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Consecuencias
 
Edición N° 9
 
Noviembre 2012 | #9 | Índice
 
Cuando la pareja se hace humo
Por Marcela Antelo
 

El primer miércoles que inauguró las reuniones semanales de Freud y sus discípulos giró sobre el tabaco. Paradojalmente, la única voluptuosidad con la que el sujeto moderno podría sorprender al antiguo, el fumar, dejó rápidamente de ocupar a los analistas a pesar del crecimiento sostenido de su consumo y el avance vertiginoso de su combate. La "visibilidad del mal" producida por la ciencia hace corto circuito con la oferta "villana" de la industria generando múltiples comités de ética al respecto. Si el síntoma va hacia la Cosa, la Cosa Tabaco[1], como gustó de llamarla Lacan, lo hace atravesando la barrera del bien, evidencia que hoy no cesa de producirse.

Los escritos psicoanalíticos sobre el acto de fumar y su función sintomática crecen hasta los años veinte y desaparecen luego después. La Cosa Tabaco se hizo humo, fue empaquetada y encajonada en el lugar de lo ya pensado. Este asesinato simbólico fue producido con el instrumento falo abriendo a un abismo de significaciones, de equivalencias simbólicas infinitas que capitonean siempre en el mismo lugar: el autoerotismo, cuando la pareja se hace humo –en su sentido metafórico– y el sujeto es feliz haciendo Uno.

Lacan nos permite pensar cómo, por encuentro con la Cosa, se rompe el matrimonio del cuerpo con la cosita de hacer pipí[2]. El sujeto del goce fumador ¿es o no es un idiota? –lo parece para todos– mas, y a pesar de hacerlo solo, este goce no es del todo fálico. Miller anuncia un nuevo casamiento para el sujeto contemporáneo donde la pareja es el objeto más–de–goce y el Otro resulta descartado. La pregunta por el carácter operativo del falo en la toxicomanía lanza su investigación sobre el goce auto erótico y algunos años después podamos tal vez abrir otro atado.

La psicopatología del fumante, su toxicomanía que vemos venir, que ocupa decenas de sitios en la internet, de asesores en ministerios, no es miel de nuestro interés pero sí "el objeto droga que concierne menos al sujeto de la palabra que al sujeto del goce, en tanto ella permite obtener un goce sin pasar por el Otro"[3]. Cuando a la manera de un boomerang, la obtención de goce yerra al Otro para poder retornar al cuerpo del sujeto, ¿Deberíamos continuar hablando de objeto o en su lugar, hablar de la Cosa? ¿La Cosa droga? ¿Con que Cosa usted se droga? ¿Puede modularse, Cosa Tabaco, Cosa Papel, Cosa Celuloide, Cosa Trabajo y hasta la Cosa Freudiana?

Podría investigarse en un futuro la intrincación entre la Cosa tabaco y la Cosa papel; "un cigarrillo es una pizca de tabaco enrollado en una pequeña hoja de papel de seda" define Théodore de Banville en 1890. Otro francés, Ned Rival, autor de Tabaco, espejo del tiempo afirma que todo el chic de un cigarrillo reposa en su papel y nos entera de más un detalle, es desde el Brasil que el tabaco llega a España. Reyes y emperadores monopolizaron el tabaco y dejaron sus insignias en el papel litografiado para enrollarlo. Que se haga humo lo que fue impreso o estampado, palabras o imágenes, llama la atención de más un francés –parece que esta raza se las trae con la Cosa– Teóphile Gautier, quien cuenta que los españoles usan hojas de cuadernos con letrillas bufonescas y diseños grotescos, coloridas y perfumadas con licor para armar cigarrillos para dandys exóticos. "Consumir cigarrillos significa en su origen, consumir romances, quemando en humo perfumado las palabras de sueños y ficciones"[4], afirma esta vez un americano –profesor de francés– en quien se puede apoyar literalmente la tesis: cuando la pareja se hace humo.

En 1895, fecha que el psicoanálisis conmemora, James B. Duke desparramó la peste en el mundo entero cuando puso la máquina Bonsak al servicio de la producción industrial de billones de cigarrillos, ahora democratizados.

La Cosa Tabaco, no suficientemente muerta, retorna en el malestar de la época y para la comunidad analítica en especial, en el cigarro y el humo que hacen ícono de Él analista, sus partenaires esenciales. Freud y sus cigarros, Lacan y su Culebra torcido, Masotta y sus cigarrillos, estos últimos, seres de estatuto ontológico denigrado por la vertiginosa evanescencia que los frivoliza. Si fumar es el acto, la ceremonia sacrificial de hacer desaparecer la Cosa Tabaco – recordemos que no hay potlach sin fuego–, fumar cigarrillos es propio de un Prometeo urgido y moderno.

