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Consecuencias
 
Edición N° 7
 
Noviembre 2011 | #7 | Índice
 
Subversión del sujeto por el discurso analítico

Por Rosy Goldman

 

Un texto que se propone interrogar la incidencia del discurso analítico en la relación que un sujeto mantiene con los significantes amo que comandan su relación al goce, sirviéndose de un análisis sobre lo que Lacan nombró como el acto analítico en el Seminario 17, El reverso del psicoanálisis: la histerización del discurso, como operación necesaria para lo que la autora supone también condición para la orientación de un análisis: la rectificación de la relación del sujeto con el goce que obtiene del saber inconsciente.

 

El futuro o no analizante se presenta con una queja yoica en la cual no se implica. La culpa de sus padeceres la tienen los otros. Intentaré responder a los siguientes interrogantes que me surgieron:

¿Cómo interviene el analista para situar la posición subjetiva?

¿Cómo hace el discurso analítico para que el discurso histérico de un cuarto de vuelta y rectifique su modo de gozar, subvirtiendo al Sujeto?

Para intentar dar una respuesta a estos interrogantes partiré, en primer lugar, de diferenciar los dos niveles que ubica Lacan en el discurso: el del enunciado y el de la enunciación. Para ello es necesario situar que existe una diferencia sustancial entre los hechos –nunca objetivos-, los dichos del sujeto en relación a estos hechos y el decir que ubica la posición subjetiva.

Estos dos niveles, según Lacan, son equivalentes a la diferenciación entre enunciado y enunciación, que localiza desde dónde habla el sujeto.

Dicho enunciado
Decir enunciación

Podemos decir que el yo del analizante no sabe lo que dice y que su discurso es una cita del discurso del Otro.

En la experiencia analítica, es a través de la interpretación que el analista ubica el lugar de la enunciación que es el lugar del Inconsciente.

La esencia de la experiencia analítica es la localización del sujeto de la enunciación.

El sujeto es una discontinuidad en los datos, una irrupción. Es a partir de esta discontinuidad de los datos (en el bla bla del yo), es decir, a través de las formaciones del inconsciente, en los tropiezos, que el $ surge como falta en ser, al tiempo que se producen los S1 que lo comandan y ordenan su modo de gozar.

A nivel de la objetividad el sujeto no existe y es responsabilidad del analista producir un efecto de aparición del sujeto de la enunciación. Es el efecto de una decisión ética del analista de intervenir con esta orientación. La introducción del Inconsciente es una aparición de la falta en ser constitutiva. Lo que se llama rectificación subjetiva implica pasar del quejarse de los otros a quejarse de uno mismo. El acto analítico consiste en implicar al sujeto en aquello de lo que se queja. Esta rectificación subjetiva supone la responsabilidad del sujeto en lo que le ocurre.

Esta modalización del dicho, el decir, localizada a través de la intervención del analista, se constituirá, no sin el consentimiento del sujeto bajo transferencia, como síntoma. El sufrimiento revela un punto de insoportable, donde vacila el soporte tomado del Otro y se rasga el velo del fantasma.

Lacan, en el Seminario XVII, hace equivaler la rectificación subjetiva con la histerización del discurso donde se cruzan responsabilidad e inconsciente[1]. Esto implica que el sujeto se hace responsable de su decir inconsciente.

Lo cito: "Lo que el analista instituye como experiencia analítica, puede decirse simplemente, es la histerización del discurso. Dicho de otra manera, es la introducción estructural, mediante condiciones artificiales, del discurso de la histérica"[2]. Estas "condiciones artificiales" entiendo que son las establecidas por el dispositivo analítico.

La invitación del analista a que el sujeto asocie libremente es una invitación a expresarse como al azar. Este azar no está allí más que para señalar que una lógica opera en el discurso. Por lo tanto, se trata de un azar que no es tan azaroso, se rige por las leyes del inconsciente. El hilar una palabra con otra fuera de toda lógica tiene como consecuencia que de ese cúmulo de significantes surja algo del inconsciente, siempre que el analista lo sepa escuchar y puntuar.

Lacan denomina a la experiencia analítica como una maquinaria lógica a la que llama discurso.

Es en esta cadena significante, entre el S1 y el S2 donde se produce el sujeto y queda como resto el objeto a.

Retomo entonces la segunda pregunta: ¿Cómo hace el discurso analítico para que el discurso histérico de un cuarto de vuelta y el sujeto rectifique su modo de gozar?

Primero situemos que Lacan en los discursos define 4 letras: $, S1, S2, a y 4 lugares (tomados de los lugares que Lacan ubica en Radiofonía)

Agente Otro
Verdad Producción

En cambio, en el Seminario XVII[3], ubica estos 4 lugares:

Deseo Otro
Verdad producción (pérdida)

Ubiquemos primero los 4 discursos:

Discurso del Amo
S1 S2
/S a
 
Discurso Universitario
S2 a
S1 S/

 

Discurso de la histeria
S/ S1
a S2
 
Discurso del Analista
a S/
S2 S1

Lacan afirma que los 4 discursos son diferentes modos de tratar el goce.

La producción de estos 4 discursos empieza, para Lacan, con una referencia a Freud y a la repetición. Freud define la vivencia de goce, lusterleibnitz, como la repetición de una huella, y al mismo tiempo la imposibilidad de repetir aquella primera vez, lo cual instala una serie de repeticiones con una pérdida.

Definiendo a la letra que se ubica arriba a la izquierda como la que comanda el discurso. Partamos primero del Discurso del Amo. Lacan hace equivaler el Discurso del Amo al Discurso del Inconsciente, o sea que la lógica que rige al Inconsciente es la del Discurso del Amo. En ambos el que produce el saber (S2) es el S1 (el que comanda el discurso) que representa al $. Aquí el $ no trabaja (Lacan dice "haraganea", de ahí el lugar de pereza en dicho discurso).

El $ delega su poder en el S1 que lo representa. El sujeto debe consentir a ser representado por S1.

En esta equivalencia entre el Discurso del Amo y el del Inconsciente, se puede ubicar que el Inconsciente trabaja para asegurarle goce al $ y crea formaciones del inconciente. Tal como lo plantea Lacan, "este saber es un medio de goce"[4].

Lo ilustra con una de las formaciones del Inconsciente privilegiadas por Freud, quien desde el principio define al sueño como una realización de deseo. El sueño, vía regia de acceso al Inconsciente, inicialmente es conceptualizado por Freud como el lugar donde el deseo se realiza, pero también comporta una satisfacción más allá del principio del placer (goce, al decir de Lacan). Sin embargo, Freud necesitará más tiempo para reconocer que en el síntoma hay una satisfacción (más allá del principio del placer), ya que al comienzo lo situó sólo como un saber descifrable que tenía un sentido.

Ya en el Seminario 11 Lacan afirma que el sacrificio significa que las cuestiones humanas se disponen de tal manera que siempre hay una pérdida, se trata precisamente de lo que Freud llamó Castración, para los hombres y para las mujeres.

Freud afirma que el sujeto está compulsado a ir más allá del placer. O sea, expone el principio del placer para destacar su fracaso. ¿Y qué es el fracaso sino la insatisfacción?

Freud descubre con el principio del placer que hay un goce que deja algo por desear.

Se produce entonces una disyunción entre el saber (S2) y el goce (a).

"Para muestra basta un botón", dice un viejo refrán. Aquí entra a jugar su partida la histérica que pone reparos a que se confundan saber y goce, que Lacan matematiza con el Discurso de la Histérica:

Discurso de la histeria
S/ S1
a S2

La histérica se presenta en su discurso como síntoma que llama a la interpretación.

Su esperanza, siempre no cumplida, es que el Otro le descubra el significante Amo de su destino; en esa búsqueda deviene su objeto de deseo y crea un amo sobre el cual reinar.

El desafío de la transferencia radicará en producir el pasaje desde donde se pretende objeto de amor para el analista, al lugar del Otro donde podrá emerger el sujeto del inconsciente.

Es una posición que especula con la insuficiencia o la impotencia del saber. De este modo se constituye en el resorte de la producción de saber, puesto que no se satisface con lo ya sabido.

La histérica presenta un goce que es un enigma, un no saber. Pide que se goce de ella como de un enigma.

Esta lógica supone que las histéricas están dedicadas a causar sorpresa y se desvelan por no estar allí donde se las espera. Esto implica que pretenden impedir que el goce sea reabsorbido por el saber.

Freud afirma que del goce que conlleva la pulsión de saber, en tanto se dirige al goce sexual y al asunto de las relaciones sexuales. En definitiva se trata de saber sobre las relaciones sexuales, pidiéndole al A que le diga sobre su goce (qué objeto precioso o no es para el A) pero retirándose de la escena, absteniéndose a ceder el lugar que le concierne. Su objetivo es demandar un saber pero para impotentizar al partenaire.

Lacan no acuerda en esto con Freud y sostiene que no habiendo inscripción de la relación entre los sexos, no hay nada que saber.

