructural. Está claro que a este momento de su obra Lacan aún no había desarrollado su reformulación de deseo y goce.

Freud necesita construir el mito del asesinato del padre para fundar un punto de regulación del deseo. Sólo basta recordar que el padre muerto es quien tiene la custodia del goce y de donde parte la interdicción del mismo.

Pero esto, queda claro, se presenta como signo de lo imposible y ésta es precisamente la definición de Lacan de lo real: lo real es lo imposible. Pero lo imposible como tope lógico es, dice: lo que no cesa de no escribirse. Y aclara que el operador estructural es el padre Real. Lo que está en juego es que ese real que es la castración del Otro sólo puede ser aprehendido vía la construcción mítica.

Por eso mi insistencia anterior en que la construcción mítica también apunta a lo real. Por eso la insistencia de Lacan – de mucha importancia para la práctica clínica – acerca de la relación entre la castración del Otro y la construcción mítica.

Aún más, en el mismo seminario Lacan nos sorprende. Aclara que el padre real como agente de la castración es una construcción lingüística.

Decía antes que hay puntos centrales de la crítica a las construcciones.

Es el mismo Lacan quien en L´Etourdit salva a mi entender esta cuestión. Nos dice que "la gramática, secunda aquí a la interpretación -y agrega- a lo cual en este caso (refiriéndose a Juanito[20]) como en otros, Freud no se priva de recurrir". "No insisto -agrega- sobre lo que subrayo de esta práctica confesada en hartos ejemplos. Sólo destaco como tal cosa se la imputan púdicamente los analistas a Freud como desliz hacia el adoctrinamiento".

En "Televisión", Lacan agrega algo más, pues dice que "aun si los recuerdos de la represión familiar no fueran verdaderos habría que inventarlos"; y nuevamente agrega "de ello no nos privamos". "Eso es el mito, la tentativa de dar forma épica a la estructura".[21]

Si volvemos a L´Etourdit y a la referencia de Lacan sobre la gramática, parece claro que sus elaboraciones apuntan, como en Freud, tanto a las construcciones míticas como a la construcción del fantasma.

Es precisamente en "La lógica del fantasma" donde enfatiza que la estructura lógica hay que entenderla en términos de estructura gramatical y explica de lo que se trata en la pulsión, es decir el fantasma, puede expresarse así en: "Un niño es pegado". La estructura de la frase "un niño es pegado" se muestra y este montaje gramatical se presta a reversiones, inversiones, etc. Por eso cuando Freud quiere articular la pulsión no puede hacer otra cosa más que pasar por la estructura gramatical.

Es tiempo de señalar que la estructura gramatical del fantasma es diferente de la estructura gramatical de la construcción mítica.

Hay una gran diferencia entre una frase del tipo "un niño es pegado" y una construcción del tipo: "Mucho antes de que llegaras al mundo, yo sabía que un día nacería un Juanito…". La construcción mítica no es una escena, no se muestra, no se presta tampoco a reversiones o inversiones. La forma mítica tiene una forma gramatical que le es propia: es narrativa. Sólo que, adviértase, se trata de un tipo muy particular de narración en la cual –según vimos- se hallan implícitos el medio decir y su condición de ficción. Más aún, es una narración que –como las interpretaciones- al formularse descifra un enigma en el mismo acto en que produce otro nuevo. Y, por añadidura, sus efectos en la cura son tan incalculables y contingentes como los de la interpretación.

Esto queda aún más claro en "Radiofonía" donde Lacan afirma que "el mito no opera ni por metáfora ni por metonimia, no condensa, explica. No desplaza, habita, incluso si cambia el orden de las tiendas."

Y concluye sustentando la tesis de que "es en el falo donde se resume el punto del mito, donde lo sexual se hace pasión del significante."[22]

Recordemos que para Lacan el fantasma aparece como una significación absoluta.

Aquí me parece necesario marcar otra diferencia entre la construcción del fantasma y la construcción mítica.

Entiendo que el punto donde se plantea la distinción hace al término "absoluto". ¿Por qué? Cuando Lacan dice que la frase gramatical del fantasma aparece como "significación absoluta", afirma que "es eso", que el fantasma "se muestra", que no remite a nada, salvo claro a reversiones, inversiones, del tipo "un niño es pegado".

Recordemos que Lacan insistió repetidas veces en que la significación remite siempre a otra significación, salvo en el caso del fantasma al que agrega el término "absoluto".

