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Consecuencias
 
Edición N° 15
 
Mayo 2015 | #15 | Índice
 
El superyó del siglo XXI
Por Greta Stecher
 

"Cuando Lacan viajó a EEUU y vio la publicidad "Enjoy Coca–Cola!" escrita en letras luminosas colgando de los edificios urbanos comentó de inmediato: enjoy no será nunca una buena traducción del término jouissance"[1]

Greta StecherEn el psicoanálisis del siglo XXI nos orientamos por lo real. Nuestra clínica, propone Miller, ha de centrarse en desbaratar, desordenar, la defensa contra lo real; lo real sin ley y fuera de sentido[2]. Este programa de trabajo no anula ni desconoce que la ética del psicoanálisis continua siendo la del deseo inconsciente; ética que toma en cuenta la existencia del superyó.

Por angustia de castración la comedia del Edipo se va al fundamento pero deja un celoso sucesor: el superyó. El obstáculo a la realización de deseos del niño pasa de ser exterior (autoridad del padre) a interiorizarse(núcleo del superyó), heredando su grado de rigurosidad dice Freud. ¿Podríamos leer que, conceptualmente, superyó se opone a deseo?[3]

En El banquete de los analistas Lacan trabaja que, freudianamente, el sentido de realidad procede del superyó; los mandatos del superyó, en tanto tiránicos, trazan las vías (voies) de la realidad. Queda planteado que el sentido de realidad y su mentor el superyó van por una vía y el deseo va claramente por otra. Deseo que siempre es tropiezo, fracaso, realización fallida y, aún así, o justamente por ello, es lo que más nos vivifica.

El superyó se funda en una contradicción irreconciliable: "Así como el padre debes ser; así como el padre no debes ser". Es una ley insensata pero articulada al ideal. El superyó tiene una doble faz: por un lado es un residuo de la primera elección de objeto y, asimismo, es una enérgica formación reactiva contra ello[4]. El superyó es el resto de un goce experimentado por el sujeto niño cuando estuvo tomado en el lugar de objeto del goce del Otro.

La pasión del superyó freudiano es alimentarse de la renuncia pulsional: a más renuncia, más satisfacción. La energía del superyó, dice Lacan en el Seminario de la Ética, proviene del hecho de que el sujeto vuelva contra sí su agresividad inconsciente. Cuando se abandona la satisfacción de la pulsión agresiva contra el mundo esto va a la cuenta de incrementar el goce masoquista. A mayor sometimiento a la ley moral más reforzamiento de las exigencias crueles del superyó.

Se suele decir que el que se satisface es el superyó, se cita «la gula del superyó», pero para gozar hace falta tener un cuerpo y el que pone el cuerpo es el parlêtre[5]. La paradoja es que el parlêtre se apega a un modo de gozar que no colabora en su bienestar, no le va bien con eso, pero aún así…

El superyó, para Lacan, se ubicaría como una función. Función que no está regulada; es desencadenada, sin límites.

En su conferencia "Clínica del superyó" Miller introduce la idea freudiana del superyó como uno de los nombres del inconsciente. Esto corresponde a una de las versiones del inconsciente, la del inconsciente como ley[6]. El superyó se introdujo en la teoría freudiana en un intento de dar cuenta de la coacción que el inconsciente ejerce sobre el parlêtre; de lo que es vivido como cuerpo extraño e ineliminable, de lo que concierne a la opacidad del síntoma.

Habida cuenta de ello Miller propone leer al superyó en los tres registros lacanianos, a saber:

A nivel de la consistencia imaginaria el superyó se presenta como un personaje. Con todo el patetismo y la ridiculez de la figura de autoridad, muchas veces encarnada, rastreable en la historia del parlêtre. "Esa figura obscena y feroz del superyó" del seminario 7.

La función simbólica, en cuanto entraña un agujero, es la que la vincula el superyó a la ley. Pero recordemos que se trata de una ley absurda, injustificada. Es la ley como S1, un significante único que por estar sólo es insensato. Una ley como capricho, cercana al Deseo de la Madre antes de ser metaforizado. Esto, planteado así, es paradójico en tanto que ley, si pensamos al Deseo de la Madre como uno de los nombres del goce; como una función que no cuenta con el freno de lo simbólico. Sería la incidencia traumatizante del goce puro[7].

Y, para pensarlo en lo real, lo que ex–siste como imposible, el superyó, en su fase más profunda, es una de las formas del objeto a: como voz. La voz en el Seminario 10 es presentada por Lacan como lo que resuena en un vacío, que es el vacío del Otro. Corresponde a la estructura del Otro constituir cierto vacío, el vacío de su falta de garantía. Es en este vacío donde resuena la voz, distinta de las sonoridades, articulada pero no modulada; ecos en lo real. Es la voz áfona, más allá de su sustancia sonora. Es la voz en tanto mandamiento, imperativa, reclamando obediencia o convicción. Algo de la pura voz que no tiene nada que ver con el sentido. Es el objeto a como fuera de sentido.

A la altura del Seminario 20, el superyó exige gozar. Uniendo su horizonte a la subjetividad de la época Lacan lee que la neo economía del superyó es menos prohibición y más mandato. El superyó entonces se presenta como imperativo del goce ¡Goza! (Jouis). Como un Dios que ordena a gozar. Pero es un mandato imposible de cumplir, en todo caso el parlêtre a esa demanda sólo puede responder ¡! (J'ouïs). Oye, pero no por ello goza con tanta facilidad…

Ese mandato a gozar, dirá Bassols, es tan imposible de cumplir en su totalidad como inútil en su parcialidad, tan mortífero como ineficaz en sus consecuencias. Ese imperativo no dice nada de con qué objeto hay que gozar. "Just Do It!" Sí, "¡Simplemente hazlo!"[8].

¿Cómo responde el psicoanálisis?

Así como el goce es lo fijo, es más de lo mismo; el deseo desliza metonímicamente, es lo más móvil. A propósito de esto Miller dirá que las sutilezas analíticas se reparten entre deseo y goce; se trata de poder hacer que de alguna manera se enreden, se articulen. Para poder operar con ello Lacan anudó deseo y goce en la escritura del objeto a, causa de deseo y plus de gozar. Un modo de pensarlo es que el deseo no es sino el efecto de lo imposible del goce.

A la ley insensata del superyó se la amasa con la ley del deseo. La oferta que puede hacer un analista –orientado a su vez por su deseo de analista[9]– es que se pueda poner en forma la causa de deseo.

¿Cómo encauza el analista el trabajo? La travesía de un análisis, se orienta, desde el minuto cero, por lo real. Y, asimismo, comienza con una pregunta articulada pero en general no pronunciada, ¿has vivido conforme al deseo que te habita?

A la altura de "La subversión del sujeto…" Lacan decía "es preciso que el goce sea rechazado", y para poner en marcha este trabajo nos orientamos por la castración, es la vía regia, o para decirlo mejor: es la única vía. Desde la ultimísima enseñanza ya no pensamos que haya que rechazar el goce, sino justamente que hay que hacerlo entrar, ponerlo sobre el tapete, dejarse orientar por él. Pero no es lo mismo advenir hacia el saber hacer ahí con lo propio, con el modo de gozar de cada uno, que entregarse a la crueldad del superyó.

El superyó, como dijimos, puede ser una de las figuras del Otro, y un análisis es el intento de ir logrando hacer inconsistir ese Otro. Por eso, a la luz de estas consideraciones, nos permitimos leer la propuesta de Lacan de rechazar el goce en tanto y en cuanto se trataría específicamente intentar reducir, cernir, el goce que produce la máquina infernal del superyó.

 
Bibliografía
  • Bassols, M., "La voz del objeto a" en Desecrits de psicoanàlisi lacaniana, fuente AMP Blog.
  • Bassols, M., "La voz del Superyó: Just Do It!" en Desecrits de psicoanàlisi lacaniana, fuente Web: AMP blog.
  • Bassols, M., "La pasión del superyó" presentación del Congreso de Torino, Mayo de 2000, fuente Web: http://lemessager.online.fr/Castellano/pasiodelsuperyo.htm
  • Brousse, M.B., El superyó: del Ideal hacia el objeto. Perspectivas políticas, éticas y clínicas, Colección grulla, CIEC Córdoba, 2012.
  • Freud, S. (1923) "El yo y el ello" en Sigmund Freud Obras Completas Tomo XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 1993, p. 36.
  • Freud, S. (1924) "El sepultamiento del complejo de Edipo" en Sigmund Freud Obras Completas Tomo XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 1993.
  • Freud, S., El malestar en la cultura (1930), Sigmund Freud Obras Completas, Tomo XXI, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1998.
  • Fuentes, A., "El relieve de la voz" en Freudiana 67, ELP, 2013, p. 61.
  • Goldenberg, M., "El malestar del Otro", fuente Web: http://www.lacan.com/goldenberg.htm
  • Gorenberg, R., "El cuerpo al final del análisis: la voz", en Revista Lacaniana nº 16, Grama, Buenos Aires, 2014.
  • Lacan, J., (1959–1960) El seminario 7: La ética del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 14–16; 214–215; 235
  • Lacan, J., (1960) "La subversión del sujeto y la dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", en Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires, p. 786.
  • Lacan, J., (1962–1963) El seminario 10: La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 91, 120, 272, 296, 298, 318 y 325, 353, 365.
  • Lacan, J., (1969–1970) El seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 2004.
  • Lacan, J., (1971) El seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Bs. As., 2009.
  • Lacan, J., (1972–1973) El seminario 20: Aún, Paidós, Buenos Aires, 1998, p. 11.
  • Lacan, J., (1974–1975) El seminario 22: R.S.I., Inédito.
  • Lacan, J., (1977–1978) El seminario 25: El momento de concluir, Clase 1: Una práctica de charlatanería"15 de Noviembre de 1977, Inédito.
  • Laurent, E., Posiciones femeninas del ser, Tres Haches, Buenos Aires, 1999, p. 112–113.
  • Miller, J–A., "Clínica del superyó" en Conferencias Porteñas Tomo 1, Paidós, Buenos Aires, 2009.
  • Miller, J–A., (2000) El banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2010.
  • Miller, J–A., (2010) Sutilezas analíticas, Paidós, Buenos Aires, 2011.
 
Notas
  1. Bassols, M., "La voz del Superyó: Just Do It!" en Desecrits de psicoanàlisi lacaniana, fuente Web: AMP blog.
  2. (…) se trata de explorar la dimensión de la defensa contra lo real sin ley y fuera de sentido. El inconsciente lacaniano, el del último Lacan, está al nivel de lo real. Nuestra clínica deberá centrarse en el desbaratar, desordenar, la defensa contra lo real. En un análisis el inconsciente transferencial es una defensa contra lo real. Porque en el inconsciente transferencial sigue vigente una intención, un querer decir, un querer que me diga algo. Mientras que el inconsciente real no es intencional, sino que se encuentra bajo la modalidad del "así es". http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/011
  3. El sentido de realidad procede del superyó; ellos van por una vía y el deseo va claramente por otra. Deseo que siempre es tropiezo, fracaso, realización fallida y, aún así, o justamente por ello, es lo que más nos vivifica.
  4. Freud, S. (1923) "El yo y el ello" en Sigmund Freud Obras Completas Tomo XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 1993.
  5. El parlêtre es el sujeto más el goce del cuerpo
  6. Hablamos aquí del inconsciente de los pequeños signos, el inconsciente de la memoria cibernética, de la consistencia combinatoria; el superyó de alguna manera expresa la faz de regularidad del inconsciente. La otra versión sería la del inconsciente como emergencia imprevista, irruptiva. Esto es: el tropiezo, lo sorpresivo, lo huidizo, lo que no anda, lo inaprehensible, lo imprevisible o la versión más divertida si se quiere, la del Witz.
  7. Miller, J-A., "Clínica del superyó" en Conferencias Porteñas Tomo 1, Paidós, Buenos Aires, 2009
  8. Bassols, M., Op. Cit.
  9. El deseo del analista, concepto que alcanzó sin dudas su protagónico a la altura del seminario 11, acaso pudo ser relevado por el de discurso del analista o la posición del analista, según la época, hace una última aparición a la altura del Seminario 25 con la pregunta acerca de cómo operar en la transferencia… Citamos: Lacan, J., Seminario 25, Clase 1: "Es seguramente por eso que he puesto el acento sobre el deseo del analista. El sujeto supuesto saber de donde he soportado, definido la transferencia: ¿supuesto saber qué? ¿De qué modo operar? Pero sería totalmente excesivo decir que el analista sabe de qué modo operar. Lo que sería necesario es que sepa operar convenientemente, es decir que pueda darse cuenta de la pendiente de las palabras para su analizante, lo que incontestablemente ignora".
 
 
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