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Consecuencias
 
Edición N° 20
 
Marzo 2018 | #20 | Índice
 
Nolens volens – otro inconsciente, otro psicoanálisis, otro Lacan*
Por Carolina Dagnino
 

Carolina DagninoEl título podría continuar con: otro objeto, otro padre, otra interpretación, otra transferencia, otro amor; hasta llegar a otros asuntos de familia, en el inconsciente, en el lazo, en la ciudad, en la EOL, en la AMP.

Desde noviembre de 2016 hasta ahora, me ha movido el entusiasmo. Participar en el grupo conformado por Nora Silvestri para la conversación del VIII ENAPOL, bajo el tema "Asuntos de Familia en el Inconsciente", me llevó a muchas lecturas. Pretendo ahora hacer un precipitado de una en particular, dar testimonio del encuentro.

Acabo de comprar "Jacques–Alain Miller Seminarios en Caracas y Bogotá" hoy, 11 de julio de 2017, por varias razones pero principalmente porque allí, entre las páginas 227 y 238 aparece publicada una conferencia, bajo el título "Cláusulas de clausura de la experiencia analítica". Necesitaba corroborar de primera mano que esa conferencia era la misma contenida en el libro Matemas I[1] de 1986, bajo el ajustado[2] título: "Otro Lacan".

En la letra chica de los seminarios de Caracas dice, en la página 224:

Intervenciones durante el Encuentro en Caracas al que asistió Jacques Lacan, los días 12, 13 y 14 de julio de 1980. A partir de entonces se inició la serie Encuentro Internacional del Campo Freudiano[3].

(…) La conferencia "Clausulas de clausura de la experiencia psicoanalítica" se publicó también con el título "Otro Lacan" en Matemas 1, Buenos Aires, Ediciones Manantial, 1986, pp. 107–116. En esa edición el texto fue establecido por Diana S. Rabinovich.[4]

Voilà, es la misma pero no, – como yo, que tampoco soy la misma de noviembre de 2016 – En esta versión de la conferencia, con la que hoy me encuentro, se agregan subtítulos interesantes: A favor del pase o dialéctica del deseo y fijeza del fantasma /Impasse /La emergencia de la no relación/ Diógenes con su linterna/ Interpretación /Deseo inasible/ Atravesamiento del fantasma.

37 años después conserva toda su vigencia, así es que propongo, una vez más, retornar a. El "retorno a" es muy lacaniano. Lacan retornó a Freud, luego Miller retornó a Lacan y a Freud; y parece que nos toca a nosotros ahora, retornar a Miller, a Lacan y a Freud.

En su clase del 5 de marzo de 1969, Lacanse refiere a la conferencia de Michel Foucault ¿Qué es un autor?, y dice:

[…]Al intentar esbozar una redacción de lo que consideré el punto de partida para ese cuestionamiento inédito de lo que implica el psicoanálisis en el plano ético, enuncio de la manera que considero más rigurosa la novedad que aporta lo que llamo, con un término original, el acontecimiento Freud.

Michel Foucault […] planteó la pregunta ¿Qué es un autor? […] no solo destacó, sino que puso a la cabeza de toda su articulación la función del retorno a. […] me consideré convocado a esta conferencia, dado que nadie en esta época dio más valor que yo al retorno a a propósito del retorno a Freud.[5]

El 14 de julio de 1980, Miller comienza su conferencia diciendo: hay otro Lacan, que no es el del inconsciente estructurado como un lenguaje. Bromea preguntándose qué dirían los titulares del diario más importante de Caracas si el resultado del congreso, que él estaba clausurando, llegara a la conclusión de que el inconsciente no habla.

Alguno de los asistentes al congreso quizás se levantaría de la silla perplejo y diría: ¡¿cómo que no habla, si vivo de hacerlo hablar?! Otro tal vez, más discreto se diría a sí mismo: tengo que cambiar de analista… porque evidentemente no voy con un lacaniano–lacaniano. Impasse, dilema, ¿cómo se sigue?

Miller, tranquiliza al auditorio señalando que se trata del mismo Lacan que dijo lo de "estructurado como…" pero que sacó de su célebre hipótesis consecuencias que no siempre se han percibido, y agrega que parece que este es el meollo de la cuestión, en la teoría, en las instituciones, en la dirección de la cura, y del fin del análisis.

Para situar que algo es lacaniano, a veces es muy útil hacer el contrapunto con lo freudiano, porque mal que le pesara al propio Lacan, si hoy hay lacanianos es porque no es lo mismo Freud que Lacan, de lo contrario seguiríamos siendo todos freudianos, y Lacan sería Freud en francés, pero no.

Miller introduce qué era un fin de análisis para Freud:

[…] Para Freud, puede decirse que todo psicoanálisis tiene un impasse, todo psicoanálisis viene a toparse contra una resistencia irreductible. […] Entonces, la experiencia analítica tiene para Freud una clausura[6].

Pero Lacan, nos recuerda Miller, habla de pase, no de impasse. Si bien, "ambos concuerdan sobre la finitud de la experiencia analítica, la cláusula de clausura lacaniana es del todo distinta de la de Freud, pues supone la transformación del analizante en analista".[7]

Nos guste o no, aquel analizado lacanianamente, llevando su análisis hasta el final, será analista, aún sin los títulos, aunque se dedique a otros asuntos; habrá ahí un analista nuevo, inédito, que no sale de ningún otro lugar que no sea un psicoanálisis.

El lacaniano, no se estudia ni se aprende, más bien se habita, se transita, se practica. En la Escuela, y en la Universidad, se encuentran las personas amigas del psicoanálisis, a cultivar el encuentro. Pero me atrevo a decir que analista lacaniano, sólo será aquel que se analice con un lacaniano, que a su vez se analizó con otro lacaniano; y así llegamos a Lacan mismo, que hasta hace apenas 36 años se dedicaba, lo quisiera o no, a fabricar, producir, inventar, soltar analistas lacanianos.

Acá podríamos poner una pregunta ¿lacaniano se nace o se hace? No tengo muy clara la respuesta. Siguiendo el párrafo anterior, lacaniano se nace, y la sala de partos es el consultorio del analista lacaniano, del que en algún momento ese nuevo analista se cortará.

Por otra parte, lacaniano se hace, uno que como en mi caso, va al análisis y va y va, y sigue y sigue yendo; a los elogios, a los tortazos, a las denuncias… Porque alguien va y denuncia, lo mal que le va en la vida, los arreglos que pudo armar, y todo lo que ya saben, los que han pasado por la experiencia de ir.

Pero esto de "se hace", tiene que ver con que deben hacer un trabajo enorme, el lacaniano en funciones – analista que recibe a ese analizante – y el futuro analista, ese que quiere y quiere y quiere ser otro para sí mismo, y luego, también otro para todo el mundo que se tope con él o ella.

Pero con querer no alcanza. Además hay que encontrar al analista lacaniano que le pase a uno, le transfiera, le imprima, lo masque, lo erosione; y cuanto nombre o verbo se parezca, al cavado de la letra ese del que habla Lacan en lituratierra:

[…] la escritura es esta erosión.[…] nada es más distinto del vacío cavado por la escritura que el semblante, debido, en primer lugar, a que es el primero de mis vasos en estar siempre listo para recibir el goce, o por lo menos, para invocarlo con su artificio. Según nuestras costumbres, nada comunica menos de sí que un sujeto tal que, a fin de cuentas, no esconde nada.[8]

Finalmente a veces ocurre esto, medio milagroso, que es que alguien puede cambiar, empezar a vaciarse. Es dificilísimo, trabajoso, titánico, pero cuando pasa, pasa; y entonces el real que traía encima no es el que se va colocando en el horizonte, es desde luego otro horizonte, otro real,…otra vida. Hay que quererla mucho, soportar no entender, soportar ir en contra de toda otra lógica conocida. Romperse la cabeza, como decía Lacan al dictar sus seminarios, y Miller también se refirió al romperse la cabeza lacaniano diciendo: En el fondo, ¿quién es Lacan? Es un analista que se obligó a sí mismo a dar razón, cada semana, en público, de su práctica.[9]

Advertencia: si lo que lee le suena familiar, puede ser que usted se esté analizando con un lacaniano. Si por el contrario usted aún piensa "cuando ocurra A…, entonces podré hacer B"; y cree que A está en manos de algún Otro u otro, su papá, su mamá, su marido, su suegra, su jefe, su vecino, el perro, el loro, el dólar, las neurociencias, etc., entonces usted es aún un creyente; y su analista aún no ha podido transferirle su ateísmo, su heretismo (con h de herético, hereje). Siga analizándose pero asegúrese de ir donde un lacaniano.

Son bastante raros, dicen cosas que suenan, más raras aun, como Miller en Caracas, que dijo miren que quizás el inconsciente no habla. Reforzó esta idea de una manera preciosa. Volviendo al fin de análisis, soltó otra perla, que no hay que dejar pasar, por lo que trascribo esta larga cita:

¿Cuál es el escollo de la experiencia, según Freud? ¿Qué es lo que hace falta? La cláusula que diga al hombre cómo ser hombre para una mujer, y a la mujer cómo ser mujer para un hombre. En el fondo, Freud comprueba que esa cláusula que él espera, falta, y por ello postula como irreductible a la experiencia el complejo de castración.

Pero entonces, (suelta la perla Miller) ¿qué espera Freud de la experiencia si no es una fórmula que sea la de la relación sexual? Esa es la cláusula que espera, y su defecto en el inconsciente lo desespera.

¿Qué sucedió después de Freud? Los analistas no han dejado nunca de construir fórmulas de la relación sexual, con el fin de resolver el asunto del fin del análisis […]

Lacan, en cambio, es el más fiel a Freud cuando formula que no hay relación sexual […] El asunto del final del análisis no tiene solución si ha de haber relación sexual. Sólo puede ser resuelto a partir de su ausencia.

[…]Con esto, el fin del análisis viene a resolverse de una manera impensable hasta entonces, es decir, en un nivel rechazado hasta entonces como pregenital por los vaivenes postfreudianos: en el nivel del objeto. El objeto (lacaniano agrego yo) no obstaculiza el advenimiento de la relación sexual […] el objeto, por el contrario, obtura la relación que no hay y le da su consistencia fantasmática".[10]

La operación del analista lacaniano, a fin de obturar la relación, y producir en su lugar un fantasma; es cada vez, en cada sesión, y no recién al final. Para que un psicoanálisis sea lacaniano, desde el comienzo, el analista debe usar el objeto de Lacan, cada vez y desde el comienzo; orientarse por lo Real, colocarlo a la manera que conviene en cada caso, para impedir el empuje a la relación, ese que lleva cada analizante a su análisis, permanentemente.

No es por la vía del S1 –S2 que eso se consigue. Si alcanzara con eso, Lacan no habría agregado el S barrado y el a, cuando armó sus tetrápodos. La aspiración de Lacan, lo lleva más allá; es la de un discurso que no fuera del semblante. En su litoral, 'entre' a letter, a litter, se pregunta ¿Es posible desde el litoral constituir un discurso tal que se caracterice, como planteo este año, por no estar emitido desde el semblante?[11]

Miller en Caracas, a su modo, se queja de que pareciera que hay una dimensión muy apreciada de la enseñanza de Lacan por sobre otra. Bueno, me digo, como vivimos en el parloteo, es bastante lógica nuestra predilección por el significante y la cadena. Pero Miller produce su operación, se suelta de la cadena, y continúa diciendo:

[…] Ahora voy a cambiar la dirección del timón […] Nótese bien que S1 >S2 quiere decir que el sujeto no puede encontrar en el significante una designación propia, una representación absoluta, una identidad cierta. El sujeto del inconsciente no tiene nombre en el Otro del significante. Lo que detiene al sujeto, lo que lo fija, es el objeto. La certidumbre subjetiva está siempre en el nivel del objeto.

El objeto, en oposición a ese significante que a todos encanta no puede ser sustituido, no representa nada para el Otro, no se desliza. El objeto cuadra al deseo, le da su soporte, su consistencia.

Hasta podría decirse, por ello, que el objeto es el fundamento de la unidad ilusoria del sujeto. Si se buscan los fundamentos básicos del yo se los encuentra en el fantasma, en la medida en que el fantasma es la función que coordina al sujeto nómada del deseo con el objeto que lo fija. […]

De allí la estructura paradójica del fantasma, que coordina dos elementos heterogéneos, y la referencia que toma Lacan de la topología – el cross cap – para dar cuenta de ello (en la medida en que el cross–cap está compuesto por un trozo de esfera y una banda de Möebius)

El sujeto del significante está siempre dislocado y le falta ser. Sólo está allí en el objeto que viste al fantasma. El pseudo Dasein del sujeto es el objeto, llamado a.[12]

Entonces o nos topamos con un analista lacaniano que sepa operar con el objeto de Lacan o nos abandonamos a la deriva nómada metonímica que no se detiene más que con la muerte – y lo que haya en medio, puede ser bastante angustiante – damos cuenta de ello, los que hemos andado sin marco o con el marco roto, o aquellos que vienen a vernos con ese malestar, falta la falta, ya sea por estructura, o por el esfuerzo de la neurosis por rellenar eso que conviene vaciar.

En todas sus presentaciones, y envases, al hablante le conviene encontrarse con un lacaniano. Esto aplica para todos los lazos. Ejemplo: un hombre conoce a una mujer lacaniana…, le conviene, su jefe se analiza con un lacaniano, le conviene; en una familia, quien se analiza con un lacaniano, lleva los efectos al lazo familiar, al trabajo, a la cola del supermercado, les conviene a todos.

Mi texto tiene algo del exitista, excitación, será que esta es la primera vez que lo digo, por escrito. Pero lo cierto es que lo que escribo, lo habito, o me habita o ahí está, afuera, en el lazo que intento tener con los demás parloteadores.

La experiencia en la juntura más íntima del sentimiento de la vida puede ser trágica, casi diría que en nuestra época lo es, todo el tiempo y con velocidad. Pero aquí estamos, con el objeto de Lacan, él nos lo donó, aún sin proponérselo, porque aquí no aplica la voluntad. Creo que, quien porta el objeto, lo pasa todo el tiempo, lo sepa o no, lo quiera o no.

Inspirada en el uso de anagramas que hace Bassols[13], pienso en sentido – destino. Efectivamente, las mismas letras, pero el camino del sentido es el que hay que abandonar, si uno quiere cambiar su destino, ese que pareciera grabarse en la lápida que puede cubrirnos la vida, si no nos defendemos, con el objeto lacaniano, de la pulsión, que siempre es de muerte. Lo viví corporalmente en el año 2014 cuando residía en el barrio porteño de Recoleta, pero puedo decir que estuve en La Recoleta, la de las lápidas y mausoleos. Si bien frecuento el consultorio de "analistas" desde 1996, puedo decir que mi análisis, con el objeto lacaniano, y sus efectos, datan de 2015, en que se empezó a mover la lápida que tenía encima, por entonces.

En la conferencia de Miller, la linterna de Diógenes apunta a La mujer que no existe:

[…]En el inconsciente hay un punto de no saber: del hombre sobre la mujer y de la mujer sobre el hombre. Ello puede formularse así: los dos sexos son extraños uno al otro, exiliados. […] Sin embargo, esta formulación simétrica no es la correcta. De hecho, el no saber del que se trata incide electivamente sobre la mujer. Si no se sabe nada del otro sexo es, sobre todo, porque no se sabe nada de la mujer en el inconsciente. De allí que se proponga la escritura el Otro sexo, para decir que es Otro, distinto absolutamente. […]

Esto explica por qué el sujeto que se coloca dentro del dispositivo analítico está sometido a una histeria estructural. No es solo porque se siente hendido de nuevo por los efectos del significante, sino también porque se ve lanzado, nolens volens (lo quiera o no), a la busca del significante de La mujer, que haría falta para que exista la relación sexual. El psicoanalista no tiene necesidad de inscribir sobre su puerta: 'Que no entre nadie aquí si no busca a La mujer', pues quien entre la buscará, aún si es geómetra.

[…] la ausencia del significante de la mujer da cuenta de la ilusión de infinito que engendra esta experiencia, signada no obstante, por la finitud, pero que es una experiencia de palabra. Ahora bien, la estructura diacrítica del lenguaje que hace que un significante valga solo por otro significante S1>S2, entrega la palabra como tal a una recurrencia sin fin.

Evidentemente, si existiese el otro significante, el de la mujer, podría suponerse que esto se detendría. Por eso el analizante es un Diógenes con su linterna, pero que busca a la mujer […] No es otra la raíz de la pasión por lo simbólico. Si hay ciencia es porque La mujer no existe. El saber cómo tal ocupa el lugar del saber sobre el Otro sexo.[14]

Bienvenida sea la pasión por lo Simbólico que permite que los hablantes no quieran otra cosa que saber y eso los haga hablar, estudiar, hacer ciencia, saber hacer ahí donde encuentren una cadena que no se agote, que cada día invite a querer darle una vuelta más al asunto. Sin embargo sin una orientación, sólo apoyados en la cadena eso puede tener un despliegue feroz sobre ese hablante, tanto si no puede parar, como si parece que la cadena se detiene.

Por ahora nos detenemos aquí, pero nos quedamos cerca, amigos de Lacan, para servirnos de su objeto e intentar pasarlo, y así haciendo existir su práctica, no hay papá, mamá, marido, suegra, jefe, vecino, perro, loro, dólar, neurociencias, que la extingan.

Un psicoanálisis lacaniano, por su ética, produce un sujeto inédito, uno que habla diferente, habita el mundo de un modo singular, puede soportar un poco mejor el malentendido, y puede amar por lo que no es, por lo que no hay, y aceptar que la manera posible de que algo funcione es siempre fallando. Hablantes con esos rasgos, nolens volens, transforman el lazo y el mundo, en un lugar menos peor.

 
Notas

* Escrito como contribución y saldo de mi participación en el grupo "Asuntos de familia en el Inconsciente", de las conversaciones del VIII ENAPOL, cuya responsable es Nora Silvestri y a quien mucho agradezco por invitarme y causarme al trabajo.

  1. Mi recorrido por Matemas I se inició con el "Suplemento Topológico a de una cuestión preliminar…", continuó en"Mostración en Premontré", y me condujo a "Otro Lacan". Las dos primeras conferencias, las leímos este año, en el seminario diurno de la EOL "La interpretación en la Psicosis".
  2. Prefiero el término inglés "accurate", que fonéticamente sería "aquiureit" y, en castellano, se pronunciaría "acurate", curate con el a.
  3. ENAPOL es Encuentro Americano de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana, nombre que bien merece el título de heredero de aquel Encuentro Internacional en Caracas.
  4. Miller, J.-A., Seminarios en Caracas y en Bogotá, Buenos Aires, Paidós, Argentina, 2015, p. 224.
  5. Lacan, J., El Seminario, Libro 16, De un Otro al otro, Buenos Aires, Paidós, Argentina, 2008, p. 174.
  6. Miller, J.-A., Seminarios en Caracas y en Bogotá, Op. Cit., p. 228.
  7. Ibíd., p.229.
  8. Lacan, J., El Seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Buenos Aires, Paidós, Argentina, 2014, p. 116-117.
  9. Miller, J.-A., Seminarios en Caracas y en Bogotá, Op. Cit., p. 106.
  10. Miller, J.-A., Seminarios en Caracas y en Bogotá, Op. Cit., p. 230.
  11. Lacan, J., El Seminario, Libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Op. Cit., p. 115.
  12. Miller, J.-A., Seminarios en Caracas y en Bogotá, Op. Cit., p. 237.
  13. Bassols, M., Lo femenino, entre centro y ausencia. Grama Ediciones, Buenos Aires, Grama Ediciones, Argentina, 2017.
  14. Miller, J.-A., Seminarios en Caracas y en Bogotá, Op. Cit., p. 231.
 
 
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