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Consecuencias
 
Edición N° 18
 
Diciembre 2016 | #18 | Índice
 
Bienvenidos a la sociedad del espectáculo
Por Sofía Peralta Ramos
 

Sofía Peralta RamosTrabajaré dos líneas de análisis en un intento de abrir algunas preguntas. La primera línea está en relación con una pregunta que insiste, que me insiste, la pregunta es: ¿Qué lugar para el psicoanálisis en la sociedad de El Ojo absoluto[1]?

La segunda línea de análisis es la relación entre la imagen, la mirada y lo que llamaré tomando un artículo de Jorge Alemán, "el horror".

Para abordar la primera línea mencionada tomaré un libro que he trabajado con anterioridad, el libro es El ojo absoluto del psicoanalista Gérard Wajcman. Allí el autor plantea, cito: "Un ojo sin párpado está sobre el mundo. La mirada es nuestro nuevo leviatán. Se trata de ver todo, siempre, y de que hacer que todo se vea. Nacimiento del Ojo universal, del Ojo absoluto"[2].

En su interesante libro La intimidad como espectáculo Paula Sibilia también se ocupa de la cuestión "del ver todo", dirá:

"En este siglo XXI que está comenzando, (...) se convoca a las personalidades para que se muestren (...) En el seno de una sociedad altamente mediatizada, fascinada por la incitación a la visibilidad y por el imperio de las celebridades, se percibe un desplazamiento de aquella subjetividad "interiorizada" hacía nuevas formas de autoconstrucción."[3]

Y más adelante, sostiene: "De las webcams a los paparazzi, de los blogs y fotologs a YouTube y MySpace, desde las cámaras de vigilancia hasta los reality–shows y talk–shows, la vieja intimidad se transformó en otra cosa. Y ahora está a la vista de todos."[4]

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con el psicoanálisis?. La respuesta es mucho, sobretodo porque podemos decir que mientras el mundo muestra cada vez más, el psicoanálisis se sostiene en justamente lo contrario, en una opacidad que nos diferencia de ser psicólogos cognitivos o conductistas. La opacidad que mantiene el psicoanálisis es la del sujeto del inconsciente, la del goce que hay en todo síntoma, esa es nuestra diferencia.

Nosotros trabajamos con un sujeto evanescente que aparece entre S1 y S2, ese sujeto que no se puede fotografiar, ni filmar, ni subir a facebook ni a twitter. ¿Cómo poder sostener la otra escena en una sociedad cuya idea es que no hay otras escenas, donde todo debe estar a la vista?[5]

Bien, ahora la segunda línea de análisis.

Tomaré una nota que salió en el Diario La Nación en el 2010, sobre unos adolescentes que realizaban "bromas" en Londres. La broma era empujar o golpear gente en la calle, filmar la reacción y subir el video a youtube. La "broma" terminó con la muerte de un anciano al que empujaron. Lo interesante para pensar del caso es que poco importaban las consecuencias de dichas bromas; lo principal es que la expresión de horror y susto de las víctimas se viera por youtube.

Podemos relacionar esto con las imágenes de las que habla Wajcman en el libro mencionado, la de los dos aviones estrellándose una y otra vez en las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, mostrándose por todas las cadenas televisivas, en todos los países del mundo?

Lo que me interesa reflexionar a partir de estos ejemplos es que hay un goce en mostrar y ver el horror[6]. Podríamos decir que hay cierta fascinación en mostrar y ver imágenes de horror.

Pero la fascinación por dichas imágenes no es nueva, ya en 1992 el psicoanalista Jorge Alemán publicó un artículo que se llama Benetton, el horror. Allí trabaja el tema de los anuncios publicitarios de Benetton, de ese entonces que mostraba imágenes "horrorosas" tales como un enfermo de sida o una persona amputada. Es interesante porque trabaja el tema de la publicidad, diciendo en dicho artículo, que estas imágenes son lo opuesto a las imágenes publicitarias del momento, donde se pensaba que la publicidad mostraba lo bello, velaba el horror. A partir de los ejemplos de la publicidad de Benetton, del artículo mencionado de Londres, y del atentado de las Torres Gemelas es claro que no sólo el horror ya no se vela, sino que de él se hace un espectáculo.