Ahora bien ¿Cómo interviene el analista en este asunto?

Interviene en tanto el discurso del Inconsciente no es en absoluto el discurso del analista, más bien es su envés. El analista interviene e introduce en este orden del discurso de la histérica una perturbación. El analista, ubicándose como a que comanda el discurso, da el cuarto de vuelta y desde esta posición de deseo del analista (matematizado en el discurso como a que hace que el $ se ponga a trabajar y salga de su posición de pereza).

Es interesante mencionar a Marie H. Brousse en su artículo "De qué sufrimos?" afirma que "en un análisis, el sufrimiento es en primer lugar una defensa contra lo imposible… El sufrimiento del sujeto hablante es una modalidad del decir que implica la impotencia". El dicho puede modalizarse de tal modo que una demanda de dejar de sufrir puede revelarse como una resistencia a abandonar una posición de goce.

La posición del analista en el lugar de ignorancia: a, se constituye en causa del deseo, es el que comanda, promoviendo que algo quede por desear. El deseo del analista es un operador que es lo que resta más allá de los deseos de cada analista. El deseo del analista no es sin el deseo de Freud y sus histéricas, pero no es idéntico a ellos en tanto es un deseo de interrogar a la causa del deseo. Entonces, Lacan define al deseo del analista como una incógnita; incógnita que funciona para la transferencia como enigma.

Discurso de la histeria
S/ S1
a S2
 
Discurso del Analista
a S/
S2 S1

En el Seminario XVII Lacan define al campo lacaniano como el "campo del goce"[5].

¿Qué se busca en el Saber? Es fundamental distinguir el saber que trabaja del saber que descansa. En el discurso analítico, el saber que trabaja va a inscribirse en una cadena que ocupará el lugar de la verdad. Pero, cuando se presenta, es un trabajador, es el saber organizado por la memoria de goce. Así, Lacan afirma que el saber es un medio de goce: tal es el estatuto del saber del Inconsciente al inicio del análisis, lo que implica que como único medio para producir goce se sirve de la repetición.

Lacan se pregunta: "¿Qué es la verdad como saber? ¿Cómo saber sin saber?"

Y responde que es un enigma, situando que la verdad sólo puede decirse a medias.

Entonces, retomando la pregunta inicial de este trabajo, ¿Cómo interviene el analista? ¿Cuáles son los recursos de que dispone para producir este efecto de hacer trabajar a la histérica para que produzca saber sobre su goce?, ubica como un modo de intervención el enigma, en tanto enunciación al que hay que colocarle un enunciado. Este enigma, como en la cita, es recogido del discurso del analizante (ubicando la posición de enunciación).

Otro modo que formula es la cita, definiéndola como un enunciado al que la introducción de un autor produce diferentes efectos de sentido.

Miller en "Donc, la dirección de la cura"[6], afirma: "La entrada en análisis está sostenida por la anticipación de su salida".

Es interesante pensar cómo el análisis comienza con una demanda al Otro y Miller ubica la salida en la cual el Sujeto, colocado en otra posición, subvertido por el discurso analítico, deja de demandar, dejando de existir la demanda Inconsciente y el Otro al cual la dirige. Cito: "La conclusión de la cura es la desaparición profunda, radical de la demanda ya que no existe el Otro de la demanda. Lo que aparece del lado del Otro bajo la forma de desvanecimiento, de no existencia, aparece del lado del Sujeto como destitución subjetiva. O sea que el Sujeto pierde la posibilidad de obtener un lugar en el Otro y es el lugar mismo del Otro el que se pierde".

Ahora bien, me pregunto ¿Cómo vivir cuando se subjetiva que el Otro no existe ni sus garantías? Me respondo: nada fácil, ya que se pierden las identificaciones (S1) a través de las cuales el $ se inscribió, sin saberlo, pero consistiendo al Otro.

Esta soledad con la que se enfrenta el Sujeto puede producir estados de entusiasmo que alivien pero también están acompañados de efectos de depresión.

Me pregunto si de esta combinación de consecuencias en la conclusión de la cura se puede virar en transferencia de trabajo, produciendo un nuevo saber.

 
 
Notas
  1. Jacques Lacan, Seminario XVII El reverso del psicoanálisis, clase 2 El Amo y la Histérica, pág. 35.
  2. Idem, pág. 33
  3. Idem, pág. 98.
  4. Idem, pág. 52.
  5. Idem, pág 86.
  6. J.-A. Miller, "Donc, La dirección de la cura". Capítulo 4: "El curso del análisis", p. 84.
 
 
 
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