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Consecuencias
 
Edición N° 7
 
Noviembre 2011 | #7 | Índice
 
Prólogo del libro Eso que es más fuerte que yo[*], de Marta Goldenberg
Por Leonardo Gorostiza
 

Un precioso prólogo de Leonardo Gorostiza, que nos invita a leer este libro de Marta Goldenberg. Un libro que reúne veinte artículos que, desde diversos ángulos y acentos, se orientan a partir de la instancia central del síntoma. Como ella misma lo señala: "¿Cuál sería nuestra brújula sino el síntoma? El síntoma es lo que permanece, el sentido varía." La autora recorre múltiples facetas del psicoanálisis sin dejar de interrogarse, con sencillez y pertinencia, cuál es el lugar y la "utilidad" de esta práctica –inventada por Freud en los albores del siglo pasado– en una época como la actual donde lo útil y la cifra constituyen tal vez el único ideal de un mundo cuyo imperativo empuja a la exhibición de los cuerpos y de sus goces ante una mirada universal y anónima que parece gozar de dicha exhibición.

En este prólogo, Gorostiza nos advierte de un texto que tendrá la función, hacia el final del libro, de abrochar el conjunto, pues –según él mismo lo dice- Marta Goldenberg nos brinda la clave de un giro en su posición subjetiva. Un giro que se produce en su propio análisis y que le vuelve disponible una "elección por la vida".

 

Leonardo GorostizaHabía una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo: —"Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…" — "¿Que te lleve a mi espalda?", respondió la rana. "¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser." —"No seas tonta" —le respondió entonces el escorpión—. "¿No ves que si te pincho con mi aguijón, te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?"

Y la rana, después de pensarlo mucho se dijo a sí misma: —"Si este escorpión me pica en la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo." Entonces, la rana se dirigió al escorpión diciéndole: —"Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río".

El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.

Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y percibió cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle: —"No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir." Entonces, el escorpión la miró y le respondió: —"Lo siento ranita. Es mi naturaleza, es mi esencia, no he podido evitarlo, no puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme…"

Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.

No por muy conocida, esta fábula –atribuida por numerosos autores a Esopo– deja de suscitar, cada vez que es leída o relatada, un innegable efecto de verdad en el lector o auditor. ¿Dónde reside su fuerza? En poner de manifiesto que en cada ser hablante –no hay que olvidar que las fábulas se caracterizan porque en ellas los animales tal como los humanos, hablan– existe un núcleo real que puede obrar contra él mismo llevándolo, incluso, a su muerte. Y el psicoanálisis, en la vía de Freud y de Lacan, enseña que ese núcleo, hecho de padecimiento pero también de goce, es el carozo del síntoma que aqueja a todo ser hablante. Así, no hay –estrictamente hablando– sujeto sin síntoma. Dicho de otro modo, no existe un sujeto totalmente transparente a sí mismo (ideal de la consciencia de sí autorreflexiva) que carezca de esa opacidad inherente al ser hablante que llamamos síntoma.

En esta línea –bajo un título que no deja de evocar la fábula de la que partimos y que al mismo tiempo subraya con el impersonal "Eso que es más fuerte que yo" la dimensión acéfala del goce o de la pulsión, que anida en cada ser hablante–, este libro de Marta Goldenberg reúne veinte artículos que, desde diversos ángulos y acentos, se orientan a partir de la instancia central del síntoma. Como ella misma lo señala: "¿Cuál sería nuestra brújula sino el síntoma? El síntoma es lo que permanece, el sentido varía."

De este modo, con esta brújula precisa, la autora recorre múltiples facetas del psicoanálisis sin dejar de interrogarse, con sencillez y pertinencia, cuál es el lugar y la "utilidad" de esta práctica –inventada por Freud en los albores del siglo pasado– en una época como la actual donde lo útil y la cifra constituyen tal vez el único ideal (si es que puede llamárselo así) de un mundo cuyo imperativo –ella también lo destaca– empuja a la exhibición de los cuerpos y de sus goces ante una mirada universal y anónima que parece gozar de dicha exhibición.

