Siguiendo a Lipovetsky, estamos sumergidos en un "capitalismo artístico"[1], donde el arte existe por fuera de la cuarta pared y los muros del Louvre. De la mano de artistas como David Nebreda y Marina Abramović, recorreremos algunos de los modos de habitar el lenguaje a partir de invenciones singulares, a partir de tener un cuerpo.

El habeas corpus y la máquina cartesiana

Si antes el cuerpo le pertenecía a Dios, al amo; el habeas corpus constituye un cambio en esta concepción, ya que esta declaración implica que "tu cuerpo es tuyo, tu cuerpo te pertenece"[2], como indicó Lacan en la conferencia de 1967. ¿Qué quiere decir esto? Si el cuerpo le pertenece al Padre, el uso que se haga de éste debe estar en relación directa con la función otorgada por Dios, es decir, su función biológica concebida como un empuje a la vida, por ejemplo: la nariz fue creada para respirar, no para fumar; la piel fue creada para proteger el cuerpo, no para tatuarse; etc. En cambio, si tu cuerpo te pertenece tienes la libertad de hacer con él lo que te plazca: gozar, aunque el mandato superyoico implique displacer. El discurso de la ciencia es un empuje a este despedazamiento subvirtiendo la perspectiva aristotélica, como bien subraya Jacques–Alain Miller. Lacan supo advertir que el avance de la ciencia y la biología molecular van en el sentido cartesiano, que no es más que descomponer el cuerpo en pedazos como una máquina, lo cual bien podría pensarse como una psicotización del ser hablante. En este sentido, el "progreso" de la humanidad va de la unidad aristotélica a la máquina cartesiana; va del amo Dios, al amo capitalista.

Fotos que anudan

David Nebreda es un fotógrafo madrileño que fue diagnosticado con esquizofrenia a los 19 años. Vive encerrado en un piso donde ha realizado la totalidad de su obra fotográfica. No está medicado, practica severos ayunos y abstinencia sexual, no tiene contacto con el mundo exterior: ni radio, ni televisión, ni periódico, nada. Absolutamente toda la obra de Nebreda está basada en su propia persona, para ser más precisa, en su propio cuerpo. Asimismo, Nebreda rechaza ver su imagen reflejada en el espejo. La única aproximación que tiene de su cuerpo es a través de las fotografías que se toma, fotos que dan cuenta de la autoflagelación, –cortes, quemaduras, su estado de inanición–. En la esquizofrenia hay un retorno del goce sobre el cuerpo, un cuerpo fragmentado. El sujeto psicótico está por fuera del discurso. Lacan postula que la función de los órganos le hace problema al ser hablante, esto es evidente en la esquizofrenia ya que el sujeto debe inventar una solución para ligarse a un cuerpo, no cuenta con un discurso "típico" como el neurótico. Quizás la obra de Nebreda es un intento de anudar algo de ese cuerpo fragmentado y de hacerse un nombre, ya que su obra fue reconocida, sobre todo en Francia. Jacques–Alain Miller sostiene que es el arte lo que es hecho por un artista. Si bien en este caso el Nombre del Padre se encuentra forcluido, no se cuenta con un fantasma, un síntoma, con algo cuenta en su lugar. Si observamos su "arte", su imagen, lo que hace con su cuerpo, –que aunque sin metáfora a disposición, para el que lo percibe desde fuera bien podría metaforizar la muerte–, se podrían presentar varias cuestiones. ¿Ser reconocido como artista implica estar por fuera de la psiquiatría, de la clínica? ¿El arte moderno ha devenido un nuevo modo de concebir la locura? Así como las brujas eran pensadas como seres poseídos por el demonio, ¿hoy día una evidente locura es concebida como arte?

Lloro mirándote a los ojos

"Su mirada la hace existir". El único modo que tiene Marina Abramović de extraer el objeto a de su cuerpo es vomitando y defecando. Marina Abramović, como ella misma se define, es la abuela del arte de la performance. Su arte la empuja al infinito, llevando su cuerpo y su mente a extremos inconcebibles. Entre los actos que realizó, uno consistió en someterse al Otro, permitiendo que durante seis horas el público hiciera de su cuerpo un objeto a través de utensilios de todo tipo; pistolas, tijeras, látigos. Su biografía remite a un hecho de su infancia. Un día su abuela salió y le dijo a Marina que volvería en un rato y que no se moviera. Cuando la abuela regresó, encontró a Marina en la misma posición, en la que había permanecido estática durante tres horas. Ello da cuenta que la orden del Otro es tomada a la letra. En un principio, el público manipulaba su cuerpo de manera sutil, poco a poco esto se tornó en agresiones y violencia. Al finalizar el acto, Marina se dirigió al público, el cual salió corriendo, escapando de una confrontación real. La mirada del público revive y conmemora la mirada de su madre, quien era todo. Nuevamente uno se podría preguntar, ¿cómo Marina se escapa de la clínica, de la psiquiatría, y es reconocida por el Museo de Arte Moderno de Nueva York? Su arte, por más mortífero que sea, le permite extraer ese goce que la invade, por supuesto, fuera de todo discurso. ¿Acaso construye un nombre propio, aunque apenas sujetado, nombre propio al fin, el de "artista", que hace del accidente simbólico una forma de existir por fuera de todo alcance psicoanalítico y lejos de toda intervención de salud mental?. Quizá el arte la salvó, quizá la está matando frente a todos, o, tal vez, ambas.

¿El arte como solución?

Desde el rechazo a la imagen del cuerpo, la imagen como parte del mercado, trozos de carne que se venden y se compran, atravesados por el reflejo de la mirada del Otro, podemos pensar que tanto David Nebreda como Marina Abramović inventan una manera de habitar el lenguaje. Invención que escapa a la clínica y a la psiquiatría. Invenciones artísticas para algunos, por fuera de un discurso establecido. Sin embargo, ¿se puede hablar realmente de un afuera y un adentro cuando lo no establecido se establece y se extiende cada vez más?