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Consecuencias
 
Edición N° 23
 
Diciembre 2019 | #23 | Índice
 
Acerca de la violencia y la maldición del sexo [*]
Por Laura Arroyo
 
Laura Arroyo

Desde Jacques Lacan y su lectura de la pulsión de muerte freudiana, sabemos que si hay algo que el discurso psicoanalítico puede testificar es acerca de una maldición sobre el sexo. En El Erotismo G. Bataille sostiene que el espíritu humano se encuentra expuesto a las más sorprendentes amenazas. Teme sin cesar de sí mismo, son sus propios movimientos eróticos los que lo aterrorizan. El erotismo encierra algo del orden de lo siniestro. La pasión de los amantes, la misma que pone en juego la fusión de los cuerpos puede introducir un sentido violento que puede ir más allá del deseo físico. “A pesar de las promesas de felicidad que la acompañan, la pasión, introduce antes que nada trastorno y perturbación”[1]. Muchos de los casos hoy llamados como “violencia de género” son el corolario de una historia que habla del encuentro entre dos cuerpos que pretendían amarse. Qué se pone en juego en ese encuentro y cuál es su costado siniestro son las preguntas que guían el presente trabajo.

Germán García sostiene que las pasiones no son la expresión de la pulsión. La pasión es el enlace a un objeto. Hay soledad en la pulsión ya que es autoerótica, se trata de un montaje pulsional que parte de la soledad. “Esto permite entender los señuelos retóricos de captación de objetos, de este modo la soledad pulsional se encuentra amortiguada por el encuentro con una alteridad”[2]. Como psicoanalistas sabemos que hay algo en esta maldición imposible desenraizar por estar atado a una ley de goce.

En El mal de la muerte, obra de M. Duras escrita en 1982,[3] pondrá de manifiesto esta otra cara del amor, esta faz de goce mortífero. En este relato se hace presente una voz que le da indicaciones al protagonista, un hombre. Este debe contratar a una mujer, con el fin de llegar a amarla; ella, mujer joven y bella, pasará junto a él varios días por contrato. Él quiere intentar, “conocer eso”. Quiere poder acostumbrarse a su cuerpo, a sus senos, su perfume, su belleza aese peligro de alumbramiento de niños que representa ese cuerpo”.[4] Ella preguntará” “¿También querría de mí?”[5]. El Si. Aun no conozco, quisiera penetrar con violencia como tengo costumbre…”[6] Ella no tiene opinión. El pretenderá amarla, pero no logrará hacer pasar la cosa más que de una simple satisfacción, cuyo tratamiento se corresponderá con el de su propio fantasma. Las condiciones del contrato que propone son claras: “Debiera callarse como las mujeres de sus antepasados, doblegarse completamente a usted, a su voluntad, serle enteramente sumisa”[7]. La posibilidad de que ella pueda gozar se le torna insoportable, lo descoloca. Se sale de lo estipulado en el contrato. Ella debe callar. Es necesario para él gozar en silencio y en soledad. La alteridad de ese otro cuerpo ha comenzado a perturbarlo. Ella se acomoda, acepta, se entrega y calla. Élya no duerme, da vueltas por las noches alrededor de su cama, a veces llora. Querrá alejarse de ese cuerpo que lo perturba, quiere volver a su propio cuerpo, volver hacia él mismo. Ese cuerpo dormido empieza a inquietarlo “no tiene defensa alguna, es liso desde el rostro hasta los pies. Incita al estrangulamiento, a la violación, las vejaciones, los insultos, los gritos de odio, el desencadenamiento de las pasiones cabales, mortales”[8]. El quiere saber por qué aceptó el contrato, “Porque en cuanto me habló vi que le invadía el mal de la muerte -dice ella- Durante los primeros días no supe nombrar ese mal. Luego, más tarde, pude hacerlo.”[9] El preguntará “¿En qué el mal de la muerte es mortal?”[10] en que “el que lo padece no sabe que es portador de ella, de la muerte.”[11] El “Se pregunta cómo matarla y quién la matará”[12]. La agresividad no aparece como un signo de potencia más bien es todo lo contrario. El cuerpo de esta mujer en su entrega, va despertando en él, deseos de asesinarla. A medida que la alteridad con este cuerpo se vuelve insoportable, se ponen en evidencia sentimientos de violencia y destrucción. Su tentativa de amar fracasa. Ella parece saberlo todo sobre el amor, hasta puede juzgarlo. “La enfermedad de la muerte es el hombre que ignora lo femenino que aun conociéndolo no lo conoce”.[13]

