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Consecuencias
 
Edición N° 18
 
Diciembre 2016 | #18 | Índice
 
Presentación del libro La puesta en juego del síntoma. Clínica con niños y adolescentes [1]
Por Andrea Botas
 

Andrea BotasUmberto Eco –escritor y filósofo italiano– con su mordaz lucidez sostenía: los libros no están hechos para que uno crea en ellos, sino para ser sometidos a investigación. Cuando consideramos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa[2].

Considero este libro una creación relevante, para aquellos que nos dedicamos a la clínica con niños, no sólo en lo que hace a la conservación de algunos conceptos fundamentales del psicoanálisis –tales como el inconsciente, la repetición, la transferencia y la pulsión– sino también en lo que hace a la transmisión de lo nuevo.

Lo nuevo, en los lazos familiares, en los Nombres del padre, en la subjetividad del niño y del adolescente y su correlato en la práctica clínica. No se trata de aferrarse obstinadamente a las viejas formas ni tampoco de quedar fascinados ante las nuevas formas modernas.

En su interior se destacan, interesantes proposiciones acompañadas de algunos casos clínicos que nos ilustran, partiendo de la obra freudiana como apoyatura del psicoanálisis de hoy. No sólo se interesan en textos teóricos sino también en el cine –Paranoid Park–, la literatura –La leyenda del Rey Arturo– como expresiones de lo contemporáneo.

Este libro comprende la teoría clásica, donde Lacan (1946) hace uso del instrumento de la metáfora paterna para definir el niño (posición fálica del niño). Del mismo modo, que incluye ("Dos notas sobre el niño", "Discurso de clausura de las jornadas sobre las psicosis en el niño, 1967– 1969), una revalorización de la metáfora paterna, cuando en Lacan, la crítica del falo va en aumento a medida que avanza la promoción del objeto a. Posición clásica e hipermoderna del niño que tiene su incidencia en lo que hace a su cura.

Comienza con una intervención del director del Instituto del Campo Freudiano y fundador de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, J.-A. Miller en unas Jornadas del 2005[3]. Nos recuerda la permanencia de la función de la familia conyugal en cuanto sigue siendo dominante en su responsabilidad como organización de parentesco ideal para la crianza de los niños. Familia que queda como residuo, como objeto a; como ideal a alcanzar sin importar los medios de procreación y esto para buscar lo que es la transmisión –ceder, traspasar algo a otro– en tanto constituyente para el sujeto. Transmisión de un deseo que no sea anónimo; no se trata de transmitir un saber puro, absoluto sino más bien de encarnarlo. La madre funcionará por la vía de sus propias carencias; el padre, el nombre del padre, funcionará como una representación que sitúa cierta orientación, dirección y sentido. A lo largo de la historia, la familia ha soportado distintas discordias –decía Freud[4]– con las diversas formas que iba adoptando el Amo a lo largo de la historia.

Le sigue una intervención de Eric Laurent –presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis en el período 2006–2010– en unas jornadas de la Escuela de la Causa Freudiana. Allí nos comenta el alcance de la hipermodernidad sobre la familia tradicional patriarcal del siglo pasado. Dice, que tiene una función de destrucción creadora[5], en tanto destruye la tradición y hace proliferar nuevas formas. Aparece el carácter de objeto real del niño como nueva ficción. Con la avanzada de la ciencia, el padre o la madre tienden a fundamentarse en un ideal delirante o científico. La posición del analista debe ser la de hacer frente, plantarse, protegiendo a los niños de las nuevas formas de los lazos familiares, de las pasiones que los habitan; es decir, de los delirios familiares de sus padres[6]. Padre, Madre, niño, posiciones que se revelan, en referencia al objeto a; posiciones que se reconfiguran a partir del lazo con este objeto. Y concluye: nuestra brújula –frente a la hipermodernidad y sus efectos– es el objeto a en tanto anuda el goce y la culpa de existir.[7]

