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Consecuencias
 
Edición N° 22
 
Julio 2019 | #22 | Índice
 
Entrevista a Clorindo Testa
Por Mario Goldenberg y Diana Chorne
 
Clorindo Testa

Clorindo Testa nació en la ciudad de Nápoles, en 1923. Llegó a Buenos Aires cuando tenía sólo unos meses. Como en su niñez le gustaba construir barcos, en un momento pensó que debía estudiar Ingeniería Naval. Sin embargo, estudió durante un breve tiempo Ingeniería Electromecánica, con la intención de acceder a la escuela de Ingeniería Naval de la Universidad de La Plata. Finalmente se graduó en 1948 en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y comenzó a pintar hacia el final del racionalismo argentino. Influido por Le Corbusier, formó parte del equipo Austral, en el que también participaban Ferrari Hardoy, Vivanco y Antonio Bonet, quienes desarrollaron el Plan Regulador de la Ciudad de Buenos Aires.

En 1949 obtuvo una beca de la Universidad de Buenos Aires para realizar un viaje de estudios a Europa, de donde regresó luego de tres años y ganó el concurso nacional para la construcción del edificio de la Cámara Argentina de la Construcción.

Como pintor, desde 1952 realizó infinidad de muestras individuales y colectivas, en diversos museos y galerías. Su pintura se relacionó en un primer momento con ciertos objetos: herramientas, bicicletas, puentes. Todas realizadas con un estilo primitivista, cercano a los informalistas.

Como arquitecto, realizó importantes obras y obtuvo varios premios. En 1959 ganó el concurso de construcción del Banco de Londres y América del Sur, Casa Central. En 1962, junto a Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga, obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Construcción de la Biblioteca Nacional. En 1968 Guido Di Tella le encargó la construcción de su casa, Clorindo Testa asoció en este proyecto a la pintora Irene van der Poll. En 1970 ganó el Proyecto del Hospital Naval Central de Buenos Aires, que ocupa la totalidad de la manzana, frente al Parque Centenario. En 1979 ganó, junto a Jacques Bedel y Luis Benedit, el concurso del Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires, para remodelar el edificio histórico que sirvió de convento, cárcel y asilo.

Diana Chorne: Me gustaría que nos contaras algo de tu historia. ¿Dónde naciste?

Clorindo Testa: Nací en Nápoles, pero nací en Nápoles porque mi papá quiso. El pueblo nuestro se llama Ceppaloni, queda a diez kilómetros de Benevento, que es una ciudad que está en el valle Caudino, a setenta kilómetros de Nápoles.

Mario Goldenberg: ¿Cerca del Vesubio?

CT: No, Nápoles está cerca del Vesubio. El valle Caudino empieza cerca de Caserta. Mi papá había venido a Argentina, era médico y se estableció acá y se casó. Mamá era argentina, hija de españoles. Cuando estaba por nacer, mi viejo quiso que yo naciese en Italia, entonces viajaron y ahí nací; me bautizaron en el pueblo y después volvimos para acá a los cuatro meses. Después me quedé siempre acá. Bueno, empecé la escuela… Cuando estaba en cuarto año, papá me preguntó un día, caminando por la calle, qué iba a estudiar, entonces le dije, así por decir, que a lo mejor estudiaba Medicina. Él no me dijo nada, y ahí se acabó la conversación. Entonces estudié primero Ingeniería Naval, me gustaba hacer barcos; después hice Ingeniería civil otro año, y después empecé Arquitectura y la terminé.

DCh: Civil… Estudiás la ciudad.

CT: Claro, pero es curioso, porque siempre pensé que en realidad uno, desde que nace, reproduce lo que hacen los más grandes. Cada persona reproduce… Porque por lo pronto, vivís en la barriga de tu mamá y sos como una especie de troglodita: nadás, después nacés, y hasta que tenés cinco años dibujás… Ese dibujo es un auto que después lo hice maqueta (señala hacia la pared).

DCh: ¿Lo hiciste cuando eras chico?

CT: Claro, cuando tenía tres años. El dibujo está aquí. Hice una maqueta hace poco tiempo. Yo digo que son equivalentes a las pinturas que hay en las cuevas. Las pinturas rupestres son iguales en todo el mundo, da lo mismo que estén en la Patagonia, en Italia o en China. Son iguales, los temas son los mismos: son los animales que hay, son las personas y nada más. Y los chicos dibujan todos igual también: la mamá, el auto del papá… Estoy seguro de que vas a Japón y está el auto de su papá dibujado, los chicos dibujan lo mismo. Después, cuando tienen seis o siete años, dejan de dibujar y hay chicos que no van a dibujar nunca más.

DCh: Y hay otros que no paran…

CT: Y otros... Pero los dibujos que vos hacés desde que tenés seis años, hasta que después empezás a pintar, los podés tirar, porque no sirven para nada. Es lo mismo que una pintura rupestre; de repente las pinturas rupestres se terminaron. Son los dibujos de los tres a cinco años y se terminó; después vos dejás pasar hasta que tenés veinte años, porque los dibujos de la Facultad para qué los vas a guardar, tampoco son nada…

MG: Leí hace poco que en el Arte BA llevaste los cuadernos de primaria…

CT: Sí, tengo muchos cuadernos de la primaria, los tengo porque los guardó mi padre o mamá, no sé, pero después no guardaron nada más y yo tampoco guardé nada. Vos te dabas cuenta de que eso no tenía ningún valor.

DCh: ¿Cuándo te diste cuenta de que lo que vos hacías tenía valor?

CT: Mi primer concurso de pintura fue en el año ´51. Se puede decir que desde que tenía cinco, seis años e hice este dibujo, hasta 1951 lo que hice no tiene ningún valor… En la Facultad por ahí dibujaba algo con alguna modelo, pero esos dibujos quedan ahí…

DCh: No había nada creativo…

CT: Exactamente, entonces para qué iba a guardar esos dibujos. Yo ya no tengo ningún dibujo de la Facultad, no tengo ningún proyecto de la Facultad; esos desaparecieron todos. O sea, desde los seis años hasta los veinte años, lo que hacía no tiene ningún valor.

Otra cosa que les puedo decir es que me recibí en diciembre del ´47, me fui a Mar del Plata; me pasé enero, febrero, marzo y mitad de abril… Mamá me llamó y me dijo: “Volvé”. Y volví. Entré con un amigo mío que conocía al secretario de Cultura y empecé a dibujar y estuve hasta fin de año, diciembre, porque salió una beca de la Facultad; fue el único año que gané una beca. Era para los diez mejores promedios, yo estaba entre los veinte y nos llamaron a veinte alumnos para que quedaran diez. Había muchos que se cansaban o empezaban a trabajar, entonces los que estaban debajo de los diez empezaron a subir y al final se juntaron diez. El viaje fue de tres meses por Italia, acompañados por un profesor, que se llamaba Villalonga. Terminados los tres meses, yo trabajé en Nápoles y me fui a lo de mi abuela, eso fue en el ´49. Me quedé en lo de mi abuela el ´49, el ´50 y tres meses del ´51, también por un llamado de mi casa para que volviera. Entonces volví y ahí me encontré con Rossi, un compañero de la Facultad, hicimos el concurso de la Cámara de la Construcción y lo ganamos. En Italia, también en el ´50, lo conocí a Franz Van Riel, el hijo de Van Riel, de la galería de arte, y me dijo que cuando volviera lo pasara a ver para hacer una exposición. Entonces en el ´51 ganamos el concurso y en el ´52 hice mi primera exposición.

MG: ¿Y la exposición de qué era, qué obras eran?

CT: De pinturas y otras cosas que hice. El primer cuadro yo te diría que lo pinté en los primeros meses del ´51 en España. Era en el cuarto de una pensión en Sevilla.

MG: O sea que empezaste en España a pintar…

CT: En España estuve enero, febrero del ´51 y en el ´52 hice la exposición. Hice dos o tres exposiciones, la primera fue en el ´52.

MG: O sea que la pintura y la arquitectura empezaron juntas prácticamente…

CT: Sí, empezaron ahí, en el ´51–´52.

DCh: Lo que pasa es que es muy artística la arquitectura tuya.

CT: Lo que pasa es que pensar la manera de hacerlo es lo mismo que pensar el cuadro. Lo curioso es la manera en que estuvieron los tipos de las cavernas que pintaban y después de ahí se pasa a los asirios, a los egipcios, pero cuando ellos empezaron ya hacían una obra de arte contemporánea. Un bronce griego del 400 aC es tan perfecto como una escultura hecha ahora. Queda un intervalo, es el del año ´30 al año ´51, que no hice nada, esos dibujos…

DCh: ¿Por qué coincide para vos con la exposición en Van Riel?

CT: Porque ahí empecé, entonces vos te das cuenta de que desde este período hasta que después empecé, es lo mismo que desde la época de las cavernas a los asirios.

MG: Y en pintura, ¿quiénes fueron tus maestros?

CT: No, no tuve maestros.

MG: Pero de tu viaje a Italia…

CT: Los años que estuve en Italia tampoco fui a ningún postgrado de arquitectura ni de pintura ni nada.

DCh: Tenés mucho de autodidacta…

CT: Sí.

MG: Después en esos años hay un grupo que se llama Boa, o una revista…

CT: Sí.

MG: La revista es de Llinás, ¿o no?

CT: Creo que sí, pero no estoy seguro. Fue una revista que duró muy poco tiempo.

MG: Sabemos que en el Di Tella vos estuviste como pintor y como arquitecto.

CT: Con Francisco Bullrich hicimos la remodelación, en los años ´60.

MG: ¿Cuál fue para vos la importancia del Di Tella en Buenos Aires?

CT: Fue importante como movimiento y como activación.

MG: ¿Y al relacionarte con la arquitectura brasilera, tuviste contacto con Niemeyer?

CT: Lo vi a Niemeyer, sí. La arquitectura en México, Brasil, siempre es apoyada por los gobernantes; acá nada…

DCh: Yo viví diez años en México, ahí el arte es apoyado por el Estado. Está bien, no te daban una fortuna pero te daban como para poder sobrevivir y comprarte las pinturas…

CT: Sí, además hacían exposiciones afuera, mandaban pinturas a la Bienal de Venecia… Y son independientes a la actividad política, porque Niemeyer es comunista, pero siempre tuvo el apoyo de los gobiernos.

MG: En Brasil hay obras de él por todas partes…

DCh: Pero a mí me gusta mucho más, comparativamente, la arquitectura mexicana, me encanta.

CT: También, sí, y la pintura…

DCh: Entre los artistas plásticos argentinos, ¿cuáles te gustan?

CT: La época de Macció, Deira me parece importante, me parece tan importante como la época del arte de invención. Y ahora Kamps, Lozano. Está lleno de pintores que son buenos, porque Buenos Aires es una ciudad muy grande. Muy grande quiere decir que tiene diez millones de habitantes, doce millones, quiere decir que siempre hay buenos pintores, escritores, médicos…

DCh: Vuelven a reproducirse…

CT: Y sí, porque en una ciudad de miles es más difícil que tengas un buen escritor, pintor o médico…

MG: Volviendo al Di Tella, ¿para vos cuál fue el cambio que produjo?

CT: El cambio fue la actividad, gracias al Di Tella. El instituto trajo gente de afuera, e hizo un intercambio con la gente de acá. Trajo críticos, hizo el premio Di Tella, invitó a pintores extranjeros para participar en el premio. Las bienales, todo eso, son cosas que activan la creatividad.

DCh: Si yo te nombro por ejemplo a Xul Solar…

CT: Sí.

MG: Estuvo en Van Riel…

CT: Sí, es de la época.

DCh: Y en relación con lo político, ¿qué pasó contigo en la década del ´70?

CT: Yo nunca tuve intervención política, me mantuve al costado.

