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Consecuencias
 
Edición N° 17
 
Julio 2016 | #17 | Índice
 
El objeto pequeño a como partenaire [*]
Por Greta Stecher
 

Greta Stecher"No hay relación sexual porque el goce del Otro considerado como cuerpo es siempre inadecuado –perverso, por un lado, en tanto que el Otro se reduce al objeto a– y por el otro, diría, loco, enigmático".
Jacques Lacan, Seminario 20: Aún, p. 174.

En febrero tropecé con una cita de un inédito de JAM "Algunos problemas de pareja" en el que reza "en el análisis, lo que se descubre es que su verdadero partenaire es siempre lo que le es imposible de soportar. Su verdadero partenaire es su real, lo que resiste y que lo mantiene ocupado"[1]. Allí empezó esta aventura, cada quien elige la propia. Un enredo singularísimo con los temas que cada año elegimos, no sin dificultad, para trabajar con otros.

¿Con quién juega su partida psíquica el analizante aunque no lo sepa? Nuestro sujeto lacaniano es impensable sin un partenaire. Tiene de manera necesaria, por estructura, un partenaire[2]. Comenzando con una afirmación por la negativa –que tipos como Miller pueden empuñar sin que les tiemble el pulso–: en ningún caso el Otro es el partenaire fundamental del sujeto. No es el partenaire sexual, ni la Otra persona, el Otro encarnado, no es el Otro como lugar de la verdad.

El partenaire del sujeto es algo de sí mismo. Y nombra en una serie: su imagen, su objeto a, –algo de su propio goce–, su plus de gozar y fundamentalmente su síntoma. El partenaire es multifigural[3].

El objeto a es el partenaire mayor, el partenaire esencial, si se quiere, del sujeto; es un objeto que ha sido tomado del cuerpo propio; es el objeto en tanto plus de gozar en términos del Seminario 16. En la estructura del fantasma $◊a, el partenaire es un objeto extraído del propio cuerpo. Un objeto éxtimo, topológicamente interior/ exterior.

Luego eso tendrá sus vestiduras: el partenaire encarnado, el amor, los síntomas, los afectos, hasta la sexualidad puede pensarse haciendo las veces de envoltura, de ropaje, al plus de gozar. La época puede incluso ofrecer nuevos síntomas, puede renovarse el guardarropa, pero lo que el síntoma formal envuelve: el a: el núcleo kern del goce, insiste en su mismidad; no hay nuevas pulsiones.

Asimismo la enseñanza de Lacan sostiene que no hay relación sexual. No está escrita, no hay emparejamiento, la relación sexual no se anota en ningún lado, no cesa de no escribirse. Esto es que hay ausencia de saber en lo real en lo que hace a la sexualidad[4]. No hay fórmula de la relación; "¿qué hay en el lugar de la fórmula que falta? Hay toda una variedad. La variedad imprevisible de la sexualidad humana. Están los encuentros del amor, las repeticiones del deseo, los traumatismos del goce"[5].

Entonces del lado de lo que sí hay podemos enumerar, entre otros: hay traumatismos, hay contingencias y hay encuentros. Hay accidentes, hay un cierto azar, hay palabras, hay una narración, hay una historia sexual de la que el sujeto da cuenta, con tropiezos, traumas y desencuentros. A partir del no hay relación es menester producir un tejido. Esencialmente es el inconsciente el que teje un texto en derredor del agujero que le dio ex–sistencia. El inconsciente interpreta y cifra la no relación. El objeto pequeño a, en tanto hueco, vacío, pliegue, borde, límite, presta su forma, ¿su enforma?, para que ese tejido halle un hacia dónde. El Sinn y la Bedeutung freudianas están convenientemente enredados.

Lacan ubica el lugar del Otro con mayúscula, es decir el cuerpo, la marca del A como lugar de inscripción, al que vemos ahuecarse en el en–forma de A. Esto es por el objeto pequeño a que lo agujerea; haciendo que A no esté completo, que no sea identificable con un todo. El objeto pequeño a opera con la estructura topológica del A, recorta su horma, su enforma[6].

El enforma se podría quizá pensar como un nombre de la castración. Gracias a que hay castración se puede salir un poco del goce autístico, –no en todos los casos claramente, pues algunos gadgets se ocupan muy bien de taponar esa falta–. Pero en las ocasiones mejor avenidas, gracias a la castración, hay una parte del goce autista que se pierde y obliga a buscarlo como objeto perdido en el Otro, como una suerte de complemento necesario, dándole entonces una función central. En definitiva no hay unión entre los partenaires sin que la castración intervenga[7]. Los sujetos se vuelven partenaires por la palabra, ya que el goce per se conduce a la soledad.

