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Consecuencias
 
Edición N° 11
 
Noviembre 2013 | #11 | Índice
 
La locura que estructura: la función de la paranoia y de la debilidad en la constitución del lazo social, el síntoma como lo singular que hace lazo [1]
Por Rômulo Ferreira da Silva [2]
 

El texto aborda a partir de la segunda clínica de Jaques Lacan una concepción que va más allá de la clínica estructural. Cuando el diagnóstico estructural no es posible, podemos lanzar mano de otras referencias lacanianas para orientarnos en la clínica. Aún tomando como punto de partida el diagnóstico estructural, la separación entre dos polos –locura o debilidad– inaugura una nueva forma de abordaje.

Rômulo Ferreira Da SilvaEl texto de Jacques Alain Miller "La salvación por los desechos" me inspiró a hacer este texto. Se encuentra publicado en la Revista Correo de la EBP Nº 67, en el Diario del Americano Nº 4 y la Revista Mental Nº 24.

Hay un error en la traducción al portugués, la corrección aparecerá como fe de errata en el próximo número de Correo.

Retomo el tramo del texto que más me interesó:

"Es esta incitación de voluntad malévola, la que el Otro social, allí donde está representado por instancias legales, se empeña incesantemente en desmentir. Por todos lados, mediante todas las innumerables voces del pueblo administrativo que él multiplica, él sólo dice una cosa: "quiero tu bien". Y es preciso tener muy poca personalidad para darle crédito…

Ese poco de personalidad y sin duda el tramo común de ese que viene a entregarse a las instituciones del cuidado que los acogen gratuitamente, de brazos abiertos y a coro debajo de la égida implícita del "yo quiero su bien".

Esta escasa personalidad es sin duda el rasgo común de todos los que se adhieren a las instituciones de cuidados que los reciben gratuitamente con los brazos abiertos y bajo la égida implícita de "quiero tu bien". Aquellos que pueden creerlo son los desechos de la voluntad de goce.

Si el lazo social es por esencia paranoico entonces la dificultada para insertarse es del orden de la debilidad. Si llamamos debilidad al deslizamiento subjetivo de los discursos, incluso la posición fuera del discurso, que es aquella que la psiquiatría fijó con el término esquizofrenia."

La traducción correcta del último párrafo es "Si llamamos debilidad al deslizamiento subjetivo entre los discursos, incluso la posición fuera del discurso, que es aquella que la psiquiatría fijó con el término esquizofrenia". El sujeto se coloca "entre los discursos", o sea, no se fija en un discurso, sino que fluctúa entre ellos.

Fue a partir de ese párrafo que pude rever mucho de lo que trabajamos sobre la psicosis ordinaria, por ejemplo en los últimos años y sobre la segunda clínica de Lacan, a partir de la cual, se engendró cierta continuidad entre la neurosis y la psicosis.

Ese texto me causó sorpresa pues, hasta entonces, y desde que había leído que el analista sólo podía escoger entre la locura y la debilidad, yo ubicaba la locura del lado de la psicosis y la debilidad del lado de la neurosis. En el libro "La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica" (pág. 34), Jaques-Alain Miller nos dice que "Lacan indicó claramente la elección que se ofrece al sujeto si el Otro no existe y si hay un real. Expone en los siguientes términos las dos posiciones posibles de ser tomadas frente a lo Real: locura o debilidad mental."

Tengo un gran aprecio por la primera clínica de Lacan y siempre que puedo recurro al diagnóstico estructural para conducir los casos que están bajo mi responsabilidad. Cuando el diagnóstico se hace difícil de decidir, me ocupo de él a partir de otras coordenadas que la segunda clínica nos ofrece. Lo particular de la clínica nos ayuda a conducir el tratamiento al punto de hacer emerger lo singular de cada caso.

Me he encontrado con muchos casos de neurosis, en los cuales el diagnóstico no está claro de entrada, sin embargo, con el pasar de las sesiones, ellos se esclarecen y la conducción del tratamiento retoma su curso clásico, si se puede decir así.

