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Consecuencias
 
Edición N° 10
 
Junio 2013 | #10 | Índice
 
Comer y deglutir: algunas consideraciones sobre la oralidad y la función paterna en el psicoanálisis
Por Adriana Simões Marino [1]
 

El objetivo será hacer algunas reflexiones teóricas sobre la relación entre la oralidad y la función paterna en el psicoanálisis. Así, el texto no tiene como objetivo tratar cualquier trastorno específico de la oralidad, como la anorexia, bulimia, alcoholismo, etcétera, pero extender sus ideas a un corazón (im) posible de estos temas. La propuesta consiste en trazar algunos recortes importantes para abordar el tema, no tener intención alguna de establecer todos los entresijos y perspectivas teóricas que una investigación de este tamaño, sin embargo, requeriría. La justificación de esta vía es que, a lo largo de los estudios relacionados con los temas de los trastornos orales, algunas preguntas se imponen como fundamentales para la comprensión de lo que podría preceder, en el sentido de après coup, una "clínica de la oralidad".

En otras palabras, y para justificar la expresión, es posible decir que una clínica que ofrece investigar el sufrimiento humano, es decir, en la dimensión ética del síntoma como vía creativa y crítica del sujeto, tiene la hipótesis de que el movimiento de ingesta supera el "plato del día" y camina hacia las formas particulares de abordar el vasto campo de la oralidad descubierto por el psicoanálisis. Tal era original el "balcón" de Freud. A lo largo de su obra, Freud supo superar las etapas de desarrollo para incluir ciertas fijaciones (ficciones), es decir, que el sujeto encuentra la manera de hacer frente a lo que no podía dejar de tragar el Otro.

El primero de los temas que son necesarios para la construcción de este texto, el más simple y directo, se puede colocar de la siguiente manera: "¿Cuál es la relación entre la oralidad y la función paterna?". Aunque asertivo, lo que facilitaría su investigación, se plantea la cuestión de una manera más compleja y completa –la oralidad presente en una amplia gama de literatura religiosa–. En los libros canónicos, como la Biblia, el Talmud y el Corán, es posible notar un hilo común que se repite –la presencia de los ritos de alimentos– como componente de su identidad como grupo, es decir, católica, judío o musulmán. Es parte de estos libros sagrados, el establecimiento de una serie de rituales con la comida, como la Eucaristía, la cacheroute y el ayuno del Ramadán.

Estos aspectos llaman la atención porque es curioso pensar que cuando leemos ciertos libros, pueden ser "digeribles" (en el caso de los libros que son malos) o ser "devorados" (en el caso de los buenos libros). Mantenemos una relación así, también con los libros y la lectura, en que la superficie de la tela puede ser oral. Sería un proceso similar con los libros sagrados: "¿podíamos tragar o vomitar estos textos?" Siguiendo el camino emprendido por la investigación de Haddad (2004), podemos decir que, en la constitución subjetiva, tenemos que comer el Libro para que podamos entrar en la cultura, es decir, el universo simbólico del sujeto que habla (incompleto). En las palabras de este autor, comer el libro significa "tomar la historia de su grupo de nacimiento", es decir, "el ser humano come este escribirse por medio de su realidad simbólica psíquica"[2]. Tragar el libro, a la vista de este autor, marca la entrada de un pueblo (sujetos inscritos en el universo simbólico).

Sin embargo, es una condición para mantener este registro, hacer ciertos rituales que en su mayoría implican ritos alimenticios que se basan en las restricciones. Entramos así en Otra dimensión. La historieta es conocida por nosotros, pero lo que llama la atención en el siguiente fragmento, tomado del Viejo Testamento, es decir, precisamente, que Dios ha colocado al hombre y la mujer en el Jardín del Edén, que en su traducción significa "jardín de las delicias": "El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el Jardín del Edén, para que lo labrara y lo guardase. Le dio esta regla: "puedes comer de todos los árboles del jardín, pero no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás"[3].

El final de la historia es conocida. Pero ¿por qué el énfasis en los alimentos, las mujeres, la prohibición y el conocimiento? A partir de este trágico comida, seguimos a Freud que para tratar el problema, recurrió a la pulsión oral (más allá del reino de las necesidades instintivas) y la Antropología.

Se sabe, con Freud (1905), que es parte de la constitución subjetiva, una primera fase que se llama oral. Es la relación con la primera experiencia del objeto perdido de satisfacción, el pecho de la madre, que el ser se introduce en el proceso de constitución subjetiva, dejando el campo de la necesidad (instintiva) para entrar en el campo de la demanda y el deseo (Trieb). Como se puede comprender, no es por casualidad que más adelante, en Tótem y Tabú, Freud (1913) ha llamado a esta fase oral–sádico de "caníbal".

