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Consecuencias
 
Noviembre 2008 | #2 | Índice
 
La solución Durás [1]
Mónica Torres
 

Parejas de hoy, matrimonios y uniones de diverso calibre, semblantes femeninos y masculinos devastadores, arruinados, impotentes…muchos se debaten en la vida actual en medio de una dificultad radical. Para su análisis podemos ubicar tres términos: goce, deseo y amor. Ellos condensarían el problema, tanto como los soportes para una salida, la cual conviene considerar – ¡paradójicamente! - en un "ser de a tres": campo para producción de objeto, en acto, sublimación, que no es sin cuerpo, sí sin saber en pensamiento. De eso el analista sí sabe, por eso aprendemos, aquello que el sujeto le-e a continuación.

 
Varias historias, dos Margaritas
 

Si lo que quisiera transmitirles fuera un cuento, una novela, el comienzo de una historia para ser contada, tendría en verdad varios comienzos.

El año pasado, en ocasión de las Jornadas Anuales de la Escuela, sobre "Patologías de la identificación en los lazos sociales y familiares", Eric Laurent, hablando de la pareja –que tanto concierne a Enlaces–, retomó la idea de la solución durasiana a la cuestión de la pareja y volvió a insistir con el tema del "ser de a tres".

La solución DurásEn el 2001 había leído el artículo de Eric Laurent –publicado en El Caldero de la Escuela N° 84– "Un sofisma del amor cortés", donde compara a Marguerite Duras con Marguerite De Navarra –cosa que también hace Lacan en el texto "Homenaje a Marguerite Duras..."–, para ocuparse del modo en que una autora actual como Duras, retoma los planteos de la otra Marguerite –De Navarra–, quien escribía sobre la cuestión del amor cortés; es decir, el modo en que puede tratarse la temática del amor, la cuestión sexual, por fuera de la lógica del matrimonio. De modo que la lógica del conjunto, es decir del matrimonio, no opaque lo que hay de irreductible en la imposibilidad de hacer surgir en un discurso la heterogeneidad radical que existe entre el objeto causa del deseo y el objeto de amor.

Es Lacan, en su "Homenaje a Marguerite Duras...", el que nombra a la otra Marguerite, la de Heptamerón. Fue para mí un hallazgo que al tener que hablar de la película con la que cerramos el seminario del año pasado, Yo, tú y todos los que conocemos,[2] haya podido encontrar, por la vía del "ser de a tres", una salida para pensar la película, para entender algunas claves de la misma.

Hablando de esto con Adrián Scheinkestel –por supuesto que él tiene otra lectura, la historia comienza de otro modo y en otro lugar para él–, que justo estaba leyendo hace unos meses las últimas clases del Curso Los usos del lapso, en las que es Eric Laurent quien introduce esta problemática, y pensó también cuando vio ese film en el "ser de a tres" de la solución Duras como una clave. Es lo que Laurent produce en otros como Jacques-Alain Miller…, en fin son unos cuantos los que tienen problemas con este tema que está trabajado en las clases 19, 20, 21 y 22 de Los usos del lapso.

Con la idea de aplicar el "ser de a tres" durasiano para pensar la película descubrimos que –sin importar de quién había sido la idea– lo que importaba era interrogar ese "ser de a tres" que de alguna manera también está incluido en el dispositivo de este año y en la manera en que trabajamos, ¡de a tres!... Entonces tenía que entrar Pablo Russo en la historia, y lo hizo como uno de los responsables del Módulo "Ficciones: cine" que había elegido la película. Fue entonces en la última clase del seminario del año 2006 cuando Adrián Scheinkestel y yo empezamos a hablar de esto.

Tenemos así estos tres pero otra forma de comenzar esta historia sería decirles que tuve una época en que leí todo de Marguerite Duras, en francés, en castellano, todo lo que encontraba de ella y en cualquier idioma, hasta fui a ver una obra de teatro suya en París protagonizada por Fany Ardant. Leí también varias biografías sobre ella y fui convenciendo a varios colegas y amigos –otros ya estaban convencidos– de que había que leer a Marguerite Duras; de hecho en el seminario "El sexo es un decir" del año 1996 –mucho antes de que existiera el "Departamento de estudios psicoanalíticos sobre la Familia -Enlaces"– hay una clase de Fabián Fajnwaks que se titula "El amor como suplencia de la no-relación sexual" donde se ocupa de la novela corta de Duras El mal de la muerte, y Linda Katz, en otra clase de ese mismo seminario, que se llama "Hay hombres y mujeres", trabajó Emily L. Hace mucho que ya éramos durasianos...

Pero también es cierto que un buen día dije: "¡Basta!, ¡No puedo seguir leyendo a Marguerite Duras! ¡Es imposible continuar la lectura de esta mujer!" Así que tuve que hacer una pausa. No he vuelto a leerla hasta ahora en ocasión de esta presentación.

Lo que he retomado es Las diez y media de una noche de verano y El arrebato de Lol V. Stein, pero no sé si sería posible hoy para mí soportar leer varias novelas de estas nuevamente, con esas características criaturas atrapadas por el amor imposible de domesticar.

La misma Marguerite no encontró esa domesticación nunca y vivió hasta el final en el instante de Las diez y media de una noche de verano; es admirable lo que nos enseña.

Es como analistas –dice Laurent– que debemos saber que "Duras sabe algo sobre el goce en juego en el ser de a tres, sin tener del todo el saber sobre ello".

La solución DurásCuando se le comentó a Duras lo que Lacan había escrito sobre su trabajo, en su homenaje, ella dijo no haber entendido nada de lo que Lacan había dicho. Hay que saber que Duras era una escritora, no una analista y Lacan se cuida en sus palabras de restituirle un saber porque sabe que el de ella es justamente un saber sin pensamiento. Es un saber que no se localiza en el "yo pienso" y nos dice Lacan que ella ha recuperado el saber en juego en el objeto.

Lacan tiene mucho tacto en este punto –recuerda Laurent–, puesto que conocía bastante a Duras y sabía que las escenas de a tres eran materia misma de la vida erótica de Marguerite. Les recomiendo la biografía que escribió Laure Adler, donde los tríos son más bien de dos hombres y una mujer.

Lacan define, con Duras, la operación de sublimación. La escritura de Marguerite Duras es una sublimación en el sentido lacaniano del término; en este caso la operación de sublimación es como una recuperación anticipada del objeto de goce, ese saber ella ya lo tiene –se trata de un saber que tiene sin saber que lo tiene.

Laurent compara junto con Miller el juego de los tres prisioneros de "…el aserto de certidumbre anticipada" del Escrito de Lacan con el "ser de a tres" de Marguerite Duras; no es el camino que voy a seguir porque sería muy arduo y ya estamos prometiendo que quizás algún día demos un seminario sobre esto... así que ya nos volvemos a entusiasmar.

Voy a seguir en cambio el camino de ubicar la recuperación del objeto de goce como inscripta en las técnicas eróticas que ya estaban en las producciones del amor cortés. Lacan –como les dije antes– utiliza la homonimia entre las dos Marguerite parar relacionar las obras de ambas.

Marguerite de Navarra –hermana del rey de Francia– escribe su gran obra, el Heptamerón, en una época en que es introducido a la lengua francesa lo que podríamos traducir como "arrebato",[3] que como ustedes saben está en el título de la obra de Duras sobre la que Lacan escribió: El arrebato de Lol V. Stein. Arrebatadas ambas Marguerites ¡pero escriben!, lo cual no es lo mismo que Lol.

Marguerite de Navarra quería escribir un Decamerón francés que fuera distinto al italiano, porque lo que quería es que las historias de su Heptamerón no fueran inventadas sino que fueran recopiladas de las historias que se contaban los cortesanos entre sí.

Historias "verdaderas" que serían la anticipación no sólo de la nueva novela (nouveau romain) que encontramos en Marguerite Duras sino de lo que pasa en el espacio del análisis: nosotros escuchamos historias verdaderas, historias de amor verdaderas de nuestro tiempo.