Pensar la segunda clínica y las últimas elaboraciones de Lacan me ha servido mucho más para conducir los casos de psicosis al ganar en ellos una posibilidad de inserción en el lazo social nunca antes visto.

Lacan en el Seminario 3, Las psicosis, dice en la página 12 lo siguiente:

"¿Qué recubre el término psicosis en el ámbito psiquiátrico? Psicosis no es demencia. Las psicosis son, si se quiere –no hay razón para no darse el lujo de utilizar esta palabra– lo que corresponde a lo que siempre se llamó, y legítimamente se continúa llamando así, las locuras."

Queda claro que Lacan, en ese momento, coloca la locura del lado de la paranoia, o sea, de la psicosis. Ahora, él toma como referencia el término locura de Erasmo, que a su vez opone en su "Elogio a la locura", "la demencia de los enfermos" a la "la dulce ilusión del alma liberada". La locura está del lado de aquellos que tienen la dulce ilusión del alma liberada y no del lado de los enfermos dementes. Ella es identificada al comportamiento humano normal. Así la locura colocada por Lacan del lado de la psicosis no es de los dementes, no se trata del abordaje de la psicosis por la vía del déficit.

De ahí que podamos retomar la afirmación de Lacan, escrita en la pizarra de la sala de guardia "no está loco quien quiere". Interpreté esa frase a partir de la idea de que la insondable decisión del ser, entre la Bejahung y la forclusión del Nombre del Padre, no permitiría, a aquellos que escogen la vía del Nombre del Padre, experimentar la locura; ya que marcados por el Nombre del Padre, estarían condenados a la debilidad.

Al alma liberada de Erasmo, asociaba las psicosis, que libre de las amarras significantes, por el advenimiento restricto de la forclusión, no estaría presa de la significación fálica. Pudiendo decir con Lacan que "loco es el hombre libre".

Para las neurosis, marcadas por la significación fálica, habría una barrera para esa locura, ya que el Nombre del Padre daría un parámetro al sujeto, conteniéndolo en su posibilidad de locura. De esta manera, pienso que se mantiene la diferencia entre la locura neurótica y la locura psicótica, haciendo un corte, y distinguiendo la locura para la psicosis y no para la neurosis. No estaba todavía la noción de paranoia moderada necesaria, constituyente del yo, aunque Lacan ya estuviese trabajando en esa vía, retomada por Miller, en el texto "Acerca de la causalidad psíquica" y principalmente expresada en esa frase, que más tarde fue retomada en el texto "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis":

"El ser del hombre no puede ser comprendido sin la locura, como no sería el ser del hombre si no trajera en sí la locura como límite de su libertad", p. 177. Y añade que "…cuidando por mantener exactas las distancias humanas que constituyen nuestra experiencia de la Locura… el médico, tal como aquel que contesta al loco que lo que él dice no es verdad, no divaga menos que el propio loco", p. 178.

Debilidad, entonces, en esa concepción, sería aprisionamiento del sujeto en el Nombre del Padre, dentro de las normas establecidos por la cultura que no permitiría la creación de algo nuevo en la neurosis. El sujeto estaría inserto en el discurso, pudiendo circular entre ellos. Yo confundía el giro posible de los discursos con la fluctuación entre ellos.

El cambio de paradigma de Lacan en los años 50 tiene sentido a partir de la proposición "es preciso ir más allá del padre, para servirse de él". Propuesta entendida como la posibilidad que el neurótico tiene, así como el psicótico, de ser libre del Nombre del Padre, y de hecho, poder crear algo nuevo.

Así, para mí, la división locura/debilidad queda establecida. Creando una noción de déficit en la psicosis por la ausencia del Nombre del Padre, se propone, al mismo tiempo, una noción de libertad del sujeto que deja a la neurosis en una posición más acá. O sea el neurótico está encuadrado dentro de la norma paterna. Él repite e insiste en su fantasma fundamental, ventana a través de la cual ve el mundo y esa es la forma más ordinaria, débil, de colocarse ante lo real.

Por otro lado, algo me inquietaba, pues podía constatar en la clínica que no es por el hecho de estar libre de la significación fálica que el sujeto está puesto necesariamente del lado de la creación de la paranoia. Él puede ser tan insípido, inodoro e incoloro como el neurótico que está amarrado a la significación fálica, normalizadora y reguladora del goce. Él puede ser tanto o más débil que el neurótico.

Ana Lydia Santiago retoma al Lacan de 1964, para hacer valer la diferencia a partir de la cuestión de la holofrase, que tiene varios destinos. La psicosis aparece como el resultado de la no instalación del S2 en relación al S1 y la posición del sujeto se encuentra perturbada por la forclusión del Nombre del Padre. La operación holofrásica tiene como presupuesto la no simbolización del significante paterno y, por lo tanto, la no constitución de lo simbólico. Lo que configura con el retorno en lo real, las manifestaciones más devastadoras.

En la debilidad, aunque instituido el S2 simbólico, hay una imposición de lo imaginario en ese par que dificulta el intervalo entre S1 y S2 dejando al sujeto libre de reconocer la verdad de la división inherente al sujeto del inconsciente.

El recorrido hecho por Ana Lydia Santiago, en su tesis de doctorado, nos muestra la diferencia entre la psicosis y la debilidad mental. Es importante registrar esa diferencia para pasar a lo que Miller propone sobre la dicotomía locura/debilidad a partir de la segunda clínica de Lacan, y por lo tanto, post estructuralista.

No se trata más de separar la locura y la debilidad por la referencia a las estructuras, sino a partir del modo en que cada sujeto se coloca frente a lo real de su goce y cómo su singular síntoma es capaz de hacer lazo.

A través de la posición paranoica, el sujeto se establece en relación al Otro como aquel que siempre quiere hacerle mal. De esa forma él preserva lo que es de cada uno, su singularidad de goce.

Del lado de la debilidad, el sujeto no toma posición con respecto a su goce y se ofrece como modo de goce al "Otro que lo quiere bien". Él no se decide entre los discursos por no querer saber de la castración y no soportar, cualquiera sea, el lugar de la verdad.

Tenemos, por un lado, la concepción de que todos deliran y por lo tanto un mínimo de paranoia para todos; y por otro, la concepción de que todos somos débiles al estar insertos en la palabra a través de las que nunca podremos acceder al goce, más allá de que hay un rechazo de saber en todo ser hablante, que aunque la palabra de cuenta de esto, sería difícil de hacer aunque quiera saber sobre la verdad de la castración.

La pregunta sobre si hay delirio en la esquizofrenia es colocada a tiempo y parece surgir de la afirmación de Miller en el texto "Ironía", de que el único que no se defiende de lo real por el delirio es el esquizofrénico. Pienso que lo más importante en esa frase es que el esquizofrénico no se defiende de lo real, al menos por la vía del delirio. Por lo que pudimos entender, Miller nos dice en el texto "La salvación por los desechos", que el esquizofrénico es aquel que se coloca, en el extremo, delante del Otro que lo quiere bien, no posicionándose en los discursos, ya que él está fuera del discurso.

La debilidad no está en ese extremo, se defiende de lo real, fluctuando entre los discursos. El texto de Miller, acompañado de toda la trama que se ha hecho en torno a la discusión sobre el síntoma como lo singular de cada uno, me proporcionó una nueva concepción de la clínica. Si tenemos aún una clínica binaria, antes concebida entre neurosis y psicosis, hoy tenemos otro abordaje posible: los locos y los débiles.

Es interesante pensarlo así, aunque antes ya lo practicaba en mi clínica. Delante de cada sujeto, psicótico o neurótico, lo que interesa es si se trata de una locura o de una debilidad.