Lacan dice poéticamente al final de la primer clase en el Seminario 16: "Has anillo de este hueco, de ese vacío que está en el centro de tu ser. No hay prójimo salvo ese hueco que está en ti, el vacío de ti mismo"[8]. Lo real del objeto a es un vacío topológico y eso ha de distinguirse cuidadosamente de las materializaciones de esa función topológica, esto es, de los semblantes que el objeto a puedan representarse, encarnarse, materializarse en sustancias, en objetos, en partenaires.

El síntoma va al lugar de la no relación, hace metáfora de ella. Asimismo el síntoma es susceptible de encarnarse en el partenaire sexual. Esto es que el partenaire intentará acomodarse a la no relación, encontrando por la vía del síntoma un modo posible. No habiendo relación no hay enredo al partenaire por fuera de lo sintomático.

En su Curso El partenaire–síntoma JAM[9] presenta una suerte de movimientos en la pareja lacaniana. Recorre cómo se pasó de la una primer pareja imaginaria [a–a'] –el primer partenaire es la imagen–, luego está la pareja simbólica constituida por el sujeto tachado y el Otro [$◊A]; pasando por la pareja del deseo y la del goce, ambas bajo la misma escritura, la del fantasma [$◊a]; para finalmente advenir a una nueva: la del parlêtre y el partenaire síntoma [parlêtrepartenaire Σ].

Me interesa la tensión entre la pareja fantasmática [$◊a]; y la del partenaire síntoma [parlêtrepartenaire Σ]. El estatuto esencial del partenaire a nivel del goce es ser el objeto a del fantasma. Fantasma y síntoma de alguna manera se reencuentran al final de la enseñanza; el fantasma califica lo real del goce y se une al síntoma en la medida que ya no es solamente mensaje. Lo fundamental, en el caso del fantasma como del síntoma, es el núcleo de goce, del que ambos son envolturas. Dicho de un modo más radical el partenaire es a y el compañero/a de ruta es un envoltorio; exactamente como el síntoma[10].

Pareciera que fue necesario advenir a la consideración del síntoma para representar acabadamente el anudamiento. Si consideramos que el objeto, en tanto nombre de lo real, se aloja en el núcleo del síntoma, ergo: el pequeño a no deja de estar allí, sosteniendo todo el asunto. Sabemos que el síntoma contiene siempre dos partes: el núcleo de goce y la envoltura formal que toma del campo del Otro, texto de la civilización.

Estamos entonces en condiciones de sostener que entre los partenaires está el síntoma ♀Σ♂; ♂Σ♂; ♀Σ♀. El partenaire para cada uno de los sexos terminará siendo aquel que sea capaz de volverse su síntoma; para el hombre el partenaire es circunscripto, limitado, finito; y para la mujer supone una abertura ilimitada e infinita, esto es lo que le hace decir a Lacan que para la mujer el partenaire estaría más cerca del estrago[11].

Incluso hablando a nivel del amor la relación al Otro siempre está mediada por el síntoma. El drama del amor se halla suspendido entre la contingencia y la necesidad. El amor puede ser pensado como un modo del encuentro; encuentro en la pareja de los síntomas y de los afectos. Lo que permite revestir el plus de gozar de una persona es el encuentro en el partenaire de todo lo que marca en cada uno la huella su exilio de la relación sexual[12].

A nivel sexual la relación de pareja supone que el Otro se convierta en un medio de goce para el parlêtre, la ligadura al Otro es sintomática. ¿Por qué? Porque el síntoma es un medio de goce del cuerpo, "es la investidura libidinal de la articulación significante en el cuerpo"[13]. El síntoma es un modo doble de gozar: por un lado gozar del saber inconsciente y su articulación significante ya que el síntoma es la investidura libidinal del S1–S2; por otro lado el síntoma es un modo de gozar del cuerpo del Otro, cuerpo del Otro entendido también como cuerpo propio que siempre tiene dimensión de alteridad, el cuerpo es el Otro.

En definitiva el cuerpo del prójimo puede ser un medio de goce para el cuerpo propio, una vuelta pulsional, un rodeo, sobre el objeto donde la satisfacción no es por el objeto pero no es sin. Creo que se mantiene allí, sin confundirse –pero no sin algún enredo entreambos–, la tensión entre los dos niveles del objeto freudiano: el objeto parcial de la pulsión y el objeto total (que horrible suena) de la relación de objeto.

El partenaire es con quien se juega la partida, es el socio, es con ese con quien se baila, con el que se ejerce una profesión, una disciplina, es con quien uno se ejercita en un deporte, es también con quien se conversa e incluso con quien uno se acuesta[14].

El partenaire procura a cada sujeto el plus de gozar que le conviene, como la analizante de JAM[15] que gozaba de la injuria. Se descubre, con ayuda del analista el sujeto es feliz incluso en su dolor, se descubre que la palabra injuriante es precisamente el nudo, el núcleo mismo de su goce. Obteniendo de la injuria conyugal un goce de palabra. Se descubre que le es preciso ser estigmatizada para ser. La pareja infernal conmemoraba el síntoma del padre, quien tenía un profundo desprecio y un odio por la feminidad de origen religioso. Ella satisface allí su propio síntoma. Podemos decir que el sujeto gozaba por medio del partenaire de la estigmatización paterna. De modo que ella podrá abandonarlo solo si abandona, si se borra, la imagen eternizada de su padre.

A mi juicio lo más interesante del recorte es lo que señala como hipótesis Miller al final: Pero podría suceder también que, si dejase de desear la injuria, el partenaire dejara de dirigirse a ella de ese modo. Esto de alguna manera nombra que es el sujeto el que crea las condiciones de posibilidad de hacer existir el goce encarnado en su partenaire, casi como del orden de la invención. De alguna manera podríamos decir que hace existir el plus de gozar en su partenaire, al que por cierto elije por creerlo portador de equis rasgos.

La operación analítica apuntará a alivianar de alguna manera el lazo del sujeto a su plus de gozar para advenir a una relación si se quiere más confortable, menos opresiva con él. No existiendo de ningún modo la homeostasis sí se puede pensar en un buen uso del síntoma que quizá permita obtener algún placer del propio goce o poder estar en sintonía con él[16].

Prosigue JAM: A este síntoma incurable que está presente en la sexualidad en tanto tal, no podemos verdaderamente darle solución alguna. Ha de permanecer como un enigma. Sólo nos queda hacer con él, saber desembrollarse. Hacer un psicoanálisis es cernir, despejar, aislar, el modo en el que cada quien encontró el enigma sexual. Es esclarecer el modo en el cual el inconsciente interpretó ese enigma. Con el síntoma que se pudo armar se trata de savoir–y–faire, saber arréglaselas con, conocer, servirse de él pero en el sentido empírico, no en el campo del saber articulado –El saber referencial pierde preponderancia– es más bien algo de saber hacer en la contingencia. Es cuestión de desenvoltura, de marañas, de la manera que tenemos de enredarnos con aquellos con los que elegimos mezclarnos. El síntoma es ante todo un hecho de embrollo y hay síntoma justamente cuando el nudo perfecto falla, cuando se enreda, cuando hay lapsus del nudo ¡O sea: siempre! Para concluir: el síntoma en tanto nudo es punto de basta en la pareja; y cuando se habla específicamente de sinthome éste sería el único sitio en el que, para los que se embrollan en él, la cosa finalmente de alguna manera anda.[17]

 
Bibliografía
  • Lacan, J., El seminario 16: De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008.
  • Lacan, J., El seminario 20, Aún, Paidos, Buenos Aires, 1998.
  • Miller, J.–A., "Algunos problemas de pareja" disponible en la web www.psicoanalisisinedito.com
  • Miller, J.–A., "La invención del partenaire" disponible en la web www.psicoanalisisinedito.com
  • Miller, J.–A., "La teoría del partenaire" en Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Año X, Número 19, Publicación de la EOL, 2016.
  • Miller, J.–A., El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 289.
  • Miller, J.–A., El partenaire–síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2008.
 
Notas

* Trabajo a presentar en agosto 2016 en el Seminario de EOL Sección La Plata "La invención Lacaniana del objeto a" Responsables: Paula Vallejo y Mónica Boada; Colaboradoras: María Laura Errecante, Marisol Gutierrez, Marisa Saad, Cecilia Valfiorani y Griselda Lozano.

  1. Miller, J.–A., "Algunos problemas de pareja" disponible en la web www.psicoanalisisinedito.com
  2. Miller, J.–A., El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 289.
  3. Miller, J.–A., "La teoría del partenaire" en Revista Lacaniana de Psicoanálisis, Año X, Número 19, Publicación de la EOL, 2016, p. 34 y 38
  4. Miller, J.–A., El Otro que no existe… Op.Cit. p. 257.
  5. Miller, J.–A., "La invención del partenaire" disponible en la web www.psicoanalisisinedito.com
  6. Lacan, J., El seminario 16: De un Otro al otro, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 283.
  7. Ibíd., p. 12
  8. Ibíd., p. 24.
  9. Miller, J.–A., El partenaire–síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 263–269; 401.
  10. Miller, J.–A., El Otro que no existe… Op.Cit. p. 417–419.
  11. Ibíd., p 389.
  12. Lacan, J., El seminario 20, Aún, Paidos, Buenos Aires, 1998, p. 175 y Miller, J.–A. El Otro que no existe… Op. Cit. P. 295.
  13. Miller, J.–A., El partenaire… Op.Cit. p. 408.
  14. Miller, J.–A., El Otro que no existe… Op.Cit. p 288.
  15. Miller, J.–A., "Algunos problemas…" Op.Cit.
  16. Miller, J.–A., "La teoría del partenaire…" Op.Cit. p. 73.
  17. Miller, J.–A., "La invención…" Op.Cit. y Miller, J.–A., "La teoría del partenaire…" Op.Cit. p. 77–80.
 
 
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