Freud bien supo hacerse humo al final de su vida, sabía de la reducción del analista al resto. Cuando preguntado por si el Otro podía perderlo respondió: "solo recordarán de mí el poderoso olor a tabaco de mi consultorio" y el humo del objeto cayó sobre el yo.

De nuestros antecedentes

Cuando en 1909 Freud llegó con su peste a los Estados Unidos, Abraham Ardem Brill, su paciente y amigo, esperaba por él en el muelle. Tradujo, prologó y editó a Freud en un inglés que le conquistó severas críticas. Este pionero en el tratamiento de la Cosa tabaco, escribió prolíficamente, para no ser leído, a juzgar por las escasez de sus citas y, subrayemos, sobre el olor, el suicido y el tabaco, lamentablemente por separado. Leyó su paper, El tabaco y el individuo en abril de 1922, no sobre la pareja que este par pueda sugerir sino sobre el Uno, sobre el tabaco y el Uno, aunque acabe por introducir la raza.

La primera sorpresa que nos provoca la lectura del fundador de la Sociedad Psicoanalítica de New York es la abundancia de referencias antropológicas junto al desconocimiento de los textos de época fundamentales, poéticos, literarios y científicos. La segunda sorpresa, es su pasión estadística, 400 hombres consultados, 46 mujeres, y, la desproporción consecuente.

Con la lupa de sus siete oscuras referencias antropológicas Brill encuentra el disfrute del tabaco en las razas sub–iluminadas y en los bajos estratos sociales. Después de enseñarnos que los esquimales inventaron la goma de mascar y los salvajes la tendencia a consumir lo no nutritivo, funda el consumo de tabaco en la análisis. Brill no esconde su asombro frente al más allá del principio del placer. Nuestro asombro es inevitable frente a la intención que lo anima, quiere discutirle al sentido común el poder etiológico del tabaco, "nunca vi –afirma autorizándose en sus números– neurosis o psicosis causadas por el tabaco"[5].

En tiempos de la pipa de la paz, arriesga Brill, fumar no era hábito sino ceremonial, la primera función del fumar no fue la lujuria sino el ritual. Introduce un obsesivo ceremonioso "quien fumaba poco y siempre como forma de autocastigo... Si el fósforo no encendía de primera, no fumaba". La demanda inicial era eliminar el ceremonial para poder fumar en paz. Brill nos cuenta, satisfecho, que una vez curada la compulsión, el paciente devino un ardiente fumador.

Nos hace esperar diez páginas para introducir a Freud y su histórico pronóstico, en el segundo ensayo sobre su teoría sexual, acerca del futuro que le espera al infantil sujeto chupador, besador empedernido y de besos de fuego, como poetizara Mallarmé.

Encuentra en sus casos la ocasión de probar la tesis freudiana del fumar como substituto de la masturbación, regresión al autoerotismo infantil que hace suelo en el intenso chupeteo. Siempre que el fumar hace síntoma lo es porque toma una "significación negativa", el neurótico se "exige" acabar con eso. Brill concluye en la sospecha de abstinentes y fanáticos oponentes.

Como haciendo parte de un cálculo del International Journal of Psycho–Analysis, el artículo de Brill se acompaña de otros dos textos que lo citan y "suplementan". Uno de Eric Hiller, asistente de Ernst Jones, "Algunas observaciones sobre el tabaco", consiste en una enumeración de las equivalencias simbólicas posibles: primero las heces, por su envoltura formal, en segundo lugar aparece el pene, por fuga metonímica, y después el semen. No ahorra los dispositivos –pipas y piperas simbolizan penes y vaginas. Las pipas, los habanos y las mujeres usan anillos de oro. El simbolismo se extiende también a los actos, ofrecer y encender cigarrillos –afeminados y mujeres los aceptan, dice este inglés. Los hombres porfían hasta aceptar el don del otro.

La masturbación y la mano que la acompaña encuentran su lugar antes de introducir las diferencias sexuales anatómicas, donde ellos compensan el temor a la castración y ellas esperan el cigarrillo ofrecido. Hiller puntúa algo que Brill toma por obvio: se fuma por el lucro que esto produce en significación fálica.

La tercera y modesta contribución al abismo la firma G. H. Green quien se pregunta por la significación de la emisión de humo. Introduce objeciones provenientes de sectas religiosas, alguien que se dedica a su pipa no puede dedicarse a Dios, no hay posibilidad de hacer pareja con la pipa y con Dios. Contrariamente a Brill a quien dice suplementar, para Green la clave no es el gusto del tabaco sino la significación de la emisión de humo. Agrega el humo a la serie de Abraham, leche–semen.

El impasse de estos contemporáneos de Freud puede ser elucidado por Lacan: "En la manía, precisemos enseguida que es la no función de a lo que está en juego, y no simplemente su desconocimiento. En ella el sujeto no tiene el lastre de ningún a, lo cual lo entrega, sin posibilidad alguna a veces de liberarse, a la pura metonimia, infinita y lúdica de la cadena significante"[6]. Cabalgando atrás de la ganancia de placer, no acompañaron al maestro en su más allá, el más de goce.

La satisfacción

"¿Desde el punto de vista psicoanalítico, no habría que decir que la droga se transforma en el verdadero partenaire esencial, incluso exclusivo del sujeto, un partenaire que le permite hacer un impasse con respecto al Otro y particularmente con respecto al Otro sexual?"[7]

Lacan comentó cierto impasse interpretando a su audiencia "De paso, hago notar que tomar notas vale más que fumar, e incluso el fumar, después de todo, no es un buen signo en cuanto a escuchar lo que digo. No creo que eso se pueda escuchar bien a través del humo".[8]

A primera vista parece difícil admitir esta función para el fumar que desde el origen de los tiempos funcionó como garantía de lazo con el Otro –la elocuencia sin palabras de una pipa de la paz, el cigarrillo ofrecido en las trincheras, principal práctica de la affectio societatis de la guerra. La Cosa tabaco y su sustituto, el objeto sublime, puede ser ofrecido al Otro, pero es para que éste goce por su cuenta.

Lacan lamentaba en 1960 la "poca sustancia" sobre lo sublime "Pues no hemos aún sacado toda la sustancia acerca de lo sublime que podemos obtener de las definiciones kantianas. La conjunción de este término con el de sublimación no es probablemente tan sólo un azar ni simplemente homonímica."[9]

Gracias a otra afirmación sorprendente, "La sublimación, en efecto, no es lo que piensa el común de la gente (...) el objeto sexual, acentuado como tal, puede salir a la luz en la sublimación"[10], podemos situar el puente consagrado que el tabaco puede construir entre el Uno y el cuerpo del Otro como sexual. En el lecho se comparte el cigarrillo pero no una bocanada. Es posible sólo fumar en esas ocasiones. El nacimiento y la muerte hacen serie con el lecho para fumadores eventuales. En Blue in the face,continuación de Smoke, dirigida por Paul Auster y Wayne Wang, podemos ver Jim Jarmusch desolado, anticipar su falta, preguntarse por el destino del sexo después de su último cigarrillo, que se prepara para fumar. ¿Podrá volver a besar? ¿Se hará humo la pareja? No hay como el cigarrillo que se fuma "después" con el partenaire.

El sindicato de quitters aconseja abandonar el lecho de la pareja fumadora, pues el cigarrillo postcoito parece entrañar el más duro de los lutos. La renuncia contiene y explota el más de goce. Este estado de falta propuesto por la exigencia de salud para todos y longevidad para los dignos propone la renuncia como satisfacción superior. Se promociona el más de goce de la renuncia, el valor excedente del renunciar se calcula en años de sobrevida, cálculo que Fliess desplegaba duramente para Freud.

La pareja con Lady Nicotine, invento de Sir James Barry, autor de Peter Pan, ha sido consagrada, en tanto que objeto sublime, por la literatura y el cine y hace parte del psicoanálisis. Este objeto sublime, sustituto de la Cosa no está muy lejos de la mujer decía Lacan[11]. Gitana de oscuras artimañas, vorazmente demandante y voluptuosa, esta Lady es una Carmen/Eva venenosa. Solo podía ser Kant, fumador inveterado, podría aprehender este carácter ambiguo de lo sublime. Es infinita la lista de poetas que le cantan: tangos que lo añoran, operas que lo lloran, óleos y acuarelas que lo pintan. Fumar es un bien sublime porque es un mal, de la bocanada a las cenizas, todo está allí.

Amigo de James Joyce, Ettore Schitz bajo el seudónimo de Italo Svevo escribe en 1923, La conciencia de Zenón, verdadero testimonio de pase. El relato de su fumoanálisis, nada más es que la historia de sus resoluciones de parar de fumar. El nunca más que carga su eterno último cigarrillo de valor de goce de lo sublime se vacía cuando la salud, tortuga perseguida, se equivale a la tumba. Viejo y saludable, identificado al síntoma, reducido a la trayectoria de su pulsión, para de fumar.

La universalización de los modos de gozar consolida una nueva masa artificial –los fumadores– objeto de segregación creciente por lo obsceno de su goce, generando la vergüenza como índice de sujeto. Cuando vacila la satisfacción de un objeto que de agalma se transmutó en mierda, la mirada del Otro de la censura, el pudor que obliga a esconderse, acusan la presencia del sexo y del Otro y pueden ser la ocasión de servirse de un analista como partenaire, que sepa hacerse humo a la hora cierta.

 
Bibliografía
  1. Allen, K., Arsenic"s better than nicotine. Site: http://www.voicenet.com/~enc/arsenic.html.
  2. Barry, J. M., My lady Nicotine: A study in smoke. Boston: H.M. Caldwell, 1905.
  3. Brill, A.A., "Tobacco and the individual", International Journal of Psycho–Analysis, Vol.III, 1922.
  4. Green, G.H., "Some notes on smoking", International Journal of Psycho–Analysis, Vol.III,
  5. Hiller, E., "Some remarks on tobacco", International Journal of Psycho–Analysis, Vol.III,
  6. Klein, R., Cigarettes are sublime. Duke University Press. Durham and London, 1993.
  7. Lacadée, P., Une pratique comme nouveau symptôme en La Lettre mensuelle 162, sept.oct. Paris: Ecole de la Cause freudienne –ACF, 1997.
  8. Lacan, J., [1959–1960] "Clase XXII", 22/6/60. El seminario de Jacques Lacan. Libro7, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós, 1988.
  9. Lacan, J., [1967–1968] "Leçon VII", 24/01/68. Le séminaire de Jacques Lacan, Livre XV, L"Acte psychanalytique.
  10. Lacan, J., "cap. VIII", (inédito) Seminário XIV, A lógica do fantasma, aula de 25/01/67.
  11. Lacan, J., "Como ustedes oyeron de pasada, la naturaleza de la cosa no está lejos de la propia mujer –salvo que, con respecto a todas las formas que tenemos de aproximarnos a dicha Cosa, la mujer demuestra ser todavía otra cosa. Me refiero a cualquier mujer y, en verdad, Claudel como cualquier otro, no demuestra tener la menor idea al respecto, ni mucho menos". "Clase XXI". El seminario de Jacques Lacan, Libro 8, Buenos Aires, Paidós, 2003.
  12. Lacan, J., Clausura de las Jornadas de Cartels de la EFP, 1975.
  13. Lacan, Jacques. [1962–1963] "Clase XXIV" 3/7/63, El seminario de Jacques Lacan. Libro 10, La angustia. Buenos Aires, Paidós, 2006.
  14. Miller, J–A., "Para una investigación del goce autoerótico" en Sujeto, Goce y Modernidad, TyA, Buenos Aires, Ed. Atuel, 1993.
  15. Rival, N., Tabac, miroir du temps. Paris: Librairie Académique Perrin, 1981.
  16. Svevo, I., Ecrits intimes, essais et lettres. Paris, Gallimard, 1973.
  17. Svevo, I., La conciencia de Zeno. Barcelona, Bruguera, 1981.
  18. Théry, T., [Recherche documentaire], Haiouani, D., et Dartoux, J–C., [Iconographie] Smoking. Antologie illustrée des plaisirs de fumer. Paris: Les éditions Textuel, 1997.
 
Notas
  1. Lacan, J, "cap. VIII", (inédito) Seminário XIV, A lógica do fantasma, aula de 25/01/67.
  2. Lacan, J., Clausura de las Jornadas de Cartels de la EFP, 1975.
  3. Miller, J–A., Para una investigación del goce autoerótico en Sujeto, Goce y Modernidad, TyA, Buenos Aires: Ed. Atuel, 1993, p.16
  4. Klein, R., Cigarettes are sublime. Duke University Press. Durham and London, 1993. p.43
  5. Brill, A. A., "Tobacco and the individual", International Journal of Psycho–Analysis, Vol.III, 1922, p.430–444,
  6. Lacan, Jacques. [1962–1963] "Clase XXIV" 3/7/63, El seminario de Jacques Lacan. Libro 10, La angustia. Buenos Aires: Paidós, 2006. p.363
  7. Miller, J–A., Op. Cit. p.17
  8. Lacan, J., [1967–1968] "Leçon VII", 24/01/68. Le séminaire de Jacques Lacan, Livre XV, L’Acte psychanalytique,.
  9. Lacan, J., [1959–1960] "Clase XXII", 22/6/60. El seminario de Jacques Lacan. Libro7, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós, 1988. p.359
  10. Ibíd. Clase XII, 9/03/60. p.197.
  11. Lacan, J., "Como ustedes oyeron de pasada, la naturaleza de la cosa no está lejos de la propia mujer –salvo que, con respecto a todas las formas que tenemos de aproximarnos a dicha Cosa, la mujer demuestra ser todavía otra cosa. Me refiero a cualquier mujer y, en verdad, Claudel como cualquier otro, no demuestra tener la menor idea al respecto, ni mucho menos". "Clase XXI". El seminario de Jacques Lacan, Libro 8, Buenos Aires, Paidós, 2003, p. 347
 
 
 
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