 

 
IV. Construcción y conjetura
 

Freud sostiene que la construcción es una conjetura. Para intentar dar cuenta del tipo de estructura de la construcción tal como Freud lo plantea en sus "Construcciones…", voy a remitirme ahora a algunos trabajos de Peirce.[23]

El aporte que me interesa destacar se refiere a una figura lógica que Peirce denominó abducción o retroducción y que tanto él como algunos de sus seguidores asimilan al concepto de conjetura.[24]

Peirce sostiene que la abducción o retroducción es la única operación lógica que introduce una "idea nueva", puesto que la inducción no hace otra cosa que determinar un valor y la deducción se limita a desarrollar las consecuencias necesarias de una pura hipótesis.

Una abducción o retroducción permite realizar una predicción (dirigida tanto al pasado como al futuro) pero sin garantía de éxito en el resultado. Sólo que, si hay algo nuevo por decir, la operación que la promueve es precisamente la abducción. Esto, conviene retenerlo, porque si bien pertenece a la lógica clásica, la figura de la abducción ,no deja de pertenecer a una lógica blanda

Para Peirce, hay una predisposición en la mente humana a conjeturar y considera a esta posibilidad "un privilegio divino".

Afirma que los diferentes elementos de una conjetura están en nuestra mente antes de que seamos conscientes de ello "pero es la idea de relacionar lo que nunca habíamos soñado relacionar lo que ilumina de repente la nueva sugerencia ante nuestra contemplación."

Para Peirce, "la sugerencia abductiva", la conjetura, viene a nosotros como un destello, pero es un destello sujeto a análisis lógico y agrega: "es un instinto que depende de la percepción inconsciente de diferentes aspectos del mundo".

La construcción de la abducción está ligada, según Peirce, a la necesidad del sujeto de explicar algo retroactivamente y es por lo mismo el paso entre el hecho y su origen. El proceso de abducción concluye con la postulación de una conjetura, que a partir de ahí queda por verificar.

Los semiólogos y lógicos encuentran actualmente que tanto en Poe

como en Sherlock Holmes abundan los actos abductivos.

T. Sebeok sostiene que durante sus exploraciones, todos los modernos estudiosos de lógica del descubrimiento científico han dedicado unas líneas si no más a Holmes. Kripke (Naming and Necesity) escribió por ejemplo en 1980 una carta a Sebeok en la que dice: "Tengo inéditas un par de disertaciones y una serie completa de conferencias en las que Holmes podría ocupar un lugar todavía mas importante".

Para N. Horrowitz los actos abductivos abundan en los relatos de Poe. Cita: "El gato negro", "La carta robada" y "El escarabajo de oro".

Es el mismo Poe quien considera que la facultad de re-solución se ve posiblemente muy vigorizada por el estudio de las matemáticas y en especial por su rama más alta que por sus "operaciones retrógradas" se denomina "análisis"; y agrega que los resultados de estas operaciones retrógradas que en su forma más esencial y profunda son fruto del método, tienen todo el aire de una intuición.[25]

U. Eco diferencia a su vez dos tipos de abducciones: la primera es la que parte de uno o más hechos particulares sorprendentes y termina en la hipótesis de una ley general. Eco sostiene que éste parece ser el caso de los descubrimientos científicos.

Mientras que el segundo tipo de abducción parte de uno o más hechos particulares sorprendentes y termina en la conjetura de otro hecho particular que se supone es la causa de aquellos. Este, para Eco, puede ser por ejemplo el caso de la investigación criminal.[26]

También en muchos estudios contemporáneos se ha identificado la abducción con los procedimientos conjeturales de los médicos e historiadores: ambos conjeturan sobre la cualidad textual de una serie de elementos que sólo aparentemente no se conectan entre sí. Esta reductio, de una pluralidad de elementos es precisamente la conjetura. Sin embargo, como es obvio el psicoanálisis se sustenta en una inversión del método médico, pues éste consiste básicamente en "ver lo que ya se aprendió a ver", pero si nos detenemos a pensar, la carácterística del médico clínico, se parece en lo esencial, a Sherlock Holmes.

Poner en relación, cosas que aparentemente no tienen conexión entre sí, para el psicoanálisis la dimensión sorpresa es esencial. En este sentido el Uno de la construcción es un enjambre, del que Lacan dice que es "lo que asegura la unidad de la copulación del sujeto con el saber". S1 (S1 (S1 (S1 S2))).

También en la lógica talmúdica pueden encontrarse con frecuencia actos abductivos.[27]

 

 
Conclusiones
 

En esta materia, aún más que en otras, un capítulo de conclusiones sólo debe ser leído en clave provisoria. Son muchas las preguntas y los problemas que quedan abiertos. Sin embargo, voy a intentar ahora una articulación de lo que llevo expuesto.

