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Consecuencias
 
Edición N° 10
 
Junio 2013 | #10 | Índice
 
Investigar y castigar: la ética hoy [*]
Por Eric Laurent
 

Eric LaurentLa investigación de las causas internas del autismo se hace a ritmo jadeante. Cada mes, incluso cada semana aporta hipótesis nuevas. Una semana después de la publicación en Nature de estudios acusando la inestabilidad ante las mutaciones de novo del esperma en padres mayores, el 9 de abril otra publicación, Pediatrics, relanza la investigación del lado de las madres. Procede de investigadores de la Universidad de California David y de la Universidad Vanderblit. En este estudio se ha medido la obesidad de las madres como factor de riesgo. El objetivo era poner en paralelo la "epidemia" de obesidad –una madre de cada tres en EEUU se considera obesa– y la "epidemia" de autismo.

Se estudiaron mil niños entre dos y cinco años, autistas o no, así como el historial médico de sus madres. Al comparar las madres obesas con las que no lo son, las obesas tienen, antes de su embarazo, un riesgo un 60% más elevado de tener un niño autista y duplican el riesgo de tener un niño con retraso cognitivo o conductual no especificado. El riesgo es aún mayor cuando las madres padecen hipertensión antes o durante el embarazo. Irva Hertz–Picciotto, director de la división de medio ambiente de las ciencias de salud pública en la Universidad de California Davis subraya que "el cerebro del niño es esencialmente sensible a todo lo que pasa en el cuerpo de la madre". Muy rápidamente añade que la causa es multifactorial y que no hay que culpabilizar a las madres. No se sabe por medio de qué mecanismo el sobrepeso o el trastorno metabólico puede influir sobre el desarrollo del autismo. Se supone que puede ser por intermediación de un disfuncionamiento insulínico y, por tanto, de la alimentación de azúcar del cerebro del bebé.

Susan Hayman, responsable del subcomité de autismo de la Academia Americana de Pediatría juzga los resultados de este estudio de manera muy positiva en el comentario que hace a una periodista del Wall Street Journal on line: "Las estadísticas de la obesidad son preocupantes pero es un factor de riesgo modificable". Todo depende de cómo. Está claro que un sector de la investigación desea abrir una nueva cantera conductual. No sólo podría tratarse a los niños mediante reeducación conductual, también a sus madres. Hará falta saber cuáles serán los castigos aceptables en esta vasta empresa de reeducación alimentaria. Otros profesores de medicina están alarmados por el carácter multifactorial de la epidemia de obesidad. La investigación de las predisposiciones genéticas no da cuenta de la rapidez de la epidemia. Los factores medioambientales pueden enumerarse de manera profusa: los alimentos preparados, demasiado azucarados o salados, las omnipresentes sodas, la desestructuración de los modos de vida y de las familias, las comidas demasiado frecuentes, la eliminación del tabaco que permitía controlar el peso, el estrés del trabajo, etc... Controlar todos estos factores parece una tarea gigantesca. Solo una ética a medida permitiría proponer una solución, caso por caso. Resistir a las sirenas del discurso de la salud por la solución reeducativa masiva no será fácil.

Las declaraciones sin miramientos, en Médiapart, de la directora del centro Camus de Villeneuve d'Ascq (ver LQ 192), sobre el vínculo entre reeducación conductual y castigos mediante electroshock da una idea de la voluntad de poder de los que defienden estos discursos. "En análisis del comportamiento, hay procedimientos de castigo a través de electroshock. Todo el mundo encuentra eso escandaloso, pero el gobierno holandés lo acepta en ciertos procedimientos para trastornos severos y como último recurso". Ella añade para tranquilizar que "este castigo es eficaz si el comportamiento disminuye rápidamente, en caso contrario no es un buen castigo. Entonces, si no disminuye, se para, ¡no se le aplican 80 voltios! Pero en Francia, desde que se habla de esto, se piensa en Atrapado sin salida. El tema del "retraso francés" no está lejos. Se recuerda bien en Francia.

Quizás no se está equivocado. El gobierno americano, como el gobierno holandés, ha dado su lugar a las puniciones eléctricas desde los años 50 y a estas experiencias de las que la película de Milos Forman da una versión inolvidable, con Jack Nicholson en un papel que ha marcado su carrera. Un proceso en curso en New York expresa bien las consecuencias de esta licencia. La madre de un niño autista, Cheryl Mc Collins, ha llevado a juicio a una "escuela" de Massachusetts, que acoge a muchos neoyorkinos: el "Judge Rotenberg Center". El City Magazine New York se ha hecho eco de ello. Esta escuela se presenta como el "último recurso" para niños, adolescentes y adultos que sufren "trastornos de comportamiento". Los 84 niños y 36 adultos que acoge pueden sufrir autismo, retrasos mentales o tendencias severas de automutilación. Esta escuela es el único centro en los EEUU donde los electroshocks son el tratamiento de referencia. Un tribunal de Massachusetts ha conocido esta semana un vídeo de 2002 en el que André Mc Collins, que tenía entonces 18 años, después de rechazar quitarse el abrigo al llegar a una sala de clase nueva, a las nueve y media de la mañana, recibió como castigo a lo largo del día 30 electroshocks, administrados mientras se le mantenía atado a un dispositivo ad hoc, hasta el final del horario escolar, a las cuatro y media. Pasó el fin de semana siguiente en un estado de repliegue catatónico. Su abogado acusa al centro de "daños cerebrales permanentes relacionados con la respuesta de estrés causada por esta jornada". Es la primera vez que un tribunal podrá ver un vídeo que muestra en directo el efecto del tratamiento aversivo mediante electroshocks, fuera de toda ficción. El proceso no es aislado, en otro caso de 2006, un adolescente de 17 años fue chocado 79 veces en 18 veces, con resultados catastróficos.

Las palabras de la señora Vinca Rivière, directora del Centro Camus y responsable del master "Análisis experimental y aplicado del comportamiento" en Lille 3, no son tan tranquilizadores como dice. Es necesaria una vigilancia precisa para que no se produzcan estos crueles derrapajes, más allá del "respeto de los procedimientos" invoca. Esto recuerda los resultados de la experiencia de Stanley Milgram al principio de los años sesenta en la Universidad de Yale, que "buscaba evaluar el grado de obediencia de un individuo ante una autoridad que juzga legítima y analizar el proceso de sumisión a la autoridad, especialmente cuando ésta induce a acciones que plantean problemas de conciencia a sujeto", como dice Wikipendia. En esta experiencia se trataba precisamente de ver a qué intensidad de "electroshocks" –cuyos efectos simulaban unos actores sin que los participantes lo supieran– los estudiantes castigarían a otros, al estar autorizada la punición. Se sabe que muy pocos de los estudiantes que se prestaron a ello pudieron resistir un proceso de intensificación fatal. Solo en Francia se ha pensado en las consecuencias de las órdenes absurdas de una intensidad devenida superyoica, "obscena y feroz".

El psicoanálisis es una disciplina crítica que ayuda a mantener viva la distancia ética respecto a los deseos de conformización a todo precio de síntomas perturbadores. El 16 de abril, un testimonio en el diario británico The guardian permite verificarlo. El autor, Henry Bond, artista y escritor inglés, que después los años 90 ha alcanzado su gloria con el movimiento de los YBA (Jóvenes Artistas Ingleses), junto a Damien Hirst y otros, se presenta como Artista Asperger y Lacaniano. En efecto, él tiene un master de psicoanálisis en la Middlesex Polytechnics, dirigido por Bernard Burgoyne, y ha publicado libros con prefacios de Darian Leader o Slavoj Zizek, como Lacan on the scene, publicado en la MIT Press en 2009. Él nos habla de su psicoanálisis y de sus sesiones de TCC. Las TCC, administradas en el marco del NHS público le enseñaron a mejorar sus "social skills". Aprendió a poner a punto estrategias para hacer frente a su "brusquedad social". Por el contrario, aprendió en su psicoanálisis que él "es hablado por lo real, poseído por el lenguaje". Él atribuye esta cita a Lacan. Es una dimensión de la experiencia que le parece preciosa y a la que ha accedido por su autismo. Como otros autistas de alto nivel, teme que si se encuentra una causa genética al autismo, se buscará erradicarlo como se hace con el síndrome de Down. Piensa sin embargo que serán necesarios todavía 50 años para que se haga ese descubrimiento y que, de aquí a entonces, el psicoanálisis lacaniano ayudará a que queden abiertas las cuestiones éticas planteadas por el autismo. Toma a su cuenta la nota de un orador en un congreso reciente sobre el autismo: "Nadie quiere ser amado como 'normal', cada cual quiere ser amado por lo que tiene de único".

 
Notas
* Texto publicado en Lacan Cotidiano Nº 199, www.lacanquotidien.fr
 
 
 
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