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Consecuencias
 
Edición N° 17
 
Julio 2016 | #17 | Índice
 
Rebelión, radicalismo, rechazo [*]
Por Carmen Cuñat
 

Carmen CuñatEstos tres términos, sobre todo los dos primeros, tienen un uso tradicional en la política. Quizás el tercero nos es más cercano. En realidad, hace mucho que nos lo apropiamos. El rechazo nos remite de inmediato a la Verwerfung, la forclusión. Pero para ceñirnos a un campo clínico en el que quizás los tres términos se ponen en juego propongo que nos fijemos en la adolescencia.

El término rebelión es casi un nombre de la adolescencia. El joven es el que se revela frente a la autoridad. Según Freud, se consuma con ello "uno de los logros psíquicos más importantes pero también más dolorosos de la pubertad: el desasimiento respecto de la autoridad de los progenitores, el único que crea oposición, tan importante para el progreso de la cultura, entre la nueva generación y la antigua"[1].

Para Freud es un logro para la cultura, pero con Lacan podemos decir también que todo depende de cómo esa autoridad acoja la rebelión, si es que eso es posible. Si se trata de una autoridad que nada la conmueve, que solo dice no o que se inmiscuye en exceso, entonces la rebelión del joven puede tornarse en radicalismo y, más allá de ello, puede convocar el rechazo.

Podemos detectar entre los tres términos, en efecto, "una escalada de violencia", como se suele decir.

Pues ¿qué es lo que está en juego en la rebelión que nutre la adolescencia? Para Freud estaba claro, "la contemplación del mundo real hace descubrir al niño cosas que minan la primitiva exaltación del padre y que facilitan el abandono de este primer personaje ideal"[2]. El joven "aprende a criticarle y a situarle en la escala social, y suele hacerle pagar muy cara la decepción que le produce. Todas las esperanzas que ofrece la nueva generación –pero también todo lo condenable que presenta– se originan en este apartamiento del padre"[3]. Es interesante comprobar que Freud tenía ya presente que la decadencia del padre que ahora conocemos como una de las características de nuestra contemporaneidad, era debida al descubrimiento del niño en el mundo real "de otras cosas". Ahora, lo menos que se puede decir es que la immixión del discurso de la ciencia en los saberes tradicionales, acelera en mucho el proceso de la desidealización parental y en tanto tal alimenta hasta saciarlas a las bellas almas de la rebeldía contra el desorden del mundo.

¿Qué hace actualmente que las exigencias del joven se radicalicen? No es solo a causa de la incapacidad parental para competir con esos nuevos saberes, es también y sobre todo por el empuje a gozar que subyace bajo los impases crecientes de la civilización, dominada como está por el discurso capitalista, que rechaza, en el sentido de la Verwerfung, la castración. Lacan, para situar la dimensión de la Otra escena ponía en la misma serie "el deseo, el aburrimiento, el enclaustramiento, la rebeldía, la oración, la vigilia, el pánico"[4] como principios permanentes de las organizaciones colectivas "fuera de los cuales no parece que la vida humana pueda mantenerse mucho tiempo". Es conmovedor observar ahora que gracias a esa multiplicidad de posibles que ofrece este mundo movido por la lógica de la mercancía cada vez más "el desencanto, la banalización, la brutalización"[5], vienen a primera escena –sin duda con la ayuda de lo virtual– para asediar el lugar del deseo.

Todo ello no es sin efectos sobre el vínculo social. Los jóvenes, expulsados (otro nombre del rechazo) cada vez más del mundo de los adultos, se reúnen entre ellos para intentar sostenerse en comunidades de goce donde la revuelta cae en desuso, por no existir ya otro a quien dirigir la protesta. Lejos estamos de los inicios del radicalismo político, que abogaba por el sufragio universal. La caída de las ideologías, el alza del individualismo democrático hacen que se afiance no tanto una idea sino un modo de gozar bajo el imperialismo del Uno solo. Quizás, como señala J.–A. Miller, frente a la mutación del orden simbólico que deja huecos, lo que adviene es el triunfo de la religión, pero esta vez no sostenida en la impotencia del padre sino en "un Dios Uno y único", "sin dialéctica y sin compromiso"[6].

 
Bibliografía
 
Notas

* Presentado en el Vap–Vupt, Las Jornadas Clínicas del X Congreso de la AMP, Rio de Janeiro, Abril 2016.

  1. Freud, S., "La metamorfosis de la pubertad" en Tres ensayos de teoría sexual. Obras Completas, Volumen VII, Bs. As., Amorrortu, Bs. As., 1993.
  2. Freud, S., "Sobre la psicología del colegial"en Sigmud Freud Obras Completas, Tomo XIII, Bs. As., Amorrotu, Bs. As., 1993.
  3. Ibíd.
  4. Lacan, J., "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis",en Escritos 2, O.E. ed. RBA, Barcelona, 2006, p. 529.
  5. Miller, J.–A., "El inconsciente y el cuerpo hablante",Presentación del tema del X Congreso de la AMP en Río de Janeiro 2016 www.eol.org.ar
  6. Miller, J.–A., En dirección a la adolescencia eresi.blogspot.com/2015/07/ja–miller–en–direccion–la–adolescencia.html
 
 
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