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Consecuencias
 
Edición N° 5
 
Diciembre 2010 | #5 | Índice
 
Fantasma, síntoma y pase [*]
Bernardino Horne
 

Paula Contreras: Hoy es un día muy especial para todos nosotros y para el trabajo que venimos realizando en el Seminario del Departamento, pues, yo diría, es un lujo contar con la presencia de Bernardino Horne.

Bernardino HornePara quienes no lo conocen lo suficiente, les comento que Bernardino Horne es Psicoanalista. Actualmente, es Analista Miembro de la Escuela Brasileña de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Fue nominado Analista de la Escuela (AE) en el año 1995, hace 15 años. Fue, por lo tanto, el primer AE del Campo Freudiano, en aquél momento nominado por la Escuela Europea de Psicoanálisis y luego revalidado por la Escuela Brasileña de Psicoanálisis, de la que fue Presidente en dos oportunidades. La primera vez, en el año 1995, en el mismo momento de fundación de esta Escuela, y en el mismo tiempo en que Bernardino fuera nominado AE. También, fue Presidente por segunda vez, en el año 2003. Ser dos veces Presidente de la misma Escuela…

Bernardino Horne: Yo nací y mi mamá dijo "nació el varón, el presidente".

P.C.: Dos veces presidente, entonces!

Continuando con esta presentación, les cuento también que Bernardino es argentino, si bien hace ya muchos años vive en Salvador de Bahía y desarrolla allí su actividad como analista.

A Bernardino le pareció interesante que pudiéramos leer antes de lo que él trae para decirnos hoy, este libro suyo que publicó en español la Editorial Grama: "Fragmentos de una vida psicoanalítica[1]". Es un libro que reúne una serie de artículos, entre los cuales hay referencias a momentos muy singulares de su vida. Hoy quiero recortar particularmente alguno de ellos, pues creo trazan un recorrido bien preciso de la vida psicoanalítica de Bernardino Horne.

Ya por el año 1974 era un psicoanalista que venía desarrollando una actividad muy intensa en la APA. Por lo tanto, comienza su recorrido y su formación como analista en Buenos Aires en una Institución perteneciente a la IPA, juntamente con el inicio de su primer análisis, ni más ni menos que con Angel Garma. Sobre ese análisis, Bernardino deja bien claro que él lo dio por finalizado cuando se encuentra con una intervención del analista orientándolo hacia lo que él llama "un No al saber", y un "No al saber" sobre las condiciones singulares del entramado de su sexualidad infantil.

Decide, entonces, terminar su análisis con Angel Garma, y es en ese mismo tiempo, que presenta su escrito de renuncia a la IPA. De su renuncia, lo que yo quiero destacar en particular es la siguiente frase que él deja escrita: "renuncio a la IPA, pero no al Psicoanálisis".

En 1976, con el golpe militar en nuestro país, se vio obligado, en una especie de elección forzada, a exiliarse de Buenos Aires a Salvador de Bahía, ciudad que le resultaba algo conocida, pues ya venía dando cursos allí sobre el pensamiento freudiano. En su exilio, él dice que hay primero un tiempo de interrupción, de silencio, y en ese tiempo se encuentra, por primera vez, con el pensamiento de Lacan, a través de la lectura del Seminario 1 "Los Escritos Técnicos de Freud".

Un tiempo después, inicia un nuevo análisis en Francia, esta vez con Jacques-Alain Miller (a quien ya venía escuchando en sus Cursos de la Orientación Lacaniana). Un análisis que se orientó en las antípodas del anterior, pues estaba signado, tal como él mismo lo dice en su libro, por un "Sí al saber sobre lo pulsional".

De hecho, quizás ya lo han escuchado, pues fue algo muy conocido por la comunidad analítica, Bernardino testimonió sobre el término de ese análisis y lo que ha dicho es que hubo un momento donde se produce un efecto que él llama de iluminación…

B.H.: "El relámpago"

P.C.: Sí, así es: el relámpago, pero en el sentido literal del término. Fue un efecto de iluminación en el campo de lo escópico que reflejó el encuentro con el saber de su posición de objeto en el fantasma, obturando la castración en el Otro. Un efecto, entonces, que acompañó una conmoción en el campo del saber.

Y bien, a partir de lo que ya les he contado, podrán dimensionar la importantísima relación que Bernardino Horne ha sabido armar con el Psicoanálisis y, más particularmente, con el Campo Freudiano. Yo diría que fue absolutamente crucial. Pues fue el primer analista que elige por vez primera servirse del dispositivo del pase, creado por Lacan, para transmitir su saber sobre su experiencia analítica. Inicia, por lo tanto, una serie y ha dejado entonces una marca muy importante. De hecho hoy tenemos también acá, entre las personas que lo han venido a escuchar, a Silvia Salman, recientemente nominada AE.

No quiero dejar de decir que todos los que formamos parte de este Seminario, pensamos que hemos tenido la "buena suerte" de que Bernardino haya elegido este lugar para venir a hablarnos de sus últimas elaboraciones.

La contingencia ha hecho lo propio. Estuvo entre los oyentes de la reunión anterior, en la que trabajamos una presentación clínica donde se podía ubicar en un sujeto masculino un atravesamiento fantasmático. Fue el encuentro con eso, y quién sabe seguramente con algo del clima informal que él supo destacar de nuestro trabajo, lo que lo causó, entonces, a compartir con nosotros lo que ha venido trabajando desde que él hiciera la experiencia del pase, hace ya 15 años, cuando el fin del análisis se pensaba desde la perspectiva del atravesamiento del fantasma, y no todavía desde la perspectiva de la identificación al síntoma.

Me pidió que les transmita que no va ha hablar de su pase, pero sí de las elaboraciones conceptuales que él viene realizando desde aquel momento hasta el día de hoy sobre su pasaje por ese dispositivo.

Bernardino Horne nos va a hablar, entonces, de lo que tituló "Fantasma, síntoma y pase".

Bernardino Horne:

Bueno, muchas gracias por la presentación. Es cierto que yo no pensé hablar de mi pase.

Lo que pensé comentar, por lo que estuvimos trabajando la última vez y por lo que a ustedes les interesaba continuar trabajando, son algunas cuestiones sobre el fantasma, su atravesamiento y lo que de ello se puede articular con el síntoma. Si bien, lo que digo lo extraigo de alguna forma de mi propia experiencia, lo que voy a mencionar en este sentido, es algo que no tomo específicamente desde lo fenoménico sino desde el campo de lo teórico.

El descubrimiento importante de Freud, y central en Lacan, es el descubrimiento del dispositivo clínico. Freud descubrió que oyendo a los pacientes, él podía hacer clínica, y al mismo tiempo, hacer teoría, teorizar, por ejemplo, sobre la histeria. Esto es lo que se llama teoría de la clínica. En el 2006, en las Jornadas de Otoño de la Escuela de la Causa Freudiana, Miller dice que lo único que puede interesarnos como analistas es la teoría de la clínica.

Lacan sigue rigurosamente este camino desde el inicio de su enseñanza, trabajando sobre los casos clínicos de Freud. El dispositivo clínico que inventó Freud antes de 1900 es el mismo que seguimos usando, y la teoría va cambiando a medida que vamos usando este dispositivo para hacer teoría de la clínica.

Lacan, en 1967,[2] al proponer el pase y dar un nombre genérico al final del análisis, permite que diversas formas de final puedan agruparse como pase. El pase funciona entonces como dispositivo permanente y permite que la teoría del final se vaya elaborando y modificando desde el propio estudio de cada pase y de las modificaciones que la teoría va sufriendo.

En el trabajo teórico sobre los casos clínicos presentados por los AEs, se trata de dos cuestiones: una, acompañar y debatir las ideas teorizadas en cada pase, y otra, poder leer los datos del pase clínico que no fueron conceptualizados por ese AE, que ciertamente son los que permitirán elaborar nuevas formas de abordar la teoría del final del análisis.

Y esto no es cualquier cosa, porque lo que diferencia los grupos analíticos en el mundo, si bien puede haber diferencias de poder, luchas de mercado, eso puede existir, pero siempre, hay concepciones diferentes sobre el final de análisis. En ese sentido somos mejores de lo que a veces pensamos, hay diferencias teóricas importantes sobre el final de análisis en todos los grupos.

De esta forma, el pase funciona como lo fijo y las teorías que se van elaborando sobre el pase, conforman la teoría de la clínica que va cambiando.

En realidad, cuando los AEs presentan sus historias clínicas, ellos conceptualizan, teorizan su propio pase. Pero hay una cantidad de cosas que se dicen y que no son teorizadas, no son conceptualizadas, y que al releerlas, uno seguramente puede ir elaborando nuevas teorías, o viendo nuevas formas de tratar conceptualmente las cosas. Esto es lo que hace particularmente Miller. Es muy claro cómo Miller estudia eso y teoriza en torno a eso. Y de esta manera, en el Campo Freudiano, vamos avanzando en nuestras concepciones sobre el final del análisis.

En ese sentido, lo que quiero presentarles hoy, es la relación que se puede establecer entre mi pase, que fue por atravesamiento del fantasma, y los elementos de identificación al síntoma que ya estaban presentes desde el primer momento allí, aunque no conceptualizados.

Es tan importante la cuestión de los finales de análisis, que desde el primer momento en que Lacan empieza su enseñanza, en el ´53, ya en el Seminario 1, en "Función y campo de la palabra…", se diferencia de la teoría del final del análisis de la Ego-psychology y, de la IPA en general, de un modo muy radical. La teoría de la IPA era que se producía una identificación al analista. La teoría no es mala, porque el punto de tensión que produce la identificación es un punto de tensión interesante. La teoría era que el paciente, el analizante llegaba por identificaciones funcionales negativas de muerte, no convenientes para él y, a través de los mecanismos del análisis se desidentificaba y se reidentificaba al analista como una identificación mejor. Entraba con una identificación mala y salía con una identificación mejor, esa era la teoría básica.

La idea de Lacan era cómo hacer con esto de la identificación. Porque identificarse es tomar algo del Otro, es un trazo del Otro, sea imaginario, sea del Otro con mayúscula, pero es tomar algo del Otro y ponerlo adentro. Y la idea de Lacan es cómo hacer para terminar el análisis sin tomar nada del Otro, lo que después va a ser "el Otro no existe", es decir, lo que hay es el goce pulsional, esa es la cuestión.

Entonces, les voy a leer un poema que Lacan cita en el Seminario 1[3], un dístico de Ángelus Silesius, donde ya ustedes podrán ver la idea de Lacan sobre el final del análisis. Dice así:

Contingencia y esencia.
Hombre, deviene esencial: pues cuando el mundo pasa,
la contingencia se pierde y lo esencial subsiste.

Termina de leer este poema y dice lo siguiente, leo a Lacan: "De esto se trata el fin de un análisis, de un crepúsculo, de un ocaso imaginario del mundo, incluso de una experiencia que limita con la despersonalización, es entonces cuando lo contingente cae, -el accidente, el traumatismo, las dificultades de la historia-. Y es entonces el ser el que llega a constituirse". Esta es la idea de Lacan ya en el ´53, y usando terminología de Silesius del 1500: el ser, la esencia. Pero, en el fondo, esto es la identificación al síntoma, eso del ser último, del ser que llega a constituirse, que llega a constituirse cuando todo lo que lo tapa se va, eso es el síntoma, es a esto que el ser se identifica, ya está ahí la idea.

El fantasma como defensa fundamental

El pase mío de 1995 estuvo centrado en la "Proposición del 9 de octubre". La frase central que yo tomé es: "Esta sombra espesa que recubre ese empalme del que aquí me ocupo, ése en el que el psicoanalizante pasa a psicoanalista, es aquello que nuestra Escuela puede dedicarse a disipar". Es decir, hay una sombra espesa, por debajo hay algo, un empalme, un enchufe, algo que pasa el psicoanalizante a psicoanalista. Y lo que tenemos que disipar es esa sombra espesa, para poder entender cómo es que el psicoanalizante pasa a psicoanalista. Ese acto de pasaje es el final del análisis. Entonces, yo trabajé esa sombra espesa como el fantasma, el fantasma es la sombra espesa, y en la perspectiva de que el fantasma es mentiroso. El fantasma miente, el fantasma es una mentira. Hoy estamos trabajando el delirio generalizado y, en cierto sentido, podemos decir que el gran delirio de los neuróticos es el fantasma. El fantasma es un delirio de que el Otro existe y que nos demanda algo, cuando es nuestra propia pulsión la que nos demanda. Y, el segundo delirio es interpretativo, interpretamos lo que el Otro nos demanda, diciéndole "ah, sí, tal cosa". Tiene sus ventajas, y es que nos permite establecer lazo social, pero bueno, no deja de ser un delirio. Miller, en un trabajo que está en portugués, en Opción Lacaniana 17[4], en un trabajo donde comenta el texto freudiano "Construcciones en psicoanálisis", se pregunta: "¿Qué es el fantasma fundamental en el sentido de Lacan?" Entonces, Miller ahí dice que el fantasma fundamental "designa el modo constante bajo el cual el sujeto constituye sus objetos, y designa el mecanismo constante de defensa con el que opera". Es un mecanismo de defensa, pero, agrega Miller, "…conseguido de tal forma que sería superable, el sujeto podría ir más allá de ese punto de vista". Está la idea del fantasma de hasta un punto, pero hay algo más allá del fantasma que se podría llegar a alcanzar. Pero, hay que ir más allá del fantasma para poder alcanzarlo. Para poder atravesarlo, en realidad hay que construirlo. La primera etapa del análisis es construirlo y, en realidad, es un trabajo más sobre el campo del significante. Es decir, esto también es interesante de Miller, que lo llama transfinito. Pues propone "transfinitizar los dichos del sujeto", lo que quiere decir que se van juntando el telar fantasmático, la selva fantasmática, y se va llegando a un Significante Uno que es el organizador de todo fantasma. Es el organizador, el que da el eje, el que domina la pluralidad de fantasmas con que uno se va moviendo en el mundo. Es la construcción, tanto en el sentido del sujeto, es decir, de los significantes que han determinado al sujeto, como la construcción de los objetos con los cuales el sujeto se ha ido organizando. Esto es lo que Miller llama transfinitizar los dichos del sujeto, lo toma de la idea de los números nudos transfinitos. Es un texto muy interesante. Y la construcción del objeto lo coloca en el sentido de todo lo que no se puede decir, es decir, lo que queda en silencio en el análisis. Es decir, que hay un camino en el análisis sobre lo que no se puede decir, lo que no es dicho. Les recuerdo que Freud, en "Duelo y Melancolía"[5], dice que en rigor, a lo verdadero, a la verdad se accede por el camino de la depresión, nunca por el camino de la manía, es decir, de la mentira. La gran mentira es la manía, no la depresión. Tanto, que también dice, por qué una persona tendrá que estar enferma para decir lo que habría que decir sin estar enfermo.

Entonces, la pregunta que uno se hace, es: ¿Cuál es la verdad que oculta el fantasma? ¿Qué verdad de cada uno de nosotros oculta el fantasma? ¿Qué es eso que podemos alcanzar más allá de franquear el fantasma? Lo que yo trabajé es que lo principal, voy a escribirlo:

$ <> a

Que lo principal es que el fantasma oculta un saber sobre el goce del sujeto. Es la fórmula del fantasma. Y en el fondo, el goce primario de cada sujeto es su posición de objeto, su posición de goce en tanto objeto, que son las primeras posiciones infantiles de los sujetos, cuando posiblemente están empezando a ser sujetos. Hay un caso interesante de Hellen Deutsch, que sirve para ejemplificar: un niño que tiene fobia a las gallinas, ¿lo conocen? El niño iba con la mamá y sacaba los huevos de las gallinas, vivía en una granja. Y, cuando llegaba la noche e iba a tomar su baño, el niño jugaba a que él era la gallina. Y se iba a cada esquina y decía "vamos mamá", y jugaba a que ponía huevos. En ese juego, que lo hacía para ser amado por la madre, él era una gallina de la mamá. En realidad, él estaba acá, en esta posición (señalando en la fórmula del fantasma la posición del objeto a).

En realidad lo que ocurre es que los hombres, los sujetos masculinos, para poder desarrollarse en tanto masculinos, tienen que hacer un paso segundo sobre esto. Es decir, cada uno de nosotros, los muchachos que estamos acá, alguna vez estuvimos de este lado (nuevamente señala la posición del objeto en el fantasma), ¿no es cierto?, y gozábamos en posición femenina, en posición de mujer, en función de nuestra mamá. Es por eso que la histeria o lo femenino es la lengua primitiva, y la neurosis obsesiva es el dialecto. Porque a partir de esta posición, el sujeto masculino tiene que hacer formaciones reactivas, esfuerzos de alienación, de separación. Tiene que encontrar una mujer que tenga un rasgo de eso que para él goce, y es ése goce que la vuelve a esa mujer atractiva. Pero le gusta por lo que tiene de él, de su goce, de su objeto a. Es por eso que decimos que el goce es siempre autista, el goce del Uno, ¿no? Entonces, hace un esfuerzo, coloca esto en una mujer y él se coloca en esta posición (señalando la posición de sujeto en la fórmula del fantasma $). Esto, en su lazo amoroso, puede jugarlo, cambiarlo, moverlo.

Entonces, ¿qué oculta el fantasma?: que el sujeto en su goce es equivalente al objeto. Esto es un saber muy terrible. Digámoslo así: es necesario para el hombre una función paterna firme para poder acceder a este saber, un saber de su posición de goce femenino. Entonces, les leo una pequeña frase de Miller en "Cosas de finura en psicoanálisis", en la clase del 9 de febrero de 2009, dice: "El pase del hablaser no es testimonio del atravesamiento del fantasma, es la elucidación de cómo el sujeto tachado cambió en relación a lo fijo, a lo que no cambia, a su modo de gozar". Entonces, este modo de gozar es un punto fijo y eso es el síntoma. La palabra fijo es fundamental porque Freud lo llama fixierung, fijación. Hay un texto interesante de Pierre-Gilles Gueguén, donde dice que la fixierung de Freud es equivalente al síntoma, al sinthome de Lacan.

En la época en que yo hice el pase llegábamos a ese punto, a ese punto de detención, que es la posición fija del goce del ser. Es un saber que el fantasma miente sobre él. Dice que no es el mío, si no el de ella, y que el mío es absolutamente otra cosa: yo no soy gay, yo no soy mujer, yo soy hombrísimo y esas son cosas de las mujeres. Esa es la mentira del fantasma en el campo de lo sexual. Entonces, atravesar el fantasma implica llegar a ese punto que -en la terminología de la época- yo lo llamé "consentir a ese saber que marca el cuerpo y hace del sujeto un ser que es así". Esas cosas forman parte de lo que yo hablé en aquella época, en 1995.

Lo Femenino en el final

La idea de Lacan de que las mujeres son las mejores analistas, pero que también pueden ser las peores, podemos entenderla pensando que al final de un análisis, hombres y mujeres deben alcanzar la posición femenina, porque las histéricas se encuentran del lado fálico de las fórmulas de la sexuación. Alcanzar la posición femenina es pues para ambos sexos una de las virtudes del final, pues permite llegar a un saber doble, saber de lo masculino y saber de lo femenino. Les recuerdo Tiresias que tuvo este doble saber.

El cruce del campo, del muro, que separa lo masculino del mundo de lo femenino, el campo fálico del campo de la mujer, de la mujer tachada, es un cruzamiento que abre el campo del amor.

El centro de la cuestión, en el fondo, es que lo femenino en el hombre, lo femenino en el varón, abre el campo del amor, abre la dimensión poética.

Y les insisto: depende de su función paterna. En parte, porque es la función paterna la que permite el amor. Es la metáfora paterna la que abre el campo del amor. La función paterna es una metáfora. El campo de la metonimia es goce sin amor, el campo de la metáfora es la entrada en el amor.

En el Seminario 21 de Lacan, que es un Seminario muy interesante, en el que habla mucho del tema del amor, él dice que define el amor con el título de Nombre del Padre. Así es como podemos entender lo que Miller dice en "De la naturaleza de los semblantes", que "el atravesamiento del fantasma designa en términos de Freud una apertura a las condiciones del amor en las elecciones de objeto del sujeto"[6].

El tema del amor es fundamental en el pasaje de lo masculino a lo femenino. En un Seminario, no recuerdo exactamente cuál, Miller dice "el espíritu del amor saca un poco de masculinidad al hombre". Muchas veces a las mujeres no les gusta un hombre tan enamorado, porque pierde virilidad. Hay que ser un poco malo, porque el exceso de amor feminiza un poco, se pierde la categoría de lo masculino, que también es atractivo para la mujer.

Este paso del lugar de a al lugar de Sujeto tachado, implica consentir a la castración. Lacan, en Encore, en el capítulo "Dios y el goce de La/ mujer" dice: "Para el hombre, a menos que haya castración, es decir, algo que dice no a la función fálica, no existe ninguna posibilidad de que goce del cuerpo de la mujer, en otras palabras, que haga el amor". Es en este contexto que formulé en algún momento la frase: "La castración es la alegría de los hombres", parafraseando a Bach.

El consentimiento y el saber de su goce permiten al sujeto salir del puro campo fálico e internarse en el campo de lo femenino por la vía del objeto a.

Pero este es solamente un primer paso. Pues no basta con la aceptación de la castración y de su posición de goce. Es necesario también establecer una relación con la tachadura del Otro. Con esto quiero decir que es necesario el acceso también a la barradura, a la tachadura de La mujer, en el sentido de que se construya un saber de lo femenino. El acceso a ese lado de las fórmulas de la sexuación, a través del pase, permite una incursión, a través del amor, en lo femenino.

Identificación al síntoma

Quiero tratar dos cuestiones relacionadas con la identificación al síntoma. Para llegar a la identificación al síntoma hay dos cuestiones que me parecen necesarias. Una, es poder nombrar el goce, dar nombre. En realidad, hay una diferencia entre nombrar y comunicar. Miller también ha trabajado esto en algún Seminario, y dice que toda la enseñanza de Lacan, del último tiempo de Lacan, gira en torno del acto de nombrar. El acto de dar nombre. Porque para saber hacer con el goce del síntoma, para poder manejarlo, para ponerle riendas, digámoslo así, a ese caballo, es necesario darle un nombre. Fulano, vení para acá. Fulano, andá para allá. Fulano, el nombre, es importante.

Yo trabajé dos sentidos del nombre. Los nombres de goce en general no son muy divertidos… bah! sí pueden ser muy divertidos, pero no son muy lindos. Porque son nombre de goce, ¿no es cierto?

En el pase mío, mi escena fundamental fue que yo estaba espiando por el agujero de una cerradura la pareja sexual. En realidad, yo no veía al hombre, veía sólo a la mujer, y la veía muy iluminada. Y se abrió la puerta, me dio un susto, y un tipo me dijo: "No". El NO: no puedes saber. Escribí un texto que se llama "Tú puedes saber"[7], que es la frase de Lacan en la revista Scilicet.

Yo tuve un acto en ese momento: salí corriendo y agarré una piedra, y le golpeé la cabeza a un pollito. Me daba un horror cuando recordaba eso. Lo que era la idea de la castración, del horror, era el asco de lo que yo hice. El nombre que le puse a ese momento del pase fue "el pollito aplastado". Era yo, fue mi cabeza. Ese NO que me desfiguró la cabeza.

En realidad, yo no quería hablar de mi pase, pero son detalles.

Yo me hice lacaniano cuando, leyendo "La dirección de la cura…", Lacan dice refiriéndose al "pobre analista de la IPA": "¿Pero quién tendría la crueldad de interrogar al que se dobla bajo el peso de la valija, cuando su porte da claramente para adivinar que está llena de ladrillos?"[8]. Cuando leí "ladrillo", me dije ¿pero cómo es posible?, yo le aplasté la cabeza con un ladrillo. Entonces, pensé, me lo está diciendo a mí, qué pedante, ¿cómo puede ser? Pero era verdad, yo me daba cuenta que cargaba las valijas con los ladrillos, con el mismo ladrillo con que le golpeé la cabeza, el NO que me rompió la cabeza, el ladrillazo con que dí en la cabeza: el NO.

El primer análisis fue todo un NO y el segundo fue todo un Sí. El nombrar es lo que le permite a uno trabajar con eso, lidiar con ese asunto, saber hacer con eso.

El segundo punto que me parece fundamental, y que tiene cierta forma de acto, lo estoy trabajando actualmente en relación a la cuestión de los nudos, también. Es lo que Lacan llama en el Seminario 23, la pére-version. Y uno se pregunta ¿qué es la pére-version? Y él lo dice ahí como algo muy simple: la pére-version es tomar una cosa por otra, es girarla para el otro lado, un giro. Entonces, yo trabajo el giro del No al Sí como una pére-versión.

Pasar del No al Sí, no decirlo. Pasar del No al Sí, es el acto de pasar de un pére, de un padre superyó, que prohíbe saber del amor, de la belleza de la mujer, etc., a un Padre que dice Sí. Eso es la pére-version, dar vuelta el superyó al padre. Esto es un trabajo económico, pues implica una economía de goce. Y en el caso mío, por ejemplo, cuando yo dije eso, Miller y yo nos matamos de risa, nos dio un ataque de risa, nos reímos muchísimo, porque la risa es un efecto y un cambio en la economía de goce. La pére-version implica un pasaje de economía de goce, de un lugar, a otro.

Es lo que Freud trabaja en un texto muy lindo que se llama "El humor". Habla del superyó, y ahí dice que es una forma de dar vuelta el superyó por un momento. Comienza por el chiste del condenado a muerte por ahorcamiento el lunes, que va caminando, y dice: "linda manera de empezar la semana"[9].

La pére-version está acompañada por ese tipo de cambio económico que -si se establece como un acto- permanece y cambia el destino de un sujeto. Es decir, pasar de un "No puedes saber" a un "Sí puedes saber", no es poca cosa, ¿no? Entonces, si bien es verdad que el síntoma al cual uno se identifica al final del análisis no es el síntoma del inicio del análisis, porque si no sería un pase al acto y no un pase, ¿no es cierto?

En realidad, cuando un sujeto llega a análisis, su síntoma es un síntoma (+ +), vamos a decirlo así. Y en el final del análisis, es un síntoma (+ -). Es decir, incluye el "a" y el "menos phi", que es el (-).

Entonces, termino, y ya estamos en el inicio del final. En el inicio, la transferencia. El amor es el eje. No recuerdo si Freud lo dice o si yo lo escuché decir de Garma, que el análisis es una cura por el amor, y es realmente una cura por el amor. Entonces, en el inicio del análisis podemos decir que hay una dialéctica entre amor y horror. En ese sentido cuando el análisis comienza, sucede todo lo contrario de lo que debe suceder, el sujeto se aleja del Otro tachado, se aleja del horror y se refugia en el sujeto supuesto saber que es el amor. Y por este trabajo dialéctico va a ir acercándose al problema del horror. Dibuja en el pizarrón:

(+) Amor Sss
--------------
S(A/) Horror (-)

En el final, terminado el análisis, al lugar del amor va el entusiasmo y, al lugar del horror, el deseo del analista que desea establecer la diferencia absoluta, que es la diferencia entre el (+) y el (-).

Miller habló últimamente contra el entusiasmo, pero no contra el entusiasmo del final de análisis, sino cuando tenemos exceso de entusiasmo, que nos pueden llevar a ciertas desvirtuaciones analíticas.

Yo tenía una exposición mucho más ordenada. Quisiera ahora escuchar sus comentarios o preguntas.

Paula Contreras: Se te escuchó con mucha claridad y orden. Quisiera abrir la conversación comentándote que me pareció sumamente interesante la precisión con qué ubicás el encuentro, si yo no entendí mal, con dos dimensiones de lo femenino. Uno, relativo a la posición de objeto en el fantasma. Y otro, relativo al encuentro con el S(A/), del lado femenino de las fórmulas de la sexuación. ¿Cómo pensarlos, Bernardino? ¿Son dos encuentros que se producen en tiempos lógicos diferentes? O bien, ¿son algo así como solidarios lógicamente, es decir, el correlato de uno con el otro?

B.H.: (Dibuja en el pizarrón)

S(Ⱥ)
$ ---T1---------- a
T2---La/mujer

Esta es la posición fantasmática: una cosa es pasar el muro y llegar acá, ésta es la posición de goce fantasmático de este sujeto (en el gráfico marcado por el punto 1), es lo que yo planteé en mi pase por atravesamiento de fantasma. Y esto trae consecuencias interesantes, que tienen que ver con el amor, y en el fondo se hace sobre el saber, es un saber que ese sujeto además de tener un goce como sujeto, que es lo que le interesa mantener, también tiene un goce como objeto y que hay una transferencia de esos signos de su propio goce en la mujer que va a elegir como compañera para vivir un tiempo.

Distinta, me parece, es ésta relación (en el gráfico marcado por el punto 2), porque acceder a L/a mujer implica un saber mayor, implica algo más todavía que el goce, implica saber más que del propio goce, implica saber un poco de la verdad del mundo, digamos.

Silvia Salman: En realidad ahí hay como dos tiempos en relación al fantasma. Porque en ese primer tiempo que vos ubicas, yo lo llamé de esclarecimiento, que tiene que ver un poco con lo que vos decís, es un tiempo, es una construcción en relación a los significantes, al saber. Para mí fue un momento de esclarecimiento. El primer momento es un momento de esclarecimiento, que produce efectivamente cambios subjetivos, efectos terapéuticos, pero no…

B.H.: (la interrumpe) No llegabas al fondo de la cuestión.

S.S.: Sí, claro. Pero de todos modos, es un tiempo realmente importante, que en muchos análisis incluso a veces se podría pensar llegan hasta ahí, análisis de gente que no quiere ser analista. Y después, un segundo tiempo, que es de desinvestimiento. Me parece que es a lo que vos apuntás, tiene que ver con desinvestir ese punto fijo, eso que estaba, ese exceso o esa cantidad estaba fija en ese objeto. Y ahí entonces, me imagino, se abre esa otra línea, ¿no?

B.H.: Sí, porque en realidad, la cantidad de goce es fija. El problema es cuando hay más de cien, cómo se distribuye. El desfijar y reinvestir en otra cosa.

Yo tengo la impresión, que es lo que sostengo en cierta medida, técnicamente me quedé en el atravesamiento del fantasma, pero en la práctica analítica fui más allá.

S.S.: Yo estoy totalmente de acuerdo. Eso es lo interesante, porque entonces los análisis no han cambiado tanto.

B.H.: Como les decía en un inicio: el dispositivo permanece y la teoría va cambiando. Eso es lo que intentaba decirles cuando les hablaba de que a los analistas, lo que nos interesa o debe interesarnos, es hacer teoría de la clínica.

Muchas gracias.

 
Notas
* Intervención oral realizada el 2 de agosto de 2010, en el marco del Seminario de Investigación del Departamento de Psicoanálisis y Filosofía – Pensamiento Contemporáneo del C.I.C.B.A.: "La erótica de los tiempos". Versión revisada por el autor.
1-

HORNE, Bernardino: Fragmentos de una vida psicoanalítica. De la IPA a Lacan. Grama Ediciones, Buenos Aires, 2008.

2- LACAN, Jacques. Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela. Ornicar?, Barcelona, n. 1, 1981.
3- LACAN, Jacques. El Seminario, Libro 1, Los Escritos Técnicos de Freud. Paidós, Barcelona-Buenos Aires.
4- MILLER, Jacques-Alain, "Construções em análise", Opção Lacaniana Nº 17, San Pablo, Eólia, 1996, p. 92.
5- FREUD, Sigmund, "Duelo y melancolía", en Obras Completas, Tomo XIV, Amorrotu, Buenos Aires.
6- MILLER, Jacques-Alain, "De la naturaleza de los semblantes", Paidós, Buenos Aires, 2001, p.181.
7- HORNE, Bernardino, "Tú puedes saber", en Fragmentos de una vida psicoanalítica. De la IPA a Lacan. Grama Ediciones, Buenos Aires, 2008.
8- LACAN, Jacques, "La dirección de la cura y los principios de su poder", en Escritos 1, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 1988.
9- FREUD, Sigmund, "El humor", en Obras Completas, Amorrortu, Tomo XXIII, Buenos Aires.
 
 
 
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