En primer lugar, para el psicoanálisis, la conjetura no excluye "el rigor".[28] Tampoco la verdad se opone a la ficción. Señalaba antes que interpretación y construcción comparten la certeza de que ambas sólo operan en transferencia.[29]

Quise fundamentar, por un lado, la validez que para mí aún conservan las construcciones míticas, pero en este punto me es preciso formular una aclaración importante.

En "Construcciones en psicoanálisis", Freud propone a éstas como una modalidad general del trabajo analítico: el psicoanalista comunica una construcción para que ejerza efecto en el analizante, luego construye otra pieza a partir del nuevo material que se presenta y procede de la misma manera. En esta alternancia continúa hasta el final.

En mi experiencia, sin embargo, no me ha parecido necesario apelar a las construcciones míticas ni en todos los casos, ni tampoco reiteradamente en uno. A veces, es el mismo analizante quien con los significantes que emergen en el trabajo analítico organiza su propio mito. En definitiva, sólo podría decir, una vez más, que el recurso de las construcciones depende del "caso por caso".

Hay pacientes en los que la construcción mítica se vuelve indispensable para organizar los significantes –aunque no sólo ellos- que se "jugaron" en su historia. Y ciertamente, muchas veces es esto lo que permite continuar el trabajo analítico.

La construcción, como dice Freud, "no es más que una conjetura". La estructura lógica que he querido mostrar con la figura de la "abducción", si bien remite a la lógica clásica, no deja de pertenecer a una lógica blanda.

No sólo no tiene garantías de éxito en sus resultados, sino que, como Freud mismo dice "con harta frecuencia no puede elevarse más allá de una cierta verosimilitud". A pesar de estas advertencias, es cierto que la construcción no debe ser arbitraria: su haz de relaciones está integrado tanto por recuerdos o lagunas como por diversas modalidades y fragmentos del inconsciente. Es por esta razón que puse tanto énfasis en los detritus, en los restos –esencialmente en lo fragmentario.

Precisamente la idea de poner en relación estos fragmentos del inconsciente con pasajes de la historia del analizante es lo que quita arbitrariedad a la construcción y produce muchas veces un vuelco en la cura.

¿Qué comparten, pues, Poe, Sherlock Holmes, Morelli y el psicoanálisis? La pasión por los detalles, las minucias, lo nimio.[30] Pero lo que es particular del psicoanálisis es el modo de regulación de la narración que construye, los fragmentos de los que se vale y finalmente la reducción al mito con el que opera: el Edipo.

Para concluir, la obra de Lacan, prosigue en ün más allá del Edipo y a la vez hay muchos desarrollos de J.A. Miller que pondrían en cuestión algunos puntos, sin embargo en mi práctica clínica debo decir que en algunos casos graves me ha sido de mucha utilidad la construcción mítica, y que no creo en una cura que no implique el atravesamiento de fantasma.

 
Notas
1-

Le gallerie Borghese e Dorie Pamphili in Roma, Milán, 1987.

2- Carlo Ginzburg. "Señales de un paradigma indiciario" en Crisis de la Razón, Siglo XXI, México, 1983.
3- S. Freud, "El moisés de Miguel Angel", 1914, O.C., Tomo XIII, Amorrortu.
4- E. Wind, Arte e Anarchia, Milán ,1972, pág. 63.
5- E. Castelnuovo, "Attribution" en Enciclopedias Universales, Vol. II, 1968, p. 782.
6- Op. Cit. Guinzburg.
7- S. Freud, "De la historia de una neurosis infantil" en El hombre de los lobos, Tomo XVII, Amorrortu.
8- Umberto Eco y T. Sebeok, comps. El signo de los tres, Lumen, 1989.
9- "Como un codicilo no sabe ni su sentido ni su texto, ni en qué lengua está escrito, ni siquiera que lo han tatuado en su cuero cabelludo rasurado mientras dormía". J. Lacan, "Subversión del Sujeto y dialéctica del deseo" en Escritos I, Siglo XXI.
10- S. Freud, "Construcciones en el análisis", 1937, O.C. Tomo XXIII, Amorrortu.
11- J. Lacan, Pisoanálisis, Radiofonía y Televisión, Anagrama, p. 96-97.
12- J. Lacan, "El Atolondradicho" en Escansión, Paidós, 1984.
13- J. Lacan, "… o peor" en Scilicet Nº 5, p. 9.
14- J. Lacan, "Aún" en El Seminario, libro XX, Paidós, 1981, p. 114.
15- J. Lacan, Seminario "Los nombres del padre", versión no autorizada.
16- J.A.Miller, "Acerca de la interpretación" en Escansión Nº 1, Paidós, p.15.
17- D. Chorne, "Función de la construcción en los comienzos de un análisis" en El trabajo de la transferencia, Manantial.
18- J. Lacan, "El mito individual del neurótico" en Intervenciones y textos 1, Manantial.
19- C. Lévi-Strauss, "La estructura de los mitos" en Antropología Estructural, Eudeba, 1977, p.186.
20- El 30 de marzo, Freud interviene trayendo a Juanito el Edipo como un mito de los orígenes… "Mucho antes que llegaras al mundo, yo sabía que un día nacería un Juanito…"
21- J. Lacan, "Televisión" en Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión, Anagrama, p. 116.
22- J. Lacan, "Radiofonía" en Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión, Anagrama, p. 23.
23- U. Eco y T. Sebeok comps., El signo de los tres, Lumen, 1989.
24- El clásico ejemplo de Peirce es el siguiente:
  Regla Todas las piedras de esta bolsa son blancas.
Deducción Caso Estas piedras son de esta bolsa
  Resultado Estas piedras son blancas.
     