En este último texto, el autor profundiza sus estudios en la Antropología que llevó a la creación de un mito: el padre de la horda. El mito sugiere que existió en un tiempo primitivo un hombre que tenía todas las hembras. Un día, el clan de los hermanos enojados decidieron matarlo, y después de este acto, comieron la carne del jefe masculino. Después del banquete, surgió la culpa y el remordimiento, porque su padre era odiado y amado también (fuente de ambivalencia), dando lugar a las prohibiciones (prohibición del incesto y el asesinato fraterno), que se transmiten de generación en generación. Con las restricciones, los tabúes, en la ficción de Freud, ha sido la fuente de la organización social, de la conciencia moral (superyó) y la religión[4].

Así, el mito y el complejo de Edipo en la obra de Freud son complementarios en dos tiempos lógicos. Tiempos que marcan el paso de la naturaleza a la cultura o, parafraseando a Levi–Strauss (1961/1962), un alimento crudo a los alimentos cocinados. La función paterna, que regula la estructura del lenguaje es precisamente la función de evitar un retorno a la naturaleza (estado de bestialidad, la horda) y sirve como una metáfora, como un sustituto para el deseo de la madre. En el mismo sentido, Lacan (1953/1954; 1963) dice que el tema incorpora los significantes de la función paterna (Nombres del Padre) que definen la castración, lo que permite la constitución del sujeto humano como dividido, titular del deseo y un legado mal–dijo[5].

Cuando retomamos el concepto del objeto perdido, como Lacan (1953/1954) lo hizo en el Seminario 5, destaca que el padre está presente en el tiempo oral precisamente porque se prohíbe el acceso pleno al objeto (prohibición de goce) y los reglamentos, como muestran los rituales. Así, como Dios prohibió a Adán y Eva de comer del fruto maldito en el Jardín del Edén, es sólo en el "después" de que su Nombre se pone en un sentido pleno, convirtiéndose en una "delicia" imposible, porque se ha perdido.

En este trabajo, seguimos una "clínica de la oralidad", es decir, sobre el sufrimiento humano en el contexto del fantasma y los síntomas que siempre impregnan la cuestión de la función paterna (como un enlace simbólico, real e imaginario). En la génesis de ciertos ritos, como los cuentos y mitos de los libros sagrados, la oralidad se presenta como el punto de inflexión para pensar la subjetividad humana. Por lo tanto, como sugiere este esquema teórico de la relación entre la oralidad y la función paterna en el psicoanálisis, es una clínica que trata de tragarse cuyo rasgo fija –a más tardar– el comer.
 
Bibliografía
  • Haddad, G., Comer o Livro: ritos alimentares e função paterna. Rio de Janeiro: Companhia de Freud. Año 2004.
  • Freud, S., "A interpretação dos sonhos". In Edição Standard das obras completas de Sigmund Freud. (vols. 4 e 5). Rio de Janeiro: Imago. (Trabajo original publicado en 1900). Año 1996.
  • Freud, S., "Três ensaios sobre a teoria da sexualidade". In Edição Standard das obras completas de Sigmund Freud. (vol. 7). Rio de Janeiro: Imago. (Trabajo original publicado en 1905). Año 1996.
  • Freud, S., "Totem e Tabu". In Edição Standard das obras psicológicas completas de Sigmund Freud (vol. 13). Rio de Janeiro: Imago. (Trabajo original publicado en 1912–1913). Año 1996.
  • Lacan, J., O Seminário, livro 5: As relações de objeto. Rio de Janeiro: Jorge Zahar. (Trabajo original publicado en 1957/1958). Año1999.
  • Lacan, J., Nomes–do–pai. Rio de Janeiro: Jorge Zahar. (Trabajo original publicado en 1963) Año 2005.
  • Lévi–Strauss, C., "O cru e o cozido". In C. Lévi–Strauss. Minhas palavras. São Paulo: Brasiliense. (Trabajo original publicado n 1961/1962). Año1984.
 
Notas
  1. Psicoanalista. Máster en Psicología Clínica en el Instituto de Psicología de la Universidad de São Paulo (IPUSP). Investigadora en la línea de investigación: "El psicoanálisis y el niño: la infancia y la niñez" (IPUSP) y especialista en Salud Pública y Psicopatología (FSP–USP). Hace licenciado en filosofía (FFLCH–USP) y la formación continuada en el psicoanálisis en la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo lacaniano, Brasil (EPFCL–SP).
  2. Haddad, G., Comer o Livro: ritos alimentares e função paterna. Rio de Janeiro: Companhia de Freud. 2004. pp.99–123.
  3. Génesis 2: 15
  4. Es importante destacar que el mito tiene su importancia por tener valor psíquico, es decir, no es tan importante para la Antropología como campo de investigación.
  5. En la Traumdeutung (1900), Freud ya anuncia: "Este simbolismo no es peculiar de los sueños, pero característico de la representación inconsciente, sobre todo en la población, y se encuentra en los mitos folclóricos y populares, las leyendas, los idiomas, la sabiduría de refranes y chistes corrientes en plena grado que en los sueños. "[nuestra traducción del la versión brasileña]. p.383.
 
 
 
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