DCh: ¿Siempre estuviste muy abrumado de trabajo, o lograbas alguna disciplina de trabajo?

CT: En el ´51–´52 es lo mismo, a veces más trabajo, a veces menos… Pero todo el tiempo iba haciendo cosas…

DCh: La continuidad…

MG: ¿El trabajo de la arquitectura te restaba tiempo para la pintura, o no?

CT: No soy un pintor de los que pintan todos los días. No me siento con la tela en blanco para ver qué pintar. O sea, vos sabés qué es lo que no hay que poner…

MG: Primero pensás…

CT: Claro, ya sabés el tamaño, qué vas a hacer, después sale un poco distinto.

DCh: ¿Por qué tus pinturas, tus obras con volumen son tan contemporáneas? ¿Por qué sos tan joven?

CT: Porque vos tenés que estar siempre en el tiempo que va pasando. No es lo mismo el año ´50 que el 2000, pasaron cincuenta años ya. Cambia todo. La ropa… Ves una foto de hace treinta años y te parece absurda, los peinados… Te das cuenta de que es de otra época. Entonces no podés pintar como pintabas antes y no podés proyectar como proyectabas en el año ´50.

DCh: A mí me sorprende de todas maneras la juventud de tu arte, la juventud en el sentido de contemporáneo.

MG: Hay un tema que estuve viendo en tus obras, que es la peste, ¿no?

CT: Sí.

MG: ¿Y esto de dónde viene?

CT: En un viaje que hice compré un libro, describía las plagas que asolaron al mundo hace seis siglos. Esto sucedió en Ceppaloni; pasó una peste por el sur de Italia en el 1600, entonces la tercera parte del pueblo se murió. Es decir, de un pueblo de novecientas personas, trescientas se murieron.

MG: ¿Y el libro era sobre la peste en esa zona?

CT: Sí, ese libro citaba el paso de la peste por esa zona.

DCh: ¿Con respecto a la vida acá, en Argentina, la has padecido, la has disfrutado? Digo, por la historia política argentina, sobre todo por los años de la dictadura…

CT: De eso no me acuerdo; una vez que vivís, ya está. Es como si le preguntaras a un italiano cómo pasó la época del fascismo. Y… vivieron.

DCh: Sí, los que sobrevivieron, vivieron…

CT: Millones de personas sobrevivieron.

DCh: Yo lo que te preguntaba es si vos sentís que tu obra tiene tu alegría o no tiene…

CT: Qué importa, quizás la presté.

DCh: Yo creo que en arquitectura has formado mucha gente, ¿no?

CT: Bueno, estuve en la Facultad poco tiempo, porque no es una cosa que me atraiga, enseñar.

DCh: ¿Estás en una movida para colaborar con el arte joven?

CT: No sé si hay alguna movida que se llama…

DCh: ¿Pero colaborás con alguna galería?

CT: Sí, con una, con Taller 4. Y ahora está la Galería de Jacques Martínez; hay tres pinturas de Deira y hay un pintor de los años ´80.

DCh: ¿Está por Palermo también?

CT: No, está en Avenida de Mayo.

DCh: Ah, claro, se inauguró ahora, esta semana pasada…

MG: De los artistas actualmente vivos, ¿con quién tenés más relación, más vínculo?

CT: Ahora a los pintores los conozco, pero no hay vínculo. Las cosas van cambiando: en los años ´50–´60 te juntabas en un café al lado de las galerías. Ibas más a las galerías, visitabas las galerías.

DCh: Estaban todas juntas…

CT: Claro, pero ahora es distinto.

DCh: Te pregunto algo que tiene que ver con experiencias personales… ¿Fue siempre buena la relación con los galeristas?

CT: Sí.

DCh: Porque a mí no me fue bien.

CT: En los años ´50 empecé con Bonino.

MG: El mercado del arte era muy distinto de como se maneja ahora, ¿no?

CT: Yo nunca vendí mucho, mucho. No es que sea un tipo de gran producción.

 
 
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