Mario Goldemberg plantea en la editorial de C15: Este siglo es un siglo de víctimas y predominantemente de imágenes de víctimas. Imágenes que forman parte del espectáculo mediático.

El pasado jueves 3 de septiembre llevé a mis hijos a tomar un helado en la esquina y, contingentemente, allí vieron la tapa de Clarín con la imagen del niño sirio. Un encuentro fallido, insospechado y a todas luces indeseable entre mis dos pequeños y esa imagen. Imagen que, por cierto, yo misma había evitado durante todo el día; aunque rabiosamente se imponía en las pantallas, insistiendo una y otra vez; persistiendo aún, diez días después. Ayer, sin más, la Presidenta se refirió a ello en su discurso.

En la heladería, tras un enmudecimiento repentino y la mirada inquisidora de ambos, se sucedió la caterva de preguntas. Justamente de esas que no se pueden soslayar. Y la angustia no faltó a la cita. El empleado del negocio también me miró expectante, y una pareja que se tomaba un café se quedó en silencio… Mamá ¿Qué le pasó a ese niño? ¿Los niños también pueden morir? ¿Por qué la guerra? Sin dejarme responder del todo continuaron indagando por extenso un rato y, al irse a dormir, me instaron una vez más.

Esa noche el editor del diario escribe en la web una justificación acerca de por qué publicaron esa imagen. Habla de un intenso debate en la redacción y que decidieron publicar al chico muerto más que a la imagen del chico muerto ¿Es eso posible? ¿Hay de lo real sin mediación? Lo Real no aparece pues más que por un artificio, un artificio ligado al hecho de que hay la palabra e incluso el decir[2], dirá Lacan en el Seminario 25. Todo lo que se escribió, se dijo y hasta se intentó mediatizar artísticamente da cuenta de un intento de cernir, vía distintas combinatorias de los registros, lo indecible del horror.

Sin duda la imagen que se da a ver es una de las referencias favoritas de la época. Los editores en cuestión se refieren a la inflación de las imágenes y una consecuente insensibilización. Argumentan, y ese es su bastión, acerca de la necesidad romper la anestesia de la indiferencia, la inocencia y la responsabilidad, sacudida por la fotografía. Escriben, necesitan procesar. La escritura es un artificio[3], un modo singular de hacer con.

Margarita Álvarez Villanueva, presente en esta edición (En referencia a Consecuencias N° 15), dice que hay el tiempo propio, de cada cual, para poner la distancia, la separación con el Otro, que pensar requiere. Es el tiempo particular para volver a desear después de la devastación.

Es muy interesante la cuestión de pensar en un tiempo para volver a desear después de la devastación. Cuando la devastación arrasa con la subjetividad, la insólita posibilidad de volver a considerar el deseo es casi un barroquismo. Para todo procesamiento psíquico hay un tiempo que es propio, es uno por uno.

Nuestra Revista existe desde 2008, su formato web nunca cedió a las tentaciones de hacerse de papel. Ese tesón electrónico le valió una inserción internacional que gratamente nos sorprende, una y otra vez, en intercambios con distintos colegas de todo el abanico de la A.M.P.

Consecuencias ha logrado hacerse un nombre y es material activo de trabajo en Seminarios, Carteles y trabajos publicados en el Campo Freudiano e incluso fuera de él, cuando se la menciona en notas periodísticas, por dar un ejemplo.

En una Conversación entre José Nun y Eric Laurent, que moderara oportunamente Oscar Zack, En la Biblioteca Nacional, allá por noviembre de 2008, Eric Laurent se refirió a la Revista Consecuencias, que por aquel entonces era muy novel, pero ya hacía sus primeras marcas

En la XIV Asamblea General de la AMP Miquel Bassols, en su Discurso como Presidente entrante, cita nuestra Revista, tomando una publicación de Eric Laurent en la 10° edición.

Hasta nos permitimos encontrar algún eco de trabajo, simplemente un jirón, una resonancia, en el nombre que Miller eligiera para el Congreso en Buenos Aires, en 2012, el orden simbólico en el siglo XXI no es más lo que era ¿Qué consecuencias para la cura?

Uds. habrán notado que las secciones en las que se ordena la Revista son sinónimos de la palabra Consecuencias. Sin pretensiones de establecer algo estanco ni de rigidez alguna, podríamos argumentarles que, —me parece que puede ser curioso ofrecer alguna luz sobre el asunto—, establecemos de modo general lo que sigue, a saber: Los escritos que se agrupan bajo el apartado "Alcances" refiere a textos de orientación; por eso en general ahí encabezan Miller, Laurent y otros tales… En "Derivaciones" apuntamos a reunir aquellos temas de conexión del psicoanálisis con la literatura, el cine, la ciencia y por cierto también la clínica. Luego, en "Variaciones" van los textos referidos a la intersección con otros campos. Y finalmente la sección "Aplicaciones" se dedica, tal como consuena, al psicoanálisis aplicado.

El espíritu de la Revista es aspirar, con la menor arrogancia que permita la expresión, hacia una pretensión de finura epistémica. Cuando incluimos casuística en algún trabajo, —no sin guardar cierto recelo—, es siempre bajo una selección muy cuidada. El trabajo en equipo es la potencia que la hace posible: Director, Consejo Editorial, Comité de Redacción, Corresponsales y Traductores trabajamos en intenso intercambio cada vez. En suma, creo que el rasgo distintivo de Consecuencias es que es una Revista que conversa con la época.

Llevamos 7 años, con dos ediciones anuales. Mario Goldenberg y Paula Contreras me confiaron el rol de responsable editorial desde la 9na edición en adelante, si mal no recuerdo. Ya desde antes la editaba, lo hice incluso para otras publicaciones de la Escuela, ahora también pero incluyendo el trabajo de coordinación. He tomado con gusto ese guante, ante todo, porque hacerlo me divierte. Y me atrevo aquí a evocar el juego que hace Lacan en el Seminario 18, acerca de la diversidad, lo diverso y la diversión[4]. Llevar adelante cada publicación de Revista Consecuencias es un fenómeno siempre diverso, vivo, inquietante, en donde se me hace posible hallar algo de lo divertido que puede tener, tras sus opacidades, esta singularísima profesión.