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Consecuencias
 
Edición N° 21
 
Noviembre 2018 | #21 | Índice
 
Un modo de abordar el destino del objeto
Por Natacha Zarzoso
 

Si el hueso de una cura es lo imaginario, el final del análisis consiste en superar el plano de lo imaginario, si el hueso de una cura es la identificación fálica, el final del análisis es dejar caer la identificaciones, y si el hueso de una cura es el fantasma, el final del análisis será su atravesamiento ¿si el hueso del final es el síntoma, cuál será el final del análisis?
Miller, J.–A., El hueso de un análisis, p. 73

Natacha ZarzosoLa pregunta que orienta mi rasgo es por el destino del objeto una vez atravesado el fantasma. Pero, ¿cuál es el estatuto del objeto en cuestión? El fin del análisis conlleva un duelo por separarse del objeto, duelar el objeto.

“Sin duda lo que Lacan formuló a propósito del sinthome, puede recordar lo que dijo del objeto a, allí donde eso habla eso goza, pero la orientación hacia el sinthome acentúa que eso goza allí donde eso no habla, donde no produce sentido”.[1]

El Uno no alcanza para hacer–se Uno –por eso está lo que se agrega, para poder habitar un cuerpo en la vida, introducir la variación del goce es poder ir más allá de la fijeza que produce el fantasma. “Uno no se queda sin fantasma al final del análisis. Atravesar el fantasma es atravesar los puntos en los que hay un imperativo que pesa sobre el sujeto y no lo deja encontrarse con su reservorio de goce, con esa marca que penetró en el cuerpo y que hace falta ir a su encuentro, aquello que a uno lo divide es el objeto causa de su deseo. Poder hacer lugar a este objeto causa es del mismo doblez que el del sujeto barrado”.[2]

“En el final del análisis, no se trata solo de una puerta, se trata también de una ventana. Hay un paso que va de analizante a analista, si uno ha reducido su síntoma a un resto, a un resto sintomático. Este resto es el que debería funcionar ahora como el gozne de la ventana, permitir que la ventana se abra y se cierre, sin que se sepa. Pero hay un elemento que había fijado este gozne de la ventana del fantasma, es lo que llamamos identificación. Estas identificaciones fijan la realidad de la ventana del fantasma, un análisis supone de entrada una vacilación de estas identificaciones y en su final esperamos, esas caídas de las identificaciones para que dejen al descubierto ese deser, esa falta de ser del sujeto. Ese deser, insiste Lacan, tiene la misma estructura lógica que el objeto causa del deseo que se trata de aislar al final del análisis. Lo importante es el gozne, que no está ni adentro ni afuera, o que está adentro y afuera a la vez, en el sujeto y en el lugar del Otro y que Lacan ha situado ya con la formalización de su famoso objeto a. No hay ninguna puerta y ventana sin goznes, no hay sujeto sin aquello que lo causa como un sujeto dividido, sin ese objeto a que hasta ese momento había permanecido oculto en la propia ventana del fantasma como el verdadero resorte de su movimiento. La ventana del fantasma es un seguro, defensa ante lo real para no caer al vacío, una ventana repetitiva, fija, sin goznes para abrirla o cerrarla. El gozne del goce del sujeto está en el agalma –anticipación de su objeto a–. El analizante es el verdadero agalma del análisis, solo que no puede verlo desde el Otro lado de la ventana del fantasma. Es preciso –añade Lacan–, que el analista esté dispuesto a perder su propia agalma, su propio objeto de goce para poder acompañar al sujeto hasta este marco del fantasma. Pero antes de dar el paso por la puerta de salida hay que abrir la ventana del fantasma. El gozne separa y conecta dos espacios que en realidad son Uno, y están en continuidad. Lo importante del franqueamiento del fantasma es poder aislar desde ahí, desde el lugar ficticio del Otro, la función del gozne, de ser de goce del sujeto. Y ello no para quedarse en el Otro lugar, que ya no existe de hecho, sino para volver al Uno del goce de otra manera. El recorrido nunca es lineal, va del síntoma al fantasma (…) y retorno. Solo en el retorno podremos situar la dimensión del sinthoma, del resto sintomático”. [3]

Ya atravesado el fantasma hablamos de consentir a la posibilidad de un agujero y no obturarlo mediante las significaciones que nos aportaba el fantasma. En el vaciamiento de sentido que es la experiencia de lo real a través de la experiencia analítica, “el objeto se erosiona hasta convertirse en la marca de la colisión de la lalangue con el cuerpo viviente. El modo de vacío que se introduce es una función, es decir que la letra ocupa un lugar de objeto al cual se aplica la función. La letra toma cuerpo en un decir, inventa un significado nuevo, esa letra es la materialidad lingüística del goce que ciñe una huella, un vacío excavado que ya no está taponado por el objeto.[4]

 
Bibliografía
  • Miller, J.–A., Sutilezas analíticas, Paidós, Bs. As., 2011.
  • Dassen, F. “¿Por qué el sentido importa al psicoanálisis?” Seminario Diurno, EOL, clase del 14/11/2006.
  • Bassols, M., “La Imposible identificación del analista”, Conferencia en las XXVI Jornadas Anuales EOL, 2017.
  • Laurent, E., “La erosión de sentido y la producción de un vacío”, Enlaces Nro. 11, Grama, Bs As., 2006.
  • Lacan, J., “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanálisis de la escuela”, en Otros Escritos, Paidós, Bs As, 2012.
  • Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El Sinthome, Paidós, Bs. As., 2006.
  • Laurent, E., Síntoma y Nominación, Colección Diva, Bs. As., 2002.
  • Laurent, E., El reverso de la biopolítica, Grama, Bs. As., 2016.
 
Notas
  1. Miller, J.–A., Sutilezas analíticas, Paidós, Bs. As., 2011, p. 107.
  2. Dassen, F., “¿Por qué el sentido importa al psicoanálisis?”, Seminario Diurno, EOL, clase del 14/11/2006.
  3. Bassols, M., “La Imposible identificación del analista”, Conferencia en las XXVI Jornadas Anuales EOL, 2017.
  4. Laurent, E., “La erosión de sentido y la producción de un vacío”, Enlaces Nro. 11, Grama, Bs As., 2006.
 
 
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