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Consecuencias
 
Edición N° 26
 
Junio 2022 | #26 | Índice
 
¿Cómo hacer para ser cada vez más analíticos?
Por Mariela Rodríguez Méndez [1]
 
Mariela Rodríguez Méndez

“Es la experiencia que podríamos ensayar con la Escuela Una: tratar de sostener lo que tenemos que hacer sin concesiones, es decir, tener la verdadera fuerza moral de reconocer nuestra debilidad; y tenemos entonces ese rasgo de intratable (…) Es allí que debemos ser un poco locos y decirnos: ¿cómo hacer para ser cada vez más analíticos?”[2]

La propuesta que comparto a continuación constituye un punto de escansión en una interrogación mayor por las posibilidades de existencia del psicoanálisis lacaniano en el contexto que habito. Es una pregunta que concierne a cada analista en un proceso de formación permanente, sin respuestas conclusivas.

Prácticas institucionales, poca presencia en el currículum universitario, sin posibilidades de crear institutos, asociaciones o escuelas como forma objetivada de un nuevo sujeto de derecho, regulada por sus estatutos y por el código civil; pero, una existencia subjetiva de la Escuela, miembros de la Nueva Escuela Lacaniana, lazos con la Sociedad Cubana de Psicología y la oportunidad de ser más psicoanalíticos en nuestra práctica. El psicoanálisis de orientación lacaniana ex-siste, persiste en un contexto signado por las dificultades económicas, imperativos ideales, la centralización estatal con aires del cambio de época sin llegar a imperar el discurso capitalista.

¿Cómo sostener lo que tenemos y aspirar a mayor presencia en la civilización? ¿Cómo dejarnos enseñar por la experiencia singular vivida y sus efectos? Una primera respuesta, inspirados en Miller sería apostar por ser cada vez más analíticos. ¿Cómo?

La orientación política

Con Lacan[3], se destaca la orientación política como eje central de la experiencia, la formación analítica y la existencia misma del psicoanálisis en la cultura, a partir de sus asociaciones y escuelas.

El principio político de orientarse por lo real es también el de la orientación por el síntoma, hasta encontrar modos de arreglos con el goce que puedan vivirse con menos sufrimiento.

Aún advertidos de lo imposible del psicoanálisis mismo respecto al logro del ideal y los “restos sintomáticos”, la experiencia analítica es una oportunidad para quien a ella se atreve. Da lugar a inventar modos de orientarse y servirse de su síntoma como su solución vital, de una manera tan singular como cada experiencia de vida. Es también una oportunidad de entrar en el lazo social sirviéndose de lo que la experiencia le aporta para amar, trabajar, crear con lo posible.

Pero el psicoanálisis es débil. No lo garantiza la presencia de dos cuerpos en el dispositivo llamado analítico, ni la institucionalización o registro legal de una escuela. Tampoco la reunión de un pequeño grupo bajo el supuesto de trabajar en la modalidad de cartel. Es tendencia, un deslizamiento hacia lo terapéutico, lo universitario, lo masificante y los alienantes efectos grupales. Son modos de lazo, tratamiento de lo insoportable del goce y los agujeros de lo real en la cultura, constituidos en la experiencia civilizatoria, devenidos subjetividad.

Precisamente por la debilidad del psicoanálisis, por la tendencia a que los otros discursos lo solapen, estamos obligados a ser intransigentes en cuanto a sus principios políticos. No se trata sólo de no ceder en su deseo, sino de transformar el deseo en voluntad, nos recuerda Miller. Voluntad que no es la del superyó y va esclareciéndose durante la experiencia de formación que tiene su núcleo en el análisis personal, pero se articula a la Escuela para la episteme e incluso el control.

Debilidad fundamentada también en los tiempos lógicos de la formación de un analista y una escuela. Durante largos periodos de formación cada practicante va haciendo existir, en lo posible el psicoanálisis. A ello sumamos, que la formación no termina, pues se gesta en la práctica misma, siempre que sea erigida por un analista capaz de formalizarla en un momento posterior a su acaecimiento.

Recurrir a los principios políticos, fundados en nuestra ética constituye un recurso operatorio para orientar una práctica que apuesta por resultar psicoanalítica. En ese sentido, juzgamos la existencia del acto por sus consecuencias, no por nuestras intenciones. Esto conduce a dejarse enseñar por la experiencia misma.

No ceder ante lo real en juego por determinar cada vez; no ceder en su deseo conlleva a componer, andar con rodeos, capitular, y al mismo tiempo ser intransigentes con la apuesta; incluso, allí donde faltan las condiciones de existencia del psicoanálisis mismo. Advertir que existen tiempos lógicos en la experiencia, permite una práctica preliminar y aplicada, hasta que las consecuencias permitan un movimiento en la experiencia, es también apostar desde el deseo del analista.

Todos los principios de la política lacaniana se articulan con el respeto en el Otro de su diferencia, su incomparabilidad[4]. Es desde ahí que se acoge y se apuesta desde lo posible, en una práctica que se inventa uno por uno.

Gracias a la aplicación de estos principios el psicoanálisis existe en nuestra ciudad y el resto del mundo. Existencia que comenzó con deseo y apuesta, sostenida hasta hoy por practicantes, el Campo Freudiano, la Asociación Mundial de Psicoanálisis y la Nueva Escuela Lacaniana desde su constitución.

Y, desde esa lábil existencia, estamos llamados a ser cada vez más psicoanalíticos. Si bien dichos principios orientan la experiencia, esta tiene por estrategia a la transferencia y la interpretación es su táctica. Estrategia y táctica orientados éticamente, para apostar a un trabajo que pueda devenir analítico en sus consecuencias.

Lo analítico en el trabajo bajo transferencia

La estrategia del analista es la transferencia: en la cura, la Escuela, lo social. De ahí que cuando no exista ningún atisbo de suposición de saber u odioenamoramiento, se ha de maniobrar preliminarmente para que esta se establezca. De la transferencia y efectos de interpretación, también se pueden esperar efectos en lo social y la entrada de algunos a la escuela. En una relación de nudo, acuden a la Escuela analizantes, inician análisis quienes acuden a la intervención del analista en la ciudad o la universidad. Del análisis se van produciendo efectos analíticos, que amplían las oportunidades de instaurar y trabajar bajo transferencia de la Escuela, en la práctica, la civilización.

Las invenciones necesarias aún, de analistas del Campo Freudiano, de la AMP y la NEL en nuestra ciudad han dado lugar a una práctica analítica. El trabajo bajo transferencia inicial en un contexto donde las condiciones de un psicoanálisis puro no han estado creadas, ha dado lugar a una práctica sostenida, un deseo de Escuela y de existencia del psicoanálisis mismo.

Pero, la transferencia no acontece por sí sola. En especial, cuando la civilización lleva a suponer que somos lo que decimos ser, cuando el saber está en la religión, los gadgets, ciertos academicismos, las redes, los ideales y los procedimientos capitalistas, propios de los movimientos civilizatorios que regulan el goce. ¿Cómo introducir un sujeto dividido que transfiera saber a su inconsciente, cuando los seres hablantes están sedientos de sentidos, gadgets, “soluciones” que alimenten su pasión por la ignorancia?

Ubicar los movimientos de la civilización y sus modos sintomáticos de arreglarse con lo imposible, resulta un paso preliminar. Para acompañar el movimiento de la civilización, nos orientamos por lo real que se expresa en el disfuncionamiento, lo que no marcha y se hace presente en el síntoma. Hacer uso de los dispositivos de publicación con los que contamos permite transmitir la lectura y apuesta del psicoanálisis. Sin embargo, se precisa una vez más del lazo y los dispositivos que permitan conversar con los otros agentes sociales, representantes de los otros discursos.

En la Escuela, la transferencia tampoco acontece por sí sola. La invitación a un trabajo en torno a lo real implícito en la pregunta sobre qué es un analista, la apuesta de quienes se disponen a trabajar y transmitir lo posible de sus hallazgos, causa al trabajo. Esto es posible en carteles y cualquier otro espacio de Escuela, orientado analíticamente. Pasar del saber supuesto al expuesto es ya un efecto de formación.

Sigue siendo la transferencia estratégica para alcanzar efectos en lo social y posiblemente son las publicaciones, los efectos en los analizantes y el trabajo de extensión de la Escuela preliminares para establecerla. Es una transferencia que no será usada para sugestionar o alimentar el goce de quien está en el lugar del analista en cuestión.

No actuamos analíticamente cuando usamos la transferencia para devenir amos, maestros, o eternos sujetos divididos que esperan la respuesta del Otro. Puede ocurrir y tal vez, se advierta más en la clínica que en el trabajo de Escuela o en lo social. En nuestro gremio, muchas veces se escucha la admiración hasta la idealización de uno u otro analista, asistencia a sus seminarios para “aprender”. Sin embargo, la transferencia en la Escuela es de trabajo, lo cual implica, causarse al trabajo singular en torno a lo real. Si el deseo de trabajar, la causa y la apuesta del analista “idealizado” no se transfiere, aún estamos en un momento preliminar en la experiencia de Escuela. ¿Qué hacer por el analista miembro de la Escuela? ¿Cómo tornar el amor a esos analistas en deseo de saber por el trabajo singular, desagregado de la masa?

El control y análisis personal posiblemente permitirán avanzar hacia lo analítico, si el analista analizante decide un trabajo al respecto. Pero, en los espacios de Escuela y del lazo social otras respuestas están por forjar, apoyados en lo que la experiencia previa nos ha enseñado y el saber hacer sinthomal de cada uno.

El movimiento transferencial de inicio a fin, es fruto del deseo de cada analista y el consentimiento de cada analizante. No hay protocolos, sino apuestas e invenciones orientadas políticamente, con efectos más o menos analíticos, a partir de los cuales avanzamos y nos formamos.

La interpretación

La interpretación es la táctica. Concierne al analista y el analizante. A partir de sus consecuencias en la economía de goce y trasmutaciones subjetivas, vamos capturando los efectos analíticos. Así como el inconsciente transmuta de transferencial a real, lo hace la interpretación del sentido al sinsentido resonante en el cuerpo. ¿Cómo aplicar la interpretación en la Escuela y la política general?

La asociación libre en la cura, la conversación es la modalidad de interpretación en los espacios de Escuela y del Otro social. El esfuerzo de elucidación analítica de lo que no marcha es un trabajo previo que permite ese bien decir, a partir del cual conversar.

Conversar en torno a lo que no marcha que se va leyendo, constituye un tratamiento simbólico del mismo. En este caso la interpretación es ya ese acto de lectura, si otro la escucha en posición analizante hay posibilidades de un movimiento analítico. Conversamos en jornadas, eventos, seminarios, presentaciones de libro, debates con la opinión ilustrada e incluso organizaciones internacionales como es el caso de la ONU. Conversamos en instituciones laborales, en las universidades con profesores y estudiantes. Los analistas conversan.

No es tarea fácil y de seguro, son muchos los modos posibles de conversar, no con todos, o para todos. Freud publicó múltiples textos que dilucidaron los modos de arreglo sintomáticos con el goce, en su época. Conversó con Einstein y muchos otros, al menos por misivas epistolares. Lacan conversó en la televisión, la radio, congresos, con los estudiantes del 68; y practicó una enseñanza como analizante en su Escuela. Miller creó la AMP y formaliza la enseñanza de Lacan, además interpreta los movimientos de la Escuela y la civilización. También utiliza los dispositivos con los que cuenta para argumentar su posición ciudadana ante elecciones políticas y proyectos de leyes. Son muchos los analistas de la comunidad que tienen un trabajo similar, cada uno a su modo.

Pero, ¿Cómo ubicar lo analítico de estas conversaciones? ¿Cuántos modos de interpretar al sujeto social? ¿Qué nos enseñan estas experiencias sobre la conversación como táctica para la existencia del psicoanálisis mismo?

Interrogantes vivos que invitan al trabajo, en la soledad de la formación hasta producir un saber susceptible de ser transmitido, y construido en la conversación de Escuela. Un punto de partida será orientarnos por las consecuencias de las acciones. Son estas, las que permitirán determinar si hubo acto analítico.

Lo analítico en la Escuela

Lacan finalmente prefirió hablar de formación del inconsciente para la producción de un analista en la experiencia de la cura. Formación que incluye lo que no tiene forma, el real en juego en la formación que se articula a la experiencia de Escuela. La producción de Analistas de Escuela y la carta robada que cada testimonio lleva interpretando a la Escuela, es efecto y causa de su trabajo. A diferencia de cualquier otro grupo que ignora ese real, podrá en transferencia analítica y de trabajo de Escuela intentar saber, elaborar, transmitir algo de ese núcleo real[5].

La Escuela es el concepto fundamental del psicoanálisis que aporta Miller a los trabajados por Lacan en el Seminario 11[6]. Recuerda Miller[7] que se funda en el discurso analítico en tanto se considera un après - coup de la experiencia analítica. Y al mismo tiempo, es susceptible de ser psicoanalizada, en tanto hace existir un sujeto, a través de sus acontecimientos (conversaciones, jornadas, impasses). Es interpretable para reenviar a cada miembro de la comunidad a su propia soledad en relación con el Ideal de la causa analítica. Ubica además como su paradoja y apuesta:

“ que sea posible una comunidad entre sujetos que conocen la naturaleza de los semblantes y cuyo Ideal, el mismo para todos, no es otra cosa que una causa experimentada por cada uno a nivel de su propia soledad subjetiva, como una elección subjetiva propia, una elección alienante, incluso forzada, y que implica una pérdida”.[8]

Sin embargo, en cada escuela hay miembros y asociados con diferentes momentos de su análisis. Como dijimos inicialmente, la debilidad del psicoanálisis concierne a la facilidad con que puede solaparse con otros discursos, y el ser hablante que es cada analista en formación, puede sucumbir a alienantes fenómenos identificatorios, fantasmáticos y restos sintomáticos generando pasiones del ser que atentan contra el discurso analítico y por consecuencia, la transferencia al psicoanálisis y la Escuela. Aspirar que la Escuela, el análisis, o la civilización sea complemento ideal de nuestras fantasías es ir contra la orientación política del psicoanálisis.

Lacan esperaba que su Escuela, no fuera en contra del discurso analítico en tanto en ella se apunte a la des-identificación, a la soledad de cada uno de sus miembros. Y desde allí, hacer ex – sistir el psicoanálisis. La invención de sus dispositivos (cartel, control, testimonios, etc.) pretende ser consecuente con la política del psicoanálisis lacaniano.

Respecto a la pregunta que nos ocupa hoy sobre el cómo ser más analíticos, en torno a la Escuela y la asunción de la soledad del analista en medio de lo múltiple, asumo el principio de no ceder ante lo real en juego como orientación y apuesta. Orientarnos por los trozos de real que se nos presentan, sin retroceder ante el agujero de saber que nos abre, puede constituir llamado al trabajo en los diferentes dispositivos, con el análisis personal en el centro.

Lo múltiple se anuda a un Uno orientador de su política, cuyos principios y dispositivos de trabajo se sostienen con el ejercicio de la crítica, del control, del avance de la doctrina, de la demostración y de la conversación analítica permanente[9]. Claves para apuntar a lo más analítico. Es una enseñanza desde el interior de la Escuela misma, que en sus conversaciones nos interpreta.

La conversación con otros discursos es una manera de insertarse en la subjetividad de la época. Es ahí, necesario también orientarse políticamente y participar del debate en aquellos asuntos que ponen en riesgo la existencia del psicoanálisis. Tampoco es tarea fácil. Se nutre del trabajo de la comunidad, de los efectos analíticos, de las transferencias generadas para las lecturas posibles del movimiento civilizatorio y ubicar sus impasses, ante los cuales el psicoanálisis es un tratamiento posible. Para conversar con los otros discursos, se trabaja desde lo más preliminar posible, se respetan los tiempos lógicos, las condiciones de posibilidad para la invención. No ceder ante lo real, orientarse por el síntoma y respetar lo más singular resultan principios orientadores. ¿Cómo hacerlo? Pregunta al trabajo ante cada reto, cada nuevo modo sintomático, que bien ha de nutrirse de lo que resta de cada experiencia anterior y sus efectos.

¿Qué podemos aguardar…?

Son los efectos del trabajo en cada dispositivo, los que hemos de aguardar para poder afirmar que hubo acto analítico. Cambios en la economía libidinal, transmutaciones subjetivas, la llegada y permanencia de otros, la solicitud de asociación y membresía, la sistemática convocatoria a la presencia y el consentimiento al trabajo, también en el campo social, son efectos por aguardar cada vez. De no haberlos, o ser adversos, es función del analista dejarse interpretar.

La orientación analítica es recurso para esa necesaria torsión de la desesperanza a la apuesta, de la queja a la acción, del aislamiento a las comunidades de soledades dispuestas a enlazarse en un trabajo que se transfiere. No es todo, pero si un modo de hacer con lo real, desde lo posible. Luego, aguardar y desde las consecuencias, reorientarse para relanzar la causa freudiana. Tal vez así, seamos cada vez, más analíticos, respetando los tiempos lógicos de cada sujeto, en cada dispositivo, en cada lugar.

Al final de su enseñanza, Lacan decía que su fuerte era saber lo que aguardar significa: “Queda la Escuela que adopté como mía. Nueva y lábil aún, aquí es donde se probará el núcleo por el que es posible que mi enseñanza subsista.”[10]

 
Notas
  1. Psicoanalista practicante. Miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL), Profesora Facultad de Psicología. Universidad de la Habana.
  2. Miller, J.-M., "La doctrina secreta de Lacan sobre la Escuela" en Bitácora Lacaniana, Grama, Bs. As., 2018, 13-18. p.17
  3. Lacan,J., “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2, Siglo XXI, México, 1971, pp. 565-626.
  4. Miller, J.-A., Política Lacaniana, Colección Diva, Buenos Aires, 1999.
  5. Bassols, M., “Acerca de la formación del analista” en Bitácora Lacaniana, Grama, Bs. As., 2017, pp. 39-49.
  6. Lacan, J., El seminario 11. Los cuartro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós,Bs.As., 1992.
  7. Miller, J-M., "La doctrina secreta de Lacan sobre la Escuela." Bitácora Lacaniana, Grama, Bs. As.,2018, 13-18. p.17
  8. Miller, J.-A., (2000). Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela. Recuperado el 20 de mayo de 2022, de AMP/WAP Asociación Mundial de Psiconálisis: wapol.org. https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=291&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10
  9. NEL, Consejo Federativo de los ESTATUTOS DE LA NEL. Institucional, Perú, Inédito, 2020.
  10. Lacan, J., “Segunda carta del Foro (11 marzo 1981)”, en La Escuela. Textos institucionales de Jacques Lacan, en Escansión Nueva serie, nº 1, Manantial, Buenos Aires, 1989, p. 30.
 
 
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