Última edición Staff Links Contacto Instituto Clínico de Buenos Aires Seguinos en FacebookSeguinos en Facebook
Consecuencias
 
Edición N° 3
 
Septiembre 2009 | #3 | Índice
 
W. H. Auden: poesía, psicoanálisis y Holocausto
Claudia Kerik
 

W. H. Auden: poesía, psicoanálisis y HolocaustoAún siendo considerado "una de las mentes más privilegiadas del siglo XX", W. H. Auden (1907-1973) es uno de los poetas en lengua inglesa menos estudiados. Sin ser menos valioso que T.S. Eliot o que Ezra Pound, no ha merecido aún el esfuerzo de traer al español su poesía completa. Por eso, la traducción de un libro de poemas de Auden siempre es una noticia importante. Y en particular, tratándose de Otro Tiempo[1], publicado en 1940, que reproduce el impacto de la segunda guerra mundial vivido desde los ojos de un poeta inglés que emigró a los Estados Unidos para alejarse del horror, convirtiéndolo, paradójicamente, en el suelo sensible de su poesía. Justamente por eso, su voz resulta tan confiable, y entendemos por qué leerlo fue para Joseph Brodsky un medio "para sentirse decente". Pues en su poesía nos espera siempre una sorpresa desagradable, un instante de incomodidad, de desajuste emocional, una prueba de introspección que exige cierta disposición a recorrer zonas de extrañamiento y ritmos de dislocación mientras aceptamos ser juzgados en nuestra vergüenza o en nuestro engaño. Y una voz se nos hermana en el camino, contraria a la de un guía que conoce el rumbo seguro. Auden nos ofrece la seguridad de un cómplice en la incertidumbre, que nos provee con lo que sabe: generalmente un arsenal de dudas, una derrota certera y la exploración profunda de algún deseo importante. Believe your pain, es una de sus consignas.

Auden observó los cuadros generales en los que acontece, sin notarse, la vida personal, "Acerca del dolor nunca se equivocaron/ los maestros antiguos: qué bien comprendieron/ su sitio en nuestra vida, cómo llega/ mientras que otros comen, abren una ventana o se/ pasean sin más." Su gran tema fue la conducta humana, moldeada por el tiempo. Los desajustes entre la vida privada y el peso de lo público. Algo que podría desviarnos, desde cualquier sitio, o determinar otros sentidos vitales. En cada caso, actos humanos que no se sujetan nunca a lo que conviene. Y a veces, inmensos tramos de duda proyectados sobre paisajes que parecieran enajenarnos pero que apelan, perturbándonos, a nuestra concentración. Son "los terrenos calizos" (…) que se disuelven en agua"[2]. Paisajes mentales que no pueden ofrecernos vacaciones para el alma, pero si un instante de conciencia personal que podría relegarse a un segundo plano por los gritos del tiempo. Auden apartó esos gritos para distinguir la vida, no su vida; la de la persona, la del sujeto del amor, la del ciudadano anónimo. Y tuvo la compulsión poética de "desencantar y desintoxicar" al que se le acercara.

Es difícil comprender una intención tan violenta y tan amorosa por desengañarnos, sin conocer a los amigos de Auden. El poeta estuvo ligado a una importante generación del mundo cultural de occidente. En Inglaterra, su nombre se unió al de Aldous Huxley y al de George Orwell, escritores que han documentado la decadencia de lo humano bajo el control masivo de la conciencia y la anulación de la vida privada, así como el compromiso de luchar desde la literatura contra el fascismo (como el que cada uno adquirió con la guerra civil española). En Europa, conoció y admiró la obra de Brecht (cuyas irónicas baladas se oyen en su poesía tanto como el registro de la vida civil); se nutrió de las teorías de Sigmund Freud y, ya en América, fue amigo de Hannah Arendt, la filósofa judeo-alemana que logró salvarse del nazismo huyendo a los Estados Unidos. Como ella, aunque no por las mismas razones, Auden emigró en 1939 y su poesía camina a través del eclipse de la segunda guerra mundial. Ningún esfuerzo mental, ningún recuento histórico, podrá llevarnos a ese momento. Algo no puede acceder a nuestra memoria. La capacidad de Auden para penetrar en la conducta humana no puede concebirse sin el mundo que le ofreció un escenario: poesía, psicoanálisis y Holocausto.

Ubicado precisamente en el tránsito del viejo al nuevo mundo, Otro Tiempo contiene poemas cuyas referencias son explícitas, como la elegía a Ernst Toller, el dramaturgo judío amigo de Auden, quien tras huir de Alemania se suicidó en el exilio y el "Blues del refugiado", entre otros. El talento de Auden radica en referirse a lo público desde el ángulo de lo privado. "Vi un caniche con ropa que un broche sujetaba, / vi una puerta entreabierta por la que un gato entraba; / pero no eran, mi amor, judíos alemanes." Al igualar el punto de vista de un refugiado con el de un caniche (perro) o el de un gato, Auden consigue algo de lo que Kafka logró en sus Investigaciones para un perro: mirar desde abajo para así materializar el repudio. "En memoria de Sigmund Freud" levanta un homenaje único al padre del psicoanálisis, quien: "ahora no es una persona, / sino un entero clima de opinión/ bajo el que conducimos nuestras vidas: / ayuda o entorpece como un clima:/(...) Pero él querría más para nosotros. / A menudo ser libre es estar solo." Tres altísimas elegías: a Toller, a Yeats y a Freud, cierran el libro, unidas por un calendario de muerte: el año de 1939. De estas tres, la más conocida es la que le dedicó a W.B. Yeats, en la que consigue la temperatura poética de un escalofrío por el triple movimiento que ejecuta: el de un cuerpo deshabitándose bajo la forma de una ciudad que se vacía; el de un alma que se dirige a ser juzgada "por un código extranjero de conciencia", mientras "las palabras del hombre que ya ha muerto se alteran en la entraña de los vivos".

Claudia Kerik"September 1, 1939" es el título del poema que Auden escribiría desde un bar de Manhattan al estallar la segunda guerra mundial, para luego retirarlo de su obra (como aconteció con su poema sobre España) por uno de sus versos: "Debemos amarnos los unos a los otros o morir", que habría de convertirse en "Debemos amarnos los unos a los otros y morir", antes de desaparecer[3]. Auden no ofreció diagnósticos ni consuelos y, sin embargo, su poesía nos logra curar volviendo a Brodsky, porque reproduce "la entonación con la que uno le habla al enfermo. Este poeta discurrió entre los casos graves, a veces terminales, del mundo, no como un cirujano sino como una enfermera, y todo paciente sabe que son las enfermeras y no las incisiones las que finalmente lo ponen a uno de nuevo en pie". Pero la compasión de Auden viene acompañada por una voluntad incontenible de desenmascarar, que duele aunque cure. En este punto su poesía resulta una de las aplicaciones más originales de ciertos caminos del psicoanálisis transformados en herramientas poéticas. Auden no es solamente un poeta que ilumine o que revele, es el poeta de los insights, esos procesos de la conciencia personal que estallan en una imagen que libera el contenido de una parte de nuestra vida. Sus poemas suelen desafiar lo inteligible, envolviendo al lector en un proceso que lo conducirá al lugar de los hechos por un camino que pocos desearían cruzar. No son solamente sus temas, muchas veces indeterminables, sino fundamentalmente sus procedimientos los que producen, desde la poesía, una dimensión más de conciencia. Esto ha hecho que Seamous Heaney afirme el poder de las primeras visiones de Auden para acercarnos a "los límites del horror" de un modo en que la poesía inglesa "no se ha vuelto a acercar nunca más", ofreciendo "un ejemplo de cómo la experiencia inglesa y el trauma universal sufrido por la humanidad en el siglo XX podían haber sido detectados en la lengua inglesa"[4]. Aunque el contenido es otro, quizás el siguiente párrafo pueda ilustrar al lector acerca del modo en que un poeta es capaz de producir un tema sin nombrarlo. "No como ese Napoleón de ensueño, terror y centro de/ los rumores, / ante cuyo paso a caballo se abre la muchedumbre/ y que destina una columna y se retira; / ni como ese visitante despreocupado y preferido por todos/ para quien tanto dicen el clima y las ruinas; / ni como cualquiera de esos que serán siempre bienvenidos/ lo mismo que la suerte o que la historia o que la diversión. / No entres de ese modo: todos estos se van." ¿Quién podría imaginarse, tras este comienzo, que estamos frente a un poema sobre la vocación del amor? Al delegar a último término la forma correcta de entrar, Auden despliega en el poema su mensaje, no lo describe. Su poesía tampoco entra "como ese Napoleón".

Auden fue homosexual. Otro Tiempo está dedicado a Chester Kallman, el hombre al que estuvo ligado durante 34 años en un vínculo difícil, que uno de sus versos podría resumir: "Si no puede haber un afecto igual / Deja que el más amante sea yo." En colaboración con Kallman, escribió The Rake Progress, el libreto de la ópera de Igor Stravinsky que hoy forma parte del repertorio clásico. A pesar de ser mucho más joven, Kallman lo alcanzó en la muerte un año después de su partida. Las inclinaciones de Auden no le impidieron ayudar a la hija de Thomas Mann, con un matrimonio ficticio, para que tramitara sus papeles en el extranjero; ni tampoco tener el gesto todavía más notable de ofrecerle matrimonio a Hannah Arendt cuando enviudó, para cuidarse mutuamente. Esto nos habla tanto de Auden como de su liga con Kallman, y tal vez por eso en su poesía, quede siempre protegida, toda forma de amor no convencional. Habiendo además, convertido la gentileza en un valor para la poesía, su voz suave e intransigente, buscó la precisión para delinear "nuestro clima de duda y de silencio" ofreciendo una resistencia contra la deshonestidad, poco común. Esta dimensión fue recuperada en la todavía memorable película de Mike Newell, Cuatro bodas y un funeral (1994), una parodia de las motivaciones habituales del matrimonio. En ella, un vínculo homosexual al que se le asigna el lugar del funeral, se ve dignamente legitimado post mortem por la lectura de un poema de Auden. Se trata del conmovedor "Blues Fúnebre", que el lector encontrará en Otro Tiempo.

Auden volvió a Inglaterra antes de morir. Brodsky ha testimoniado la injusta imagen del poeta solo, empujado por los alumnos en el comedor de la Universidad de Oxford como si fuera un desconocido. La expresión de su cara debería figurar en la lista de imágenes que reúnen (como reunió su vida toda) "la suma total de un rostro".

 
Notas
1- W. H. Auden, Otro tiempo, versión de Álvaro García, Editorial Pre-Textos, España, 1993. Salvo contadas excepciones, los versos citados en este ensayo han sido tomados de esta cuidadosa traducción.
2- Véase el poema: "En alabanza de los terrenos calizos", en Seis poetas de Lengua Inglesa, Traducción de Isabel Fraire, Sep/Setentas, México, 1976.
3- Véase, Joseph Brodsky, Sobre "September 1, 1939" de W. H. Auden, en La canción del péndulo, Traducción de Esteban Riambau Saurí, Versal, S.A., Barcelona, 1988.
4- Seamus Heaney destaca "mucho antes de que apareciese la poesía parábola de la Europa de posguerra, Auden ya había dado con una forma que estaba llena de premoniciones de algo terrible y que servía para expresar esas premoniciones gracias a medios estrictamente poéticos". Véase, "Auden, a prueba" en De la emoción de las palabras, Ensayos literarios, traducción y edición a cargo de Francesc Parcerisas, editorial Anagrama, Barcelona, 1996.
 
 
 
Kilak | Diseño & Web
2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA