Los acontecimientos de la historia y de la política influyen sobre nosotros y nuestra práctica.

Jacques–Alain Miller distingue tres sentidos de la palabra política:

La política en general: la política es la vida de la polis, de lo que es común. Es el empeño imposible de tratar un real. Tiene la capacidad de interesar, despertar, incluso apasionar. En cambio, en las tertulias, cuando se discute, ya no se trata de política sino de ideología; y cada cual tiene la suya, es algo del orden de la creencia, como la religión[1].

La política en el psicoanálisis: concierne a la posición de los analistas respecto a la causa analítica. La causa analítica es nuestro propio agujero subjetivo e institucional[3]. Es también la posición que se tiene con la institución, con los colegas, los alumnos, los analizantes, el público y la disciplina analítica misma.

La política de la cura hunde sus raíces en el escrito “La Dirección de la Cura…”. Allí Lacan presenta la interpretación a nivel de la táctica, la transferencia a nivel de la estrategia y los objetivos de la formación de los analistas y los de la conclusión de la cura como la política.

La de Freud fue armar un orden de ceremonia. Un modelo de Sociedad de médicos y legos, con anillos de membrecía, ritos y reuniones de los miércoles, se estaba inventando un cómo.

Luego, la I.P.A., creció por el mundo con reglamento y con doctrina. El A.D. portaba una investidura, dada por su experiencia, y el principio de autoridad hacía consistir su práctica. En 1953 la Sociedad Psicoanalítica de París que pertenecía a la I.P.A. sufre una escisión, y Lacan, junto con otros, se va. En 1963 es oficialmente excomulgado y se le prohíbe tener la investidura de A.D.

En 1964 funda la Escuela Freudiana de París. Llama a esta Escuela una experiencia inaugural, habrá un modo diferente, nuevo, de arreglárselas con los analistas y con la enseñanza y transmisión del psicoanálisis. Funda, solo como siempre estuvo, dice, con todo el valor del acto, su Escuela. Una Escuela sobre tres grandes ejes: el cartel, el pase y la revista Scilicet.

La Escuela es un colectivo que no pretende abolir la soledad subjetiva sino que, por el contrario, se funda sobre ella, la manifiesta, la revela. Ésta es la paradoja de la Escuela.

La Escuela que se funda en la disolución de las grupalidades y reenvía a cada uno de sus miembros a su propia soledad. La causa analítica es un ideal común y, a su vez, es una causa singularísima. La Escuela es una suma de soledades subjetivas. Lacan tomó como principio de su Escuela protegerla de la vida de grupo.

Con el Pase Lacan piensa un final. Cae la idea del A.D. para hacer lugar a un analista que surge de su propia analizancia. Donde había Sociedad de Profesionales Lacan inventa Escuela de Analizantes.

Un principio de la política de Lacan fue no ceder ante los efectos transferenciales de su enseñanza. La enseñanza se funda y se hace posible sostenida en una trasferencia de trabajo. Se trata de mantener activo el real en juego en la enseñanza del psicoanálisis[4].

El A.E. como sujeto nuevo y transformado estará en condiciones de incitar a otros a trabajar también para lograrlo. Lacan pensó políticamente su Escuela como una Escuela de analizantes decididos respecto de la causa analítica. La Escuela está hecha para alojar esta causa y también, por qué no, para alojar el malestar de estar juntos.

¿Puede deducirse ya una política de la propia relación al psicoanálisis, la de cada uno y su acto analítico? ¿O es insoslayable incluir también la experiencia entre varios? (siempre que esos varios estén advertidos de su disparidad).

¿Puede pensarse el pase y transmisión como un atisbo de respuesta? ¿No hay acaso allí de la relación del uno por uno al psicoanálisis y hay también de la experiencia entre varios? ¿No sería la invención singularísima de Lacan del dispositivo del pase y su puesta en función una buena manera de pensar qué es la política de la Orientación Lacaniana?