Este realismo del Hepatmerón le interesó especialmente a Lacan por esta conversión técnica del amor cortés. Se trata del mismo efecto de real, de falta de retórica o de ficción que encuentra en la obra de Marguerite Duras, quien escribe como si fuera posible escribir lo real, lo que hace a veces intolerable continuar leyendo. Ella no hace ficción, sobre todo a partir de Lol V. Stein –hay un antes y un después de esta novela, si bien Las diez y media de una noche de verano es anterior que El arrebato de Lol V. Stein–, en 1964, y Lacan tiene un escrito sobre Lol V. Stein que fue verdaderamente maravilloso. La misma Marguerite ha declarado que hay una divisoria de aguas a partir de la escritura de Lol. V Stein, o sea que hay algo que tiene la dimensión de acto para ella.

 
El objeto indescriptible
 

Lo que le interesaba a Lacan no era que Duras haya vendido muchos ejemplares –porque Duras en realidad no tuvo éxito hasta que escribió El Amante y El amante de la China del Norte, que son novelas menores en su obra– sino que ella le había contado que recibía muchas cartas de los lectores –sobre todo de las lectoras– que se encontraban reconocidos en ese tipo de amor que ella proponía. Lo que le interesa de la Duras a Lacan es que logra mantener un discurso que no vele el carácter irreductible del no-recubrimiento entre el objeto causa del deseo, el objeto de amor y el objeto de goce.

El deseo sostiene al objeto que lo causa con una seriedad que no hay en las historias de ficción que apuntan a que el amor se puede reducir a dos términos –el sueño de la neurosis, hacer de dos uno– y sostiene allí la ilusión y la mentira sin conservar lo irreducible de la estructura, como hace Duras, es decir –en por ejemplo la frase ya citada–: "las bodas taciturnas de la vida vacía con el objeto indescriptible", modo que recorta Lacan para describir cómo escribe Duras.

En efecto, las criaturas de Duras soportan el vacío, resguardan el vacío –como decíamos en la Enlaces Nº 11–, y a la vez nos dicen que el objeto causa del deseo es indescriptible.

El Heptamerón y la obra de la Duras muestran ese carácter indomable del amor y el deseo. El heroísmo amoroso de los personajes de Duras, heroísmo a veces suicida que se emparenta con lo que Lacan había ubicado en El Seminario 7, La ética del psicoanálisis, comola transgresión heroica para alcanzar la Cosa que encontramos en Antígona o en Sade.

Pero la diferencia con los personajes de la Duras es que éstos son gente común, es decir, no son grandes héroes, son gente común que se encuentra en cierto borde.

La estructura corta de la novela Las diez y media de una noche de verano es sencilla: una mujer en medio de la noche ve en el balcón de enfrente un abrazo entre su amiga y su marido y a la vez, bajo la luz del mismo relámpago –hace un calor infernal y se larga la tormenta–, ve al asesino que la policía busca en el pueblo y que ha matado por razones de amor, cuando encontró a su mujer con un amante. María, la protagonista, del otro lado del balcón, viendo las dos cosas al mismo tiempo, aferrada a la botella –como la propia Duras–, tiene que elegir qué va a hacer: si va a continuar suicidándose con el alcohol, si va a asesinar a su marido y a su amante, ó si va a salvar al asesino que la policía busca. Decide salvar al asesino, cosa que intenta y no consigue.

Lo que es interesante aquí es que en lugar de asesinar ella quiere salvar al asesino, que por supuesto es el asesino que ella también lleva consigo...

La novela contemporánea, dice Laurent, no tiene como función nutrir la ficción sino hacernos ver lo que hay de irreductible en la historia del deseo en la actualidad.

La definición de Miller, al hablar de los paradigmas del goce, corresponde a un modo de abrochamiento del goce y del sujeto, y más bien podríamos decir del cuerpo viviente con su objeto de goce; y sobre eso –la relación entre el cuerpo viviente y el objeto de goce– es sobre lo que escribe Marguerite Duras.