En esta misma línea en el libro Bullying, acoso y tiempos violentos, Mario Goldenberg trabaja está temática. Allí dirá: "la tortura que en otra época formaba parte del horror oculto, imposible de ver, ahora se ha banalizado al punto que alguien, con su teléfono móvil, puede filmarlo y luego subirlo a Internet, como las imágenes de las torturas de la cárcel de Abu Ghraib en Irak."[7] Con lo cual, indica, "el delito se produce como espectáculo"[8].

Como bien sabemos desde el psicoanálisis "Cuanto más se mira menos se ve"[9]. Por tanto se trate de imágenes bellas u horrorosas, algo siempre queda velado. En el Seminario 11, J. Lacan trabaja el tema de la mirada, y realiza la diferencia entre el ojo como órgano, de la mirada, "en tanto que objeto a"[10]. Allí dirá además que la pulsión escópica es la pulsión que elude más completamente la castración. En sus palabras: "La mirada sólo se nos presenta bajo la forma de una extraña contingencia, simbólica de aquello que encontramos en el horizonte y como tope de nuestra experiencia, a saber, la falta constitutiva de la angustia de castración."[11]

Por todo lo referido podemos pensar que la apuesta del psicoanálisis será doble, por un lado, la de no quedar capturado en esta fascinación por la imagen; por el otro, la de sostener la importancia de lo que queda velado en toda imagen, en toda escena. Además vale agregar que cuando S. Freud comenzó a crear el psicoanálisis hablaba sobre asuntos que nadie quería –podemos decir– "sacar a la luz", ya que eran cuestiones mantenidas en la oscuridad, como lo fue, por ejemplo, la sexualidad infantil. Hoy, muchos años después, a diferencia de la época de S. Freud, el desafío no será el de "sacar a la luz", sino, por el contrario, el de sostener el valor de lo opaco.

 
Bibliografía
  • Goldenberg, M., Violencia en las escuelas, Edit. Grama, Buenos Aires, 2011.
  • Goldenberg, M., Bullying, a acoso y tiempos violentos, Edit. Grama, Buenos Aires, 2016.
  • Lacan, J., Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Edit. Paidós, Buenos Aires 1995.
  • Sibilia, P., La intimidad como espectáculo, Edit. FCE, Buenos Aires, 2008.
  • Wajcman, G., El ojo absoluto, Edit. Manantiales, Buenos Aires, 2011.
  • Referencias electrónicas:
  • Aleman, J., "Benetton, el horror", Blog: La trama invisible, 12 de Agosto 2012 en http://latramainvisible.blogspot.com.ar/2012/08/benetton–el–horror–jorge–aleman–como–el.html
  • Brousse, M., "Entrevista a Gèrard Wajcman sobre El ojo absoluto" en Consecuencias nº 6.
  • Diario La Nación del 28 de Julio 2010. Fecha de consulta: 5/8/2010. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/nota.php?file=nota_id=1289081
  • Peralta Ramos, S., "Bienvenidos a la sociedad del no–limit", en Consecuencias Nº 9
 
Notas
  1. Nota: hago referencia al libro de G. Wajcman, El ojo absoluto.
  2. Wajcman, G. El ojo absoluto, Ed. Manantial, Buenos Aires, 2011, p. 21
  3. Sibilia, P., La intimidad como espectáculo, Ed. FCE, Buenos Aires, 2008, p. 27– 28.
  4. Ibíd, p. 93.
  5. Nota: Este interrogante también está desarrollado en el artículo "Bienvenidos a la sociedad del no–limit", publicado en Consecuencias Nº 9.
  6. Wajcman, G., El ojo absoluto, Ed. Manantial, Buenos Aires, 2011.
  7. Goldenberg, M., Bullying, acoso y tiempos violentos, Ed. Grama, Pcia. de Buenos Aires, 2016, p. 21.
  8. Ibíd.
  9. Brousse M., "Entrevista a Gérard Wajcman sobre El ojo absoluto" en Consecuencias nº 6.
  10. Lacan, J., El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Ed. Paidós, Buenos Aires 1995, p. 84.
  11. Ibíd,p. 81.
 
 
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