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Consecuencias
 
Edición N° 11
 
Noviembre 2013 | #11 | Índice
 
La función de la escritura. Síntoma y Sinthome.
Por Ana Kristy Wiener Sosa
 

Ana Kristy Wiener SosaEn La instancia de la letra, Lacan especifica que lo que se repite en el discurso es lo mismo que se repite en el síntoma y es la cuestión de lo que se repite en el síntoma, inentendible para el sujeto y a pesar de él, lo que anticipa la dimensión de la escritura en la palabra pues eso inentendible que leemos en la palabra, nos obliga a leer la palabra, de lo que se desprende que cualquier lectura llama a la escritura. Y esto también me sirve para decir que aquello que Lacan nos presenta con las modalidades lógicas se escribe o no, cada vez. Es por ello que al contrario de lo que suele decirse, un analista no escucha, lee. A la altura del Seminario 10, el partenaire va a cambiar, deja de ser el Otro y pasará a ser el propio goce del sujeto, el a. Pues dice de éste que es "goce autoerótico", es así la satisfacción que depara ex–siste a la articulación significante, podríamos decir, al saber inconciente, y dicha división será retomada por Lacan en "Lituraterre" en donde en el interior del sujeto hay una división entre el saber y la letra. El síntoma, es leído por el yo como un desajuste, de ahí la queja del mismo, pero el analista debe estar advertido de que marca un funcionamiento en lo real. Lacan, años después, va a introducir el cifrado para tomar la estructura del lenguaje partiendo de la escritura, esto anterior no sin haber también introducido la cuestión del uniano. En el autocomentario va a articular de algún modo las dos acepciones del síntoma anteriormente mencionadas, pues lo trabaja como nudo de signos, a esta altura, un signo es aquel que tiene potencia de desciframiento, y estos signos van a estar designados por la cifra. Los signos van a tener efecto de sentido y de goce. Lacan da una indicación clínica: "es preciso que, a través del desciframiento, la sucesión de los signos, mientras que al comienzo no se comprendía nada, adquiera un sentido". Es decir que se abre una vía del sentido misma que llega a un término o límite, y he ahí el agujero, de la no relación sexual, imposible de escribir, donde encontramos algo escrito, que no define una relación sino más bien un goce autista. Esto se debe a que el inconciente escribe y cifra goce. Pero es importante señalar que no es sin el pasaje por el sentido que se llega a bordear dicho agujero. Lo que no cesa de escribirse en el síntoma es la cifra, para bordear un poco este concepto, Miller propone dos tipos de metáfora, una de ellas la del significante que muchos ya conocen y la otra es la de la cifra designando a ésta como un modo de pensar el rasgo unario. Situado esto podemos pensar que la cifra es metáfora del número en tanto metaforiza al cero absoluto –aquel que es del orden del potencial (el campo de las posibilidades aún no inscriptas) y determina los imposibles no necesariamente sino potencialmente–. Esto es: no necesariamente debe ocurrir, se nota que ocurrió lo metaforiza como Uno y esta escritura es de lo real. Sin embargo la relación que se establece entre la cifra y el Uno estriba en lo siguiente: que por mucho que se extreme el cifrado del lenguaje no va a soltar jamás lo que tiene que ver con el sentido porque él esta "allí en lugar del sentido" (23 de Noviembre del ´73) esto conlleva a que si bien se puede escribir algo de lo real, no son más que trozos. La metáfora sirve para subrayar que no hay algo primero, hay un cero y una diferencia, más esa diferencia en cualquier momento puede ocupar esa función de cero, lo cual ya sugiere una base ontológica. El Uno no se trata de una falta, ni de una cuestión del ser, no dice: allí es, sino hay de lo Uno, se trata más bien del cuerpo propio mismo que estará afectado por la castración. Se establece una preeminencia del tener cuerpo no ya del ser en el fantasma como soporte del deseo cuya verdad es ser deseo del Otro. Tengamos presente que la forma que adquiere el Uniano, en el discurso, es el unario, el psicoanálisis opera con el discurso. Lo que se plantea es que operando vía el sentido la función analítica es afectar lo real y eso real afectado se sitúa en el dispositivo analítico; la escritura de lo real singular es una invención que puede acontecer en un análisis. Por ésta se puede bordear al goce del Uno, que se diferencia radicalmente del ser, este goce del Uno está articulado al acontecimiento del cuerpo, no al cuerpo de la bolsa–imaginario, sino al cuerpo de la resonancia pulsional, el cuerpo que se goza. Que en suma ese cuerpo que se goza de un modo singular es el núcleo del síntoma que irreductible quedará como resto sintomático. Es decir, más allá del ser, su deseo y deflación, hay un goce que conjuga el Uno y el a (Il y a), el cuerpo como acontecimiento. Miller propone al síntoma en tanto respuesta de la existencia del Uno que es el sujeto. Hay un lugar vacío hecho a partir del Uno de la existencia, de su "eclipse" como señala Miller, ese conjunto vacío o inexistente es el de la repetición y ahí se va a situar el Otro, que no existe pero se tratará de representarlo, de representar el vacío de lo hétero, mediante el arte, la ciencia, las disciplinas, la religión, etc. Lo que se repite, no es la inexistencia sino la inscripción de la misma. En la clase 8 del Seminario 21, Lacan dice que ese Uno "connota muy bien el goce", es decir, apela al goce, mientras que el cero quiere decir "no lo hay". El conjunto vacío es un lugar de inexistencia que atañe al ser, es por ello que el Otro se inscribe en el nivel del ser, pues atañe al equívoco, al semblante. Pero este ser depende del Uno es decir, de la cifra. La cifra por más que se anhele, no deja de estar en el lugar del sentido y en tanto tal no puede dar cuenta de lo uniano, que escapa enteramente al sentido. Entonces el trabajo del inconciente que consiste a la altura del ´73 en cifrar, se refiere a este anhelo de cifrar ese goce uniano. El síntoma autoerótico del Seminario 10, se relaciona entonces con esas letras que quedan como restos sintomáticos que no dicen nada a nadie y que escapan al cifrado simbólico, es esa letra que no está en el Otro. La letra, por ende, deja de tener efectos de verdad, en tanto no es sólo materialidad del significante sino que se ubica del lado de lo que al sujeto lo goza, sin Otro. Esto queda claro en el Atolondradicho cuando Lacan plantea que el punto fuera de línea –refiriéndose al objeto a– "es la opinión que puede ser dicha verdadera porque el decir le da la vuelta, la verifica en efecto, pero solo por ser el decir lo que la modifica al introducir la doxa como real"; la doxa es definida por Diótima en El banquete de Platón como una opinión verdadera que no puede dar cuenta de las razones que la sustentan, de ahí que la doxa como real refiera a las vueltas del dicho que encuentran su causa en algo que no es decible, si Lacan utiliza el término fixión para designar al punto fuera de línea es porque remite a una fijación de goce, si la doxa no agota la razón de su decir, es como el decir en relación a los dichos y lo que se establece en el Atolondradicho es que este decir es coherente con lo que existe al dicho que no es de la dimensión de la verdad. El síntoma es un modo de gozar del inconciente, pero ¿bajo qué estatuto del inconciente? Es el inconciente que escribe, que cifra; en el ´74, en La tercera, propone al exorcismo del psicoanálisis como aquel donde en el desciframiento se resuma a lo que constituye la cifra y es esto lo que da cuenta que el síntoma sea algo que no cesa de escribirse en lo real, y para que haya algo que no cesa de no escribirse, es preciso que previamente haya un vacío, el conjunto de la inexistencia, ésta inexistencia no es la nada, es el cero absoluto, campo del potencial que mencioné anteriormente. Dicha necesidad supone a una existencia en tanto que para que algo exista, –y esto es una base topológica– debe haber un agujero. Pero el cero absoluto no se inscribe nunca, sino habría esencia de lo real, es más bien la inscripción de la inexistencia lo que metaforiza vía la cifra, el número, a menos que estemos en el campo de la magia, la religión o la poesía. La función de la escritura en un sinthome se juega en tanto que no hay relación entre los tres registros, el 4to nudo va a hacer la función de anudamiento –no tanto de prohibición–, entonces este 4to nudo o sinthome le da un nombre a lo que no puede decirse, distinto del Nombre del Padre, en tanto se relaciona a una invención del sujeto y no a aquello que le es permitido al sujeto desde el campo del Otro. La invención es distinta de la creación. Lacan la articula en el Seminario 14 con la ciencia, y con el creer, la invención no está a resguardo de la lógica fálica, ni bajo ningún discurso establecido. El síntoma está relacionado con la creación–creencia, mientras que el sinthome, se relaciona con la lógica del no–todo y con la invención. A partir del sinthome se plantea que hay un conjunto vacío que es el Nombre del Padre, articulado con elementos por fuera del conjunto. El sinthome es un absurdo desde la teoría de los conjuntos en tanto sus puntos no pertenecen al conjunto ni al exterior del conjunto, es un conjunto reducido a su borde, ya que es con la nominación que se enmarca el agujero de sentido –ausentido– y se designa así el rasgo y la satisfacción (1 + a).

 
 
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2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA