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Consecuencias
 
Edición N° 6
 
Junio 2011 | #6 | Índice
 
Del desecho a la causa del deseo
Teresita G. Ruiz [*]
 

Plantea una articulación entre la mujer como síntoma y la posición del analista.

El hombre, ante la imposibilidad de hacer del Otro su complemento sexual, sólo puede abordar al Otro sexo a partir del objeto a. Este objeto es el que viene al lugar de la pareja que falta. Para hacerla "su mujer" tiene que poder tomarla como objeto causa de deseo. Y ella, tiene que consentir a ocupar este lugar.

La mujer como objeto causa de deseo tiene relación con el lugar del analista, pues él también tendrá que poder alojar en sí cierto vacío. Queda abierta la pregunta de si la posición del analista implicaría, entonces, cierta feminización.

 

En el prólogo que Germán García hace del Seminario de Miller El deseo de Lacan, plantea: "En Lacan, el ser, el sí mismo, se convierte en resto... e introduce la división y el objeto a que del lado femenino se convierten en clave del surgimiento mismo de la invención social del analista".

También agrega que: "Lacan dijo lo que podría ser su síntoma: Lacan ha enunciado al mundo la instancia de un real sin sentido. Consiste en una separación radical entre lo real y el sentido. Es una idea tan extraña, que él mismo dice quizás esa idea de lo real es mi síntoma"

Luego de su excomunión, Lacan explicitó la posición del analista como una posición de desecho. Él se refiere a esto en la primera lección del Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.

¿Cómo pasar del a como desecho, como lo real del goce de la pulsión, al deseo?

La pulsión siempre se satisface, aunque para el yo se trate de un padecimiento en algunos casos, ésa es la felicidad. En cambio el deseo es siempre insatisfecho, entraña una falta, es decir, para oponerlo a la pulsión, una infelicidad. Por eso nos dice Miller en este Seminario, que no se trata de interpretar el deseo, sino de interpretar la causa del deseo. Es decir pasar de la pregunta ¿qué significa eso? a ¿qué soy yo?

Mi objetivo en estas líneas es plantear una articulación entre el estatuto de la mujer como síntoma y la posición del analista, desde la perspectiva de los Seminarios 20 Aún y 22 R.S.I., de Lacan.

En el Seminario Aún, Lacan desarrolla sus fórmulas de la sexuación, planteando que el ser hombre o mujer no pasa por la anatomía, ni sólo por las identificaciones, sino que se trata de una elección en relación al goce. Es decir, se definirá esta diferencia sexual según el modo de gozar.

Como no hay proporción sexual, por lo tanto no existe -como en los animales- un saber predeterminado acerca de cuál es el compañero que corresponde en lo que concierne a la pareja sexual, el macho hace del a su partenaire. Es decir, ante la imposibilidad de hacer del Otro su complemento sexual, sólo puede abordar al Otro sexo a partir de una parte. El a viene al lugar de la pareja que falta. Ubicarse del lado macho implica poder gozar no de una mujer sino de un trozo de ella. Para hacerla "su mujer" tiene que poder tomarla como su objeto a, objeto causa de deseo. Y la mujer tiene que consentir a ocupar este lugar, y también "acertar con el hombre que le hable según su fantasma fundamental, el de ella. De este fantasma extrae efecto de amor a veces, de deseo siempre", sostiene Lacan en D´ecolage [1].

Del lado de la mujer, hay una relación con el Otro que ese establece a través del amor. Esta relación privilegiada con el Otro, implica que encarne la diferencia en tanto tal, representa la alteridad, incluso para ella misma, de un modo tal que la lleva a esa falta de identidad que experimenta y por la cual la importancia de la Otra mujer cobra todo su peso.

Entonces, "dos vías de acceso al Otro, del lado del macho a partir del goce, bajo la forma del fetiche, una de las variantes del objeto a, condición de la causa del deseo. Y del lado de la mujer por la vía del amor, que deja de lado el cuerpo y se aferra a las palabras". Pero aquí otra novedad: para la mujer el amor es un goce.

Agregamos que en la demanda de amor se apunta a lo que no se tiene y he aquí la definición lacaniana del amor, "dar lo que no se tiene a alguien que no lo es", se apoya en la anulación completa del tener, apuntando así al ser. Por eso, para la mujer, al estar en relación con el Otro, implica que éste le hable para reconocer allí su objeto. Para el hombre no hacen falta las palabras, es un goce silencioso.

Años más tarde, en el Seminario RSI, en la clase del 21 de enero de 1975, Lacan afirma: la mujer es un síntoma.

Partiendo de que La mujer no existe, la que puede acceder a la posición femenina, no lo hace por la vía de ser una madre, ni de ser la mujer fálica, sino de aquella que hizo la identificación no-toda, la que guarda en sí, un modo de figurar lo real. Sólo si es "femme" puede ser síntoma para un hombre, es decir semblante de a. Una mujer no sólo se inscribe para el hombre como objeto a sino precisamente como síntoma.

¿Qué es el síntoma? Hablar de síntoma en esta época de su enseñanza, quiere decir que el síntoma es un modo de gozar, un medio de satisfacción de la pulsión, que el núcleo del síntoma es de goce, es el pequeño a y que el partenaire es aquí envoltura de a, al igual que el síntoma. Este objeto es el núcleo elaborable del goce. Hablar de objeto a es también hablar de un semblante. No hay otra manera de atrapar lo real que no sea a través del semblante.

Dirá también que "el factor común del a minúscula, es estar ligado a orificios del cuerpo". Es decir el a es un vacío informe.

Este a corazón del síntoma, ex-siste al inconsciente, está fuera de la articulación significante.

La fórmula "no hay relación sexual" quiere decir que los parlêtres, como seres sexuados, forman pareja no a nivel significante, sino a nivel del goce, y que este enlace es siempre sintomático.

Para concluir, entiendo, que la mujer como objeto causa de deseo tiene relación con el lugar que el analista ocupa en la cura, pues él también tendrá que poder alojar en sí cierto vacío, hacer lugar a un real imposible de simbolizar, haciendo semblante de objeto a.

Esta articulación es lo que me permite entender lo dicho por Lacan y citado por G. García en las primeras líneas: "lo real es mi síntoma". Él pudo, a partir del desecho, al ser echado de la I.P.A., pasar a ser, hasta nuestros días, lo que nos causa a seguir trabajando, en nuestros análisis, en nuestras instituciones.

Queda abierta la pregunta de si la posición del analista implicaría, entonces, cierta feminización.

 
Notas
* Miembro de la Comisión Ejecutiva del I.OM.- C.I.D, Santiago del Estero, Argentina.
1- LACAN, Jacques, D´ecolage o Despegue de la escuela, 11 de marzo de 1980, en Textos Institucionales.
 
 
 
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