  Caso Estas piedras son de esta bolsa
Inducción Resultado Estas piedras son blancas.
  Regla Todas las piedras de esta bolsa son blancas.
     
  Caso Todas las judías de este saco son blancas.
Abducción o Resultado Estas judías son blancas.
Retroducción Regla Estas judías son de este saco.
25-

U. Eco y T. Sebeok comps., El signo de los tres, Lumen, 1989, p. 251.

26- U. Eco y T. Sebeok comps., El signo de los tres, Lumen, 1989, p. 273.
27- El siguiente relato, tributario de esa lógica, me parece una buena ilustración de la retroducción:
"Cuando los judíos no podían viajar fuera de la Zona de Residencia sin permiso oficial, un anciano sabio de Odesa consiguió, tras meses de negociación, viajar a Moscú. Tras la primera parada, sube al tren un joven y se sienta frente a él. El sabio lo observa, y en su interior tiene lugar el siguiente monólogo: "No parece campesino, y si no es campesino, probablemente viene de este distrito. Si viene de este distrito, debe ser judío porque éste es un distrito judío. Pero, si es judío, ¿adónde va? Soy el único del distrito con permiso para viajar a Moscú. ¿A qué población podrá viajar un joven sin permiso? Oh, antes de Moscú está la aldea de Mozhaisk, y no hace falta permiso para ir allí. ¿Pero a qué irá a Mozhaisk? Hay sólo dos familias judías en toda la aldea, los Linsky y los Grinbaum. Sé que los Linsky son una familia terrible, de modo que ha de ir a visitar a los Grinbaum. Pero, ¿quién emprendería un viaje en esta época del año salvo un pariente muy cercano? Los Grinbaum tienen sólo hijas, de modo que quizás se trate de un yerno. Pero, si es una de sus yernos ¿con cuál de las hijas estará casado? Esther se casó con un joven y brillante abogado de Budapest. ¿Cómo se llamaba? Alexander Cohen. ¿Con quién se casó Sara? Con un infeliz, un empleaducho de Zhadomir. Debe ser, pues el marido de Esther. De modo que si éste es el que se casó con Esther su nombre es Alexander Cohen y viene de Budapest, probablemente haya cambiado el apellido. ¿Cuál es el equivalente Húngaro de Cohen? Kovacs. Pero un hombre que cambia el apellido de Cohen a Kovacs revela una gran inseguridad en la vida. Además, para cambiar su apellido debido al antisemitismo, un hombre debe poseer status. ¿Qué clase de status puede ser el suyo? Un doctorado de la Universidad." En este punto el viejo sabio se levanta palmea al joven en el hombro y le pregunta:
- ¿El doctor Alexander Kovacs?
- Sí, claro – responde el joven - ¿pero cómo lo sabe?
- Oh – responde el viejo sabio - es sólo cuestión de lógica."
28-

J. Lacan, "Función y campo de la palabra y el lenguaje en el psicoanálisis" en Escritos I, Siglo XXI, p.105.

29- "El sujeto por la transferencia, es supuesto al saber, como sujeto del inconsciente, eso es lo que ha transferido el analista, es decir, ese saber en tanto que él no piensa, ni calcula, ni juzga sin dejar de comportar efecto de trabajo", J. Lacan, Psicoanálisis, Radiofonía y Televisión, Anagrama, p. 115.
30- Nimio: parece ser un caso de sentido antitético. Tomando del latín "nimius": excesivo, demasiado… Frases estereotipadas como "nimio cuidado" o "afectación nimia", hicieron que el vulgo letrado o iletrado pero ignorante del latín, viera en un nimio la idea de minucia. Hoy nimio se emplea por "muy pequeño" (detalles nimios). J. Corominas. J.A.Pascual, p. 228 del Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Gredos, vol. IV.
 
 
 
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