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Consecuencias
 
Edición N° 12
 
Mayo 2014 | #12 | Índice
 
De la lucidez a la tontería y viceversa
Por Carolina Rovere
 

Carolina RovereHace tiempo que vengo interrogándome sobre la relación entre la tontería y la lucidez. Considero que podemos pensar estos estados como vectores en dos direcciones, de esta forma: L ↔ T.

Quiero comenzar a abordar la línea de L → T planteando que es parte de la dinámica, o del movimiento que sustenta el deseo. En el corazón de la neurosis nos topamos con las distintas modalidades del rechazo al deseo. Este "no querer saber nada de eso" se presenta con diferentes vestiduras, otra manera de nombrar el modo defensivo frente al deseo que imprime una marca particular en la estructura. Así tenemos la versión insatisfecha que se verifica en la histeria, la imposible en la neurosis obsesiva y la prevenida en las fobias.

No es para nada fácil aceptar las dotes especiales y distintivas con las que cada uno se encuentra en su singularidad. Es así como existen personas que tienen talentos físicos: de belleza, destreza, o intelectuales: inteligencia, creatividad, talento artístico y una innumerable gama de capacidades especiales. Asumir estas condiciones, estas regalías suele ser un trabajo arduo y complejo, no nos olvidemos que el neurótico hace un culto del sufrimiento, todo fantasma es para sufrir.

De hecho Freud, que era muy lúcido, escribió "Los que fracasan al triunfar"[1], haciendo alusión a esta característica. Freud en este momento le adjudica a la conciencia moral, que más tarde llamó Superyó, a este fracaso. Y nos da como ejemplo literario a Lady Macbeth de Shakespeare, escuchemos su voz después de convertirse en reina: "Nada se gana, al contrario, todo se pierde, cuando nuestro deseo se cumple sin contento: vale más ser aquello que hemos destruido, que por la destrucción vivir en dudosa alegría (Acto III, escena 2)[2].

Justamente cuando el sujeto se dispone a desplegar sus condiciones y le va bien, muy bien, allí empiezan los verdaderos problemas, suscitados por el exceso que se experimenta en los distintos estratos de la fama, exceso que no es fácilmente tramitado y que puede terminar en la misma muerte y aniquilación subjetiva. El superyó devastador que puede engordar brutalmente, avanza sobre el deseo de vida y el sujeto sin más se deja llevar hacia la muerte. Lamentablemente dos ejemplos nos dan muestra de esto, la dolorosa pérdida de las magistrales voces de Amy Winehouse y Witney Houston. Para no fracasar al triunfar se requiere de una destreza y lucidez subjetiva porque el exceso sin un trabajo minucioso y cuidadoso puede llevar al sin más nada. La revista Vogue dice: "Por desgracia no hay un manual de instrucciones sobre cuál es el mejor modo de gestionar la fama"[3] ¡Si fuera así de fácil! ¿No?, cuántos problemas nos ahorraríamos. Pero la realidad es que no hay manuales y si los hubiera nada tiene que ver con el posicionamiento inconsciente frente al deseo, conmover esto es todo un trabajo que normalmente lleva mucho tiempo.

Pero más allá de estos casos tan excepcionales, podemos pensar que la tontería o las respuestas tontas de un sujeto en muchas ocasiones son modos de defenderse frente a la lucidez, como un modo reactivo de reaccionar por no tolerar muy bien ese don. El ¡qué tonto/a fui!, es la mayoría de las veces directamente proporcional a la inteligencia subjetiva. Visto así los raptos de tontería en estos sujetos serían el hilo conductor que nos puede llevar al reconocimiento de la lucidez, y que el superyó se encarga de mantener solapado para no admitir ese rasgo acorde al sujeto.

Todavía falta abordar el otro vector T → L, fundamental para este texto y tiene que ver con mi despertar sobre el tema que fue provocado por la maravillosa escritura de Jean Claude Milner en su libro Los nombres indistintos[4]. Allí dedica un capítulo que titula "La tontería" y ¿de qué habla justamente? De algo transcendental para el Psicoanálisis, algo para nada tonto, dedica ese apartado a la escritura de los matemas y a los fundamentos de la no relación sexual. Nos dice: "habría que concebir una manera tonta de existir como sujeto….Nos proponemos sumar a los nombres empleados de la subjetividad moderna, el de la tontería"[5] Luego agrega: "Ella se revela sorda". ¿Y de qué sordera se trata en la tontería? Veamos el axioma tonto que nos propone. "No hay ningún corte que deshaga el Lazo"[6]. Entonces la tontería es otro modo de afirmar neuróticamente la existencia de la relación sexual, la creencia pertinaz en que "eso aguanta siempre". Pero ¿quién no es tonto entonces, o quién no lo fue al menos por mucho tiempo? Siguiendo esta lógica, todos los neuróticos son tontos.

Si un análisis consiste en la subjetivación o asunción de la no relación sexual, y si la salida de un análisis es la construcción del sinthome como Nombre de goce singular, entonces seguramente que un análisis llevado hasta el fin nos da la posibilidad de salirnos de la sorda tontería para deslizarnos por los caminos que nos llevan a la lucidez.

 
Notas
  1. Freud, S., "Los que fracasan cuando triunfan. Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico" (1916), en Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1993, p. 323.
  2. Ibíd, P. 326.
  3. "Querida Amy", Revista Vogue N° 282, España, Septiembre de 2011, p. 325
  4. Milner, J.C., "La tontería", en Los nombres indistintos, Buenos Aires, Bordes Manantial, 1999.
  5. Ibíd, p. 128.
  6. Ibíd, p. 129
 
 
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