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Consecuencias
 
Edición N° 12
 
Mayo 2014 | #12 | Índice
 
The new non-specific sex
Por Silvia Geller
 

Silvia GellerSi Eric Hobsbawn denominó el siglo XX el siglo más corto de la historia, que comenzó en 1914 con el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria–Hungría, desencadenando la Primera Guerra Mundial, y concluyó con la caída del muro de Berlín en 1989, y la subsecuente desaparición de la URSS, nosotros podríamos nombrar la verdadera entrada en el siglo XXI con la sentencia que acaba de tener lugar en Australia: ni hombre ni mujer, existe el tercer sexo llamado non–specific. La portada del Sydney Morning Herald de hoy[1] dice: Neither man nor woman: Norrie wins gender appeal.

Norrie, el caso del cual se trata la sentencia se definía a sí mismo como "anarquista andrógino". Luego de varias contiendas judiciales en las que rechazaba ser clasificado dentro del género sexual binario consiguió lo que se proponía.

Los creadores de la ciencia ficción estarían encantados asistiendo en este momento a la revelación de muchos de los augurios incluidos en sus novelas: Herbert George Wells, George Orwell, Aldous Huxley, Ray Bradbury y Stanley Kubrick con su 2001 Odisea en el espacio, intuyeron lo que se dirigía al borramiento de las diferencias sostenido en un enunciado universalista que solo contenía en su enunciación la Política de lo Uno.

Hay que arreglárselas con lo real, ya lo sabemos.

Pero no hay que confundirse. Podemos adelantarnos diciendo que aquellos que consideren que Freud se equivocó con sus "Tres ensayos para una teoría sexual", o que hay que repensar los fundamentos bajos los cuales Jacques Lacan desarrolló su teoría de la sexuación, se equivocan.

En todo caso nuestra ardua tarea para este nuevo siglo es agudizar nuestra reflexión en relación a la sofisticación que se presenta en lo que podríamos nombrar como el mercado del goce. Se venden goces para todos los gustos.

La sentencia incluye una corrección al requerimiento vigente: The ACT also removed the requirement for surgery for people who wish to change their sex registration. Esto es bastante paradójico en cuanto a sus consecuencias. Desde ya que favorecer la ablación de órganos para inscribir el sexo es algo que podríamos llamar, hacer lugar a la mutilación. Pero a la vez sabemos que liberar este campo permitirá la venta de todo tipo de cirugías transformadoras, cirugías prêt–a–porter, para todos los gustos y todas las edades, disponibles en cualquier ocasión. De todos modos las consecuencias podremos evaluarlas en los años venideros, aunque sabemos que no es de buen augurio nada que quede del lado del ni ni, es decir, ni una cosa ni la otra. En el campo de la justicia es lo que empuja a la incertidumbre radical.

La sentencia, The Act itself recognises that a person may be other than male or female, implica como tal la invitación a reconocer cuales son en el siglo XXI las nuevas figuraciones del Otro, como inespecífico o por qué no indeterminado.

 
Notas
  1. Sydney Morning Herald, 2 de abril de 2014.
 
 
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