Podemos tener sujetos psicóticos, locos o débiles, de la misma forma que podemos tener neuróticos débiles o locos.

No es la estructura la que define la posición del ser hablante en ese abordaje.

Todavía es importante saber en qué terreno estructural estamos para conducir los tratamientos. Sea en el sentido de paranoizar al sujeto débil, sea en el sentido de tornar un poco débil al loco. Yo diría que este parámetro torna más fácil a la clínica, podría decir más segura.

Tenemos muchos pacientes neuróticos que llegan con una exacerbación de sus delirios. El Otro es siempre malvado. Es preciso moderar el delirio hasta que la posición de goce sea puesta a la orden del día. De esa forma, muchos pacientes, también neuróticos, fluctúan entre los discursos.

En cuanto a los psicóticos, tengo algunos pacientes que deliran fuertemente. Mi trabajo ha sido el de abordar el delirio en su vertiente de tentativa de cura, con la intención de que la locura allí establecida esté más próxima a poder ser compartida. Con los psicóticos débiles intento ofrecer la posibilidad de que se sostengan en algún discurso a partir de los significantes sueltos que surgen en el transcurrir de las sesiones. Practicar un intervalo posible entre S1 y S2.

Pienso que independientemente de las estructuras, y teniendo en cuenta que nuestra clínica actual es continuista, podemos proponer una línea en la cual, en un extremo tendríamos la paranoia psicótica, pasando por la neurosis en su degradé, de la locura a la debilidad, hasta el otro extremo donde tendríamos la esquizofrenia. De todos modos, al proponer esa línea continua, parece que el Nombre del Padre continúa siendo una manera de establecerse en el lazo social de un modo más moderado la mayoría de las veces.

Pienso que no se trata simplemente de moderar los extremos para que podamos promover un lazo social más apropiado. El psicoanálisis no tiene esa pretensión ni esa intención. Es nuestra apuesta que cada uno pueda responsabilizarse por la forma de goce que lo inviste de manera inédita, en el abordaje de lo real, pudiendo de ahí surgir un nuevo tipo de lazo social.

La diferencia radical es la que está dicha desde los principios de nuestra práctica. No podemos dejar de pensar que en el Seminario VII de Jacques Lacan, La ética del psicoanálisis, él propone que en un tratamiento analítico debe seguir hasta el Campo Central del Deseo (CCD). Pero no debemos olvidar que él propuso también que la barrera de lo bello, la segunda, que hace oposición a que se llegue al CCD, es la barrera que puede acoger al sujeto nuevamente.

Es posible que con ese cálculo lo analítico quede afuera de la clínica en algunas situaciones.

Para ilustrar lo que fue mi reflexión sobre el tema comentaré cuatro fragmentos de casos clínicos.

Caso 1

Un caso que me parece claro y que está presente en la clínica de todos es cuando coincide la locura, o sea, la paranoia, en una estructura psicótica. Escribí un texto sobre una paciente que atendí por más de 20 años y que se suicidó hace cerca de un mes. Ese texto está publicado en el libro del "V Enapol". Fue una psicosis que se desencadenó a los 32 años, después de un encuentro traumático entre una chica y su padre. Ella era casada, tenía 3 hijos y alojó al padre en su casa por un año debido a que sufría una crisis financiera. Ese padre se había separado de la familia desde la infancia de la paciente y la veía muy raramente.

El lazo social se fue restringiendo progresivamente y al final ella se relacionaba muy superficialmente con sus familiares, asistía a análisis una vez por semana y mantenía un contacto telefónico semanal con una amiga de muchos años.

Desde el desencadenamiento, ella sostuvo un delirio de persecución, acompañado de alucinaciones, que pudo ser trabajado en la vía de lo que hoy podemos decir una debilitación de la locura. ¿Podemos proponer el término debilitación para lo que antes llamábamos una banalización, tanto de la transferencia como del delirio mismo?

El Otro invasivo y malo la forzó a salir de la escena familiar en la cual había estado instalada durante muchos años.

Caso 2

Otra situación común en nuestra clínica es la de las histéricas que se colocan del lado de la locura. Atiendo una joven bonita, bien posicionada profesionalmente, que circula muy bien en varios medios sociales. Es muy celosa y egoísta. Está siempre a la espera de ser excluida, sea con un novio, con las amigas, o los familiares. Por eso, ella se adelanta y se hace más interesante y agradable de lo que el Otro espera. Sostiene una creencia casi inquebrantable de que todas la envidian y están siempre hablando y tramando contra ella. Ha localizado en análisis una escena traumática en la cual su madre la deja llorando, pidiendo ayuda, simplemente porque no estaba disponible cuando ella la necesitaba. Es a partir de ahí que se hace más arrogante, intenta dar cuenta de sus necesidades y se coloca como indispensable para el Otro. Intenta invertir la situación haciendo que el Otro necesite de ella. Como todo el mundo, ella delira, y su locura es el modo por el cual hace lazo. Lo singular de su síntoma es estar siempre en la inminencia de ser rechazada o excluida; por ello, y por la vía de sobreponerse a eso, es que mantiene un buen lazo con sus pares.

Caso 3

En un tercer recorte clínico quiero destacar la debilidad en una estructura psicótica. Un paciente que atiendo hace muchos años y que llegó con un gran estado de angustia y con un claro riesgo de pasaje al acto. Había sido acusado por una prostituta con quien mantenía relaciones frecuentes. Ella decía que había estado embarazada de él y que perdió el bebé. Lo acusó alegando que él había tenido relaciones con ella cuando tenía aún 15 años. Fue condenado a pagar un año de alimentos a una institución que atendía niños. El tratamiento tuvo óptimo impacto en la angustia, pero desde el inicio este sujeto nunca tomó posición. Después de cierto tiempo la muchacha que lo acusó volvió a buscarlo y tuvieron algunos encuentros. Vive solo; dejar de vivir con su madre produjo algunos efectos terapéuticos: tiene algunos amigos con quienes se reúne para tomar cerveza y para conversar superficialidades, frecuenta el prostíbulo una vez por mes, algunas veces trabaja como conductor, y frecuenta algunas disciplinas en la universidad como oyente hace años, aunque nunca quiso ingresar de hecho en ningún curso.

Viene a una sesión por semana que dura un máximo de cinco minutos, en la cual cuenta su rutina semanal de forma repetitiva. Todas las sesiones terminan con un "todo tranquilo", hace varios años. Las tentativas de implicarlo en algún tema de su vida lo deja angustiado, insomne e irritado, por más discreta que esa tentativa pueda ser. Quedarse una semana sin sesión también lo desestabiliza. Mantengo el tratamiento intentando hacer enlaces de aquello que él trae con otros aspectos de su vida, como por ejemplo, evocando el gusto que él tiene por dirigir y el "trabajo" que tiene asignado de buscar a sus sobrinos por la escuela, natación, etc. Por más que me tenga incomodado esa inmovilidad y esa fluctuación de la posición subjetiva, mantengo un buen y necesario "todo tranquilo" al final de cada sesión.

Es por esa vía que él se mantiene también en lo social. Sólo consigue estar con sus amigos, en las disciplinas que frecuenta y en el medio familiar donde está "todo tranquilo".

Caso 4

Por último, un caso que juzgo el más importante de esta serie por entender que se trata de un caso de debilidad en una estructura neurótica. Se trata de una mujer joven, profesional, negra, bonita y muy inteligente. Derivada por un colega porque estaba "deprimida". Ese diagnóstico se debía principalmente a no experimentar ningún sentimiento bueno en relación a la vida. Muy irritada debido a su aumento de peso, ya que por más que hiciese dieta y ejercicio no conseguía adelgazar.

Es ginecóloga pero hizo cursos de acupuntura y administración hospitalaria; no decidiendo en cuál área trabajar. Venía a las sesiones y no decía nada, apenas repetía siempre las mismas quejas, el peso y los bajos salarios. Cuando le preguntaba que quería para su vida, respondía: quiero adelgazar y ganar un poco más. Aunque esos objetivos aparecían como un fin en sí mismo, no había una continuidad de algo como para ganar más o perder peso, poder viajar, pasear, noviar, comprar, ni nada… La conversación acababa ahí y ella era capaz de quedarse la sesión entera sin decir una palabra, aún cuando la interrogaba.

En el inicio me planteé la hipótesis de una psicosis de tan árido que era el terreno que ella proponía en las sesiones. Con mi insistencia pudo contar un poco de su historia, sin embargo con mucho desprecio y no viendo nada que pudiera asociar a su estado actual. El padre abandonó a la familia cuando era muy pequeña y vivió toda su vida ligada a la madre, que es bioquímica. Pasó gran parte de su infancia dentro de los laboratorios de análisis clínicos ya que su madre no tenía con quien dejarla. Desde esa época era muy tímida y llamaba la atención de las personas por ser una niña muy callada, quieta y de buen comportamiento. Siempre fue de pocos amigos y compañeros.

Hasta hoy sus únicas preocupaciones son su madre y sus gatos.

Cuenta al pasar que frecuenta casas de show de rock y participa de grupos de deportes de aventura. Cuesta imaginar a aquella muchacha, con aspecto de señora, a pesar de su juventud, en una casa nocturna donde las personas tienen piercings, tatuajes, escuchando rock pesado, o haciendo caminatas de hasta 10 horas por día.

Por fin cuenta que es la única persona negra en la familia. Heredó ese rasgo del padre. Convive con la familia de la madre que son todos blancos. Ese dato aparece sin ninguna otra repercusión en su discurso. Raramente se encuentra con el padre.

"A la esencia del significante amo, se encuentra incorporada la identificación imaginaria del sujeto a una forma ideal y en conformidad con el deseo de madre" (Santiago, A. L. p. 294). Después de algunos meses sin aparecer, la paciente me llamó para retomar brevemente el tratamiento ya que había recibido una propuesta de trabajo en el nordeste del país. Estaba decidida a intentarlo pero todavía con muchas dudas de cómo estarían su madre y sus gatos sin la presencia de ella. Esa respuesta me sorprendió, aunque no mantengo grandes expectativas.

 
Traducción: Romina Laura Piñeiro.
 
Referências Bibliográficas
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  • LACAN, J. O Seminário, Livro 11:Os quatro conceitos fundamentais da psicanálise. 2a.ed. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 1979
  • LACAN, J. O Seminário, Livro 3:As psicoses. 2a.ed Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 1988
  • LACAN, J. De uma questão preliminar a todo tratamento possível da psicose. Trad.: Vera Ribeiro. Escritos. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 1998. p. 537–590.
  • LAURENT, E. Psicose e Debilidade. Trad: Vera Ribeiro. Versões da Clínica Psicanalítica. Rio de Janeiro:Jorge Zahar Editor, 1995. p.167–175
  • KAUFMANNER, H. Considerações iniciais sobre psicose e debilidade. Papéis de psicanálise. Belo Horizonte, n.2: IPSMMG,p.61– 64,Maio 2006.
  • MUSACHI, B. Ou loucura ou debilidade mental – Entrevários nº 05. Clin–a. São Paulo.abril/2010.
  • MILLER,J–A. La experiencia de lo real em la cura psicoanalítica. Buenos Aires. 2003
  • SANTIAGO, A–L. A Inibição Intelectual na Psicanálise. Tese de Doutorado IPUSP – São Paulo . 2000.
 
Notas
  1. Texto presentado en la EBP–Rio de Janeiro, en noche preparatoria para el V ENAPOL, el 18 de abril de 2011. Invitado por Paula Borsoi, directora de la EBP–RJ.
  2. AME de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis y de la AMP – São Paulo – SP [email protected]
 
 
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2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA