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Consecuencias
 
Edición N° 8
 
Abril 2012 | #8 | Índice
 
¿Qué nos enseña el autismo? [*]
Por Claudia Lijtinstens
 

La autora propone para el tratamiento del autismo una política orientada por lo real, una mirada clínica, no masificante.

Recorre para esto la ligazón entre cuerpo y lenguaje en el autismo; el tiempo, el espacio y los objetos, dándonos algunos ejemplos de la práctica institucional.

Finalmente nos dirá cuál es la apuesta ética del psicoanálisis que, introduciendo la vía de la enunciación se diferencia de las prácticas normativizantes y adaptativas, y "hace posible un lazo social más humanizado" para estos sujetos.

 

Claudia LijtinstensEl autismo nos enseña a los practicantes del psicoanálisis a poner en ejercicio la operación de lectura[1] de los signos del traumatismo de la lengua. Allí donde el síntoma no ha funcionado como anudamiento entre el lengaje y el cuerpo irrumpen manifestacioens enigmáticas en la vida de los sujetos, como pura opacidad de lo real.

El autismo nos enseña a volvernos dúctiles e inventivos para explorar las vía posibles de una nominación, de la localización de un borde, de una detención de la deriva significante, para hacer posible un lazo social más humnanizado.

Pero para pensar el autismo y las psicosis en la infancia en medio de tantas propuestas políticas controvertidas -tales como los proyectos de ley que en diferentes partes del mundo pretenden instaurar, en relación al autismo, una política estandarizada y masificante- propongo introducir, primero, una interpretación de lo que significa el autismo desde la perspectiva del parletre, es decir, del sujeto del lenguaje anudado a un cuerpo, para luego establecer, en la medida de lo posible, una política de la desmasificación para su abordaje, una política orientada por lo real.

1-¿Qué podemos decir del cuerpo y de esta ligazón cuerpo y lenguaje en el autismo?:

Cuando la palabra no se presenta articulada a un discurso, a un cuerpo, a un lazo social, cuando el lenguaje no ha sido simbolizado, cuando el cuerpo mismo no funciona como borde o superficie de inscripción, nos encontramos con el desparramo de un flujo libidinal externo–interno, la pulsión desencadenada que invade al sujeto por todas las vías: el Otro, el saber y los objetos.

Estos cuerpos desanudados, desafectados, tomados como objeto de la satisfacción de otros cuerpos, sin mediación sintomática, manifiestan un sin freno que desregula el contacto con el otro y con el propio cuerpo y al retorno desenfrenado del goce como pura consistencia imaginaria. Son cuerpos extraños, ajenos, que padecen del contacto, de los ruidos, de los olores, de las imágenes, donde palabra y cuerpo desamarrados no permiten decodificar los acontecimientos del entorno.

"El niño autista está alucinado"[2], y eso significa que no puede escuchar un "llamado" porque la respuesta ya está allí; el Otro se presenta completo, absoluto y real y frente a lo cual se le hace ineludible encontrar los medios para defenderse.

No contando con el aparato lenguajero (lalengua +lazo social), cada niño autista instaurará una vía de defensa contra eso no simbolizado que retorna en lo real a partir de diversas y muchas veces inescrutables modalidades.

Leer, detectar la presencia de lalangue, es esencial. Ella puede ser captada por la insistencia del significante sólo, la holofrase significante o las frases interrumpidas.

La palabra está reducida a un desenfreno metonímico sin puntuación, a distancia del decir y de una enunciación (palabras sueltas, sonidos guturales, secuencias sonoras, repeticiones fonográficas de melodías o ritmos, entre otros fenómenos observables frecuentemente.)

El enunciado puro y sin retórica de ciertos significantes repetidos al infinito, enunciados que no remiten a nada ni parecen estar dirigidos a nadie, traducen un torrente significante de una continuidad sin puntuación ni separación que nos habla también de esa deriva del significante y una eternización del presente. Espacio y tiempo, como construcciones simbólicas, se ven afectados.

2-Consideraciones acerca del tiempo, el espacio y los objetos.

El lenguaje como "pura exterioridad", sin que se haya logrado producir en tanto órgano, hace necesario para el sujeto autista la elección de un "objeto suplementario electivamente erotizado"[3], objeto que funcione –tal como sucede en la esquizofrenia- a la manera de un órgano que convenga a su cuerpo y pueda producir su "montaje".

Observamos entonces la presencia de esos objetos suplementarios tan familiares al sujeto autista, aquellos a los cuales se adosa logrando cierta estabilización y que le posibilitan serenar su cuerpo, funcionando como un verdadero instrumento para moderar el retorno de goce y constituirle un borde, un contorno a ese cuerpo.

Ese acoplamiento del sujeto a un objeto "bizarro" (sorbetes, cuchara, bolsas, mochilas) explica la manera cómo el cuerpo puede volverse un medio para "pegarse" al otro, en la medida en que el objeto no fue extraído del campo del Otro ni del propio cuerpo y, como consecuencia, no ha producido los orificios capaces de organizar una traducción de la demanda y del Otro.

El sujeto, al no contar con el falo como la norma métrica de ordenamiento del espacio y el tiempo como construcciones simbólicas, se desplaza en "espacios de goce"[4], pegándose a la pulsión de una manera no-métrica.

Ahí donde se precipita una forclusión del agujero, un trauma del agujero[5], ese retorno de un real se presenta cercano y amenazante. Es por esto que ese Otro siempre puede invadir el cuerpo del sujeto, dice E. Laurent, "…con un goce atroz, bajo modos catastróficos, sin que los bordes puedan marcar una pulsación reglada"[6].

Sin contar con esos bordes, sin haber sido extraídos los objetos (especialmente la mirada y la voz) del campo del Otro, estos le retornan al sujeto como puro real. (Alucinaciones)

Es por ello que resulta esencial, en el trabajo institucional con sujetos psicóticos, la cautela en el manejo de esos espacios y la continua puesta en cuestión de la permeabilidad, distribución y alcance de esos "bordes" que el sujeto autista construye.

Las intervenciones que privilegian un uso discreto y no directivo de la voz y de la mirada, apoyadas en una distracción intencional que pone al resguardo a algunos sujetos de esa presencia que pueden encarnan los otros, se orientan a producir una detención en la deriva metonímica, la localización del trazado pulsional y a promover una nominación de manera de sobrellevar su Otro sin las consecuencias devastadoras de la invasión. Son acciones determinantes para elaborar alguna solución sintomática delineada por ese trazado sujeto-objeto.

3-Algunas condiciones para su abordaje institucional desde los principios epistémicos y políticos de la orientación lacaniana.

Ese presente diacrónico, continuo, sin variación -que pareciera paralizar la realidad- intenta ser puntuado en el dispositivo institucional con intervenciones que introducen pausas, escansiones, discontinuidades significantes que se proponen hacer ingresar la sorpresa y la contingencia inscribiendo al mismo tiempo una regulación frente a la masividad de ese Otro.

Se trata de invenciones ordenadoras que resultan del cálculo clínico singular producidas por la acción colectiva del equipo, que se ponen en consideración a medida que nos dejamos enseñar por los efectos, siempre preservando un agujero en el saber.

Así, respecto al espacio y al tiempo, en ocasiones será el ordenamiento de los lugares para las actividades o el establecimiento de grupos y horarios para realizarlas. En ocasiones será la permutación deliberada de coordinadores de talleres o el uso de algunos enunciados transformándolos en una canción o en un sintagma de uso cotidiano. Intervenciones todas estas, frente a las cuales se tiene la precaución constante de no transformarlas en nuevas normas rígidas o estereotipadas o caprichosas.

Serán metáforas de clasificaciones y separaciones que escanden ese continuo, embragues que encadenan el pasado y el futuro, apostando al encuentro no anticipado con el signo más genuino de cada sujeto.

Esta vía permite el ingreso de la letra, la introducción o el acercamientodel significante al cuerpo, por la cual es posible elucidar, trazar el acontecimiento de cuerpo y las maneras en las que el sujeto responde a lo imposible del encuentro con el Otro o se protege de los equívocos de la lengua.

4-Ejemplos de la práctica institucional.

Es posible apreciar cómo esa función de "partenaire fuera de toda reciprocidad imaginaria[7] (distintoa un modelo o patrón a imitar del maestro), es encarnada por un equipo pluralizado que se acopla, de una manera activa pero a la vez prudente, al trabajo que realiza un sujeto autista.

Este caso es el de un joven de 15 años, quien nos enseño a leer los signos de su tratamiento de lo real y cómo, en el abordaje institucional, va trazando y construyendo su propia cartografía de lo real, la singular manera de establecer las condiciones que él mismo propone para su tratamiento.

Luego de ser admitido en la institución hace un año aproximadamente -y a pesar de contar con un lenguaje rico y dominando el código de la lecto-escritura- muestra un lenguaje oral y escrito reducido a palabras sueltas, sin entonación o grafemas enlazados sin solución de continuidad.

Desde el primer momento formula incesantemente una pregunta que acompaña el tocar todos los objetos y que parece no tener fin, éste detalle empieza a ser circunscripto por el equipo, a partir de la presencia y escucha regular ofrecida.

Frente al incansable "¿qué es esto…? que C. enuncia repetidamente se advierte que señala especialmente aquellos objetos "que hacen borde"[8], que recubren las partes del cuerpo de sus educadores (ropas, adornos u objetos del cuerpo) ritualizándose un juego con el que va nombrando un contorno que claramente arma y delimita un objeto fuera-del-cuerpo[9] y que puede plegarse al suyo propio.

También su excitación motriz comienza a reducirse, luego de que se precisa que el estar sólo, sin el borde regulatorio de un educador (escuchando o mirando videos musicales durante horas) lo lleva a incrementar esa excitación motriz y lenguajera hasta límites insostenibles.

Se van diseñando, frente a estos elementos, las primeras escansiones en el dispositivo de trabajo: horarios, espacios definidos, momentos para la realización de actividades, siempre con la presencia sostenida y prudente de un interviniente que modera el balanceo, el baile desenfrenado o la repetición infinita. El recorte espacio y tiempo, anudado a la presencia cercana del educador, produce un marco organizado por donde transitar, aquietándolo.

Otro signo presente es su deambular sigiloso y casi imperceptible por la institución: entra o sale de la cocina, se escabulle de la sala de un taller, se desliza hacia el patio o adentro de la administración y nadie parece percatarse inmediatamente de ello. Y en cada lugar, perfectamente advertido de quien lo ocupa, "extrae algo". A veces cosas de gran valor, otras de carácter insignificante, pero siempre guarda y esconde esos objetos entre sus ropas.

En ocasiones llena sus bolsillos de piedras, en otras de papeles; a veces lo hace con prendas de vestir ajenas, teléfonos celulares, libros, agendas, etc.

Es entonces esta sustracción la que es elevada a la condición de una verdadera manipulación significante -y no de un mero comportamiento insidioso- por medio de la cual el joven introduce un menos como tratamiento del Otro, precisamente en la mirada, a la vez que logra proveerse cierta satisfacción a partir de una especie de resonancia corporal mediante esos objetos.

Algunos meses mas tarde, se realiza en el taller de plástica la construcción de un muñeco de tamaño real utilizando diversos materiales para cubrir el contorno del cuerpo, entre ellos, papeles de diario.

El joven se mostró sumamente fascinado por este cuerpo, en un primer momento asexuado, participando activamente en su construcción, realizando una singular actividad: al mismo tiempo que aplica –con pegamento- papeles de diario sobre los contornos del cuerpo del muñeco intercala esta acción aplicando, con la misma técnica papeles sobre su propio cuerpo, en una especie de reproducción de la acción de construcción de ese cuerpo en el suyo propio.

De una forma excepcional, el joven realiza este "armado" de un cuerpo, en un trazado que rodea realmente el cuerpo, apelando a este "objeto de síntesis", a la construcción de un "doble" como forma de suplencia de la relación con aquello que no está, su cuerpo, su nombre, un ideal"[10].

Los papeles de diario, en este caso, son hoy los elegidos como objeto de intercambio, el transita con bolsas llena de recortes de papeles, que lleva y trae y son posibles de intercambiar, pegar o dejar en algunos lugares, mucho mas apacible en su transitar.

Ante estas condiciones, se diagraman con el equipo pautas que le permiten ordenarse en la institución pero que van en oposición a la imposición de una regla por anticipación. Por ejemplo, se instituye en la reunión de construcción clínica un "principio" de funcionamiento que establece que en la institución "…es posible extraer o poner en circulación los objetos..." quitando del medio toda connotación de sentido común, totalizadora o universalizante de la norma, como así también su carácter de imposición de la voluntad del Otro.

5-Algunas reflexiones finales:

El cálculo institucional requiere bascular en esa tensión entre el sujeto y la presencia de ese real.

La intervención más propicia, tanto frente al goce homeostático inercial como al desborde de un real insoportable, es la introducción de un freno, de una pausa cuando el niño se ubica como condensador de goce, identificado al objeto.

Ese NO o puntuación que se sostiene en la presencia del cuerpo institucional, del equipo, del interviniente como partenaire real, que introduce nuevos circuitos metonímicos de los objetos como un modo de sujetar el rechazo impenetrable, acercando la vía discursiva, como un modo de tratar los ruidos perpetuos de la lalengua de la cual el sujeto de defiende.

En la psicosis debemos realizar un doble movimiento: por un lado, acompañando el hecho de que la lengua tome a su cargo el goce, el trabajo interpretativo; establecer ese lugar del Otro, es decir, permitimos la traducción o el abrochamiento que localice el goce, favorecemos, autorizamos la instalación del lugar del Otro pero, a la vez, apuntamos a la puntuación, a la estabilización, a la homeostasis; apuntamos a la posibilidad de que se produzca un corte, que la lengua sea menos compacta u holofraseada.

Se trata de obtener la posibilidad de que haya "comas" que puntúen la holofrase significante infinita.

Apuntar al síntoma es, justamente, volver sobre los significantes, aislarlos, separarlos de la cadena, darles todo su lugar, desengancharlos de la cadena significante y centrarse en el acontecimiento de cuerpo que representa ese significante, los signos que denotan alguna tenue satisfacción, aislarlos a la manera del fenómeno elemental.

Acoplarse al trabajo del sujeto para leer cómo se conforma, en cada caso, ese real. Su tratamiento permite hacer ingresar la posibilidad de un intercambio, la elaboración de una cadena, un ritmo, una secuencia discursiva y definir verdaderos espacios de sujeción.

Se trata entonces, como lo recalca Laurent, de hacerse partenaire real del sujeto autista[11] (al igual que ese objeto) fuera de toda reciprocidad imaginaria que iría en el sentido de proponerse como patrón de un accionar, no apelando ni al maternaje ni a la dimensión educativa, no tomando lugares enmascarados ni por el saber ni por el amor, sosteniendo una barrera a la invasión de goce que posibilite desplegar algún tipo de empalme con el objeto y con el Otro.

Ese lugar de partenaire es la vía regia para favorecer ese tratamiento del Otro que el sujeto autista ya viene realizando, "…a partir de un órgano suplementario o de la introducción de un menos."[12]

A diferencia de las prácticas reeducativas que apuntan a la normalización y adaptación de aquello que permanece bajo un déficit o desadaptación, la orientación lacaniana introduce la vía de la enunciación, de elevar aquello que funciona como solución o defensa a la dignidad de metáfora de una posición subjetiva.

Diría que la apuesta ética del psicoanálisis es, entonces, la de elevar el problema del autismo a una condición del sujeto, poniendo de relieve las soluciones que él mismo nos proporciona. Favorecer un tipo de enunciación a partir de un efecto de resonancia de la letra que singularice y atempere la fragilidad del lazo, para permitir cierta circulación metonímica de los objetos, en el marco de la pluralización del Otro y de una mirada clínica -no masificante- del sufrimiento en la infancia.

 
Notas

* Texto Presentado en las III Jornadas de Clínica con Niños y Adolescentes "La puesta en juego del síntoma en la época". Realizadas en la UBA, el 19 de noviembre de 2011.

  1. Miller, J. A.: "Leer un síntoma"
  2. Laurent, E.: "Fragmentos sobre el Autismo". Rev. "Lazos" 1997.
  3. LAURENT, E. : "Fragmentos sobre el autismo" Revista "Lazos" del 20 de enero de 1997. Pág. 76
  4. Ídem. Pág. 75
  5. Laurent en Conferencia sobre el autismo en Rio de Janeiro. "Las psicosis ordinarias" se enuncia que las psicosis permiten designar el verdadero núcleo traumático en la relación con la lengua.
  6. Ídem
  7. Ídem. Pág. 78
  8. LAURENT, E.: "Fragmentos sobre el autismo" Revista "Lazos" del 20 de enero de 1997. Pág. 76
  9. Ídem
  10. Velázquez José Fernando. Autismo y Esquizofrenia. Carretel N°3.Año 2000
  11. Ídem
  12. BAIO, V.: Jornadas de RI3. Recurso Internet.
 
 
 
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