En "La clínica y los nombres del padre", M. Goldenberg, atiende las distintas formulaciones sobre la cuestión del Nombre del Padre, realizadas por J. Lacan en diferentes momentos de su enseñanza. De su función teórica, simbólica, universal, pasará a los nombres del padre que constituyó en su acto de nombrar.[8] En la última enseñanza van a aparecer los tres registros como nombres (…) el nombre está referido a un acto y el significante está referido a la cadena significante[9]. Nombre del Padre se inicia en su función metafórica y al pasar a los nombres del padre, tendrá otro estatuto, la nominación.[10] A este movimiento le acompaña otro: de una primera formulación del sujeto en su dimensión estructural a su reformulación en una dimensión topológica. Recorrido que traza desde su retorno a Freud a su ultimísima enseñanza: del lenguaje a la lalengua, del síntoma al sinthome.

Mariana Martínez Liss, en "La función paterna y la dirección de la cura en la clínica con niños". Detalla como hipótesis de trabajo una doble vertiente para pensar la función paterna: como estructurante de la subjetividad del niño y como aquella que el analista pone en función en el análisis y que orienta la dirección de la cura.[11] Nos recuerda la formalización lacaniana del Edipo freudiano y los tres tiempos lógicos (1957–58) del Edipo que plantean momentos de subjetivación.[12] Resalta en "Dos notas…" (1969), una referencia respecto a la constitución subjetiva. La constitución subjetiva está en relación a lo irreductible de una transmisión que implica la relación con un deseo que no sea anónimo (…) que signa tanto la función materna como la paterna[13]. Concluye que en tanto la castración se introduce por la vía del deseo, esta perspectiva da lugar a pensar la intervención del analista[14]. A través del relato de un caso de un niño de cinco años, nos esclarecerá sobre los efectos obtenidos –a partir de saber servirse del Nombre del Padre–, cuando la posición del analista es por la vía del deseo, por un deseo que no sea anónimo.[15]

Goldenberg, en "Lo infantil en la estructura", destaca la sexualidad infantil como un término clave para el psicoanálisis al situar el carácter anticipado de la sexualidad humana, respecto del desarrollo biológico y crucial en la formación de síntomas. Encuentro con lo sexual que tiene el carácter de un mal encuentro –siempre traumático– accidental y contingente[16]. En tanto lo traumático es la relación con la lengua –sostiene– que el niño es modelo de lo contingente y traumático del sexo del ser–hablante (parlêtre.)[17]. En el niño, siempre responsable de la insondable decisión del ser –como ha dicho Goldenberg– se condensa el sexo, la contingencia y el trauma, anticipo del lugar central que tiene la contingencia en la enseñanza de Lacan.[18]

En "Hans: entre la falta y el goce", Guillermo Grosso, se sirve del historial de Hans para situar dos presunciones fundamentales para la lógica de la neurosis infantil: 1.la fobia para Hans es un recurso del sujeto mismo para poder asentar su estructura (…) para anotar la falta por la vía de la castración materna; 2.la fobia es un recurso inventado (…) respuesta sintomática a la presencia de un goce hétero que irrumpe en su cuerpo.[19] Siguiendo los estatutos de la angustia, en el caso, presenta dos conclusiones: a) presencia de la angustia y constitución de la fobia como una respuesta sintomática a la misma[20]; b) la fobia como síntoma es la expresión, la significancia de ese rechazo[21]–rechazo de la castración en la pareja parental–. Agrega: si el niño viene a este lugar es porque al ocuparlo se obtura el acceso a la relación sexual que no hay. Si el niño logra ubicarla, puede tomar una posición propia dejando de obturarla.[22] Remata diciendo que no hay modo de responder al goce –directa consecuencia de la relación sexual que no hay– si no es por la vía del síntoma.[23]

En "Paranoid park y el secreto", M. Goldenberg a partir del film, resalta el mundo adolescente de hoy. Describe el encuentro con el Otro sexo en sujetos solos, que reservan una intimidad, en el mejor de los casos.[24] Destaca la condición del secreto, de lo íntimo como condición del sujeto. Antaño, el poder implicaba ser amo de la mirada, pero el poder de la mirada se debía a que su potencia se ejercía en forma oculta –"ver sin ser visto"– hoy, la mirada del amo ya no está oculta (….) su ojo se encuentra en todas partes.[25] Tiempos hipermodernos que establecen la civilización de la mirada –Ver Todo, Todo Visible[26]– sostenida en amos modernos producidos por el discurso de la ciencia y el avance de las técnicas. El psicoanálisis se oferta como un refugio de lo íntimo.[27]

G. Grosso, en "Un trabajo de anudamiento: D., el hincha de Boca", nos muestra a través de un caso cómo responde un niño cuando el Nombre del Padre como cuarto elemento que anuda y nomina, se inscribe de modo fallido. El analista mediante una intervención inaugural, nos revela de qué modo puede funcionar como el relevo del trabajo fallido de anudamiento del sujeto si lo hubiese, y si no, deberá producir alguna intervención que lo propicie.[28] Intervenciones que posibilitan que el sujeto "se haga un nombre", invento del sujeto que hace lazo discursivo y lazo a nivel topológico.[29]

Aracelli Marchesotti y Florencia Fiorentino, en "Del sujeto en sus indicios" subrayan las condiciones para que un sujeto se instituya. Cuál sería la naturaleza propia y definitoria del sujeto?. Lo esencial para el nacimiento del sujeto del inconsciente es la transmisión del malentendido de lalengua.[30] Condición necesaria pero no suficiente. Siguiendo a Lacan, el niño es el principio de la manera de hablar en que le ha sido instilado un modo de hablar de sus padres; modo que lleva la marca del modo en que lo aceptaron. Esto presenta toda suerte de variaciones y de aventuras[31]. Necesaria contingencia? O mejor dicho, a merced de la contingencia.[32] Cuando no se produce ese pasaje, cuando no hay difusión, cuando no se cede, cuando se acciona así con un discurso único, el efecto es la existencia endeble y fija del sujeto[33]. Niños autistas y niños psicóticos, que en ese punto, presentan la respuesta de rechazo, como un modo de poner distancia a aquello que, por no estar vaciado estructuralmente, irrumpe como voluntad de goce del otro.[34] Modo de funcionamiento que será alojado por el analista para hacer posible un lazo con el sujeto en la dirección de la cura. [35]

En "Como por arte de magia", Valeria Festino, por medio de un caso clínico de un niño, nos cuenta lo que le enseñó. Vía una interpretación reveladora (…) recorta el modo particular en que cada sujeto responde a la falla estructural de la función paterna (….) la manera en que esa falla se inscribe en cada quien.[36]

Finalizando, es un libro que permanece como soporte y medio de transmisión de un saber–hacer; funciona como guía –nos orienta– y nos motiva –nos causa– en nuestra clínica.

En el psicoanálisis de orientación lacaniana no se trata de hacerle creer a alguien que tiene un padre o de hacerle creer a alguien que efectivamente la relación con su padre cuenta para él sino que lo que asegura es que el niño tenga una versión –tenga un modo particular de relatar, de explicar, de interpretar– del objeto a[37].

El mundo ha cambiado, cambiado los lazos sociales y en particular, el lazo familiar. Cómo se traduce en el niño? Hoy los sujetos están más libres sin embargo, están más solos. Paula Sibilia en "La intimidad como espectáculo", muestra a través de la noción de intimidad un cambio epocal y una mutación subjetiva. Si las sociedades burguesas de los siglos XVIII, XIX y XX hacían de la intimidad la clave para la configuración de la identidad, en nuestro tiempo se impone la exhibición íntima y espectacular como forma de alcanzar (ilusoriamente) cierta visibilidad y densidad subjetiva en el espacio virtual[38]. Autores, como Ray Kurzweil, director de investigaciones de Google, auguran que en 2040 emergerá la singularidad, una nueve especie producida por la fusión del ser humano con la tecnología. Luc Ferry, conocido intelectual francés, ex ministro de educación sostiene que el núcleo del transhumanismo es la "ampliación de la naturaleza humana en su aspecto biológico e intelectual; Cada vez más, se habla de transhumanismo donde la inteligencia artificial es la gran protagonista[39].

Siguiendo a Heidegger[40] en su observación referida a que Freud no indicó por qué eligió la palabra "análisis" para nombrar su práctica, nos dice que su uso más antiguo se encuentra en la "Odisea". Se utiliza para aquello que hace Penélope noche tras noche, esto es, para desenredar el tejido que tejió durante el día en sus partes y componentes.

En la intimidad resuena la subjetividad y es en la intimidad donde las operaciones del análisis –intervenciones inaugurales, interpretaciones reveladoras– permiten desenredar, liberar, desarticular. Interpretaciones para las cuales es preciso que haya algo en el significante que resuene –teniendo presente– que las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir….para que resuene este decir, para que consuene, es preciso que el cuerpo sea sensible a ello[41].

 
Notas
  1. Presentación del libro "La puesta en juego del síntoma. Clínica con niños y adolescentes" en la materia "Clínica con niños y adolescentes: las formaciones del síntoma", Facultad de Psicología (UBA). 11/11/2016.
  2. Eco, U., El nombre de la rosa, Ed. Lumen, España, 1982.
  3. Miller, J.–A., "El revés de la familia" en La puesta en juego del síntoma, Eudeba, Argentina, 2015.
  4. Freud, Malestar en la cultura (1929), 35 Conferencia: En torno de una cosmovisión (1932)
  5. Laurent, E., El niño como real del delirio familiar, p.20.
  6. Laurent, E., El niño como real del delirio familiar, p.23.
  7. Ibíd., p. 26.
  8. Goldenberg, M., La clínica y los nombres del padre, p.35.
  9. Ibíd., p. 35.
  10. Ibíd., p. 41.
  11. Martínez Liss, M., La función paterna y la dirección de la cura en la clínica con niños.
  12. Ibid, p. 44.
  13. Ibid., p. 45.
  14. Ibid., p. 46.
  15. Ibíd., p. 46.
  16. Goldenberg, M., Lo infantil en la estructura. Variaciones del niño en la obra de Freud, p.55.
  17. Ibíd., p. 58.
  18. Ibíd., p.59.
  19. Grosso, G., Hans: entre la falta y el goce, p. 61.
  20. Ibid., p. 65.
  21. Ibid., p. 67.
  22. Ibid., p. 67.
  23. Ibíd., p. 68.
  24. Goldenberg, M., Paranoid Park y el secreto, p. 72.
  25. Wajcman. G., El ojo absoluto, Manantial, 2011, Argentina, p.19.
  26. Ibid., p. 17.
  27. Goldenberg, M., p. 74.
  28. Gosso, G., Un trabajo de anudamiento: D., el hincha de Boca, p. 78.
  29. Ibíd., p. 88.
  30. Marchesotti, A., Fiorentino, F., Del sujeto en sus inicios, p. 92.
  31. Lacan, J., Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, p. 124.
  32. Miller, J.–A., A merced de la contingencia, Revista digital Consecuencias, año 2008.
  33. Ibíd., p. 94.
  34. Ibíd., p.94.
  35. Ibíd.
  36. Festino, V., Como por arte de magia, p. 98.
  37. Laurent, E., Hay un fin de análisis para los niños, Colección Diva, Bs. As., 1999.
  38. Camaüer, Solange, En la era de la intimidad, en Ñ, 27–8–16.
  39. Desafíos y riesgos de la inteligencia artificial, José Antonio Marina, filósofo y pedagogo en Ñ, 3–9–16.
  40. Heidegger, M., Seminarios de Zollikon (1959–1969), ed. Jitanjáfora Morelia, México, 2007.
  41. Lacan, J., Seminario El sinthome, Paidos, Bs. As., 2012,p. 18.
 
 
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