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Consecuencias
 
Edición N° 3
 
Septiembre 2009 | #3 | Índice
 
Un poco de Irak, un poco de Georgia
Silvia Geller
 
Uno de los periodistas echados de Irak por no estar "embedded with the army" (literalmente: que van a la cama con el ejército) retrata en su blog las paradojas de la guerra. Los estados que promueven la guerra, con sus típicas fórmulas de la "lucha del bien contra el mal" desconocen aquello que siempre trabaja de modo silencioso: la pulsión de muerte.
 
Zoriah Miller
Zoriah Miller

Un poco de Irak, un poco de Georgia. Los mercados tiemblan y la gente ya no está segura de conservar ni sus casas ni sus bienes. Todo apunta a una política que podríamos llamar de la vigilancia y la sospecha. Estamos, ahora, en nuestro siglo XXI, en la cultura de la vigilancia y la sospecha. Contamos con una serie de nuevos métodos para la protección contra la protección, es decir, trabajan para nuestro bien. Para nuestro bien nos controlan, nos auscultan hasta el más mínimo de los latidos y entonces nos transformamos en unos religiosos del Otro, ese Otro que quiere nuestro bien y nos protege, o sino lo que nos queda es la pura paranoia, nos quieren matar. Estamos protegidos y entonces estamos permanentemente vigilados.

En el paraíso de la libertad y la democracia, la nuestra, donde todo se sabe y se da a ver, solo los periodistas que están "embedded with the army"-en una traducción literal, que van a la cama con el ejército- son los autorizados a reportear, transmitir lo que ocurre en el campo de batalla. El Ejército americano había quedado muy molesto con el tipo de información que había circulado luego de la Guerra del Golfo del 91, y la invasión a Afganistán del 2003.

Zoriah Miller fue uno de los periodistas echado de Irak. Uno, porque no fue el único, que no estuvo completamente "embedded". Armó luego su blog en Internet donde muestra algunas de las imágenes que lo llevaron a esa expulsión.

Sus fotos tienen el rasgo de lo paradojal. Como esta, la de un soldado americano que ofrece un chupetín a una niña irakí. La bondad, la bondad trabaja contra la maldad. Ganan estos argumentos.

Los juegos Olímpicos, que como su nombre lo indica, representan el Olimpo de la paz, estaban vigilados. Beijing, no era seguro, hubo amenazas. Esto no es nuevo. Tenemos Berlín en 1936, Munich en 1972. Como en Weimar, la República, la primera con una Constitución verdaderamente libre que permitía el voto de las mujeres, ocho horas de trabajo y una serie de beneficios que regulaban "más justamente el goce para todos". Durante este tiempo la sospecha se arreglaba con la transgresión y las permanentes alianzas. Unos estaban en el gobierno proclamando las libertades y otros estaban con el verdadero poder. Eso, se arreglaba con las muertes de los que molestaban. Pero, aún era uno por uno. ¡Claro! luego de la barbarie de lo que había sido la Primera Guerra Mundial. Sabemos lo que vino después de Weimar. Pero no se sabía en aquel momento que la pulsión de muerte preparaba la peor de sus escenas, la imposible de pensar, la que está fuera de toda dimensión humana, la que está fuera de toda escala de pensamiento, la de la solución final.

Y queremos más de lo mismo. Cuando se quiere lo mismo a veces se obtiene lo peor.

 
 
 
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