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Consecuencias
 
Edición N° 20
 
Marzo 2018 | #20 | Índice
 
Los enredos del cuerpo, el des–en–redo del síntoma
Los adolescentes de hoy y los cortes, nuevas formas de hacer con el cuerpo.
Por Adriana Servidio
 

Adriana ServidioCuando la capacidad de simbolización no alcanza a expresarse con la palabra puede suceder que aquello imposible de elaborar se inscriba igualmente a través de variadas formas en el cuerpo.

Esta imposibilidad de inscripción puede ocurrir frente a diferentes situaciones de la vida del individuo, sobre todo a partir de crisis, duelos, situaciones traumáticas, ante lo inexpresable, lo que no se entiende, lo que avasalla y no se logra explicar.

Ahora bien, la época actual se caracteriza por la precariedad del orden simbólico y la promoción del goce al cenit de lo social, si es una época en la que las marcas simbólicas se fragilizan, ¿Qué valor adquiere marcar el cuerpo? ¿Marcar el cuerpo por ausencia de otras marcas de orden simbólico? En este contexto, podríamos pensar que ciertas modificaciones producidas en el cuerpo por el sujeto, son manifestaciones sintomáticas, que configuran una solución posible en la constitución y abordaje del cuerpo en la adolescencia. En ese caso, ¿de qué modo los cambios y las características de la época inciden sobre la proliferación de estos tipos de síntomas en los adolescentes?

La adolescencia es una fase en la cual esta dificultad, imposibilidad de simbolización es más probable, ya que grandes cambios deben ser elaborados y para los cuales no se tienen palabras. Estos cambios están asociados a los duelos, renuncias y pérdidas que son propias de esta fase (entre otros: pérdida de los padres de la infancia, pérdida del cuerpo infantil).

En esta etapa de la pubertad se produce una cantidad de excitación –surgimiento de pulsión sexual– que deben ser ligadas, que le exige al aparato psíquico un monto de trabajo que complejiza aún más el atravesamiento de esta etapa. Los nuevos síntomas habitualmente empiezan a hacer su aparición en la adolescencia, como una respuesta en acto directamente sobre el cuerpo en la ausencia de la palabra, pues el lenguaje ha quedado retrasado.

¿Por qué el adolescente intenta procesar a través de una marca inscripta en su cuerpo, (pertenece a lo imaginario) algo que debiera ser elaborado en un nivel de procesamiento mental, de pensamiento, del uso de la palabra, que debiera pasar por el lenguaje –o sea en el ámbito simbólico– para intentar ligar aquello que surge (¿será?) desde lo real?

Lo real en tanto trauma, que en la adolescencia aborda al sujeto por vía de los cambios corporales que son disruptivos para la imagen corporal del infante que fue, la imagen narcisizada, un cuerpo que el Yo siente ajeno, extraño y que no lo identifica, irrumpiendo un erotismo nuevo. Hay un despertar que alude a la irrupción (de un goce éxtimo) ajena al cuerpo frente al cual el sujeto no sabe cómo responder.

¿Se podría hipotetizar que las marcas en el cuerpo son un modo de respuesta frente al qué me quiere, en relación al deseo del Otro?

Ahora bien: ¿de qué disponen los jóvenes para poder arreglárselas con esa angustia que surge?

En las consultas de hoy, surgen distintos usos del cuerpo que evidencian intentar un arreglo, un enredo en el propio cuerpo, no recurren en general al Otro sino a lo que se tiene más a mano, su cuerpo, "un decir sin palabras". Estamos frente a sujetos enredados en la depresión, con cuerpos anoréxicos, cortados, golpeados, anestesiados, enredados en la tecnología, o la adrenalina de los actings. Hablan de una angustia, a veces de una tensión, o de una energía que no pueden dominar, y el corte viene a funcionar como sangría, porque el sangrado y el dolor, producto de la herida, dan cause y alivio, alivia pero no cura. Cuando se produce un encuentro con un analista, su intervención es producir un lazo, donde esas marcas, se traduzcan en pregunta.

¿Cómo operar en la urgencia con estos modos de respuesta? Lo que orienta en el tratamiento de la urgencia es lo real en tanto causa, apelar entonces en la dirección de la cura a qué es lo que causó la emergencia de angustia. Detenerse en ese momento de urgencia, de emergencia pulsional, es lo que nos permitirá como analistas producir la emergencia de un sujeto de la enunciación, y del inconsciente. Orientar a que el sujeto pueda darle un valor a su decir, y que a través de sus palabras, y conjuntamente con la brújula de la angustia, que nunca miente, localice a través del significante, algo del objeto de goce.

En la medida en que pueda articularse el significante y el goce, algo del síntoma podrá constituirse, y de ese modo el sujeto podrá dirigir su satisfacción autista en algo dirigido al Otro. La vía del psicoanálisis es la vía del síntoma, anudar lo simbólico con el goce, implicando el decir.

 
Bibliografía
  • Miller, J–A. – En dirección a la adolescencia (21/03/2015)
  • Freud, S., "Tres Ensayos de una Teoría Sexual", Obras Completas, Volumen VII, Amorrortu Editores, Bs.As., 2011.
 
 
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