Una vez escribí a un padre.
Ahora es la piedra. Una roca.
Desde la oscura y profunda caverna,
Calavera y hueso cobran vida.
Se remueven desde el cofre, desde el baúl, grande, lleno.
Órganos y huesos.
Huesos y órganos.
Pero sobretodo hueso.
Aún algo de carne, pútrida.
¿Es esto cielo?
¿Es esto infierno?
¿Es acaso un Bien o Mal?
Sustancia hierve desde la caldera.
Emana el olor del calor.
Emana el sudor del hueso.
Se extrae la sustancia.
Explosión.
Tuétano, célula, membrana.
La misma y Otra, y no otra.
Sujeta… apuesta, toma posta, retoma.
Vuelve el vuelo.
¿Y qué hay entonces?
Poesía, letras, palabras.
Una luna.
Estrellas.
Esa voz responde.
Y en medio de la nada, vacío.
Y en medio de aquel, piedra, roca.
Cincel, cuchillo.
Al estilo, como pincel, un sujeto esculpe con navaja.
A su modo, y con pluma, un sujeto escribe.
Con lágrima, sella.
Con punto, arranca.
Con luna despierta.
Con sol… respira.
Y esa nube, y ese cielo, a re–tomar.
Inhala ahora un palpitar y un trago vital–izador.
Bienvenida, de nuevo.

Octubre 25 de 2013