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Consecuencias
 
Edición N° 23
 
Diciembre 2019 | #23 | Índice
 
La Mediación como intervención posible a la violencia en las escuelas [*]
Por Lorena Sruber
 
Lorena Sruber

¿De qué hablamos cuando hablamos de violencia en las escuelas?

Hablamos de agresividad, de maltrato, de acoso, de discriminación. Hablamos de odio desmedido, de crueldad muchas veces extrema hacia otro que se elige porque se cree que tiene un rasgo de debilidad, porque se cree que difícilmente pueda defenderse. Cuando hablamos de violencia hablamos del cuerpo de uno y del otro.

La agresividad es una experiencia correlativa de una fragmentación de la unidad de la imagen narcisista, de la imagen de uno mismo en la medida que está construida a partir de las imágenes de los otros y en la medida que encubre esta alteridad constituyente. En el pasaje al acto violento el sujeto golpea en el otro aquello que no ha llegado a integrar de su propia alteridad en la imagen narcisista y unitaria del Yo. “El acto violento se revela entonces como el rechazo más absoluto de lo que es diferente y, en especial, de lo que hay de diferente, de heterogéneo, en la propia unidad narcisista”.[1]

“Desde el punto de partida del estadio del espejo, lo que Lacan instala en el corazón de la identidad consigo mismo es la imagen del Otro. Y solo asegura esta identidad a costa de un desdoblamiento, una falta de ser uno mismo, donde puede verse la raíz de la agresividad.”[2]

En la escuela, tanto como en la sociedad, se establecen relaciones entre otros, son también relaciones entre cuerpos. Cuerpos que se expresan y no siempre a través de la palabra. El bullying aparece como síntoma en la escuela y es además un síntoma social que forma parte del malestar en la cultura. Lo que hay en el acoso es una voluntad de dominio y la satisfacción cruel que algunos sujetos encuentran al someter a otros a su capricho. José Ubieto nos dice que el acoso es el estado natural del adolescente, acoso de su cuerpo púber; y la tentación es desplazar ese acoso al otro. A partir del acto de acosar, manipulando el cuerpo del otro, el sujeto podría salvarse de hacerlo con el propio. El bullying sería entonces una falsa salida para los adolescentes, para evitar afrontar la soledad de la metamorfosis de sus cuerpos.

Una lectura que el psicoanálisis nos permite hacer del bullying es que se trata de una escena, un cuerpo a cuerpo en el que participan varios. Y en la que no se puede ignorar lo pulsional como clave subjetiva. Hay una intencionalidad agresiva que es la que propone un destino a la pulsión sádica; una repetición de la escena fija y una desigualdad acosador-acosado marcada por la falta de respuesta de este último, por su imposibilidad para responder.

“Hay una consistencia de esta agresividad que merece el nombre de odio y que apunta a lo real en el Otro. Se odia especialmente la manera particular en que el Otro goza”.[3]

“Hay una intolerancia al goce del Otro en la medida en que es esencialmente aquel que me sustrae el mío”.[4] Se elige en el otro sus signos supuestamente “extraños”, esa diferencia que supone algo intolerable para cada uno, es una crueldad contra lo más íntimo. Entonces, siguiendo a J, Miller en Extimidad “si el problema tiene aspecto de insoluble, es porque el Otro es Otro dentro de mí mismo. Si el Otro está en mi interior en posición de extimidad, es también mi propio odio”.[5] Nos apoyamos en el término extimidad para nombrar lo íntimo, incluso lo más íntimo de cada uno. El término extimidad se construye sobre intimidad. Lo más íntimo aparece en el exterior y funciona como un cuerpo extraño.

Volviendo a la escena del acoso, ésta incluye 4 elementos: el acosador, la víctima, los testigos y el Otro adulto (padres, docentes), que no está pero al que se dirige también el espectáculo. Lo que los embrolla a los adolescentes es la subjetividad y sus impasses; hacer algo con el cuerpo que se les revela como un misterio, pero un misterio que habla y los perturba. Manipular el cuerpo del chivo expiatorio bajo formas diversas: ninguneo (dejarlo de lado), insultos (injuriarlo), agresión (golpearlo), es una solución temporal para calmar la angustia. La escena del acoso daría acceso a un cierto goce del cuerpo del otro a través del grupo.

¿Cómo intervenimos?

Se hace necesario promover un espacio de respeto y escucha por la palabra del otro. La violencia como forma coercitiva de ejercicio de un poder será siempre un signo de la impotencia para sostener una palabra verdadera. En este sentido es que se apunta a crear, desarrollar y sostener espacios donde esta palabra pueda ser articulada, compartida e interpretada con otros. Por otro lado, enmarcar la angustia, atravesarla y seguirla como brújula, vía de acceso a lo más real del objeto a. Objeto de la satisfacción, satisfacción que es goce.

Asumir el lugar de la diferencia como principio lógico y ético es una orientación a seguir, instancia a partir de la cual empezar a prevenir la violencia. Que cada sujeto pueda descubrir que no hay una forma de goce más verdadera, más acorde o más normal que otra.

Se plantea la mediación como una herramienta posible para intervenir en los casos de violencia y en los distintos conflictos que puedan surgir en la escuela. Lo que se habilita con este espacio es la construcción de un lugar de escucha y dialogo donde son necesarias la responsabilidad y empatía por el otro. La negociación entre las partes es fundamental, se necesita pensar opciones creativas y alternativas no violentas ante las distintas situaciones.

