Última edición Staff Links Contacto Instituto Clínico de Buenos Aires Seguinos en FacebookSeguinos en Facebook
Consecuencias
 
Edición N° 19
 
Julio 2017 | #19 | Índice
 
XXVI JORNADAS ANUALES DE LA EOL: FANTASMAS. FICCIONES. MUTACIONES. El psicoanálisis y sus relaciones con la realidad
 

Argumento

«Hablé del fantasma […] cuando hacía referencia a un juego […] del pintor Magritte, a saber representar la imagen que resulta de ubicarla en el marco mismo de una ventana, de un cuadro que representa exactamente el paisaje que hay detrás […]Es necesario haber llevado las cosas bastante lejos, y muy precisamente en un análisis, para llegar al punto donde tocamos en el fantasma el objeto a como el bastidor. La función del fantasma en la economía del sujeto es soportar el deseo en su función ilusoria. Él no es ilusorio, es por su función ilusoria que sostiene al deseo».
J. Lacan, Seminario 13, clase del 30–3–66. (Inédito).

Nos convoca un título que nos lleva a declinar sus elementos: del fantasma a la realidad, del fantasma a la ficción y sus retornos, así como también sus mutaciones en la cura y en la época. Sólo con estas cuestiones podríamos hacer una Jornada: muchísimos psicoanalistas juntos –los «dispersos descabalados»[1]– intentando responderlas. Conferencias, debates, simultáneas, conversación con otras disciplinas. Al final, un saldo de saber sobre ellas.

Fantasma, ficción, realidad

Con el fantasma, Lacan remarca el acceso del sujeto a una satisfacción que sitúa su modo repetitivo e inercial de gozar. Así lee la fijación freudiana, que enmarca y recorta un objeto, a partir del cual la pulsión hace su recorrido. Pero también, el fantasma aborda la respuesta frente al deseo del Otro y permite causar un deseo propio, tal como lo expresa el grafo del deseo. Ello implica que el fantasma, a diferencia del síntoma, articula el goce con el deseo al permitir que ese goce sea regulado por una falta. Así, es un goce, pero no solitario: hace lazo con el Otro, y ésa es su diferencia con el goce del síntoma que es autoerótico.

Es la ficción la condición de ese lazo con el Otro. En la fórmula «pegan a un niño» la pulsión se satisface del lado del sujeto, pero además esa satisfacción hace gozar al Otro. Ficción fundamental de la neurosis que sostiene la existencia del Otro: hay un niño pegado, pero también hay un padre que goza. De este modo, el fantasma sostiene un: «hay relación sexual». Se necesita un psicoanálisis para que un sujeto logre, como dice Lacan, hacer «inexistir la relación sexual»[2], es decir, desarticular esa ficción develando la inexistencia del Otro.

En este sentido, si la ficción hace lazo, también sostiene la realidad del sujeto. A partir de Freud, para el psicoanálisis no hay otra realidad más que la realidad psíquica. El campo freudiano inaugura la experiencia analítica en la cual se anudan el saber inconsciente, el cuerpo, el goce y el deseo de una manera inédita. La presencia del síntoma pone en juego una satisfacción que resiste a la elaboración de saber y que encierra una verdad en descrédito de la razón, implicando una oscura satisfacción. Cada uno está comandado por un goce que desconoce y, sin embargo, lo aliena.

La relación íntima del sujeto con sus fantasmas orienta y dirige sus relaciones sin que él mismo esté enterado; el sujeto cree que sus fantasmas son la realidad. En última instancia, el fantasma constituye una realidad prêt à porter hecha de marcas significantes y de goce. De este modo, no se trata sólo de una creencia: el fantasma es la realidad, tal como describe Lacan en la célebre cita que figura como epígrafe y que ha dado lugar a nuestro afiche.

En este sentido, la relación con la realidad no es una sino múltiple y las relaciones con ésta están hechas de fantasmas, ficciones y mutaciones subjetivas que es necesario circunscribir tanto en la experiencia de un análisis así como también en el plano de las relaciones del psicoanálisis con su época. Es ésta la orientación de Lacan en su conferencia de 1967 en Milán[3] que toma el valor de una brújula para estas Jornadas.

Se sitúa entonces la relación paradojal entre el deseo y el goce articulada por el fantasma. Dicha paradoja es lo que le permite a Lacan afirmar que «lo importante es que sus fantasmas los gozan»[4]. No se vive sin fantasma, mucho menos sin síntoma. Lo que cambia con el análisis es la relación que se sostiene con cada uno. A nivel del fantasma, con el nudo de sentido–gozado; a nivel del síntoma, con la emergencia de goce fuera de todo sentido. En ambos casos, se requiere de un tratamiento singular.

Por otro lado, la clínica enseña que la relación entre el síntoma y el fantasma no es siempre la misma, sino que trasciende el campo de las neurosis. De este modo, ¿qué ocurre cuando el fantasma no hace lazo con el Otro en la psicosis? Y en el autismo, donde no hay fantasma, ¿qué sucede con el goce? ¿Qué ocurre con la pulsión en los síntomas contemporáneos donde el fantasma no se articula con el falo? En la infancia, ¿cómo se constituye el fantasma? Y en la adolescencia, ¿cómo se articula el fantasma con el falo?

