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Consecuencias
 
Edición N° 11
 
Noviembre 2013 | #11 | Índice
 
La materialidad que resta a la búsqueda de lo real despojado de sentido [1]
Por Greta Stecher
 

"El Uno encarnado en lalengua es algo que queda indeciso entre
el fonema, la palabra, la frase, y aún el pensamiento todo"
Jacques Lacan, Seminario 20, Aún, p. 173.

Coordenadas de apertura: el rebajamiento del sentido.

Greta StecherLa materia, la estofa, con que trabaja el psicoanálisis es el significante. El soporte es el cuerpo[2]. Significante y cuerpo, una vez más, vienen al cruce de mis elucubraciones.

Querría ubicar mínimamente las coordenadas filosóficas que podrían estar soportando el asunto de la materialidad en psicoanálisis. A grandes rasgos podríamos ubicar que en la rivalidad filosófica del idealismo versus el materialismo, el psicoanálisis quedaría más en relación al segundo corpus teórico. Donde los idealistas están más cerca de la mentalidad; los realistas apuestan a la existencia del objeto, de la cosa en sí. Allí donde el cuerpo goza, el pensamiento falla[3] dirá Miller en Piezas de repuesto. El materialismo dialéctico de Karl Marx, por ejemplo, es una corriente realista.

Tomaré más específicamente la referencia[4] que hace Lacan acerca de su propia posición al respecto. En el Seminario 19, …o peor, discute con los idealistas quienes proponen que no se trata más que de pensamientos y él propone una vía de salida de la mano de lalengua. Y allí él mismo se clasifica filosóficamente entre los realistas. No me enredo más con la filosofía porque no voy a poder salirme, vuelvo pues al psicoanálisis.

Me interesé por el aporte de E. Laurent para el próximo ENAPOL VI, su texto "Hablar con el propio síntoma, con el propio cuerpo"[5], y particularmente lo que trabaja allí sobre la materialidad.

La tesis que me interesa tomar, a modo de orientación, la extraigo del Seminario de Miller El lugar y el lazo: Lacan habría pasado del amor por el sentido al rechazo del sentido. Diríamos que Lacan fue de la semantofilia al fuera–de–sentido[6].

Ya en la primera enseñanza de Lacan asistimos a un rebajamiento del sentido (imaginario). Hay una degradación del sentido en cuanto al significado, un significante remite a otro, pero separado de la significación. Ese rebajamiento del sentido se haría en provecho del significante, de los matemas, de la escritura[7]. Por ejemplo la misteriosa sigla S(Ⱥ)[8] podría ser de algún modo una encarnadura de la cuestión del más allá de sentido ya presente en el primer Lacan.

Luego, en la última enseñanza, Lacan procede a una nueva caída del sentido, que incluye un rebajamiento del significante y del saber. A esta altura la palabra no es más que el soporte fónico del sentido, es un fenómeno de fonación. La palabra tiene entonces valor de parásito, hasta de cáncer, de epidemia, de salpicadura[9].

Pero hay otra escritura, pura, diferente, nada que ver con la palabra o la voz, el puro trazo escrito, el dibujo… Como el nudo borromeo: en él hay escritura pero desligada de la voz y de la palabra, que son portadoras de sentido[10]. Lacan sitúa su nudo al nivel de esta escritura pura, capaz de valer como real, un real fuera–de–sentido, un real fuera–de–saber[11].

La invitación a los analistas a ser incautos es a no embrollarnos en la debilidad del sentido o al menos a hacerlo lo menos posible; advertidos de que el sentido es semblante, los analistas hemos de mantenernos en el nivel de lo real, hacer de lo real nuestra referencia[12].

En esta línea me interesa citar algunos puntos de la propuesta de Miller[13] para el venidero IX Congreso de la AMP. Allí señala que para el psicoanálisis del siglo XXI se trata de explorar la dimensión de la defensa contra lo real sin ley y fuera de sentido. El inconsciente lacaniano, el del último Lacan, está al nivel de lo real.

Nuestra clínica, dice, deberá centrarse en el desbaratar, desordenar, la defensa contra lo real. En un análisis el inconsciente transferencial es una defensa contra lo real. –Porque en el inconsciente transferencial sigue vigente una intención, un querer decir, un querer que me diga algo–. Mientras que el inconsciente real no es intencional, sino que se encuentra bajo la modalidad del "así es".

Propone una redefinición del deseo del analista, que no es un deseo puro; sino que se nos aparece como un deseo de alcanzar lo real, de reducir al Otro a su real y liberarlo del sentido[14]. Se trata de liberarlo del sentido entendiendo que el sentido neurótico sería, por definición, un sentido sufriente.

El fuera–de–sentido es una operación respecto del síntoma y del significante, una operación de máxima extracción. El fuera–de–sentido no es el sin sentido. Asistimos, por ejemplo, al sin sentido en la operación del chiste. El Witz es un juego de palabras que, vía el sin sentido, produce un sentido nuevo. El equívoco significante que es el principio del chiste, reposa sobre la equivalencia entre el sonido y el sentido[15]. El sin sentido, entonces, es una parte del sentido[16].

El asunto de alcanzar lo real y liberarlo del sentido no es apuntar a la esquizofrenia sino intentar escribir otro modo de responder al agujero en el saber –del que el neurótico, por cierto, no quiere saber nada. En suma, ese real, el de cada uno, es una forma de gozar que no encaja con los ideales, entonces ¿cómo subjetivar esa forma de gozar?[17]

Lacan intentó representar lo real como nudo borromeo. El nudo borromeo, le sirvió para llegar a esa zona irremediable de la existencia donde se presenta la ausencia absoluta de caridad, de fraternidad, de cualquier sentimiento humano. Ahí nos lleva la búsqueda de lo real despojado de sentido[18].

En El Lugar y el lazo, Miller nos espabila: nada de devoción al nudo, el nudo borromeo es una falsa última palabra, de hecho la disciplina del nudo implica la ausencia del punto de basta. Lo real, como exclusión del sentido, implica un sinfín, un nada de conclusión.

Pero como no se puede hacer otra cosa que introducir sentido, la debilidad mental es irremediable para todos. De hecho Lacan llega a remplazar el concepto de inconsciente por el de debilidad mental[19]. La palabra es cháchara; el pensamiento es debilidad[20]. Lacan es radical: la enfermedad mental que es el inconsciente no se despierta[21] dirá a la altura del Seminario 24, L'insu.

Justamente en el título de este Seminario, L'insu que sait de l'une–bévue s'aile à mourre[22], Lacan incluyó l'une–bévue [un–yerro / una equivocación], un modo en francés de traducir por homofonía "el inconsciente", (una traducción a nivel del sonido, fónica, ¡por cierto que falsa como traducción! [23]), Lo Unbewusst freudiano leído como un–yerro o como la una equivocación [l'une–bévue].

El ser humano pifia, se equivoca, tropieza, habla fuera de lugar, sobre este hecho práctico Freud elucubró el inconsciente, o para decirlo de otro modo, el inconsciente freudiano es una elucubración de saber sobre la debilidad mental[24].

Traducido entonces como une–bévue, significa algo muy distinto de inconsciente: significa que la base material del inconsciente es el tropiezo, el traspié, el deslizamiento, la patinada de una palabra a otra.

Hay inconsciente pues cuando hay metida de pata, yerro, y por cierto que antes de que le demos sentido, antes de que le prestemos atención y nos engañemos, he aquí todo el esfuerzo por situar el inconsciente en el nivel de lo real fuera–de–sentido. Fíjense que todo ello es muy distinto a concebir un psicoanálisis como una práctica que consista en dar sentido[25].

Acerca de la materialidad.

Ubicadas estas coordenadas ahora quiero recortar puntualmente el asunto de la materialidad en Lacan, intentando extraer de allí dos lógicas: la materialidad significante de los primeros años y la materialidad como lo que resta la letra del final de su enseñanza.

En el primer Lacan: la materialidad significante.

Ya en el seminario 1, Los escritos técnicos de Freud, Lacan toma el concepto de materialidad. Allí nos advierte que Freud no disponía aún de la noción de soporte material de la palabra. Esto es: la sucesión de fonemas que componen parte del discurso del sujeto[26].. La palabra en su materialidad es la cosa misma[27], en tanto la palabra evoca y presentifica lo que está en ausencia.

En el Escrito "Seminario sobre la carta robada", contemporáneo al Seminario 1, habla de la materialidad significante en tanto es singular, no soporta la partición. Diríamos: advenimos a lo que ya no es divisible, lo que resta.

En el escrito "Observación sobre el informe de Daniel Lagache" Lacan toma al significante, a su estructura, como implicando una materialidad irreductible[28].

Hasta aquí tenemos entonces la materialidad significante del primer Lacan. Es el significante es su máxima reducción, es la estructura del significante que no es sino resultado de una operación, una pura diferencia, la sustitución, el significante funcionando en oposición a otro significante.

La materialidad significante concierne, aún, al inconsciente estructurado como un lenguaje, al amor al inconsciente, al inconsciente como elucubración de saber. Estamos por tanto en el campo del sentido y del desciframiento

Acerca del acontecimiento de cuerpo.

En su Seminario 2011, El ser y el uno, Miller[29] nos advierte de un cambio conceptual en Lacan. Invita a leer en "La ciencia y la verdad", –que es el último artículo de los Escritos–, que la causa material que determina la eficacia del psicoanálisis es el significante.

Pero, mucha atención, se trata del significante separado de su significación[30]. Este es sin dudas un cambio fundamental, ya que el significante que trabajara en "La instancia de la letra…" estaba justamente caracterizado por sus efectos de significación.

Entonces, a partir del final de los Escritos –esto es más o menos a la altura del Seminario 12–, el significante tomado como separado de su significación, implica un nuevo estatuto del significante, que, sin dudas, trae consigo también un nuevo estatuto del goce.

A partir de aquí el goce no es una significación, el síntoma no es un efecto de sentido, sino que el síntoma es un acontecimiento de cuerpo[31].

Justamente en los Seminarios 12 y 14 habla de un materialismo radical cuyo soporte es el cuerpo[32] y del valor ético del materialismo en tanto no hay goce más que del cuerpo[33].

Laurent dirá, que las palabras y los cuerpos se separan en la disposición actual del otro de la civilización y que el psicoanálisis, a su vez, captó el empalme entre las palabras y los cuerpos bajo un sesgo preciso: el del síntoma[34]. Articulamos en este punto la idea de síntoma como acontecimiento de cuerpo.

En el Seminario 24 Lacan advierte que el síntoma es real; que es incluso la única cosa verdaderamente real y es por esta razón que el psicoanalista puede, si tiene oportunidad, intervenir simbólicamente para disolverlo en lo real (al sentido). Asimismo allí ubicará que lo real se perfila como excluyendo el sentido[35].

En "Joyce el síntoma"[36] ubica al síntoma como acontecimiento de cuerpo y el goce del propio síntoma como un goce opaco por excluir el sentido.

El síntoma como acontecimiento de cuerpo no es sino el encuentro de las palabras con el cuerpo[37] o, dicho de otro modo, cito a Paula Vallejo, lo que se inaugura cuando, el significante introduce el goce para el parlêtre, perturbando la posibilidad de una armonía del goce y del cuerpo[38].

El parlêtre, es el sujeto más la astucia gozante; es el sujeto más el cuerpo, el goce del cuerpo; la astucia del parlêtre es responder a lo traumático de lalengua con el ciframiento inconsciente[39]. En esta línea se apuesta a trabajar con la dupla parlêtre y síntoma, ya no se trata del sujeto y el Otro.

Lalengua no es el lenguaje, en todo caso lo sostiene[40]. El lenguaje es una elucubración de saber sobre lalengua[41]; el lenguaje es una ficción, una construcción[42]; el lenguaje sin duda está hecho de lalengua[43]. Hablar de lalengua nos conduce a tomar la palabra antes de su ordenamiento gramatical y lexicográfico, es lo pre–gramático. Así la palabra es tomada materialmente, fonemáticamente.

El inconsciente está hecho de lalengua, y ésta, como integral de equívocos, no sirve para el diálogo, sino para el goce, es pura jaculación[44]. Jaculación[45] entendida como hacer resonar el goce. Lalengua es el concepto que indica que el significante está al servicio del goce[46]; lo que se dice sirve al goce, esa es su función propia[47].

Lalengua no se aprende, dirá Miller, es algo que se recibe, que se sufre. Lalengua nos afecta por todos los efectos que encierra y que son afectos[48]. El encuentro con el desorden, con lo fragmentario de lalengua es del orden de lo traumático, azaroso y siempre contingente.

El puro encuentro con lalengua y sus efectos de goce en el cuerpo no responde a ninguna ley previa, es accidental y perverso. De ese encuentro fundamental, sin regla lógica, no podemos más que elucubrar secundariamente, fantasmáticamente, e intentar tejer a partir de restos, hilachas, trozos, fragmentos azarosos, contingentes, asistemáticos[49].

Un significante marcó un punto del cuerpo[50]. De ese encuentro entre lalengua y el cuerpo nacen marcas que quedan inscriptas en el cuerpo. Eso que Lacan llama el sinthome no es sino la consistencia de esas marcas. Entonces el sinthome se puede reducir a ser acontecimiento propio del cuerpo, algo que le ocurrió al cuerpo en función de lalengua[51]. Y esta referencia al cuerpo, dirá Miller, es ineliminable del inconsciente.

El inconsciente es un saber, una habilidad, un savoir–faire con lalengua[52], así Lacan ubica al inconsciente como respuesta, como un intento de hacer con el desorden de lalengua, lo traumatizante de lalengua. En lo irreductible de lalengua no hay sentido, el sentido es secundario. Miller[53], a su vez, dirá que el inconsciente freudiano es una elucubración de saber sobre un real; una elucubración transferencial de saber.

El inconsciente es un querer decir sobre el acontecimiento de cuerpo, en el análisis aprendemos a leer el acontecimiento del propio cuerpo, aunque siempre persiste un resto ilegible; un resto que tropieza, repercute, el traumatismo inicial. La operación con lo ilegible en el análisis será el cernir, estrechar, aislar[54]. O se trata de poder cernir la cifra[55].

Y este inconsciente, interpretador al infinito, hasta lo delirante, ha de hallar un límite. La preferencia dada en todo al inconsciente[56], la abertura de las esclusas del significante[57], es, no lo duden, una inclinación delirante del psicoanálisis. Para protegerlo de su inclinación delirante, para contrabalancear esta tendencia, nos orientamos por lo real.

El real de la sustancia gozante, el tener al menos la idea de un real, o la constatación lacaniana que puede tocar un tipo de real, delimita un fuera–de–sentido que garantiza una detención de la cadena, que permite no hacerse aspirar por el inconsciente[58]. El real lacaniano es un real disyunto del saber, esto es radical.[59]

En el Seminario 24, Lacan advierte que el fin del análisis, justamente, no es la identificación al inconsciente, porque el inconsciente sigue siendo el otro, incluye al otro.

Lacan ubica que al final del análisis nos identificamos con nuestro propio síntoma; conocer su síntoma quiere decir saber hacer con, saber desembrollarlo, manipularlo; saber hacer allí con su síntoma: ése es el fin del análisis[60].

Justamente la identificación al síntoma, dirá Laurent[61], es el reverso de la identificación histérica, que es identificarse al síntoma del otro, incluye al otro.

De hecho si echamos mano a nuestras referencias clásicas sobre la histeria: el síntoma histérico es por excelencia un síntoma que habla, que se dirige a alguien. Es portador de un sentido. El cuerpo histérico es cizallado por el significante, el cuerpo de la identificación histérica es mezcla de síntoma y sentido[62].

Ahora bien, la idea de lo material, en el fondo, es el síntoma como tal, pero separado del sentido[63]. Lo real del sinthoma a alcanzar es la pura percusión, –el choque, el embate–, del significante, de la palabra, en el cuerpo[64]. Es lo que tomábamos hace un momento acerca del acontecimiento de cuerpo. Es como Lacan define, en el seminario 23, a las pulsiones: el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir[65].

Pulsión, goce y cuerpo de alguna manera resuenan en lo que concierne a la materialidad. Lo singularísimo del goce de cada uno no tiene sentido; respecto del goce no valen las adjetivaciones ni los juicios de valor.

Materialidad al final: lo que resta de la letra.

Habida cuenta de la disyunción antedicha, también encuentro un punto de articulación entre materialidad significante y materialidad como lo que resta de la letra. Sobre ello encontré una referencia muy interesante de Laurent. En su libro Las paradojas de la identificación , en la que ubica que, desde el punto de vista de la clínica psicoanalítica, la letra no es la grafía –hay 26 letras, 26 grafías en nuestro alfabeto–.

En psicoanálisis decimos que hay letra cuando hay un cierto tipo de materialidad. Esta materialidad de la letra es lo que resta cuando el significante ha entregado todo su mensaje, todo el sentido que podía entregar. Resta la materialidad del significante una vez que terminó de nombrar todo el sentido, es decir que escupió todo su sentido sexual, entonces resta la materialidad de la letra.[66]

Cuando exploramos en el analizante el sentido sexual, una vez explorados todos los vehículos significantes a los que se adhiere, entonces resta una materialidad. El significante sí es divisible, pasamos de la palabra completa al fonema, –hasta que quede finalmente una letra–; podemos dividir hasta el elemento más pequeño reconocido por la lingüística, y bien, tendremos un depósito, una huella que hará que, más allá del sentido, exista una materialidad significante.[67]

Sobre el tema de la huella[68] y de la materialidad significante en tanto cadena diferencial elemental de los fonemas[69], Lacan vuelve en el Seminario 16. Lo señalo simplemente por si a alguien le interesa investigar la referencia.

La puntuación de Laurent me parece un buen anticipo para pensar que la letra como lo que resta al final, que no es sin la estofa significante, pero vaciada de modo tal que no significa nada, no remite a nada, y que se anuda al cuerpo; hace acontecimiento de cuerpo, acontecimiento de goce. Ejemplos de ello son "El calzador–sin–medida" de Leonardo Gorostiza; "La mirada rasgada", de Florencia Dassen; "Encarnada" de Silvia Salman; el "Patu" de Ana Lúcia Lutterbach Holck; entre otros.

En L'insu las referencias a la materialidad se espesan. Ya en la primer clase Lacan[70] advierte: me di cuenta de que consistir quería decir que había que hablar de cuerpo; y nombra las tres consistencias: un cuerpo de lo imaginario –lo que nos permite desembrollarnos, el modelo[71]–, un cuerpo de lo simbólico –el conjunto de los equívocos de la lengua[72]– y un cuerpo de lo real –no se sabe cómo sale, no sabemos qué es el cuerpo de lo real, no hay más que hipótesis[73]–.

Se trata, por cierto, de no preferir una de esas consistencias que hacen al cuerpo. Es cuestión de sostener las tres juntas, de no preferir una en todo, de no hacer de una de ellas un todo[74].

Laurent[75] señala que Lacan quiere definir el cuerpo de lo real a partir del psicoanálisis e introduce su desarrollo a partir de "lo mismo". Para lo real lo importante es que lo mismo sea lo mismo materialmente. Lo real es la repetición material de lo mismo en cuanto que lo que se repite es el goce. Se repite fuera–de–sentido, se repite disjunto del sentido.

Lacan dice que la noción de materia (matière) es fundamental en cuanto ella funda lo mismo. Todo lo que no está fundado sobre la materia (matériellement) es una estafa —Material–no–miente (Matérialne–ment). Lo material se presenta a nosotros como consistente, bajo la subsistencia del cuerpo, es decir de lo que es consistente, lo que se tiene, una unidad[76].

En cambio, el significante sí forma serie, siempre está la oposición entre lo mismo y otro, entre S1 y S2; en el nivel de lo simbólico hay "unos" que hacen serie, que tropiezan, en el cual podemos equivocarnos. El inconsciente de Lacan está formado por "un–yerros", significantes unos, que siempre se equivocan[77].

Para pensar estos significantes unos de los que habla en el Seminario 24 voy a tomar los dos niveles del Uno, que Lacan distingue claramente al final del capítulo XI del Seminario 19. Por un lado está el Uno como Uno solo, que es el Uno que produce al sujeto y por el otro tenemos el Uno que se repite, el Uno de la producción significante.

Paula Vallejo[78] ubica que por un lado tenemos el Uno que podríamos llamar singular, Hay de lo Uno, Haiuno, y que se ubica en el lugar de los puntos suspensivos que dan título al Seminario "…"o peor. Puntos que aluden a un lugar rechazado: el de "no hay relación sexual". En ese nivel se ubica Un–decir; es el lugar del uno–todo–solo o del Uno completamente solo.

Este Uno, primero, funda la serie, va al lugar del cero diríamos. También se lo llama Uno de la existencia, se sitúa en el nivel de la singularidad. Es el Uno que hace acontecimiento (fijación). Es también el Uno del traumatismo, de las marcas de un acontecimiento de goce irrecuperable. Acá podríamos ubicar las coordenadas del síntoma como acontecimiento de cuerpo. El Uno se imprime sobre el cuerpo y hace de él un aparato de goce[79].

El sinthome designa aquello que del síntoma permanece rebelde al inconsciente, eso que no se presta a ningún efecto de sentido, eso que podría dar lugar a una revelación[80]. Esta perspectiva acentúa lo que hay, y lo que hay es el sinthome, lo que resta del síntoma cuando se ha vaciado de sentido. A este respecto Miller introduce el concepto de iteración, que es la reproducción de lo mismo; iteración como un actuar de manera repetida, un hacer.

Ubicado esta primer lógica del Uno podríamos enlazar aquí lo que decíamos hace un momento con Laurent: que lo real es la repetición material de lo mismo en cuanto que lo que se repite es el goce. Aquí podríamos ubicar entonces la noción de materia como lo que funda lo mismo y no engaña (Matérial–ne–ment: material–no–miente; materialmente).

Por otro lado, sigo abrevando del escrito aún inédito de Paula Vallejo, a este Uno singular, hemos de distinguirlo de los Unos del inconsciente, múltiples, estarían ubicados del otro lado del título, en el "o peor". Estos Unos del inconsciente, los Unos de la serie numérica, no serían posibles, por cierto, sin el Uno–todo–solo que fundó la serie. Son Unos contables, numerables. Acá podemos ubicar el rasgo unario, el sujeto del inconsciente y la serie S1–S2. Lacan es taxativo: el rasgo unario, der einziger Zug, nada tiene que ver con el Haiuno; el rasgo unario es aquel con el cual se marca la repetición como tal[81].

Estos Unos del inconsciente trabajan incansablemente intentando cifrar el acontecimiento de goce, intentan pasar el goce a la contabilidad del inconsciente. ¿De qué modo? Produciendo un goce recortado por el significante. De hecho el objeto a, sería un modo de intento de recuperación de goce. El objeto a, plus de gozar, podemos pensarlo como el núcleo elaborable del goce, aquello que puede perfectamente circular con los significantes; es una manera de anotar el goce[82].

Estos Unos insisten, son Unos de la insistencia, de la repetición. Si la iteración del Uno solo, ya dijimos, se relacionaba al actuar, hacer de manera repetida; la repetición, de los Unos del inconsciente, en cambio, se ubicaría más del lado del pensar, del decir[83]. La repetición sería el discurso que uno encuentra, que cada quien teje, para envolver la iteración[84]. La repetición es un encuentro fallido con lo real, la repetición sirve para aproximarnos a lo real, siempre inalcanzable[85].

Volviendo al seminario 24, Lacan dice nada más único que un significante; él no es sino semejante a otra emisión de significante. El significante vuelve al valor, al intercambio, y que cuando hay intercambio es posible la introducción de la mentira. No hay más que una serie de otros, todos los mismos en tanto que unidades, entre los cuales una–equivocación (une–bévue) es siempre posible.[86] Aquí tenemos entonces los Unos del inconsciente.

Esa serie, entonces, nombra. ¿Qué nombra? –O al menos lo intenta– un modo de goce que siempre sigue siendo el mismo –pura repetición de lo mismo– y que puede ser nombrado en lalengua por "unos" significantes, significantes que siempre yerran, que se equivocan. Entonces aquí los Unos del inconsciente, los que hacen serie, siempre yerran pues no pueden reencontrar la satisfacción perdida, la identidad de percepción, aunque intenten una y otra vez cifrarla.

Miller dirá que en el muy último tramo de su enseñanza, la herejía de Lacan no reside únicamente en abandonar el campo del lenguaje, sino en permanecer en él pero tomando como regla su parte material, es decir, la letra en lugar del ser[87].

Lacan pasa por el término de lituraterre, esto es, la transformación de literatura para hacer valer la letra como litura, marca residual, desperdicio, limadura, y alejarla así de sus afinidades con el ser.

Freud pensaba que el inconsciente era unos efectos de significante[88], unos efectos de sentido, esa es su debilidad mental, nos dice Lacan, de la que no me exceptúo, agrega, pues tengo que vérmelas con el mismo material que todo el mundo, con ese material que nos habita. Y aquí "material" está enganchado con lo real del goce[89].

A este respecto Lacan propone aquí, un inconsciente que ya no está formado por efectos de significante sobre un cuerpo imaginario, sino un inconsciente formado por ese nudo entre lo imaginario, lo simbólico y lo real[90].

Incluye pues la instancia de lo real, lo real está muy especialmente suspendido al cuerpo[91], lo real, ya lo dijimos, es la pura repetición de lo mismo, eso que Miller aisló en la dimensión del Uno–solo que se repite[92].

Al final del análisis se tratará de vérselas con lo nuevo que se extrae de las coordenadas de esta pura repetición de lo mismo. Esto nuevo alude a una dimensión ética, algo así como "querer ese eterno retorno" o la aceptación de la contingencia del encuentro con el goce[93].

Para concluir.

Lo material, de la última enseñanza, a diferencia de la materialidad significante, no es una representación, ni representaciones de palabras, sino palabras en su materialidad, más cerca si se quiere del sonido, de la polifonía, de lo asemántico. Concierne a lo que resta de la letra.

La materialidad puede pensarse entonces como soporte del resto, lo que queda, lo que se extrae. La letra es ese punto de máxima extracción sobre lo propio, un punto de absoluta singularidad[94]. Si el síntoma freudiano está hecho de significantes, el sinthome lacaniano responde al registro de la letra.[95]

Hacer de la letra un uso que no fuera del semblante, que no fuera un uso significante, es reconducir al significante a la letra que lo sostiene[96].

En fin, ¿Cómo advenir a lo material? Si la práctica analítica es de algún modo efectiva es porque, a partir de lo simbólico, algo resuena en el cuerpo, algo roza lo real, toca el cuerpo y hace que el síntoma responda[97].

El discurso analítico está hecho para recordarnos que el acceso a lo real es lo simbólico. A lo real sólo accedemos en y mediante ese imposible que sólo define lo simbólico[98]. La orientación no es el desciframiento sino el hacer uso.

Lo material, entonces, no son sino palabras en sus equívocos fundamentales, el equívoco del desciframiento de lo cifrado, de los un–yerros.

Este tropiezo, el une–bévue fuera–de–sentido, es lo único que constituye una aproximación a lo real.[99]. Un real, por cierto, que no es sino un trozo, fragmento, asistemático, sin ley, desordenado (!!!)[100], un real, hay que decirlo, a todas luces impredecible.

 
Bibliografía
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Notas
  1. Trabajo presentado el viernes 3 de mayo de 2013 en El Seminario 2013 "Síntoma, ciencia y mercado" del Departamento de Psicoanálisis y Filosofía – Pensamiento Contemporáneo asociado al CICBA. Y también presentado el 26 de octubre de 2013 en el Seminario "¿Cómo nos afecta lalengua? – Los afectos, las pasiones y el cuerpo en la experiencia analítica –" Responsable Paula Vallejo, en Acción Lacaniana La Plata.
  2. Lacan, J., (1971–1972) Seminario 19,... o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 220.
  3. Miller, J–A., Piezas de repuesto (Pièces détachées). Tercera sesión, miércoles 12 enero de 2005. Inédito.
  4. Lacan, J., (1971–1972) Seminario 19,... o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 111y 112.
  5. Laurent, E., "Hablar con el propio síntoma, con el propio cuerpo" www.enapol.com
  6. Miller, J. –A., (2000–2001) El lugar y el lazo, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 111.
  7. Ibíd, p. 145.
  8. Ibíd, p. 390.
  9. Ibíd, p. 145.
  10. Ibíd, p. 146.
  11. Ibíd, p. 146.
  12. Ibíd, p. 150.
  13. Miller, J. –A., (2012) "Lo real en el siglo XXI", en El orden simbólico en el siglo XXI, Grama ediciones, Buenos Aires, 2012.
  14. Miller, "Lo real... Óp. Cit., p. 436
  15. Solano, E. "El "moterialismo" de la sesión corta" en Papers del Comité de Acción de la Escuel@ Un@ | Nº 10 – Marzo de 2004 en www.eol.org.ar
  16. Miller, J–A., La fuga del sentido, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 295.
  17. Goldenberg, M., "Síntoma, ciencia y mercado" presentación en el Depto. de P y F – Pensamiento contemporáneo del 19 de abril de 2013, inédito, las notas son mías.
  18. Miller, "Lo real... Óp. Cit., p. 436.
  19. Miller, El lugar... Óp. Cit., p. 151.
  20. Miller, J–A., Piezas.... Cuarta sesión, miércoles 8 de diciembre de 2004. Inédito.
  21. Lacan, Seminario 24... Óp. Cit. Clase 17–05–77.
  22. Lo no sabido que sabe de la una equivocación (T. de J. Aramburu) o Lo insabido que sabe de la una–equivocación hecha alas para la morra o Lo insabido que sabe de un–yerro adquiere alas para el juego de par o impar o L'insucces (el "no éxito" o "el fracaso") de L'Unbewusste c'est l'amour lleva a "El fracaso del inconsciente es el amor". Introduce entonces la idea de "el inconsciente como ignorancia (insu), una ignorancia que se sabe, en algún lado se sabe" (Laurent, ENAPOL)
  23. Miller, El lugar... Óp. Cit., p. 414.
  24. Ibíd, p. 396–397.
  25. Ibíd, p. 415.
  26. Lacan, J., (1953–1954) El seminario 1: los escritos técnicos de Freud, Paidós, Buenos Aires, 1996, p. 42.
  27. Ibíd, p. 264. Lacan, J., (1953–1954) El seminario 1: los escritos técnicos de Freud, Paidós, Buenos Aires, 1996,
  28. Lacan, J., (1960) "Observación sobre el informe de Daniel Lagache", en Escritos 2, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2008, p. 627.
  29. Miller, J–A., (2011) Seminario: El ser y el uno, Sesión 6, 9–3–2011. Inédito.
  30. Lacan, J., (1965) "La ciencia y la verdad", en Escritos 2, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2008, p. 831.
  31. Miller, El ser... Óp. Cit., Sesión 6, 9–3–2011.
  32. Lacan, J., (1964–1965) Seminario 12: Problemas cruciales para el psicoanálisis. Clase del 03–03–1965. Inédito.
  33. Lacan, J., (1966–1967) Seminario 14: La lógica del fantasma. Clase del 31–05–1967. Inédito.
  34. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
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  36. Lacan, J., (1975) "Joyce el síntoma", en Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p.595–596.
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  40. Lacan, Seminario 20..., p. 168.
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  42. Miller, J–A., Piezas.... Primera sesión, miércoles 24 de noviembre de 2004. Inédito.
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  46. Miller, J–A., Piezas.... Óp. Cit.,Segunda sesión, miércoles 17 de noviembre de 2004. Inédito.
  47. Miller, J–A., Piezas... Óp. Cit., Quinta sesión, miércoles 15 de diciembre de 2004. Inédito.
  48. Lacan, Seminario 20..., Óp. Cit., p. 168.
  49. Miller, "Lo real..." Óp. Cit., p. 434.
  50. Lacan, Seminario 19..., p. 149.
  51. Miller, J–A., Piezas de repuesto (Pièces détachées). Quinta sesión, miércoles 15 de diciembre de 2004. Inédito.
  52. Lacan, Seminario 20..., p. 167.
  53. Miller, "Lo real..." Óp. Cit., p. 433.
  54. Miller, J–A., Piezas... Óp. Cit.,Tercera sesión, miércoles 1º de diciembre de 2004. Inédito.
  55. Zarzoso, N. "Interpretación y Sinthome: Porque se habla, se goza, un incurable a transitar" Clase del 8 de junio de 2013 del Seminario Seminario ¿Cómo nos afecta la lengua? en Acción Lacaniana La Plata. Inédito.
  56. Lacan, Seminario 24..., Óp. Cit. Clase 14–12–76.
  57. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  58. Ibíd. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  59. Miller, J–A., Piezas de repuesto (Pièces détachées). Cuarta sesión, miércoles 8 de diciembre de 2004. Inédito.
  60. Lacan, Seminario 24..., Óp. Cit. Clase 16–11–76.
  61. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  62. Ibíd.
  63. Ibíd.
  64. Miller, El ser... Óp. Cit. Sesión 14, 25–5–2011.
  65. Lacan, J., (1968–1969) El seminario 23: El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 18.
  66. Laurent, E., "Las paradojas de la identificación. I. La Identificación: Topología y Tiempo" en www.eol.org.ar Las itálicas son mías.
  67. Ibíd.
  68. Lacan, J., (1968–1969) El seminario 16: De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 285–287.
  69. Ibíd, p. 92. Lacan, J., (1968–1969) El seminario 16: De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 285–287.
  70. Lacan, Seminario 24..., Óp. Cit. Clase 16–11–76.
  71. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  72. Ibíd.
  73. Ibíd.
  74. Ibíd.
  75. Ibíd. .
  76. Lacan, Seminario 24..., Óp. Cit. Clase 14–12–76.
  77. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  78. Vallejo, P., (2013) "Hacia un paradigma nuevo" segunda clase del Seminario 2013 ¿Cómo nos afecta la lengua? en Acción Lacaniana La Plata. Inédito
  79. Ibíd.
  80. Miller, J–A., Piezas... Óp. Cit.Quinta sesión, miércoles 15 de diciembre de 2004.
  81. Lacan, Seminario 19...Óp. Cit., p. 165.
  82. Miller, J–A., Piezas... Óp. Cit.,Sexta sesión, miércoles 12 de enero de 2005.
  83. Vallejo, P., (2013) "Hacia un..., Óp. Cit.
  84. Ibíd.
  85. Ibíd.
  86. Lacan, Seminario 24..., Óp. Cit. Clase 14–12–76.
  87. Miller, El ser... Óp. Cit. Sesión 14, 25–5–2011.
  88. Lacan, Seminario 24..., Óp. Cit. Clase 11–01–77.
  89. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  90. Ibíd. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  91. Lacan, Seminario 24..., Óp. Cit. Clase 18–01–77.
  92. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  93. Vallejo, P., "Hacia un...". Óp. Cit.
  94. Ibíd. .
  95. Miller, J–A., Piezas... Óp. Cit.Sexta sesión, miércoles 12 de enero de 2005.
  96. Miller, J–A., Piezas... Óp. Cit.Sexta sesión, miércoles 12 de enero de 2004.
  97. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  98. Lacan, J., (1971–1972) Seminario 19,... o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 139.
  99. Laurent, "Hablar con..." Óp. Cit.
  100. Cuando escribí este texto no me había encontrado aún con un artículo de Miller que de alguna manera contradice esta idea de el desorden de lo real. ¿De qué real se trata? Si al orden simbólico se opone el desorden imaginario; en cuanto a lo real Miller indica que está totalmente fuera de la división entre orden y desorden; lo real es, pura y simplemente. Valga una aclaración para este punto: este es no pertenece al registro del ser, no es ontológico, en todo caso habrá que explorar el asunto de la ex–sistencia. Cfr. Jacques–Alain Miller, (2013) "El Otro sin Otro" intervención hacia el próximo Congreso de la NLS, fuente web: ampblog2006.blogspot.com.ar
 
 
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