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Consecuencias
 
Edición N° 3
 
Septiembre 2009 | #3 | Índice
 
Letras, Bordes y Distancias
 

El sujeto, en Consecuencia

En su particular acento el analista lo haría saber, que eso que en la práctica es divisado como signo de violencia articulada a un goce de pulsión de muerte, aparecía efecto de cierto fracaso del semblante.

Entonces, si el sujeto deviene portador de una certeza de una tal sensación de negativa ante la pérdida al insistir constatar una y otra vez desde lo individual y social que la pérdida no es para sí una posibilidad, ¿cómo puede el sujeto aún sorprenderse, "ser para la sorpresa"?

Miller ha inaugurado recientemente una serie con un punto de partida que resulta en cierto modo paradójico como eso, punto de partida.

La sorpresa, efecto de lo inesperado, incapaz de ser preformateado, es puesta en la partida, la salida.

Así, un ajedrez en movimiento se ubica en su juego, ¿para dónde irá? ¿Qué orientación en esa Jornada, ese evento, esa experiencia del Campo?

Punto aparte, en párrafo seguido, está la indicación: estructura, alejando la perspectiva de lo propiamente religioso, militante, ideológico, "Google Mini".

La cuestión sería en algún sentido el revés de cierto ostracismo, estatua de sal hecha "petrificio" por efecto de un estar de la muerte en lo real que logra, a pesar del trabajo y el legado de miles, cientos de publicaciones, papeles, pantallas, letras, apabullando de tal modo que la Cosa pareciera peligrar con perder el estatuto que le aporta el lenguaje de acuerdo a los Registros.

Entonces, un "evento lacaniano" de diseño y formación implicaría, podría decirse, tres para ser el cuarto: sorpresa, estructura, pérdida.

Pero el tiempo, aunque no existe, es distinto al de ayer: ¿Cómo, en tiempos actuales, provocar y producir entusiasmo sin que el significante pierda su vitalidad? ¿Cómo hacer para que el sujeto halle asiento en un lugar distinto al del borde del andén donde bebe empalagoso licor hasta derrumbarse contra el asfalto? ¿Cómo ubicar salidas ante cierta tendencia a hacer del "fenómeno de borde" un campo de encuentro con "lo divertido" como fundamento de proyectos de vida, objetivos cotidianos, en sí?

Los invito para un extracto:

1. Una sorpresa, como escribe Regnault a partir de Lacan, implica un objeto, el de la causa. Como objeto de sorpresa, a, está sujeto: "sujeto a".
Allí, el ser y su ética ni es piadoso, ni edificante, tampoco defensor de justicias o derechos: se aleja de la moda, de lo mediático. En el instante del acto deviene "seco de goce", desamarrando sentido y goce, justo donde opera. Es la razón de la operación.

2. Una estructura. Si se huele a base y fundamento, es aún distinta a la piedra en el sentido de "la pura muerte", muerte natural, esa que Freud dice justamente que no existe. Debe, más bien, soportar la angustia, el nervio, lo inestable, lujurioso, laborioso, "activismo pulsional".

3. Una pérdida. ¿Sería aquella que vacía a la estructura de todo efecto planetario de globalización? ¿Nombre que en cierto modo ocupa el mismo lugar del objeto causa, y en este sentido, atado al efecto terror, cómico, del trauma real? ¿Ocasiona, es producida, es principio, es final?
Algo es arrojado, expulsado, expelido, evacuado. Respecto de eso, en un discurso, un bache. Ése, agujero, excavado, implica un soporte para cierto re-uso, transmitido en tanto transmisible, en cierto modo como "movilizador vital", fuel subjetivo, inconsciente.

¿Resultado?

En este caso es claro: Consecuencia, consecuencias, varias, tantas como autores.

Por esto, no hay más por ahora.

Bienvenidos, queridos lectores.

AAdelaR
Bogotá D.C., septiembre de 2009

 
 
 
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