 

Sublimación, abandono y acto

 

Entre El Seminario 10 y El Seminario 11, Lacan se ocupa de la pérdida de goce que hay en la alienación significante y de la recuperación de goce que se produce en la operación de separación. La separación es la recuperación de la libido como objeto perdido, el objeto se ve separado del cuerpo como organismo y es retomado por la libido como objeto de goce.

La sublimación se inscribe en esta perspectiva para Lacan, la obra de arte –como es claro en el caso de Duras– es un ejemplo del objeto recuperado por la vía de la producción del objeto del arte. Se trata de los bordes pulsionales del cuerpo y su relación al objeto a; son los únicos agujeros de los que se ocupa el psicoanálisis y es lo único que permite mantener de algún modo relacionadas las historias de amor contemporáneas, a las diez y treinta, en un horario preciso y a la vez impredecible que escuchamos en nuestra práctica, en nuestra solución Durás, nuestro Heptamerón contemporáneo.

Así Eric Laurent cree leer en Lacan un elogio de la Durás, cuando Miller recoge el guante no lo hace muy contento y logra enojar –con cierto aparente inicial desprecio por la Duras–, a los que la admiramos –entre los que me cuento. Tengo que reconocer que me enojé con Miller cuando él nos dice en la página 403 de Los usos del lapso, dirigiéndose a Eric Laurent, que a él le costó leer Lol V Stein y que la novela lo irritó de un modo que ni siquiera el texto de Lacan calmó –¡provocador Miller! A él le parecía –pueden leerlo entre las páginas 403 y 415– que la Duras no merecía el homenaje de Lacan. Me enojé mucho con este comentario y debo reconocer que este amigo que vive en París, Fabián Fajnwaks, que estaba en el Curso de Miller en ese momento, me llamó desesperado diciendo: "¡Miller está contra la Duras!". Él casi abandona el Curso de Miller y yo la lectura del mismo en ese punto. Pero tengo amigos como Adrián, como Ana Ruth Najles, que me dijeron que no me apresurara. Y seguí leyendo.

Miller retoma el término "ser de a tres" y no nos dice que Lol sea uno de los tres sino que ella misma queda suspendida en el "ser de a tres". No se trata de "yo y mi mitad" –recuerden que a Miller le gusta esto de "yo y mi mitad", lo dice mucho en De mujeres y semblantes; una vez que vino aquí a hablar fue a un teatro que estaban dando Yo y mi chica– ni tampoco de "yo y mi tercero". Se trata del ser de a tres que privilegia la materia y la estructura por sobre la cronología.

Y en la página 448 nos compensa el esfuerzo de lectura, cuando nos dice que es necesario compensar las desafortunadas afirmaciones despectivas que dejó escapar sobre la obra de Durás. Pero no lo perdoné todavía por esta declaración, que después de todo leí como una turbación que Durás había causado sobre él…

Lo perdoné, me reconcilié con él cuando nos habla de la novela de Balzac: La mujer abandonada. Nos dice que ella es la Lol. V. Stein del siglo XIX. La protagonista de La mujer abandonada es Madame de Beauséant, una mujer que se retira de todo en su vida apacible a orillas de un lago y no como Lol. V. Stein y Marguerite Durás que vivían una vida desapacible junto al mar. A Durás le gustaba mucho el mar, aquí en el Departamento Enlaces contamos con Mónica Biaggio que pintó un cuadro sobre eso...

Cuando esta Madame con esa vida apacible junto al lago es cortejada por un joven, más joven que ella, Gastón de Neuil, ella le dice que no. Él va entonces a la apacible casa en la que ella se ha instalado, en Ginebra y entonces con pocas palabras, Balzac nos dice que esta señora y su joven enamorado –yo los llamaré Madame B. y Gastón–, viven tres años solos, sin ver a nadie, felices como todos soñamos serlo.