Bien podría aplicarse a este texto la misma frase que utiliza Lacan en su homenaje a la escritora: “Marguerite Duras revela sin mí lo que yo enseño”.[14]

“Todas las mujeres están locas, -dice Lacan- no locas del todo, acomodaticias más bien hasta el punto de que no hay límites a las concesiones que cada una hace para un hombre: de su cuerpo, de su alma, de sus bienes. Y no puede más por sus fantasmas, a los que les es menos fácil responder. Ella se presta más bien a la perversión que considero es la del hombre”[15]. En las fórmulas de la sexuación señala que la posición masculina se mueve en el todo, rechazando la diferencia que destruye esa totalidad, marcando un límite. En cambio la posición femenina se relaciona con lo ilimitado, el no todo se caracteriza por el estrago lo infinito que aniquila. “El sinthome es precisamente el sexo al que no pertenezco, es decir, una mujer. Si una mujer es un sinthome para todo hombre, el hombre es para la mujer todo lo que les guste, a saber, una aflicción peor que un sinthome. Incluso es un estrago”[16]. Esta entrega sin límites, nos muestra esta otra cara del amor que por estar entretejido al goce resulta estragante. De modo que amor y estrago se vuelven indisociables, se tratará desde el psicoanálisis encontrar la vía del deseo en cada caso para mitigar este costado mortífero.

 
* Trabajo presentado en las VI Jornadas Anuales de a EOL Sección La Plata: Interpretar la violencia, 2 de noviembre de 2019, Colegio Nacional Rafael Hernández, La Plata.
 
Bibliografía
  • Miller, J.–A., El Partenaire- síntoma, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2008.
  • Arroyo, L., “De erotismo y de muerte”,en Manerastrágicas de matar a una mujer, Estrategias. Psicoanálisis y Salud Mental Nro.4, EDULP, La Plata 2016.
  • Bataille, G., El erotismo, Tusquets editores, Barcelona, 1979.
  • García, G., “Insistencia sobre las pasiones”, en La Ira y las pasiones, Estrategias. Psicoanálisis y Salud Mental N°3, EDULP, La Plata, 2015.
  • Duras, M., El mal de la muerte, Tusquets editores, Barcelona, 1984.
  • García, G., “La comunidad inconfesable. Notas dispersas”. Disponible en: http://www.eol.org.ar/
  • Lacan, J., “El Homenaje a Marguerite Duras, por el arrobamiento de Lol V. Stein”, en Otros escritos, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012.
  • Lacan, J., “Televisión” en Otros escritos, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012.
  • Lacan, J., El Seminario, libro 23, El sinthome, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2006.
 
Notas
  1. Bataille, G., El erotismo, Tusquets editores, Barcelona, 1979.
  2. García, G., “Insistencia sobre las pasiones”, en La Ira y las pasiones, Estrategias. Psicoanálisis y Salud Mental N°3, EDULP, La Plata, 2015.
  3. Duras, M., El mal de la muerte, Tusquets editores, Barcelona, 1984.
  4. Íbid
  5. Íbid
  6. Íbid
  7. Íbid
  8. Íbid
  9. Íbid
  10. Íbid
  11. Íbid
  12. Íbid
  13. García, G., “La comunidad inconfesable. Notas dispersas”. Disponible en: http://www.eol.org.ar/
  14. Lacan, J., “El Homenaje a Marguerite Duras, por el arrobamiento de Lol V. Stein”,en Otros escritos, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012.
  15. Lacan, J., “Televisión” en Otros escritos, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2012.
  16. Lacan, J., El Seminario 23: El sinthome, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 99.
 
 
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