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Consecuencias
 
Edición N° 10
 
Junio 2013 | #10 | Índice
 
La repetición: un concepto fundamental
Por Ana Laura Vallejo
 

Ana Laura VallejoEn el presente escrito propongo ahondar sobre el concepto de repetición tal como Lacan lo ha desarrollado en diferentes momentos de su enseñanza y a su vez, puntualizar las referencias utilizadas de la obra de Sören Kierkegaard La Repetición. Para dicho propósito utilizaré las formulaciones de Lacan en torno a la repetición en los Seminarios 2, 11, 14 y 17 y en el Seminario de "La carta robada" en Escritos I.

Considero que a través del concepto de repetición se puede dar cuenta del pasaje de una experiencia orientada, en un principio, desde la primacía de lo simbólico sobre lo real; a un real que ocupa cada vez más presencia en la lógica de un psicoanálisis. A su vez, sostengo que el mecanismo de la repetición orienta a Lacan respecto del goce y del objeto a en la teoría psicoanalítica. Por otro lado, se infieren diferentes concepciones en la obra de Lacan relativas al objeto a en tanto motor de la repetición, primeramente como causa (ligada al deseo) y como plus de goce, posteriormente.

En este marco, propongo diferenciar la utilización del concepto de repetición en el marco de un análisis, a saber, en primera instancia como determinación de la cadena significante y en segundo momento ligada a la marca de goce en su relación con la función de la pérdida y la recuperación. Para tal fin, tomo ejemplos como el juego del fort–da y el concepto de entropía, ambos utilizados por Lacan para dar cuenta del pasaje radical que marca el Seminario 17, en relación a la temática de la repetición.

De los desarrollos de Sören Kierkegaard en "La Repetición"

Kierkegaard en su libro La Repetición (1843) plantea una distinción fundamental entre los conceptos de reminiscencia, recuerdo y repetición. En principio, sostiene que la repetición viene a reemplazar en la filosofía de su época lo que los antiguos pensaban como reminiscencia. Recordemos que para Platón el conocimiento humano estaba fundado en el mecanismo de reminiscencia, sostenido en una especie de recuerdo constante. "La repetición viene a expresar de un modo decisivo lo que la reminiscencia representaba para los griegos. De la misma manera que éstos enseñaban que todo conocimiento era una reminiscencia, así enseñará también la nueva filosofía que toda la vida es una repetición"[1].

Por otro lado, Kierkegaard fundamenta que el recuerdo y la repetición no son la misma cosa, sino que una es lo contrario de la otra. Para ello utiliza las fórmulas del amor–recuerdo y el amor–repetición, en relación a los padecimientos que un joven amigo suyo atravesaba en cuestiones del amor. En su texto relata detalladamente los vericuetos de esta historia para justificar su postura respecto de la diferencia existente entre los mecanismo de recordar y repetir. Dice que: "El amor–repetición es en verdad el único dichoso. Porque no entraña, como el del recuerdo, la inquietud de la esperanza, ni la angustiosa fascinación del descubrimiento, ni tampoco la melancolía propia del recuerdo. Lo peculiar del amor–repetición es la deliciosa seguridad del instante"[2].

De este modo, sostiene que su amigo se hallaba sin salida enredado en los infortunios del amor–recuerdo, sostenido en la melancolía de la eterna esperanza. "Si me he demorado tanto en la descripción meticulosa de lo que precede, lo he hecho con el único fin de mostrar que es cabalmente el amor–recuerdo el que hace al hombre desgraciado. Mi joven amigo no comprendía la repetición, no creía en ella ni la quería con verdadero coraje"[3].

En otro apartado del libro, Kierkegaard hace referencia a una travesía por él realizada en vías de evidenciar por sus propios medios, la esencia misma de la repetición. Relata, entonces, un segundo viaje a Berlín con la añoranza de "repetir" los mismos sentimientos y vivencias amigables que habían tenido lugar en su primera visita a la ciudad. La experiencia resultó ser un fracaso, ya que todo lo anterior se presentaba de modo completamente distinto a como era guardado en su memoria.

Se puede entender que es en este sentido que Kierkegaard plantea que la repetición conlleva a lo nuevo y en base a estas formulaciones Lacan se sirve para ubicar el lugar de la repetición en la experiencia analítica, no como un recuerdo pasado sino como algo que impone lo nuevo. Tomo una cita de Kierkegaard que sirve para justificar lo dicho:

"La dialéctica de la repetición es fácil y sencilla. Porque lo que se repite, anteriormente ha sido, pues de lo contrario no podría repetirse. Ahora bien, cabalmente el hecho de que lo que se repita sea algo que fue, es lo que confiere a la repetición su carácter de novedad. Cuando los griegos afirmaban que todo conocimiento era una reminiscencia, querían decir con ello que toda la existencia, esto es, lo que ahora existe, había ya sido antes. En cambio, cuando se afirma que la vida es una repetición, se quiere significar con ello que la existencia, esto es, lo que ya ha existido, empieza a existir ahora de nuevo"[4].

Se deduce la noción temporal que impone el mecanismo de repetición, mientras que la reminiscencia da lugar a que lo que es ya ha sido antes, la repetición se acerca más a algo del orden del instante, de lo nuevo que irrumpe a partir de algo que ya se ha experimentado. De ahí la imposibilidad que se instaura en torno a la repetición completa, no puede algo volver a repetirse completamente.

Resulta clave, para pensar estas cuestiones, distinguir las palabras de Kierkegaard en tanto dice que lo que ya ha existido, empieza a existir ahora de nuevo. Esta enunciación es fundamental para diferenciar lo que es del orden de la reminiscencia, al estilo de un recuerdo, de aquello que quedaría en el plano de la repetición. Porque lo que marca el "ahora de nuevo" es precisamente que no se trata de que lo que existe ahora ya ha existido, sino que lo que ya ha existido empieza a existir de nuevo, entiendo: como algo nuevo. Estas cuestiones serán desarrolladas posteriormente en relación a las conceptualizaciones de Lacan sobre la repetición como lugar temporal que reactualiza la marca de goce.

Considero que Kierkegaard intenta transmitir que el verdadero sentido de la vida sería la repetición y no el recuerdo: "Cuando se ha culminado la navegación por el mar de la vida, deberá mostrarse si se tienen ánimos para comprender que la vida es una repetición e igualmente, si se encuentra placer en gozarla en ese sentido"[5]. Dicha afirmación permite conjeturar que lo que Lacan intenta resaltar a propósito del psicoanálisis, es el valor fundamental que adquiere la repetición en el marco del análisis. En este sentido, lo que nos concierne no son los recuerdos de un sujeto sino los puntos de repetición puestos en juego en la transferencia. Veremos como esos puntos de repetición van tomando distintas acepciones a lo largo de toda la enseñanza de Lacan.

La primacía del significante

En un intento de retorno a Freud, Lacan nos introduce en el mundo significante articulando explícitamente conceptos de la lingüística con la teoría psicoanalítica. Durante estos años, Lacan se empeña en demostrar que las consecuencias de las desviaciones de los postfreudianos por la vía imaginaria, relegaban lo esencial de la experiencia analítica, a saber: el inconsciente estructurado como un lenguaje. "Por eso hemos pensado ilustrar para ustedes hoy la verdad que se desprende del momento del pensamiento freudiano que estudiamos, a saber, que es el orden simbólico el que es, para el sujeto, constituyente, demostrándoles en una historia la determinación fundamental que el sujeto recibe del recorrido de un significante"[6].

La cita anterior pertenece a El seminario sobre La carta robada, allí Lacan utiliza la trama del cuento de Allan Poe para ubicar la lógica de una estructura que se ordena a partir de una secuencia de significantes determinados por el Otro. Es decir, que en esta línea, el sujeto está determinado por el Otro del lenguaje y su estructura se formalizará a partir de lo que le viene del Otro. Lo interesante en torno a la repetición, radica en que esta secuencia significante se repite y da la pauta que, en este momento, la repetición es del orden significante. Lacan lo dice de este modo: "Nuestra investigación nos ha llevado al punto de reconocer que el automatismo de repetición (Wiederholungszwang) toma su principio en lo que hemos llamado la insistencia de la cadena significante"[7].

Lacan considera en este texto que la repetición es repetición simbólica, la insistencia es significante, son aquellos significantes por la vía en la que transita el sujeto. Sabemos que el lenguaje es condición de sujeto, es precedente y constituyente del mismo. En la misma dirección, la repetición se presenta ligada al automatismo de repetición situado más allá del principio del placer y en este sentido, evidenciamos, el anclaje que aquí conserva Lacan al texto de Freud Más allá del principio del placer (1920), donde se lee: "En vista de estas observaciones relativas a la conducta durante la transferencia y al destino fatal de los seres humanos, osaremos suponer que en la vida anímica existe realmente una compulsión de repetición que se instaura más allá del principio del placer"[8].

Esta cuestión está presente también en el capítulo V "Homeostasis e insistencia" del Seminario 2 cuando Lacan expresa que Freud da cuenta de que hay algo que escapa al principio del placer, que excede al principio de homeostasis: "Porque el fenómeno mismo sobre el cual se basa el análisis es el siguiente: apuntando a la rememoración, encontrémosla o no, hallamos la reproducción, bajo la forma de la transferencia, de algo que pertenece manifiestamente al otro sistema"[9]. Queda claro nuevamente con esta cita, que Lacan centra la cuestión en relación a que lo que se repite, bajo transferencia, se ubica más allá del principio del placer. Sin embargo, a esta altura eso que se repite es puramente del orden del significante, no contando aún con los desarrollos posteriores sobre lo real y el objeto a. En este momento, la compulsión a la repetición queda exclusivamente en el plano de lo simbólico.

De este modo, equipara la compulsión a la repetición con la insistencia de la cadena significante, entiendo que subraya la utilización del término insistencia como un modo de ligar los efectos de la cadena en el mecanismo de repetición, a saber, lo que se repite no pertenece al registro imaginario sino que concierne al significante.

Posteriormente dirá que "la repetición, entonces, no ha de confundirse con el retorno de los signos, ni tampoco con la reproducción o la modulación por la conducta de una especie de rememoración actuada"[10]. Desde esta lógica, la repetición en transferencia es de otro orden, no debemos buscarla en la rememoración, sino que, lo que se repite es del orden de lo real por efecto del objeto a. Lacan dirá que sólo a través de lo real en la repetición podremos interpretar el fenómeno de la transferencia. "Solo a partir de la función de lo real en la repetición podremos llegar a discernir esta ambigüedad de la realidad que está en juego en la transferencia"[11]. De lo cual, se entiende que el análisis no se acaba en la mera repetición de significantes, sino que implica un recorrido por las marcas de goce del cuerpo que porta el sujeto.

Sobre un concepto fundamental

En el capítulo V del Seminario que lleva por nombre Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Lacan realiza un examen sobre el concepto de repetición, incluyéndolo junto con la transferencia, la pulsión y el inconsciente, bajo el estatuto delos cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Para ello, toma del vocabulario aristotélico los términos tyche y automatón para diferenciar la repetición de la cadena significante, la insistencia de los signos, de lo que queda más allá de ésta.

En este sentido, define a la tyche como el encuentro con lo real, encuentro que caracterizará como esencialmente fallido. "Lo real está más allá del automatón, del retorno, del regreso, de la insistencia de los signos, a que nos somete el principio del placer. Lo real es eso que yace siempre tras el automatón"[12].

De esta manera, la tyche queda ubicada del lado de lo real y el automatón del lado del principio del placer, en relación al registro simbólico. Vale recordar que a esta altura, lo real se presenta bajo la figura del trauma, como aquello que deja un resto imposible de significar. Lacan dirá: "La función de la tyche, de lo real como encuentro –el encuentro en tanto que puede ser fallido, en tanto que es, esencialmente, el encuentro fallido– se presentó primero en la historia del psicoanálisis bajo una forma que ya basta por sí sola para despertar atención– la del trauma"[13].

Se puede advertir que la insistencia significante, el automatón, se ubica del lado del principio del placer, instando a la inscripción de un real imposible de capturar vía los significantes, inasimilable."El trauma es concebido como algo que ha de ser taponado por la homeostasis subjetivante que orienta todo el funcionamiento definido por el principio del placer"[14].Y la tyche, entendida como el encuentro con lo real, se ubicaría más allá del principio del placer. De este modo, el fin último del principio del placer se reduce a ligar en su máximo posible a la pulsión con una representación, pero a instancias de que no–todo del goce puede ser traducido, algo excede a la simbolización.

En este sentido, la concepción de Lacan sobre la repetición marca un nuevo rumbo ubicando al automatón del lado del principio del placer y la tyche más allá de éste. Si la tyche es el encuentro fallido con lo real, "una cita reiterada con un real que se escabulle"[15], se puede decir quelo real es producto de un des–encuentro, algo del orden de lo innombrable, de lo que no se puede captar más que por sus efectos. Siguiendo a Lacan en la lógica del seminario 11: "tenemos que detectar el lugar de lo real, que va del trauma al fantasma en tanto que el fantasma nunca es sino la pantalla que disimula algo absolutamente primero, determinante en la función de la repetición"[16]. Por un lado, interpretamos que hay algo primero, primario a la función del fantasma: el trauma. Este acontecimiento traumático puede ser entendido como el primer encuentro con lo real, con lo que falta en el saber sobre la sexualidad[17]. Entendemos que lo traumático no es el hecho en sí mismo, sino lo imposible de asimilar que queda como un resto.

El fantasma, entonces, es secundario. Hace de pantalla a lo real, funciona como una respuesta singular que enmarca lo real. Una vertiente del objeto a es capturado en el fantasma y resulta determinante, en las coordenadas del análisis cómo se pondrá en juego la función de la repetición en la transferencia.

En este Seminario, por otra parte, hay una referencia de Lacan en correspondencia a lo que plantea Kierkegaard sobre la repetición: "Para Kierkegaard, como para Freud, no se trata de repetición alguna que se asiente en lo natural, de ningún retorno de la necesidad. El retorno de la necesidad apunta al consumo puesto al servicio del apetito. La repetición exige lo nuevo"[18]. Esta exigencia de lo nuevo es precisamente lo que fue planteado al inicio, no se trata de la reminiscencia ni del recuerdo, sino de algo que se repite como novedad del instante.

Anteriormente, se sostuvo que la repetición está causada por efecto del objeto a, Lacan lo explica a través del juego del fort–da, al menos es lo que puedo conjeturar al respecto. Recordemos que este juego es el que Freud observó en uno de sus nietos cuando su madre se ausentaba. El niño tiraba desde su cuna el hilo de un carretel repitiendo las sílabas fort (cuando lo alejaba) y da cuando lo acercaba. Es un juego de repetición que Freud analiza exhaustivamente y Lacan lo retoma en varias oportunidades. En esta ocasión da especial atención al lugar del carretel para localizar en él al objeto a. "El carrete no es la madre reducida a una pequeña bola por algún juego digno de jibaros es como un trocito del sujeto que se desprende sin dejar de ser bien suyo, pues sigue reteniéndolo […] A este objeto daremos posteriormente su nombre de álgebra lacaniana: el a minúscula"[19]. Por ello, se deduce que el motor mismo de la repetición se halla o radica en el pequeño objeto a.

Luego dirá: "El conjunto de la actividad simboliza la repetición, pero de ningún modo la de una necesidad que clama porque la madre vuelva, lo cual se manifestaría simplemente mediante el grito. Es la repetición de la partida de la madre como causa de una Spaltung en el sujeto superada por el juego alternativo del fort–da"[20]. La Spaltung (división) del sujeto como causa de la ausencia de la madre, le permite enfrentarse con una falta que el objeto a recubre, lo que posibilita que en la repetición del juego se instale un mecanismo de pérdida y ganancia.

La repetición en La lógica del fantasma

Lacan comienza su seminario sobre La lógica del fantasma (1966–1967) introduciendo la cuestión de la repetición afirmando que "repetir no es encontrar la misma cosa"[21]. Dice, asimismo, que es una fuerza de retorno articulada a la estructura y que no implica repetir indefinidamente. La repetición queda ubicada en un lugar fundamental, (junto al acting out, pasaje al acto y sublimación) como uno de los puntos del cuadrángulo de Klein que Lacan utiliza en este seminario para dar referencias clínicas muy precisas.

Recordemos que por estos años, Lacan estaba formalizando la estructura misma del fantasma como un hecho de escritura. A la gramática del fantasma la expone mediante la siguiente fórmula: ($<>a). Se deduce que el fantasma está articulado a un rasgo, Lacan en este momento habla de seguir el pensamiento de la huella, lo cual puede articularse a la marca del Otro en el sujeto. Estas cuestiones están intrínsecamente relacionadas a los mecanismos de alienación–separación. Se puede decir que la marca del Otro en el sujeto corresponde al momento de la alienación. Desde esta lógica, el trabajo analítico supone leer las marcas de la estructura, aislar el rasgo para propiciar el mecanismo de separación. Este rasgo determina el objeto del fantasma en cada sujeto y determinará también las coordenadas del análisis y el lugar desde donde operará el analista en cada caso.

Por otro lado, Lacan en este seminario retoma la cuestión de la compulsión a la repetición para situar las particularidades del más allá del principio del placer como lo que "rompe con lo que hasta ahí daba el modelo de la función psíquica, a saber, esta homeostasis que hace eco a la que necesita la sustancia del organismo, que la redobla y la repite, que en el sistema nervioso aislado como tal, él define por la ley de la menor tensión"[22]. Aclaremos que se refiere al descubrimiento freudiano de la pulsión de muerte y el más allá del principio del placer a partir de la reacción terapéutica negativa y de la compulsión a la repetición.

A su vez, diferencia el pensamiento de repetición de la memoria. La memoria quedaría en el marco del principio del placer y "tiene por efecto justamente, la no–repetición"[23] y dice que "la repetición es otra cosa, si hacemos de la repetición el principio rector de un campo en tanto que es propiamente subjetivo, no podemos dejar de formular eso que une en materia, a manera de cópula, lo idéntico con lo diferente"[24]. Esta idea la viene sosteniendo desde el Seminario 11, cuando afirmaba que la repetición exige lo nuevo. En cada repetición hay algo del orden de lo diferente, si bien conserva la huella, algo–otro surge allí.

Seguidamente, Lacan introduce la noción de identidad significante al decir que lo que se repite es un punto de dicha identidad significante. Entiendo que la repetición en esta dirección corresponde a la identificación, al sentido, que al sujeto le viene del Otro y que el análisis se propone desandar. Lacan lo dice de este modo: "Una situación que se repite como situación de fracaso, por ejemplo, implica coordenadas no de más o menos tensión sino de identidad significante, del más o del menos como signos de lo que debe ser repetido"[25].

Hay un punto que está reprimido primordialmente, que falta, algo de lo perdido que se vuelve un movimiento de repetición. Este movimiento de repetición es fundante, constituyente del sujeto. "El rasgo en el que se sustenta lo que está repetido, en tanto repitiente debe cerrarse, reencontrarse en el origen, este rasgo que por sí mismo desde entonces marca lo repetido como tal"[26]. Paralelamente, Lacan viene desarrollando cuestiones relativas al rasgo unario, como la marca fundante, primera de la estructura. Podríamos pensar que en este momento, Lacan plantea que la repetición es inicial: "Es lo que en la operación primera, fundamental, inicial como tal de la repetición…"[27]. A pesar de que en otros desarrollos la repetición puede ser entendida como secundaria al objeto, es decir, que sería por efecto del objeto que se motorizaría el mecanismo de repetición. Lo dejamos como interrogante para futuros trabajos.

Parecería ser que en este seminario Lacan plantea dos vertientes de la repetición: por un lado la compulsión a la repetición y por otro lado, la repetición de algo nuevo como aquello que insiste sobre una falta fundamental.

Por último, me parece interesante resaltar otra indicación que Lacan da respecto de la repetición en el marco de la lógica del fantasma, y es la característica de temporalidad que le atribuye a la misma. Tomamos una cita en la que explica esta cuestión:

"La repetición nos permite poner en correlación, en correspondencia, dos modos diferentes bajo los cuales el sujeto puede aparecer diferentemente, puede manifestarse en su condicionamiento temporal de manera de corresponder a los dos estatutos definidos como aquel del yo (je) de la alienación y como aquel que revela la posición del inconsciente en las condiciones especificas, que no son otras que las de análisis"[28].

Anteriormente situamos la cuestión de la repetición en su acepción temporal en relación a las referencias de Kierkegaard. Estos temas están relacionados a la función del tiempo en el análisis: "Tenemos por un lado la atemporalidad del inconsciente freudiano, pero tenemos también la temporalidad de aparición y desaparición del inconsciente como verdad. Esto nos proporciona la argamasa semántica de la experiencia analítica. Pero al otro lado, mejor dicho precisamente ´al lado´, tenemos la temporalidad de la repetición. No de la repetición significante, del retorno de los signos, sino de la repetición como una inalterable memoria de goce"[29]. En este sentido, considero que Lacan va en dirección de desarrollar la temática delrasgo como marca de goce en el cuerpo y lo que posteriormente nombrará como letra de goce.

Pérdida y repetición

Decía en líneas anteriores que el juego del fort–da como ejemplo de repetición implica una pérdida, es decir que dicho mecanismo, en su dinámica, hace que algo en relación al objeto se pierda. Este punto permite articular lo que Lacan desarrolla en el Seminario 17 (1969–1970) sobre el concepto de repetición en su estrecho vínculo con el goce.

En este momento la repetición es de goce y el goce se ubica más allá del principio de placer, el goce es en Lacan lo que la pulsión de muerte es para Freud. Lacan dirá en estos pasajes que el goce va en contra de la vida, que es un retorno a lo inanimado. Analógicamente a lo que fue planteado anteriormente, en relación al juego de repetición y la pérdida de goce, en estas clases la idea de la pérdida en torno a la repetición se profundiza.

Asimismo, Lacan hace referencia nuevamente a Kierkegaardaludiendo que la repetición conlleva un fracaso. Podemos interpretar que el fracaso al que se refiere Lacanestá vinculado con el segundo viaje que Kierkegaard realiza a Berlín y que situamos anteriormente."Por el hecho mismo de que sea algo expresamente como tal repetido, por el hecho de que está marcado por la repetición, lo que se repite no puede estar más que en posición de pérdida con respecto a lo que es repetido"[30]. Aquí Lacan toma de la física el concepto de entropía, para dar cuenta de que la repetición de goce funciona como un mecanismo de pérdida. Se ve cómo, en esta dirección, articula la noción de objeto perdido en Freud con el objeto a. Y a su vez, refuerza el carácter fundamental del rasgo unario, asociándolo a la marca significante. Entiendo que en este momento la formalización de la repetición le sirve a Lacan para unir al significante con el goce y así formular el significante como aparato de goce. "El significante se articula representando a un sujeto ante otro significante. De ahí es de donde partimos para dar sentido a esa repetición inaugural en tanto repetición que apunta al goce"[31]. De esta forma, el rasgo unario es la marca a repetir en la cadena significante, pero no es puramente significante sino que es soporte de goce: "Este saber muestra aquí su raíz en el hecho de que, en la repetición, y para empezar bajo la forma del rasgo unario, resulta ser el medio del goce– del goce precisamente en tanto supera los límites impuestos, bajo el término de placer, a las tensiones usuales de la vida"[32]. Entonces, la repetición instala una pérdida, y lo que va al lugar de esa pérdida es el objeto a, que a su vez motoriza la repetición.

Estos desarrollos se enmarcan paralelamente con la conceptualización que Lacan hace sobre el objeto a como plus de goce, articulado a la noción de plusvalía teorizada por Karl Marx. Aquí conviene detenerse en la cuestión relativa a las dos vertientes que adopta el objeto a en las formalizaciones de Lacan: en primera instancia el a como objeto causa y en segunda instancia el a como plus de goce. El objeto a como causa está articulado a la repetición en torno a la búsqueda del objeto perdido por estructura y el objeto a como plus de goce indica que la repetición está al servicio de la recuperación de goce[33]. Esta última conceptualización tiene sentido con lo enunciado por Lacan en el Seminario 17, que marca una nueva lógica en relación a la repetición ligada al goce. "Precisamente porque se capta en la dimensión de la pérdida –algo tiene que compensar, digamos, lo que de entrada es un numero negativo– ese no se qué que golpea, que resuena en las paredes de la campana, produce goce y goce a repetir. Sólo que la dimensión de la entropía hace que esto tome cuerpo, que haya un plus de goce que recuperar"[34].

A lo largo de estos pasajes Lacan resaltará la vertiente pulsional de la repetición y el carácter gozoso de la misma. Entiendo que son formulaciones que lo conducirán a reformular ciertas cuestiones de su enseñanza. Estas mismas cuestiones lo llevarán a precisar, mediante la topología de nudos, la función del goce en el sinthome. Como sostiene Miller en Sutilezas analíticas (2008) "la pareja repetición–pulsión prepara lo que Lacan llamará sinthome como modo de gozar"[35]. Modo de gozar que ubica lo más singular del parlêtre y que constituye el horizonte del análisis, en vía de reconciliar al sujeto con su goce.

 
Bibliografía
  • Fernández Blanco, M., "Más allá del principio del placer: la repetición" en www.revconsecuencias.com.ar, edición nº4
  • Freud, S., "Más allá del principio del placer", en Obras Completas, Edit. Amorrortu, Bs As, 2004
  • Kierkegaard, S., La repetición, versión digital: http://www.librodot.com
  • Lacan, J., "Homeostasis e insistencia", en El seminario libro II, Edit. Paidós, Bs As, 2008
  • Lacan, J., "Saber, medio de goce" en El Seminario libro XVII, Edit. Paidós, Bs As, 2009
  • Lacan, J., "Tyche y automatón", en El Seminario libro XI, Edit. Paidós, Bs As, 2010
  • Lacan, J., El seminario sobre "La carta robada", en Escritos I, Edit. Siglo XXI, Bs As, 2008
  • Lacan, J., La lógica del fantasma, clase 1, inédito, traducción Carlos Ruiz
  • Lacan, J., La lógica del fantasma, clase 10, inédito, traducción Carlos Ruiz
  • Miller, J. –A., "Todo el mundo es loco" en Sutilezas analíticas, Edit. Paidós, Bs As, 2012
  • Rabinovich, D., Una clínica de la pulsión: las impulsiones, Edit. Manantial, Bs As, 1992
  • Tarrab, M., "Un corte en el tiempo del fantasma", en Ornicar? Digital
 
Notas
  1. Kierkegaard, S., La repetición, versión digital: http://www.librodot.com, p.5
  2. Ibíd, p.5
  3. Ibíd, p.17
  4. Ibíd, p.20
  5. Ibíd, p.6
  6. Lacan, J., El seminario sobre "La carta robada", en Escritos I, edit. Siglo XXI, Bs As, 2008, p.24
  7. Ibíd, p.23
  8. Freud, S., "Más allá del principio del placer", en Obras Completas, edit. Amorrortu, Bs As, 2004, p.22
  9. Lacan, J., "Homeostasis e insistencia", en El seminario libro 2, edit. Paidós, Bs As, 2008, p.100
  10. Lacan, J., "Tyche y automatón", en El Seminario libro 11, edit. Paidós, Bs As, 2010, p.62
  11. Ibíd, p.62
  12. Ibíd p. 62
  13. Ibíd, p.63
  14. Ibíd, p.63
  15. Lacan, J., "Tyche y automatón", Op.Cit, p.62
  16. Ibíd, p.68
  17. Fernández Blanco, M., "Más allá del principio del placer: la repetición" en www.revconsecuencias.com.ar, edición nº4
  18. Ibíd, p.69
  19. Ibíd, p.70
  20. Ibíd, p.70
  21. Lacan, J., La lógica del fantasma, inédito.
  22. Ibíd
  23. Ibíd
  24. Ibíd, p.4
  25. Ibíd, p.5
  26. Ibíd, p.6
  27. Ibíd, p.6
  28. Ibíd, p.12
  29. Tarrab, M., "Un corte en el tiempo del fantasma", en Ornicar? digital
  30. Lacan, J., "Saber, medio de goce" en El Seminario libro 17, Edit. Paidós, Bs As, 2009, p.49
  31. Ibíd, p. 50
  32. Ibíd, p.51
  33. Desarrollado por D. Rabinovich en Una clínica de la pulsión: las impulsiones. Edit. Manantial, Bs As, 1992
  34. Lacan, J., "Saber, medio de goce", Op.Cit, p.53
  35. Miller, J. –A., "Todo el mundo es loco" en Sutilezas analíticas, Edit. Paidós, Bs As, 2012, p. 77
 
 
 
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