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Consecuencias
 
Edición N° 6
 
Junio 2011 | #6 | Índice
 
Agresividad y Violencia
Mercedes Sánchez Sarmiento
 

El artículo está enmarcado en la Investigación de Violencia en las Escuelas, dirigida por Mario Goldenberg, donde la autora participa indagando sobre el fenómeno de la violencia. Se establecen dos objetivos. El primero, abordar el contrapunto entre agresión y violencia, situando la especificidad de ambos conceptos. El segundo, explicar por qué al hablar de Violencia en las Escuelas se dice violencia y no agresividad.

 

1. Agresividad

Partimos por ubicar a la agresividad en el registro imaginario, y a la violencia en el orden simbólico. Lacan (1948) trabaja extensamente el concepto de agresividad, mediante cinco tesis, en La agresividad en Psicoanálisis. "La agresividad –dice Lacan en la cuarta tesis– es la tendencia correlativa de un modo de identificación que llamamos narcisista y que determina la estructura formal del yo del hombre y del registro de entidades característico de su mundo"[1]. La agresividad es estructural, aparece en el estadio del espejo frente a la fragmentación corporal, como la respuesta de separación del sujeto de la imagen que lo aliena. "Yo es otro"[2], producto de la identificación con la imagen alienante, por la que se estructura el narcisismo y se origina el yo.

Tenemos así una noción de agresividad, que no es un síntoma, sino que es correlativa de la estructura narcisista del sujeto constitutiva de la primera individuación, es decir, una "identificación primaria que estructura al sujeto como rivalizando consigo mismo"[3], tensión imaginaria que se reacomodará en las vicisitudes del complejo de Edipo y por la función pacificante del Ideal del yo.

La agresividad opera esencialmente con la imagen, no con la realidad. Es por el complejo de Edipo, que funciona poniendo orden y distancia con respecto al otro, que surge una identificación específica que ya no es a la imagen alienante y que logra pacificar la paranoia del yo. El complejo de Edipo ordena las identificaciones imaginarias aunque eso no extingue la agresividad. La atemperación del narcisismo sobre la base de la intervención del Ideal del yo es porque éste le aporta un emblema. Y ello atempera la agresividad imaginaria.

La quinta tesis de Lacan, es una perspectiva sobre el papel de la agresividad en el malestar de la cultura. Miller nos brinda una reflexión al respecto: "En los tiempos anteriores, el hombre estaba más vinculado a la comunidad, a los demás, en los ritos ceremoniales, en la vida en común, la familia extendida restringía la agresividad. Y cómo la civilización moderna, en cambio, aísla al individuo y pone en evidencia su yo, esto refuerza su paranoia estructural"[4].

Para Javier Garmendia (2009), esta promoción del yo en nuestra existencia conduce, conforme a la concepción utilitarista, a realizar cada vez más al hombre como individuo, es decir, en un aislamiento del alma cada vez más emparentado con su abandono original. Como señala Lacan: "La prominencia de la agresividad en nuestra civilización, quedaría ya suficientemente demostrada por el hecho de que se la confunde habitualmente en la moral media con la virtud de la fortaleza[*]. Entendida con toda justicia como significativa de un desarrollo del yo, se la considera de un uso social indispensable y tan comúnmente aceptada en las costumbres"[5].

La agresividad se mantiene y se despliega de acuerdo a la moral de la época. Para Mario Elkin Ramírez, la agresividad es valorada en la cultura bajo la forma de competencia en la empresa, en la Universidad, en el Instituto, en el deporte. En ese movimiento aliena al yo. La agresividad no puede moverse en una forma cruda, sino velada, envuelta incluso en cortesía. Frente a la agresividad que se despliega en lo social, Lacan propone una salida, y la llama "fraternidad discreta"[6]. Se trata de una salida lógica ante la declinación del Nombre del Padre y la caída del Ideal, y es opuesta a la constitución de las masas descrita por Freud (1920) en su Psicología de las Masas. "Fraternidad discreta, como nueva forma de lazo social, es lo contrario de identificación al grupo, que refuerza una fraternidad continua con el caudillo"[7]. Se ve en ese nuevo lazo social, una salida posible a partir de un intento de mitigar la agresividad que surge del lazo con el semejante, dando lugar a crear una sociedad distinta, no sin el otro, y que aparece como la posibilidad de que el yo venga a integrarse en un nosotros, "en una fraternidad discreta por cuyo rasero somos siempre demasiado desiguales"[8]. Para Ramírez, la fraternidad discreta conlleva que hay algo común con otros, conduce a una salida ética distinta del malentendido de la relación especular."Es una aspiración a la asunción de las dificultades del ser hablante, sin llegar a una nueva utopía comunitaria, una comunidad con otros analistas basada en el saber sobre el sufrimiento del ser hablante"[9].

La fraternidad discreta es una salida lógica, como una nueva forma de lazo social, distinta a la de la relación especular que conlleva agresividad. Miller, párrafos arriba, explica cómo la subjetividad de la época aísla al individuo, poniendo en evidencia su paranoia estructural. Esta nueva forma de lazo implica un yo que hace comunidad, que se integra en un nosotros, a partir de una identificación horizontal, opuesta a la identificación vertical que hace masa, en la que el lazo al semejante se sostiene por amor al líder. La identificación horizontal posibilita una comunidad con otros, basada en el saber sobre el sufrimiento del ser hablante, a partir de la asunción de las dificultades del ser hablante.

Freud, en Psicología de las Masas, plantea que la identificación al líder o a un ideal común, hace masa. El paradigma de Freud es el paradigma del sacrificio, en el que el Superyó comanda la renuncia pulsional. El paradigma actual, con el discurso hipermoderno, es el paradigma de la diversión bajo la lógica capitalista. Ya no se trata de un Superyó que comanda la renuncia pulsional, sino que manda a gozar sin renunciar a nada, pero bajo la forma del consumo y de la diversión, y sin diques éticos. En este punto es donde aparece la violencia sin sentido, que retomaremos más adelante. En el discurso hipermoderno, no importan los ideales. Lo que importa son los productos que ofrece el mercado, y que por el mandato de la época, hay que consumir. Tal como dice Mario Goldenberg, las marcas del mercado no constituyen una masa. Al declinar los ideales, aquello que funcionaba como un modo de regulación del goce, produce dispersión. Si no hay ideales en común, no hay masa, y se produce una ruptura de lazos. La ruptura de lazos a partir de la caída de los ideales genera la violencia actual. Esto genera los fenómenos de violencia en las escuelas, que se estudian en el próximo apartado.

2. Violencia

Sabemos que la agresividad tiene consistencia imaginaria, y la violencia implica un orden simbólico. La agresividad primordial constitutiva del sujeto, y que se despliega en la relación con el semejante, no puede dar cuenta de la barbarie, aunque nos sirve para pensar los fenómenos de violencia social.

El abordaje de la violencia lo hacemos desde la propuesta que Slavoj Žižek, filósofo y psicoanalista esloveno, trabaja en su libro Sobre la Violencia. Seis reflexiones marginales. Žižek hace un tratamiento de la violencia a partir de cinco perspectivas, de cinco miradas al sesgo sobre la violencia. Para Žižek, hay razones para mirar al sesgo el problema de la violencia. "Mi premisa subyacente es que hay algo inherentemente desconcertante en una confrontación directa con él –con el acto violento: el horror sobrecogedor de los actos violentos, y la empatía con las víctimas, funciona sin excepción como un señuelo que nos impide pensar"[10]. La verdad de quien sufre el acto violento puede ser insoportable. Por eso los otros tipos de violencia, como miradas al sesgo, pueden ser habilitadores del tratamiento del horror.

2.1 Violencia Subjetiva

Una de las formas de la violencia, la violencia subjetiva, es aquella que aparece de un modo visible, y ejecutada por un agente que podemos definir al instante: alumnos que golpean a un compañero, padres que atacan a docentes, alumnos que le queman el pelo a una profesora, etc. La violencia subjetiva es como una perturbación del estado de cosas "normal" y pacífico. De la violencia subjetiva debemos distanciarnos, porque nos desconcierta y nos impide pensar.

2.2. Violencia Objetiva

Mientras que la violencia subjetiva se experimenta en contraste con un nivel cero de violencia, la violencia objetiva es la violencia inherente al estado de cosas normal. "Es invisible, puesto que sostiene la normalidad de nivel cero contra lo que percibimos como subjetivamente violento"[11].

Hay dos formas de violencia objetiva, que el autor llama violencia sistémica y violencia simbólica.

La violencia sistémica, es la violencia inherente al sistema, "son las consecuencias del funcionamiento homogéneo de los sistemas económicos, políticos, culturales"[12]. Son también las más sutiles formas de coerción, que imponen relaciones de dominación y explotación, incluyendo la amenaza de violencia. Es la contraparte de la violencia subjetiva, es invisible, y debe ser tenida en cuenta si se quiere aclarar lo que de otra manera parecen ser explosiones irracionales de violencia subjetiva.

Los sistemas económicos, políticos y culturales hacen de la violencia en las escuelas noticias para vender en los medios masivos de comunicación. En el año 2009, una investigación periodística mostró que las noticias sobre niños y adolescentes, en los 22 diarios más leídos del país, tuvieron como tema principal a la Violencia, en un 28,6%; mientras que los temas menos tratados fueron Trabajo infantil, con el 0,3%, y Discapacidad, con el 0,5% (Cyntrynblum, A., 2010). Esto responde a que las noticias sobre violencia son noticias que venden. Goldenberg (2010), en una entrevista realizada en el marco de la investigación mencionada, refiere que el tratamiento de la cobertura mediática hace de la violencia en las escuelas un espectáculo, en el que no hay una reflexión sobre el tema. Esto hace que alumnos le quemen el pelo a su profesora de inglés, lo filmen y lo suban a Internet; alumnos de una escuela técnica de Rosario destruyan el mobiliario de su escuela, lo filmen y lo suban a la red; o publiquen videos en los que le pegan a un compañero. La violencia en las escuelas ya no es sin su cobertura mediática. Para que las noticias vendan hace falta un sistema político, económico y social que lo habilite, para el que sólo tomen valor las noticias que generen rating, y por lo tanto, mayores ganancias. Se privilegia el rendimiento económico y se deja por fuera una reflexión sobre el tema.

La violencia simbólica es la violencia encarnada en el lenguaje y sus formas. Es la forma primaria de violencia. "La violencia social-simbólica en su grado más puro aparece como su opuesto, como la espontaneidad del medio en el que vivimos"[13].

Aquello de lo que carecemos en nuestra cultura es lo que mantiene al otro a distancia. Cuando la protección de los muros simbólicos se cae, el otro se viene encima, y aparece el miedo al acoso del otro por tener un modo de goce materializado en sus prácticas y rituales sociales, que nos molesta porque destruye el equilibrio de nuestra manera de vivir. Y si se acerca demasiado, puede provocar una reacción agresiva con el objetivo de desprenderse de él.

Cuando percibimos un acto de violencia, lo medimos en base a un principio acerca de lo que es para nosotros una situación "normal" no violenta. La más alta forma de violencia es la imposición de este principio sobre lo que la norma refiere como acontecimientos "violentos". Por ello, el lenguaje mismo, el auténtico medio de no violencia, de reconocimiento mutuo, implica la violencia incondicional. Hace algunas décadas, que un maestro golpeara a un alumno era un mecanismo válido y aceptable y formaba parte del modo de educación de la época. Hoy, por efecto del discurso, eso nos resultaría intolerable.

El capitalismo, sostiene Žižek, mantiene una ideología, en sentido estricto, privada de mundo. "Destotaliza el sentido"[14]. No es global en cuanto al sentido, en tanto no hay una visión global del mundo capitalista, sino que el capitalismo, por efecto de la globalización, puede acomodarse a todas las civilizaciones. "Su dimensión global sólo puede ser expresada en el ámbito de la verdad-sin-sentido, como lo ‘real’ del mecanismo del mercado global (…) Los estallidos violentos, como los de las multitudes fanáticas, son su único modo de articular su insatisfacción"[15]. En un intento de imponer un sentido, se genera una violencia y contraviolencia en que cada una genera las mismas fuerzas que tratan de combatir.

2.3 Violencia mítica y Violencia divina

Hay otros dos modos de pensar la violencia, que el autor llama violencia divina y violencia mítica, que corresponden al sentido o al sin-sentido que se le atribuye al acto violento, y dependen del punto de vista del observador.

La violencia divina es la violencia que más nos importa en el marco de esta investigación. Esta forma de violencia no tiene nada que ver con la violencia terrorista ejercida por los fundamentalistas religiosos que pretenden actuar en nombre de Dios y como instrumentos de voluntad divina. La violencia divina se trata de la violencia que surge de la nada, que aparece como injusticia, como una explosión de capricho, a la que podemos llamar "violencia sin-sentido"[16]. Quemarle el pelo a la profesora; destruir la escuela y subir eso a Internet, por diversión; golpear a una compañera y cortarle la cara "porque es linda"; matar a los compañeros y al director de la escuela, como aparece en la película Elephant (2003), es algo que carece de sentido.

La violencia divina es producidapor fuera de la ley, destruye sin límites y sin ningún sentido.

La violencia mítica tiene un sentido, que es el de instaurar el derecho, poniendo límites, culpando y castigando.

La violencia divina es el dominio de la soberanía, en el que lastimar al otro no es expresión de patología personal, ni crimen o castigo, ni un sacrificio. En la violencia divina no hay ideales. "La violencia divina purifica a los culpables, no de la culpabilidad, sino de la ley"[17]. Es expresión de pura pulsión de vida, sin corte, que golpea la vida desnuda regulada por la ley. "Es la violencia mítica la que demanda sacrificio y mantiene el poder sobre la vida desnuda, mientras que la violencia divina es no sacrificial y expiatoria"[18].

La oposición entre violencia mítica y violencia divina reside también en los medios. La violencia mítica es un medio para establecer el dominio de la ley (el orden social legal). La violencia divina no sirve a ningún medio, ni siquiera para el castigo de los culpables. Es "signo de la injusticia del mundo, de ese mundo que éticamente carece de vínculos"[19], es un signo sin significado, y debemos resistir la tentación de otorgarle un significado profundo. Como decíamos anteriormente, golpear a una compañera y lastimarle la cara "porque es linda", o quemarle el pelo a la profesora "por diversión", es algo que carece de sentido y debemos resistir a la tentación de darle un significado. La violencia divina deja en evidencia la caída de los ideales, la declinación del Nombre del Padre y un déficit en los procesos de simbolización que se visualizan en los actos particulares de violencia, como los mencionados anteriormente.

Mientras que la violencia mítica es del orden del ser, la violencia divina, lo es del acontecimiento. Esto es porque "no hay criterios ‘objetivos’ que nos permitan identificar un acto como propio de la violencia divina. No existe ningún gran Otro que garantice su naturaleza divina, porque el riesgo de interpretarlo y asumirlo como propio pertenece totalmente al sujeto"[20].

 
Referencias Bibliográficas
  • CYNTRYNBLUM, A.: Niñez y adolescencia en la prensa argentina: educación. Periodismo Social Asociación Civil, Buenos Aires, 2010.
  • GARMENDIA, J. Discontinuidad entre agresividad y violencia. Respuestas sintomáticas de los jóvenes frente a la sexualidad. La agresividad no es la violencia. Ponencia presentada en el Centro Madrileño de Psicoanálisis con Niños, Nueva Red Cereda, Madrid, 2009.
  • GOLDENBERG, M. Lazo social y violencia. Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas. Cátedra abierta. Ciclo de videoconferencias. Ministerio de Educación de la Nación Argentina, 2008.
  • FREUD, S. Psicología de las masas y análisis del yo. En Obras Completas, Tomo XVIII, Amorrortu, Buenos Aires, 2004.
  • FUNDACION FREUDIANA de MEDELLIN. Agresividad y pulsión de muerte, Fundación Freudiana de Medellín, 1991.
  • LACAN, J. La agresividad en Psicoanálisis. En Escritos I. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2003.
  • RAMIREZ, M. E. Actualidad de La agresividad en psicoanálisis de Jacques Lacan, Gramma, Buenos Aires, 2010.
  • ŽIZEK, S. Sobre la violencia: seis reflexiones marginales, Paidós, Buenos Aires, 2009.
 
Medios Audiovisuales
  • Gus Van Sant (2003). Elephant (Película). Estados Unidos. Vértigo Films. HBO.

 
Notas
* Nota: El resaltado es nuestro.
1- LACAN, Jacques. La agresividad en Psicoanálisis (1971). En Escritos 1, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2003, p. 102.
2- Idem, p. 110.
3- Idem, p. 109.
4- Fundación Freudiana de Medellín (1991). Agresividad y pulsión de muerte, p. 14.
5- LACAN, J., op. cit, pp. 112-113.
6- Idem, p. 116.
7- RAMIREZ, M.E. Actualidad de la agresividad en psicoanálisis de J. Lacan, Gramma, Bs. As. 2010,  p. 89.
8- LACAN, J., op. cit., p. 116.
9- RAMIREZ, M.E., op. cit., pp. 92-93.
10- Žižek, S. (2009). Sobre la violencia: seis reflexiones marginales, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 12.
11- Idem, p. 10.
12- Idem.
13- Idem, p. 51.
14- Idem, p. 100.
15- Idem, pp. 99-100.
16- GOLDENBERG, M. Lazo social y violencia. Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas. Cátedra abierta. Ciclo de Videoconferencias. Ministerio de Educación de la Nación Argentina, 2008..
17- 27 Žižek, S., op. cit., p. 235.
18- Idem, p. 235.
19- Idem, p. 236.
20- Idem, p. 237.
 
 
 
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