Partimos del conflicto como parte natural en las relaciones con los otros. En el conflicto (que puede ser más o menos violento), existen desacuerdos entre intereses y posiciones de las distintas partes. La posición es el lugar en donde se para cada uno, es lo que primero aparece. El interés es lo que hay que indagar, qué quiere, por dónde pasa su deseo. La intervención apuntaría a que cada uno pueda moverse de la posición en la que se encuentra para poder ver al otro y encontrar juntos posibles respuestas a los conflictos.

Para que la negociación se pueda realizar tiene que haber un compromiso de ambas partes en tanto cada una esté dispuesta a ceder algo. Un tercero será el mediador, puede ser un adulto pero también podría ser un par neutro, es decir que no esté implicado en el conflicto. El mediador abrirá el espacio a la palabra de cada uno.

La orientación de la mediación es reducir la hostilidad y re establecer la comunicación. El mediador, a partir de una escucha activa, colabora y fomenta a cada una de las partes a escucharse y ponerse en el lugar del otro.

Si el acoso es una “falsa salida” para los adolescentes, donde lo que se fomenta es el odio, la hostilidad, la agresión; la mediación como herramienta para vehiculizar la palabra, es una salida posible. Si la relación que se establece en el acoso es “entre otros”; la presencia de un tercero, que media desde el amor, permite que se establezca una relación “entre sujetos” que se “dividen” cuando se escuchan, cuando se preguntan, cuando buscan respuestas alternativas al malestar.

La mediación se realiza en distintas etapas. Es importante que las partes sean informadas sobre las reglas del proceso, que se apropien del conflicto y asuman el compromiso para intentar resolverlo.

Etapas:

  1. Contrato y contacto: generar el clima apropiado, presentación de los participantes y del mediador con nombre y posición. Explicitar las reglas del proceso. Empezar a generar comunicación, establecer contacto visual
  2. Exposición: el mediador le pregunta a cada una de las partes acerca de los hechos. Cada uno cuenta cual es el problema desde su posición. El mediador le devuelve a cada uno lo que escuchó, se remarcan cuestiones de cada posición. Se expresan las sensaciones y sentimientos. Que cada uno pueda explicitar cuál sería una buena solución y que se espera del proceso de mediación.
  3. Recopilar información: escuchar intereses, necesidades y prioridades de cada una de las partes para buscar puntos posibles de acuerdo. Resaltar puntos del discurso de cada uno, re enmarcando la situación en un contexto mayor. Se abre el espacio para que cada parte escuche los intereses de la otra y que la palabra comience a circular.
  4. Intercambio de roles: cada uno habla desde el lugar del otro, como si fuera el otro, se expresan sensaciones y sentimientos. Luego se puede decir si faltó algo y agregarlo. Se ofrecen alternativas, opciones.
  5. Trabajo a futuro: Se piensa que harían en una situación similar a futuro.

Que la palabra circule en la escuela y se haga escuchar entre pares, docentes, padres, directivos es la orientación. Resolver los conflictos que puedan presentarse cada día por medio de la palabra, evita que surjan conflictos de mayor gravedad que impliquen situaciones violentas. Pero más allá de este trabajo continuo, cuando la situación violenta irrumpe, a través del acoso por ejemplo, la mediación es una intervención posible. La ganancia que se obtiene en cada mediación, para cada uno de los sujetos, puede transmitirse al resto del grupo. De este modo se transforma en una experiencia compartida a través de la cual las voces y la escucha se multiplican. Esta modalidad tendría el formato de Asamblea en la que cada uno de los sujetos puede decir algo acerca de su malestar o el del otro y el mediador sería un coordinador, profesor, o adulto referente.

En un grupo donde la demanda hacia los adultos referentes para resolver los conflictos era muy grande, se implementó el “proyecto mediadores”. La finalidad fue promover la autonomía para que resuelvan los conflictos entre ellos. Se elegían 4 mediadores por semana cuya función era intervenir en los conflictos que aparecían en el grupo. Ellos mismos eran quienes recibían las demandas y como terceros no involucrados en el conflicto ayudaban a pensar alternativas para resolverlo. Al finalizar la semana, se realizaba una asamblea. Este proyecto funcionó no solo porque lograron responsabilizarse en relación a lo que les aquejaba, sino porque fueron compartiendo con otros las dificultades, pudiendo en ese trayecto, conocerse y escucharse más.

 
* Trabajo presentado en el Congreso Mundial de Salud Mental. Simposio: Bullying, intervenciones posibles, Buenos Aires, Noviembre 2019.
 
Bibliografía
  • Freud, S., "Inhibición, síntoma y angustia" en Obras completas, Tomo XX, Amorrortu, Bs. As., 1993.
  • Lacan, J., El Seminario, Libro 10, La angustia, Paidós, Bs. As., 2008.
  • Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, B. As., 2003.
  • Miller, J.-A., Extimidad, Paidós, Bs. As., 2010.
  • Miller, J.-A., La angustia Lacaniana, Paidós, Bs. As., 2008.
  • Bassols, M., La violencia contra las mujeres, Texto publicado Desescrits, Disponible en: http://miquelbassols.blogspot.com.ar/2012/11/la-violencia-contra-las-mujeres.html
  • Ubieto, J., Bullying, una falsa salida para los adolescentes, Biblioteca Pública de Infancia y Juventud, Barcelona, 2016.
 
Notas
  1. Bassols, M., La violencia contra las mujeres. Texto publicado Desescrits, Disponible en: http://miquelbassols.blogspot.com.ar/2012/11/la-violencia-contra-las-mujeres.html
  2. Miller, J.-A., Extimidad, Paidós, Bs. As., 2010.
  3. Ibíd
  4. Ibíd.
  5. Ibíd.
 
 
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