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Consecuencias
 
Edición N° 20
 
Marzo 2018 | #20 | Índice
 
El populismo… o peor
Por Philippe Fultot
 

Philippe Fultot1. Si de lo que verdaderamente se trata para el psicoanálisis en su relación con lo político es de hacer dique contra lo peor, es decir contra el imperio de la pulsión de muerte, es necesario poner una vez más en disputa los conceptos de populismo y de segregación.

2. De impedir que la definición de populismo quedara en manos de los ingenieros del consenso se encargaron ya ampliamente Ernesto Laclau y Jorge Alemán: el primero para elaborar un riguroso ensamblado teórico alrededor de ese concepto, devolviéndole en la república de las ideas la positividad que el pensamiento unidimensional se propuso quitarle al designarlo como significante amo de lo negativo; el segundo, retomando las categorías nodales de Laclau –en este aspecto con él y contra él– para advertir que el populismo sólo puede ser de izquierda en la medida en que, a través de la articulación hegemónica de demandas insatisfechas, amplía –ahondándolo– lo democrático, con la condición, añadiríamos, de que se entienda por esto último, como lo hicieron los pensadores griegos de la polis, aquel proceso escandaloso de subjetivación que tiene por principio la búsqueda de la igualdad entre seres hablantes.

3. Populismo es entonces el nombre, primero, en virtud de una igualdad presupuesta entre seres hablantes, de un modo de agregación ampliatoria de la comunidad que integra a una parte hasta allí invisibilizada, cuyas demandas están insatisfechas, y que asume de antemano que puede fallar en esa representación, que asume incluso que su esencia constitutiva es precisamente la de fallar.

4. El impudor con el que se pretende hacer coincidir el modo en que populismo y ultraderecha interpelan a la parte invisibilizada de la comunidad omite descaradamente que el discurso de la ultraderecha se articula alrededor de puntos de capitón desconocidos para el populismo, como lo son totalidad y jerarquía: ilusionada con poder rechazar la falta, la ultraderecha sueña con recuperar ese goce primitivo perdido a través de una totalidad que sólo se sostiene fantasmáticamente gracias a una excepción–síntoma que la amenaza. Esa totalidad está apoyada en un orden jerárquico de seres hablantes desiguales y cuya desigualdad es precisamente la que permite la designación de un chivo expiatorio, interno a la propia comunidad, que le ha extraído su goce y lo habita de modo maligno o subdesarrollado. Para sostener este fantasma de totalidad–que–expía, ese resto debe ser segregado y eventualmente, gracias a los avances técnicos de la ciencia, exterminado, pasando así de lo puramente fantasmático al acto real de destrucción de ese otro cuyo modo de goce resulta insoportable. No es posible, en consecuencia, atribuirle a la ultraderecha carácter agregatorio alguno.

5. La búsqueda de la igualdad presupuesta entre seres hablantes no es sin conflicto, sin disenso, sin división. La esencia de lo político consiste precisamente en la agregación a la comunidad de esa parte suya que por añadidura se identifica con el todo: poner en equivalencia a aquella parte invisibilizada cuyo modo de gozar le resulta insoportable a la otra parte lleva inevitablemente a un litigio que disloca el acuerdo según el cual deben ser ocupados los lugares dentro del grupo: lo político ocurre sí y solo sí se interrumpe la temporalidad del consenso alrededor del cual han sido asignados los roles de cada uno con todos dentro de la comunidad. Como manifestación de un acto político, el populismo propone una comunidad barrada, distinta a sí misma, que aloja la incompletitud, allí donde la ultraderecha sueña con una comunidad idéntica a sí misma que aspira a la completitud: un Dos disensual frente un Uno consensual.

6. Populismo es entonces el nombre, segundo, de un modo de agregación que en virtud de la igualdad produce la división de la comunidad en un DOS que sabe hacer con la falta, frente a un modo de segregación que en virtud de la jerarquía produce la reunión de la comunidad alrededor de un UNO que forcluye la falta.

7. Por consecuencia, en la medida en que los escritos de Laclau y de Alemán hayan sido objeto de lectura –algo que está en seria duda– la insistencia con la que se sigue designando al populismo como agente de exacerbación de la pulsión de muerte contra la cual hacer dique, asimilándolo a la ultraderecha, constituye una verdadera estafa intelectual, una impostura conceptualmente insostenible: el populismo es, en todos los aspectos, el reverso de la ultraderecha y de modo general el reverso de toda tentación totalitaria.

8. La farsa de intentar amalgamar populismo y ultraderecha redobla su ingenuidad o su mala fe cuando por añadidura se le asigna a esa amalgama la exclusividad o la preeminencia de la violencia mortífera de la segregación, y la insidia se agrava aún más cuando para sostener esta idea se cita a Lacan, quien por el contrario entre 1963 y 1970 desarrolla por lo menos en cinco escansiones la hipótesis según la cual es sobre las ruinas de la segregación totalitaria de lo unario que se desencadena la segregación comunitarista de lo múltiple, apoyada en la universalización del discurso de la ciencia y del discurso capitalista

9. Lo estructural está dado en 1970, cuando en el Seminario XVII la lectura que hace de "Tótem y Tabú" conduce a Lacan a establecer en la segregación el origen de la fraternidad, dado que para él los hermanos se descubren como tales porque son aislados juntos por el padre y ello proviene de aquello de lo que los hermanos son segregados, juntos: el goce. Pero si bien la segregación se constituye de este modo como origen de todo discurso, como su armazón condicionante, su S1 único, la relación de esa segregación estructural con la subjetividad y con el lazo social se verá conmovida por la incidencia inédita que en ella tendrá el ascenso de la ciencia y de la forma–mercado.

10. Desde 1963, en la clase del 27 de febrero de su seminario sobre "La Angustia", y luego de ironizar sobre la "moralización cretinizante" y "la idea absurda de que se iba a poder terminar rápidamente" con los campos de concentración, Lacan advertía inmediatamente que éstos no representan un accidente en la historia occidental, sino más bien un antecedente, un modelo anticipado del efecto segregativo, y que ciertamente no es en la metafísica del Mercado en donde la segregación podría encontrar una barrera, sino todo lo contrario.

11. La hipótesis fue ampliada en la "Proposición del 9 de Octubre de 1967": el campo de concentración no es del orden de la perversión, sino que forma parte de la estructura misma del discurso de la ciencia y de su efecto en el lazo social. Como "consecuencia del reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia y, principalmente, de la universalización que introduce en ellas", y siendo que la forma–mercado contiene los mismos fundamentos de universalización con efectos segregativos, "nuestro porvenir de mercados comunes será balanceado por la extensión cada vez más dura de los procesos de segregación".

12. En el Breve discurso a los psiquiatras del mismo año, y tomando como ejemplo concreto de segregación el del encierro de los locos, Lacan arremete contra el advenimiento del sujeto forcluido de la ciencia cuya pretensión de universalidad amenaza al sujeto del inconsciente del cual "una parte está velada, justamente aquella que se expresa en la estructura del fantasma, es decir la que comporta otra mitad de sujeto y su relación al objeto a". Es ese mismo proceso de universalización el que produce aquellas "profundas reorganizaciones de las jerarquías sociales que constituyen la característica de nuestro tiempo".

13. Finalmente en una conferencia en Estrasburgo en 1968 titulada Nota sobre el padre y el universalismo, Lacan añade que "pensamos que el universalismo, la comunicación de nuestra civilización homogeneíza las relaciones entre los hombres. Al contrario, pienso que lo que caracteriza a nuestra época (y de esto no podemos darnos cuenta) es una segregación ramificada, reforzada, que produce intersecciones a todo nivel y que no hace más que multiplicar las barreras". ¿Cómo no ver en esta segregación ramificada otra cosa que el liberalismo en su forma–mercado, forma de la cual el entusiasta Foucault celebraba la diversidad que favorecía un nuevo tipo de sociedad menos disciplinario y normativo que cualquier otro anterior? Pero esa diversidad ramificada produce para Lacan "intersecciones a todo nivel" que corren el velo de su reverso obsceno, el de un nuevo tipo de segregación multiplicado ad infinitum en una lógica de fragmentación en la que, caído el S1 único del padre ideal, cada sujeto o comunidad de sujetos se convierte en su propio S1 reforzado, dando lugar a un nuevo escenario compuesto por una miríada de pequeñas máquinas deseantes que se segregan sin cesar entre sí intentando imponer cada una a la otra su propio modo de goce.

***

14. Al empuje hacia lo ilimitado que comparten el discurso de la ciencia (lo que es hoy es imposible mañana dejará de serlo) y el discurso de la forma–mercado (el rechazo de la castración, es decir precisamente del límite) se le suma entonces una aspiración a la universalización que, lejos de homogeneizar el lazo social, da lugar en cambio a una lógica de fragmentación que multiplica los modos de goce convirtiéndolos en infinitos focos de terror y de segregación recíproca generalizada.

15. La afirmación según la cual "la guerra civil está en el horizonte de todo populismo que exacerba la pulsión de muerte bajo las especies de la pulsión segregativa"[1] es un buen ejemplo del extravío teórico con el que se pretende identificar aquello de lo que el psicoanálisis desea ser el reverso. Es más bien del lado de la metafísica liberal en su forma–mercado, bajo el velo de un estado de derecho formal vacío ya de todo contendido democrático, y que oscila cada vez más peligrosamente hacia un estado de excepción permanente, que debe ser ubicado el desencadenamiento siniestro de la pulsión de muerte contra la cual el psicoanálisis, en su relación con lo político, desea hacer dique.

16. Peor aún es afirmar que el psicoanálisis apoya una forma de lo político que le dé un lugar a esa pluralidad contra la cual Lacan advirtió y que se lo defina como "el Uno de la inclusión de lo múltiple y no el Uno de la exclusión de lo múltiple"[2]. Es en la identificación de los múltiples sujetos o de las múltiples comunidades con su rasgo, como algo colindante con las fraternidades freudianas de goce, que residen el nuevo malestar de la cultura y la nueva raíz de la segregación, del odio y de la pulsión de muerte. Cuando en la forma–mercado auxiliada por la ciencia lo único que se busca es la satisfacción inmediata del placer, el propio mantenimiento de la vida deja de ser un factor restrictivo. En ese sentido el discurso de la ciencia y el discurso de la forma–mercado no desean contener la pulsión de muerte, sino que aspiran a ella.

17. Por el contrario, contra el liberalismo de la pluralidad de lo múltiple, un acto verdaderamente democrático consiste en poner constantemente en jaque lo universal de la ciencia y de la forma–mercado, bajo la forma del conflicto del Dos que rompe tanto con el Uno como con lo Múltiple. Para que ocurra un retroceso de ese comunitarismo que segrega de modo horizontal, debe haber un avance de lo político, entendido no como "el Uno de la inclusión de lo múltiple" sino como una vocación permanente de confrontación, de disputa, de litigio. Solo hay democracia si emerge el Dos de lo político. Es por este motivo que cabe preguntarse si aquello que sus detractores designan como populismo no es en el fondo, y contrariamente a lo que se afirma, el nombre del deseo de una oligarquía del nacimiento, del dinero o del saber, de gobernar sin el pueblo, es decir sin la división de ese pueblo, sin el Dos.

18. Como agregación ampliatoria y ahondante de lo democrático, el populismo no es en absoluto esa "exacerbación de la pulsión de muerte bajo las especies de la pulsión segregativa" que se nos quiere hacer creer, sino su reverso: al poner en cuestión el intento de universalización de la ciencia y del mercado, y la forclusión – en el sentido de cerramiento, como lo no barrado, lo que no queda abierto– deshumanizante del sujeto que ambos proponen, el populismo es una barrera, un kathékon contra la pasión segregante del Uno o de lo Múltiple, una defensa contra los poderes reunidores o multiplicadores del odio. La llamada "guerra civil" del designado populismo, es decir su esencia política que consiste en el escándalo de fracturar en dos a la comunidad al incluir en ella a la parte invisibilizada, siempre pacificó una guerra aún más antigua, más radical y más primitiva, la de la pasión del Uno que excluye, y es de creer que hace lo mismo con la nueva pasión de lo Múltiple de los focos atomizados de goce que se segregan mutuamente bajo el manto mortífero del emprendedorismo de sí.

19. Que en el vínculo con lo político el psicoanálisis debe proteger al lazo social de toda amenaza mortífera ya lo señalaba Lacan al formular la advertencia "mejor que renuncie pues quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de la época", pero para ello es preciso primero interpretar esa época correctamente, de lo contrario en lugar de frenar lo peor, el imperio de la pulsión de muerte, el psicoanálisis le abrirá las puertas de par en par y de la superchería se pasará a la tragedia. Por otro lado, a fuerza de defender el estado de derecho, las instituciones psicoanalíticas parecen negarse a ver que es la propia práctica la que está siendo segregada por ese mismo estado de derecho que se defiende, como lo demuestran los incesantes intentos por excluir al psicoanálisis de las instituciones psiquiátricas en favor de disciplinas más afines al discurso de la ciencia y de la forma–mercado. La persecución parece estar alcanzando a los propios psicoanalistas, algunos de ellos víctimas de la reciente e infame campaña de delación contra los "psicólogos K" acusados delirantemente de lavar el cerebro a sus pacientes. O se hace inteligible la época de modo apropiado, o será ya muy tarde incluso para el propio psicoanálisis y para quienes lo ejercen.

 
Notas
  1. Alberti, Ch., "Il n'y a que ca, le lien social", Lacan Quotidien n. 732
  2. Ibíd.
 
 
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