Más allá del fantasma

La«verdad sin esperanza»[5] indica para Lacan que no hay en el Otro ningún significante que pueda responder por el ser del sujeto; se trata de una verdad que se presenta en el inconsciente sin rostro, cerrada. El falo, «significante escondido»[6] del que el Otro no dispone, orienta al deseo pero nada del goce se resuelve bajo esta solución.

Cuando el gran secreto del psicoanálisis es formulado por Lacan como no hay Otro del Otro, se emprende otro camino: aligerar el peso del sujeto tradicional como aquel que se subjetiviza a si mismo indefinidamente y pasar a reducir la falta significante a la dignidad de la letra. La interpretación entonces no apunta a la revelación de una verdad escondida sino que es una operación de desarticulación: la de extraer el goce presente en el objeto a del fantasma y a nivel de la pulsión.

«Un análisis que dura pide atravesar el estancamiento»[7] es un decir sutil de J.–A. Miller acerca de la implicancia de esta experiencia, se trata de un desinvestimiento libidinal bajo la construcción de una ficción que la transferencia posibilita y que se conoce como inconsciente. De este modo, «que lo real y el fantasma se acoplen»[8] indica que la realidad se constituye por él y que es interpretada desde ahí. Hacia allí se dirige la experiencia de un psicoanálisis que se enreda en la contingencia de un real que no cesa de no escribirse.

Del objeto fantasmático al sinthome

La última enseñanza de Lacan produce un desplazamiento que va del valor de goce del fantasma al goce coagulado en el síntoma. Dicho movimiento se produce a partir de la elaboración de la diferencia entre el goce condensado por el objeto a –formulable en términos de sentido y reductible al axioma fundamental del fantasma– y el goce que escapa a dicha captura ya que se presenta deslocalizado, sin imagen ni significación alguna. El movimiento que va del objeto a al sinthome implica el franqueamiento de la barrera del sentido y el encuentro con la sustancia de goce que afecta al cuerpo hablante. Por consiguiente, la elaboración lacaniana de la «sustancia gozante»[9] permite situar la presencia de un goce no negativizable y el sinthome es el modo singular de arreglarse con el mismo.

De esta manera, el análisis constituye una experiencia subjetiva que implica dos planos. Por un lado, la construcción del fantasma y el goce–sentido; por el otro, la experiencia del síntoma y su goce opaco. Mientras que el fantasma es una defensa para evitar lo real, resolver el síntoma es captar su goce fuera de sentido a los fines de disminuir su displacer y obtener algún arreglo posible de satisfacción.

Llamamos sinthome al desplazamiento conceptual que va del síntoma como metáfora al acontecimiento de cuerpo,marca del traumatismo. Un fin del análisis conlleva situar lo que muta y lo que no cambia en el programa de goce en su doble perspectiva.

Lacan afirma que «los psicoanalistas son los sabios de un saber acerca del cual no pueden conversar»[10]. No obstante, los analistas se reúnen y se dan cita para hablar de ese saber. Por eso mismo, estas Jornadas nos convocan a un esfuerzo mayor para transmitir aquello de lo que no podemos conversar, lo más íntimo de nuestra experiencia del psicoanálisis.

Queridos colegas, qué mejor que el hallazgo del decir de Lacan sobre lo inalcanzable de una trasmisión: «Lamento no poder leerles toda esta escena, pero háganlo y con la pluma en la mano, como se hace en la Escuela»[11]. Hacer Escuela, cada uno con su propia escritura, ¡es una de las XXVI invitaciones de la EOL!

Patricio Alvarez Bayon, Gabriela Camaly, Débora Nitzcaner

Dirección de las Jornadas

Patricio Alvarez Bayon (Presidente)
Gabriela Camaly
Débora Nitzcaner

Comisión ejecutiva

Gerardo Battista | Redes
Alejandra Breglia | Secretaría
Andrea Brunstein | Prensa
Eugenia Serrano | Difusión
Esteban Stringa | Tesorería
Paula Szabo | Locación y Libreria

No dejes de visitar nuestra Web: jornadaseol.com

Y nuestro FB: Jornadas Anuales de la EOL.

 
Notas
  1. Lacan, J., Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11 en Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p.601
  2. Lacan, J. El Seminario 19 … o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 49.
  3. Lacan, J., Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad en Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012
  4. Lacan, J., El Seminario 19, … o peor, óp. cit., p. 111
  5. Lacan, J., El Seminario 6, El deseo y su interpretación,Paidós, Bs. As., 2014 p. 332
  6. Ibíd. anterior
  7. Miller, J.–A., Sutilezas analíticas, Paidós, Bs. As., 2011, p. 114
  8. Lacan, J., El Seminario 25, El momento de concluir, clase 20 de diciembre 1977. Inédito
  9. Lacan, J., El Seminario 20, Aun, Paidós, Buenos Aires, 1985, pp. 30–35
  10. Lacan, J., Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad, óp. cit., p. 379
  11. Lacan, J., El Seminario 6, óp. cit., p. 311.
 
 
Kilak | Diseño & Web
2008 - | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA