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Consecuencias
 
Edición N° 5
 
Diciembre 2010 | #5 | Índice
 
La utilidad del psicoanálisis, hoy
Marta Goldenberg
 

El texto nos propone pensar el concepto de utilidad, que proviene de la doctrina de Jeremy Bentham y al mismo tiempo interrogarlo a partir de su relación con cuestiones políticas, sociales y económicas en diferentes contextos históricos.

La idea central es ubicar al psicoanálisis y a la figura del psicoanalista dentro de la época actual. La autora se interroga acerca de la utilidad del psicoanálisis, enlazándolo con la ética del psicoanálisis hoy. .

 

La utilidad es un concepto que proviene de la doctrina de Jeremy Bentham quien en su obra principal de 1789 –fecha de la Revolución Francesa– "Introducción a los principios de la moral y legislación", preconizaba que todo acto humano, norma o institución, debe ser juzgado según la utilidad que tienen, esto es, según el placer o el sufrimiento que producen en las personas. A partir de esa simplificación de un criterio tan antiguo como el mundo, proponía formalizar el análisis de las cuestiones políticas, sociales y económicas sobre la base de medir la utilidad de cada acción o decisión. Así se fundamentaría una nueva ética, basada en el goce de la vida y no en el sacrificio ni el sufrimiento. El objetivo último de lograr "la mayor felicidad para el mayor número" lo acercó a corrientes políticas progresistas y democráticas: la Francia republicana surgida de la Revolución le honró con el título de "ciudadano honorario". John Stuart Mill continuó esa línea de pensamiento.

Marta GoldenbergTraigo este tema de la utilidad, ya que la propuesta de Jeremy Bentham dista de la concepción que el psicoanálisis posee acerca de la utilidad. En psicoanálisis, hablamos de lo útil, en singular, en la dirección de tomar cada cuestionamiento como único y no hacer generalizaciones con el dolor, con el sufrimiento y con las consiguientes respuestas al mismo.

El psicoanálisis con Freud surge cuando descubre el Inconciente. Un objeto de estudio diferente al de las otras ciencias, y ante el cual Freud, de formación médica, de la rama de la neurología y de la psiquiatría, trata de demostrar a partir de su clínica y con sus pacientes, las histéricas, que el Inconciente no tenía una materialidad tangible pero sí se estructuraba a partir del lenguaje y esa estructuración daba como resultado un sujeto que habla y que tiene un cuerpo, aún hoy. Ya en su época fue un adalid en ese sentido.

Solo el que tiene un cuerpo vivo sufre y busca paradójicamente el bienestar en el malestar. Es lo que en Psicoanálisis transmitimos con el nombre de goce, hay un goce positivo que es el de la vida y el otro, negativo, mortificante y es ese el que trata el Psicoanálisis con la presencia en vivo –real- del analista, la intención es que el sujeto, el paciente, reduzca cada vez más el obstáculo en su cuerpo: el goce mortificante.

¿Cómo hace el psicoanálisis para abordar lo traumático de un paciente? Lo aborda por lo que llamamos el síntoma, y es allí donde el analista va tomando al síntoma como una brújula para operar. Definimos el síntoma como aquello que se repite cada vez y que en el paciente uno lo escucha como: "lo que es más fuerte que yo y lo repito."

Volviendo a Freud, fue cambiando durante la elaboración de su teoría acerca de la conceptualización del Inconciente. Psicoanalista vienés, ha realizado en su obra magníficos avances por sobre la Psiquiatría tradicional, que consideraba a sus histéricas enfermas imaginarias o simuladoras.

La formación del psicoanalista no se realiza en la universidad, ya que no sale un psicoanalista formado de los claustros universitarios, incluso nos tienen una cierta antipatía. La formación del analista se realiza en una Escuela de analistas donde lo que convoca precisamente es la pregunta: ¿que es ser un analista?; no hay una respuesta general sino una formación sistematizada, acompañada por el análisis personal y el control o supervisión de los casos, por analistas de mayor experiencia.

En relación con lo expuesto al comienzo, el discurso analítico se diferencia del discurso médico o psiquiátrico, ¿por qué? El síntoma en sentido analítico no puede ser apreciado desde el exterior, incluso la evaluación misma de la curación es también tributaria del testimonio del paciente.

Si bien nos encontramos en Congresos, Encuentros internacionales, Jornadas locales nacionales, y publicamos para hacer conocer nuestros trabajos y la casuística, con el consecuente avance del psicoanálisis, cada vez nos posicionamos más lejos de extraer del cuerpo del paciente un conjunto de cifras y de hacer de esas comunicaciones un recuento de datos cuantitativos.

Cuando un médico otorrino saca el tapón de cera, el paciente puede llegar a decir que "escucha mejor", aunque hay vivencias que el neurótico con su órgano auditivo "limpio" no escuchará. Si se incluye también el órgano de la visión, resulta muy adecuado el refrán de que "no hay mejor ciego que aquel que no quiera ver y sordo que aquel que no quiera escuchar".

Estos dichos populares sentencian el uso común de la represión y su incidencia en el cuerpo. A propósito del tema que estoy abordando, ejemplifico con un caso conocido: El de Fraulein Elizabeth von R de Freud, con su astasia abasia. La mujer no podía caminar, hasta que Freud descubrió que en esa pierna donde ella manifestaba su dificultad en el caminar había estado recostado su padre, durante una larga enfermedad hasta su muerte; como consecuencia de este descubrimiento, algo reprimido dejó de estarlo y ella recuperó el andar. La huella del goce radical inscripto en una parte del cuerpo tiene relación también con su posición como mujer y el intenso amor al padre.

Una viñeta: una paciente que consultó hace ya más de diez años, que llamaré Carina, diagnosticada con "maculopatía congénita". Esta enfermedad se manifiesta a través de manchas en la retina que impiden una visión central; su destino era acompañarse con un bastón blanco. Aterrorizada y con mucha angustia, llegó a la consulta y aún va escribiendo en el análisis un destino diferente al signado por la culpa familiar, el pecado de ambos padres, primos entre sí de haber contraído matrimonio, el misterio de la unión conyugal. La paciente ha ido tratando de vaciar el goce consolidado en este destino edípico; los efectos analíticos ya le pertenecen, desarrolló y finalizó una carrera terciaria, trabajó en el ámbito de su formación y su elección de vida la llevó a un proyecto independiente. Su carta de presentación es su nombre y pudo comenzar a poner colores a su vida anterior en blanco y negro.

En el tratamiento analítico, la subjetividad de quien conduce la cura, el analista, debe ser dejada de lado; el factor personal de quien escucha no debe estar presente, puesto que no trabajamos con lo que el paciente produce en el analista; esto debe ser analizado para evitar que el profesional escuche desde sus propias fantasías.

Con esto quiero insistir en la formación del analista, destacar que desde la época de Freud su formación ha estado garantizada en escuelas o asociaciones.

¿Por qué me interrogo sobre la utilidad del psicoanálisis, hoy? Porque el psicoanálisis se inició en el siglo pasado, durante la época de la Reina Victoria, época victoriana, época en que las manifestaciones de la sexualidad eran reprimidas, en que las mujeres y los niños eran considerados sin la sexualidad. Freud verifica que los trastornos generados por esta prohibición producían síntomas y que eran los grandes síntomas conversivos.

En el siglo XXI es justo al revés, no se concibe que el hombre, la mujer, no goce; hay un empuje de los medios, las imágenes, a tener una vida sexual activa casi desde la niñez, cada vez más precoces. No se trata de tomar una posición opuesta, sino que la propuesta de la utilidad se vincula con el modo como se usa. Y aquí aludo a la utilidad.

¿Quien se ha beneficiado con la renovación del psicoanálisis? Hay una franja etárea y social que no tenía acceso al psicoanálisis: los niños, los psicóticos y los parlantes seres que padecen los "nuevos síntomas actuales", -como se denominan en el ámbito disciplinar– y que pueden ser abordados por el psicoanálisis: la violencia, la depresión, la precariedad, la imposibilidad de inserción social. En función de esta nueva realidad, hemos implementado centros de atención con honorarios accesibles para que los pacientes puedan tener acceso a un tratamiento digno con orientación analítica, especialmente para sujetos carenciados y sujetos frágiles.

Vivimos en este momento una época donde los ideales están caídos, no hay un Otro que transmita lo que se puede y es esperable hacer, al contrario, la transgresión se aplaude, se imita, y la perversión se elige como brújula. Entonces el psicoanálisis oferta de ambos lados, del lado de la formación de un analista y del lado del tratamiento del síntoma, tratar de ir al hueso, con la eficacia y un tiempo breve, desde estos centros de atención.

En relación a la duración de los tratamientos, quisiera correr la sombra prejuiciosa y mal uso que han realizado las terapias alternativas, hablando de lo interminable de los tratamientos analíticos. Hay tratamientos que no duran más de 4 a 6 meses, el mismo Freud escribió la única entrevista y cura del músico, Gustav Mahler. El psicoanálisis propone una cura que tiene un fin. Cuando el paciente consulta, no por curiosidad sino porque algo le produce dolor, lo angustia, repite su malestar tanto en el cuerpo como en su pensamiento, el tratamiento lleva tiempo y transcurrido un lapso de trabajo con el analista, llega a un estado satisfactorio para él mismo, donde su calidad de vida, su saber hacer acerca de lo que perturbaba, ha mejorado; ese es un buen momento para concluir. Diferente del final-final, como decía Eric Laurent, para un analista, quien lleva varias curas bajo su responsabilidad.

Contamos asimismo con la ética psicoanalítica para dirimir ante pacientes que por su estado de precariedad se sienten "dejados plantados" por lo social. Un ejemplo de ello es el caso de una indigente a quien la justicia insistía en quitarles sus hijos; lo único que a esta persona de 35 años la estabilizaba era ser madre. La psicóloga del dispensario, al escucharla, pudo operar para que esta sujeto aceptara las condiciones que el juzgado establecía para la tenencia de las criaturas.

La justicia hacía una lectura diferente, relacionada con la readaptación, mientras que la orientación analítica pudo escuchar y acompañar la singularidad de esta sujeto. El psicoanálisis de ninguna manera entra en colisión con lo legal, sino que busca el compromiso y la responsabilidad en los actos del sujeto.

Cba, 16 de setiembre 2009

 
 
 
 
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