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Consecuencias
 
Edición N° 17
 
Julio 2016 | #17 | Índice
 
¿Quiénes son los camaleones en la hipermodernidad? tiempo y lugar actual de la práctica psicoanalítica
Por Ricardo Seldes
 

Ricardo SeldesEn los años 60 la ficción creaba Star Trek, una supernave, el Enterprise, cuyo objetivo era "explorar nuevos mundos, nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones en el espacio extraterrestre" para ir a donde ningún hombre hubiera llegado nunca.

Allí aprendimos a "convivir" con imágenes de cuerpos supuestamente horribles con seres de corazones amplios, mejores que los terrícolas. El hombre es más prójimo de sí mismo en su ser, que en su imagen especular.[1]

El cuerpo entra en la economía del goce por medio de la imagen del cuerpo. Hay un mundo que comienza en el goce primario, el que Lacan describe en el Seminario V con la risa del niño antes de toda identificación, incluso la especular.

Lo real es la orientación en nuestra práctica con el parlêtre, el que tiene miedo de su propio cuerpo. En la angustia que surge del entrever que se reduce a eso, a su cuerpo, diversas respuestas se inventan para vérselas con los momentos en que la vida se manifiesta en su forma más pura.

La ciencia produce respuestas a esas exploraciones personales, más o menos accesibles a los sujetos. Una pregunta se nos impone: los sujetos camaleones ¿se muestran o se camuflan?

Respondemos en forma provisoria, se muestran camuflándose, se esconden de sus vacíos.

La ciencia nos brinda en qué hincar el diente, en ligar lo que nos falla en la relación de conocimiento a lo que se reduce a gadgets. ¿Seremos animados nosotros mismos por los gadgets?[2]

Para Lacan era poco probable ya que no conseguiremos que no sean síntomas, es decir lo que se inventa para creerse el cuento de la existencia de la relación sexual, en las mismas épocas en las que su inexistencia se ha vuelto evidente y explícita.

La pregunta que se nos impone (una vez que se ha generalizado el uso de tatuajes, piercings, cirugías, pequeñas y audaces incursiones genéticas, modas, Guerra de las Galaxias o equivalentes), es por el uso que hará la humanidad cuando se haga necesaria la implantación de dispositivos en el interior del cuerpo, gente con chips en la carne, cuando tengamos cyborgs de pacientes, de vecinos, de colegas.

Los hoy NFC (near field communication) con un chip en la mano ya pueden tuitear en forma instantánea, pasar puertas codificadas, pagar pequeñas sumas de dinero.

Los entusiastas temen que los grandes grupos de ciencia digital propongan sus chips, lo cual implicará por supuesto el uso del control por parte del estado o de los hackers especializados. Un mundo feliz, diría Huxley.

A este mundo, in–mundo, no le faltará el malestar.

Los algoritmos rigen nuestras vidas digitales. Están en nuestras líneas de tiempo de Twitter, de Facebook y de Instagram, en nuestras búsquedas en Google y en la interpretación de datos masivos por parte de gobiernos y empresas.

La recolección y utilización de grandes cantidades de datos (big data) puede perpetuar y exacerbar los patrones sociales ya existentes de racismo y discriminación.

Nuestra tarea no es que los sujetos se desembaracen de lo real. Si el psicoanálisis se mantiene como síntoma, con su falta de la relación sexual, eso hace que los analistas dependamos de lo real y no lo contrario. Tenemos la tentativa de renovar el sentido del síntoma a lo cual Lacan permaneció ligado.

Es lo que introdujo con el nombre de sinthoma. No consiste en absoluto en rechazar el real científico y el saber en lo real. Sin rechazar este saber, podemos admitir que hay saber en lo real, y plantear que en ese saber hay un agujero, que la sexualidad hace agujero en el saber.

Donc: El psicoanálisis precisa aggiornar su práctica al espíritu de la época. No somos nostálgicos, sería un retorno a lo peor. Respondemos a la pregunta que nos hicimos al comienzo. ¿Quiénes son los camaleones?

Respuesta: son aquellos sujetos permeables a los efectos de sentido. La histeria por ejemplo, aún la rebelde. El sujeto del inconsciente experimenta su docilidad a la palabra del Otro. Los analizantes son camaleones. La operación analítica permite a un sujeto mutar, ponerse a distancia de la constancia de inercia que lo fija. Esa constancia que limita sus movimientos.

Desde esta perspectiva también los analistas son camaleones porque en su formación se preparan para tolerar las diversas maneras de gozar que tienen los sujetos, pueden incluirse en diversos fantasmas y aceptan, como camaleones, el color que el analizante le otorga en la transferencial.[3]

Camaleones que ejercen una dura docilidad, agregamos, para estar advertidos de que en el mundo de camaleones, el analista puede anticiparse para asegurar el porvenir del psicoanálisis.

 
Notas
  1. Lacan, J; "La tercera" en Lacaniana 18, Buenos Aires, mayo 2015, p. 20
  2. Ibíd., P. 31.
  3. Miller, J.–A.; "Estructura Desarrollo e Historia" en Seminarios en Caracas y Bogotá , Editorial Paidós , Buenos Aires, 2015, p. 337
 
 
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