Numerosos casos clínicos provenientes de su práctica como psicoanalista, diversas lecturas de la época y de sus producciones artísticas, así como consideraciones sobre las nuevas formas de amor, constituyen algunos de los ángulos privilegiados desde donde Marta Goldenberg propone al lector interrogar los fundamentos de la eficacia analítica. Por ejemplo, en acuerdo con otros desarrollos dentro de la orientación lacaniana destaca, entre otras cosas, que corresponde al psicoanalista competir con los gadgets que la tecnociencia multiplica para suturar la división del sujeto, a fin de restaurar desde su lugar de causa dicha spaltung constitutiva. Y todo esto, sin ningún tipo de nostalgia por la tradición paterna o los ideales ya en declinación.

Pero si hay algo que especialmente merece ser destacado en esta serie de artículos es la insistencia de la autora en afirmar que –parafraseando a Jacques Lacan– lo que en última instancia opera en un psicoanálisis no es sino el deseo del psicoanalista. De allí su decidida y felizmente reiterada indicación de que lo fundamental pasa porque "haya psicoanalistas". Y que para que esto sea posible, ya que no hay antecedencia de la esencia (un supuesto saber qué sería un psicoanalista) sobre la existencia, lo fundamental es mantener abierta dicha interrogación y propiciar la producción de psicoanalistas. Allí, el lugar del propio análisis del psicoanalista así como el del control de sus casos, tienen un papel relevante e insustituible. Que uno de los textos de este volumen –hecho poco habitual– testimonie de los efectos del control en la dirección de la cura de un caso, es prueba de dicha orientación. En otras palabras, la pregunta por la llamada "formación" de los psicoanalistas atraviesa de punta a punta, de manera explícita o implícita, cada una de las páginas de este recorrido.

Y es hacia el final del mismo, allí donde el último texto viene a sellar retroactivamente el sentido de todo el conjunto, donde encontramos lo que entiendo es la clave de lo que Marta Goldenberg quiere transmitirnos con esta publicación.

Pero no pecaré de indiscreto develando antes de que el lector lo haga por su propia cuenta, dicha clave. Tan sólo dejaré señalado algún indicio que tal vez pueda poner sobre la pista sin que eso implique descifrar anticipadamente el enigma.

Llama la atención que muchos de los artículos aquí publicados, no obstante una trayectoria analítica de muchos años, correspondan a fechas relativamente recientes: los años 2009 y 2010. El título del último texto de esta recopilación "Creer en el inconsciente, crear en el psicoanálisis"[1] parece sugerir que fue precisamente en torno a esa fecha cuando se produjo un giro en su experiencia como analizante y que eso tuvo consecuencias en su producción.

Pero además, en estas páginas también se sugiere que en dicho giro, se produjo algo que muestra cómo –a diferencia del escorpión de la fábula que no puede dejar de comportarse según su naturaleza, como si no tuviera elección– para un ser hablante que apueste decididamente a la aventura que es un psicoanálisis es posible llegar a tener con "eso que es más fuerte que yo" otro tipo de lazo. Un lazo esclarecido con el síntoma a partir de –la misma autora lo dice– lograr alterar el funcionamiento sintomático, separando al sujeto de la satisfacción que va hacia lo peor y haciendo perder –vía el deseo– la cresta de goce mortificante del síntoma para poder hacer de la vida algo más vivible.

Y eso, de lo cual Marta Goldenberg –de manera sutil, austera y no por eso menos conmovedora– da cuenta en el último texto de esta recopilación, es precisamente del orden de una elección, una elección por la vida.

Leonardo Gorostiza, Buenos Aires, 26 de febrero de 2011.

 

* Eso que es más fuerte que yo. Escritos de psicoanálisis de la orientación lacaniana, de Marta Goldenberg. Grama Ediciones, Serie Tri, Buenos Aires, 2011.

Nuestro agradecimiento a Leonardo Gorostiza, actual presidente de la AMP y AE en ejercicio, por ofrecernos la posibilidad de publicar este Prólogo en Consecuencias. Y, por supuesto, también a Marta Goldenberg por su amable acuerdo para que esto fuese posible.

 
Notas
  1. El texto de Marta Goldenberg al que alude Leonardo Gorostiza, "Creer en el Inconsciente, crear en el psicoanálisis", forma parte también de esta edición 7 de Consecuencias.
 
 
 
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