Luego tienen que irse de ese paraíso por una cuestión de compra y venta de propiedades pero se vuelven a establecer en otro lugar y otra vez la dicha que, nos dice Balzac, es inútil describir. ¡Nadie escribe sobre la dicha de las parejas felices! En efecto, se escribe más bien sobre la desdicha. O como dice M. Durás, sobre la desesperación.

Finalmente llega una joven heredera a la comarca y la madre de Gastón reclama que él debe desposarla. Madame B. le escribe una carta linda a Gastón diciéndole: "Bueno, es necesario sentar cabeza".

Él se casa con la heredera y al cabo de 7 meses aburrido mortalmente, vuelve al entorno de Madame B., la mujer abandonada. Ella le dice: "Si usted da un paso más me tiro por la ventana". Él le cree, la toma en serio, vuelve a su casa, toma un fusil y se mata.

J.-A. Miller nos dice: "… que una esposa puede soportar por importantes razones sociales, compartir a su marido con otra. Pero una amante que vivió doce años de dicha perfecta con su amado, no puede aceptar compartirlo. Y esa es la grandeza del gran amor fuera de los lazos del matrimonio". Ustedes ven que el sacrificio es de él, no de la mujer abandonada, porque el que se mata es él; yo creo que en Lol V. Stein sucede algo parecido, pues el verdaderamente sacrificado es Jacques Hold y en H. Murakami también;[4] o sea que estas mujeres terribles tienen algo del empuje a La mujer que ha descrito Lacan.

Pero a la vez Lol. V. Stein, en tanto heroína del siglo XX no es como Madame B. o su Gastón. Ella busca otra solución que la del suicidio, ella, al revés que Madame B., sólo se sostiene cuando el hombre del que se trata está con otra, se ocupa de otra. Y Lol no se suicida ni Jacques Hold, aunque podemos pensar que Hold queda un poco destruido.

Pero se trata del acto y sabemos que para Lacan el paradigma del acto es el suicidio. Los personajes de la novela de Durás no se suicidan. Pero como todo acto implica un suicidio del sujeto, del que realiza el acto, en realidad estas novelas están llenas de suicidios, porque una vez cumplido el acto, el sujeto no será jamás el mismo que era antes de cada acto, por lo cual el sujeto desaparece, para darle lugar a otro –son novelas que están definidas por el acto–, así como le pasa a Marguerite Duras después de escribir El arrebato de Lol V. Stein...

La existencia temporal, entonces, en tanto escandida por actos es una sucesión de suicidios. El sujeto, después del acto, no será jamás el mismo que antes de realizar el acto. Por eso la angustia se inscribe en el instante anterior al acto. A partir del acto ya no soy aquel sujeto que realizó el acto.

Y entonces en el capítulo final del Curso Laurent y Miller llaman a una mujer, Catherine Lazarus Matet, para que sean tres. Y ella nos lo explica de un modo magistral. Recurriendo a un poema de Apollinaire, que equivoca en francés "yo me dos" con "yo me duelo": Vuelve a mí a vces ese refrán burlón: Si tu corazón busca un corazón, tu corazón es ese corazón. O sea que finalmente si busca el corazón no busca al Otro sino que se busca a sí mismo, es el engaño imaginario del amor.

En cambio cuando él agrega: Yo me dos (yo me duelo). Je me deux (me dos, me duelo) de estar solo…, ahí ya no se trata del dos que implica hacer de dos uno que sí estaría en el verso anterior.

La solución de Durás, según Catherine Lazarus, es hacer de su relación con Jacques Hold y Tatiana un ser de a tres, que le permita decir a Lol un "yo me tres" donde doler no se conjugaría. En el "ser de a tres" no se conjuga doler, a ella no le duele, está más allá del dolor.

Es la ley de Lol. Una demanda que hace que ella reclame ser besada sin pedirlo. Hold lo dice: ella quiere estar con él, pero como ella quiere.

Lol ha ido más allá de la barrera del pudor, y espía sin pudor la relación sexual –entre Tatiana y Hold– como realizada.

Entonces J.-A. Miller nos dice que Lol tiene un particular acceso a la Cosa; ¿qué espía Lol?, el secreto de la conjunción sexual.

El sábado fui al cine y vi la película El Tiempo, de Kim-ki Duc, la protagonista que es una especie de loca, así como las heroínas de Lol pero aquí podríamos pensar que si La mujer abandonada, de Balzac, es la Lol del siglo XIX; la protagonista de El tiempo, es la Lol del siglo XXI porque esta mujer tiene unos celos terribles y está todo el tiempo haciéndole a su pareja escándalos en los bares, en todos lados. En un momento que están en la cama y que ella siente que él ya no la desea como al principio, le dice que piense –en ese momento– en alguna de las mujeres de las que ella había tenido celos la noche anterior. Él se pone a pensar en eso y logra tener una relación sexual y entonces ella le dice: "no fue conmigo, fue con la otra" y comienza un nuevo escándalo, tras lo cual él le dice: "¡pero me lo pediste!"...esto es del sentido común de los hombres.

Pero esta mujer lleva las cosas al extremo porque lo que hace es llevar a lo real el ser otra para sí misma. Va a ver a un cirujano plástico –ella es joven y hermosa–, y le pide que le cambie la cara, quiere tener otra cara. Ustedes ven que es una solución por la vía de lo real del ser otra para sí misma... la película tiene un costado de ciencia-ficción porque está la operación, hay escenas terribles, y cuando el cirujano le dice que no puede hacerla más bella de lo que ya es, ella le dice: "¡no quiero ser más bella!, ¡quiero ser otra!". Entonces la transforma en otra más fea, pero eso finalmente no tiene ninguna importancia... hay todo un alegato sobre la cirugía plástica y el tratamiento sobre lo real de los cuerpos, es la combinación de esto con la locura amorosa de esta mujer...

Entonces necesita seis meses para recuperar una cara y ahí lo conquista de nuevo –siendo otra–, pero cuando es otra, ella empieza a darse cuenta que él no ha olvidado a la que ella era y entonces empieza a sentir celos de la otra que ella fue. Se encuentra entre los celos que siente de la otra que fue y de la que es ahora cuando ya no hay vuelta atrás porque no puede recuperar su cara anterior. Empieza a mandarle tarjetas a él –por supuesto no ha cambiado la letra–, tarjetas de amor de la otra y voy a dejar esto un poco en suspenso... finalmente él se encuentra teniendo que decidir a cuál de las dos le tiene que ser fiel, sin saber… hasta ahí, ¡no voy a contarles el final!...

Pero me parece que hay un heroísmo, una locura a la manera de Lol pero llevada al punto de real que nos permite el siglo XXI.

Entonces uno podría comparar a La mujer abandonada de Blazac, Lol V. Stein o Las diez y media de una noche de verano o cualquier novela de la Durás que ustedes tomen, con esta heroína, como también lo es Shimamoto, de la novela de Murakami… –que también se opera porque tenía una renguera y la hace desaparecer, aunque este era el punto que a él le atraía, por supuesto. Murakami lo cuenta más dulcemente, en cambio en la película El tiempo no se cuenta dulcemente, hay que hacer un esfuerzo para verla –pero me parece muy interesante–, es insoportable de ver lo que puede ser esa cuestión del empuje a La mujer en lo que es nuestro tiempo.

 
Notas
1- Versión establecida de la presentación en 4ª clase del seminario (asociado al ICBA) del "Departamento de estudios psicoanalíticos sobre la Familia –Enlaces", "Cultura y sexuación: respuestas actuales", 4 de julio de 2007 (presentación compartida con Adrián Scheinkestel y Pablo Russo, cuyas versiones salen publicadas simultáneamente en Lacaniana Nº 7).
2- Film de Miranda July (2005), proyectado en la EOL el 18 de diciembre de 2006, en la última actividad del seminario del Departamento Enlaces "Paradojas de la civilización".
3- "Ravissment": rapto, arrobamiento, arrebato…
4- Al sur de la frontera, al oeste del sol, novela de Murakami que también se tomó para conversar en la clase del seminario.
 
 
 
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2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA