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Consecuencias
 
Edición N° 9
 
Noviembre 2012 | #9 | Índice
 
Desafíos del psicoanálisis y el amor en el nuevo orden contemporáneo
Por Rosy Goldman
 

Estás desorientado y no sabés
qué trole hay que tomar para seguir.

Qué desencuentro – Cátulo Castillo

Rosy GoldmanPreguntas sobre el Otro

A partir de dos interrogantes que me surgieron, intentaré construir un saber –que propongo compartir y conversar con ustedes– que emerja de la articulación de las respuestas.

La primera pregunta que me apareció se vincula con lo que plantea Lacan en el Seminario XVII: "El discurso del analista es el envés del discurso del amo"[1] y éste a su vez lo hace equivaler al discurso del Inconsciente y el discurso de la civilización de la época.

El discurso del analista era antes el analizador del discurso del inconsciente, podía analizarlo.

Discurso del amo Antiguo   Discurso del analista
S1
_____
S2
_____
  a
_____
$
_____
$ a   S2 S1

Sin embargo, Miller en "Una fantasía"[2] afirma que por efecto de la lectura de nuestra civilización orientada por el plus de gozar más que por los ideales de otras épocas, como consecuencia del discurso capitalista tardío, y por el efecto del discurso analítico, se ha elevado al objeto a al cenit social del socielo, quedando el sujeto sin brújula. En este sentido, asevera que "no es absurdo pensar que el discurso de la civilización hoy tenga la misma estructura que el discurso analítico", afirmando además que "Hoy el discurso de la civilización ya no es el reverso del psicoanálisis, sino el éxito del psicoanálisis".[3]

Veremos si esto representa una contradicción o es una consecuencia lógica del cambio de discurso de la época.

La segunda pregunta me remite al Seminario XX donde Lacan se plantea que el goce, en tanto tal, es fálico, es decir, no se relaciona con el Otro. Entonces se pregunta cómo pasar del goce autista (que denomina el goce idiota) al lazo con el Otro.[4]

El interrogante que me surge es con qué cuenta el psicoanálisis en esta época para lograr este objetivo (el lazo con el Otro) en que se puso en evidencia que el Otro no existe, en el que se ha producido el quiebre de la función del Ideal bajo el régimen del Nombre del Padre, el final de una organización del malestar subjetivo y social bajo el régimen de la falta.

Los discursos

La transformación del orden simbólico afecta a todos los semblantes y a cada uno de los elementos del discurso.

Aquí es un punto donde se unen las dos respuestas. En ambos casos nos encontramos con el discurso hipermoderno en el cual el discurso del amo vigente tiene la misma estructura que el discurso analítico y no es su reverso:

Discurso hipermoderno = Discurso del analista
a
_____
$
_____
  a
_____
$
_____
S2 S1   S2 S1

Pero veamos las diferencias de las funciones que cumplen cada una de las letras en los distintos lugares en este nuevo discurso y el discurso del analista.

En el discurso hipermoderno en el lugar del agente tenemos al objeto a que comanda el discurso, pero elevado al cenit del socielo, constituyéndose en la nueva brújula desorientadora del sujeto hipermoderno que lo invita al sin medida, a franquear todas las inhibiciones.[5]

Esta promoción del objeto a al socielo, se encarna de manera cruel en el Ojo absoluto de Wajcman o en la voz de Nike: "Just do it", que tiene una estructura homóloga a la envoltura feroz del mandato superyoico: ¡Goza![6] –anticipado por Lacan en el seminario XX– especificando un juego homofónico entre oír (como posición del analista para frenar este goce) y gozar (más evidente en francés). Como resultado de la corrupción del deseo y la falta, el ocio y el entretenimiento se transforman en una nueva exigencia de felicidad supuesta. Vale la pena preguntarse de qué modo los objetos funcionan como consuelo tal como otras adicciones.

El plus de gozar ha subido al lugar dominante, pero ¿qué comanda? No comanda un "eso marcha", sino un "eso fracasa" en el orden sexual: $: Un Sujeto sin brújula.

En el discurso analítico el agente lo ocupa el analista haciendo semblante de objeto a causando al sujeto a trabajar

En el lugar del A tenemos al sujeto, lugar del síntoma, éste se revela como "eso falla" en escribir la relación sexual.

En el discurso analítico este $ primero se histeriza y luego, dividido, comienza a producir saber sobre su propio goce y deja caer los S1 que comandan sus identificaciones.

Se podría afirmar que el Síntoma es lo que se opone al discurso dominante.

En la producción se ubica el S1 que Miller lo lee como el "uno contable de la evaluación a producir, en este lugar sustituye al significante amo que está destinado a caer en el discurso analítico".[7]

En el discurso hipermoderno, en el lugar de la verdad, el S2, queda reducido a un semblante relativo de saber, motor del escepticismo, corrompe la creencia en el saber de la ciencia. La creencia misma se halla en cuestión. Dice Miller: "El saber en el lugar de la verdad/mentira en la civilización".[8]

En el discurso analítico este S2 es un nuevo saber sobre el goce singular del sujeto.

Los 4 elementos están disyuntos en esta nueva conformación del discurso del amo. En el discurso analítico estos elementos se ordenan en un discurso.

El plus de gozar comanda, el Sujeto trabaja, las identificaciones caen, el saber se activa para mentir y progresar y "que eso marche".

El Otro que no existe puesto en evidencia

En el último Congreso de la AMP se parte de la afirmación: "El orden simbólico no es lo que era. Consecuencias para la cura".

Si puntualizamos "ya no es lo que era", me pregunto: ¿El orden simbólico fue de otra manera para el psicoanálisis antes de que se pusiera en evidencia a nivel del discurso de la época? En el Seminario XX Lacan afirma: "No hay relación sexual… hay goce".[9] En las fórmulas de la sexuación abordará los modos de goce con una reformulación del Otro en términos de existencia o inexistencia lógica.

Cada una de estas dos figuras del Otro que se derivan de esa nueva formulación, introduce una regulación distinta del goce, del lado del "todo" o del "no todo" lógico.

La construcción del "todo" lógico implica dos condiciones:

La primera nos dice que hay una función universal, una propiedad que se aplica a todos los elementos del conjunto.

La segunda afirma que existe uno que objeta este universal (existe al menos uno que dice no), es decir que no se incluye en el conjunto.

Es la existencia de este límite, esta excepción, lo que permite el cierre del todo y vuelve al conjunto consistente, cerrado, compacto.

Aplicando esta definición a la concepción del Otro, se puede construir la existencia del Otro de la excepción o no.

En el caso que sí suceda, estamos en la lógica del lado masculino de las fórmulas de la sexuación y el modelo del Otro simbólico, lugar de enunciación de la ley y su garantía.

No es que no haya Otro, siempre varían las figuras que cada sujeto se construye, acorde a su fantasma. Lo que está en juego es la imposibilidad de construir una existencia.

El funcionamiento del Otro que impera actualmente no se rige por el "todo" universal que es un todo cerrado y consistente, sino por un "todo fuera del universo" que no se puede cerrar y es inconsistente. Se lo denomina "no todo" y se escribe S(Ⱥ). Es la estructura que encontramos del lado femenino de la sexuación. Falta un significante en el Otro que pueda nombrarlo todo.

En Un esfuerzo de poesía (2002–2003) Miller señala que el cambio de una figura del Otro que se rige por el "no todo" tiene diversas consecuencias, como por ejemplo "la modificación del tipo de autoridad que prevalece en un sistema social. No es que no haya autoridad, sino que en ausencia de un lugar de garantía, la autoridad es débil, lo que deriva en una dificultad en sostener la prohibición y una tendencia al «todo vale»".[10]

Se trata de que más allá de ese Otro, cada sujeto construye uno propio, cree en su existencia o no. Y esto tiene consecuencias no sólo en la modalidad de goce prevalente en una sociedad sino también en la relación de cada sujeto con su goce.

"En la época que el Otro no existe, los sujetos ya no creen en la existencia de Otro de la excepción y así tenemos como la incredulidad contemporánea y sus consecuencias de devaluación del Otro".[11]

La transferencia - ¿Un nuevo amor?

El cuestionamiento del saber del Otro ha colocado contra las cuerdas al Sujeto supuesto Saber. En las coordenadas actuales, el Sujeto supuesto Saber ya no es más el soporte de la transferencia. Lo que hace existir al Inconsciente como saber es el amor, es el que puede hacer mediación entre los sujetos aislados. Hace falta el amor para poner en juego el inconsciente transferencial Y un análisis demanda amor para hacer existir, no la relación sexual, sino la relación simbólica entre S1 y S2 y de este modo poder dialectizar el discurso y hacer lazo con el saber y con el Otro.

¿De qué depende entonces la posibilidad de un nuevo amor en la experiencia de un psicoanálisis, un nuevo amor al saber y que permita el lazo entre los sujetos con goces solitarios?

En el Seminario XX Lacan afirma: "El Otro que no existe hace que los goces se yuxtapongan, se mezclen y al mismo tiempo, se segreguen. Nuestra brújula es que no se puede tomar al amor al padre para orientarse".[12]

Como comenta Eric Laurent en El orden simbólico en el siglo XXI. ¿Qué consecuencias para la cura? "Nuestra civilización consuena con el discurso analítico, ya sea por la falla en la relación entre los sexos o en los impasses de la civilización. El discurso psicoanalítico aborda el orden simbólico por su defecto". Y continúa: "Es a partir del anclaje en el nuevo orden simbólico como el analista puede ocupar el lugar de un partenaire que tenga la oportunidad de responder".[13]

Oscar Zack en su excelente libro Los decires del amor se pregunta: "¿Cómo en la época del empuje generalizado al goce, los analistas seguimos interesados en el amor como cualidad, que es la de hacer frente a la dimensión gozosa a la que empuja el superyó en el discurso hipermoderno?"[14]

Pero leamos en detalle ¿Por qué amor? ¿Qué significa el amor aquí?

La expresión "un nuevo amor" le permite a Lacan poner en valor el encuentro de su propia definición de amor. El amor es signo, en la medida en que se da al otro una muestra de un modo de goce, es decir, el rasgo más singular de cada uno, lo que hace que cada sujeto sea alguien irrepetible, aparece como signos en los síntomas.

Lacan ha dado al síntoma un estatuto privilegiado quitándole su connotación patológica para destacar el carácter de rasgo primario de identificación. El síntoma es entonces, como lo ha destacado Miller insistentemente, el modo de gozar propio de una persona que no puede ser comparado con los demás, es su marca, su diferencia. Pero a la vez, puede ser que eso que hace gozar a alguien, haga signo para otro, que eso que es de la más absoluta singularidad pueda hacer una señal al otro y, por esa contingencia, se produzca un encuentro.

Es de ese modo como puede pensarse el nuevo amor: un signo que podría dar un toque en eso que está también en el otro y hará posible el desencadenamiento de las posibilidades factibles de ese encuentro.

Lacan entonces advierte el carácter contingente de este encuentro, no es algo que permanezca, que dure, por el contrario el signo, que hace posible el encuentro de los sujetos exiliados de la relación sexual, es fugaz.

De modo que cuando Lacan propone que cada vez que hay un cambio de discurso surge el discurso analítico hace equivalentes el discurso analítico y el nuevo amor, al signo de amor. El discurso analítico tiene que ser tomado entonces como un discurso destinado a subvertir el dominio de los discursos. Lo que surge cuando hay un cambio de discurso es el signo que permite captar, en el universo simbólico, una pincelada de lo real, el afecto, el goce, signo que puede ser captado de modo contingente por el otro.

Un nuevo amor es casi lo contrario a un amor nuevo, a un nuevo personaje repetido en la escena fantasmática. El nuevo amor lacaniano es lo que se hace posible luego de haber identificado esa forma singular de gozar, esas marcas de escritura que han quedado en el cuerpo por la experiencia del significante, permite en ese lugar la invención de un nuevo uso para ese síntoma. La disposición de ese rasgo para el encuentro con el otro permite al sujeto reconocer también en los demás sus propios rasgos, soportarlos mejor y tal vez, algún encuentro inédito.

Retomo a Laurent quien continúa diciendo: "Nuestro horizonte es el de un analista advertido de su goce, pero que sabe que, más allá del agujero en el orden simbólico, instalarse en la posición de aquel que puede perturbar la defensa". Laurent, E.; El orden simbólico no es lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura?, VIII Congreso de la AMP, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2012.

Me atrevo a hacer equivaler el defecto y el agujero en el orden simbólico.

"Aquello que testimonia el desorden simbólico es lo Real de lalangue (en tanto indecidible). A partir de poner al desnudo ese Real puede establecerse un orden simbólico. Es por la incompletud que se producirá el salto en el agujero. Esto supone que sea franqueada la identificación fantasmática y los restos de identificación al analista."(…) "El movimiento de la experiencia analítica es doble. Por una parte destituye las identificaciones a los significantes amos y por otra parte permite el cercado de un agujero, de un imposible de decir."[15]

El pasaje del significante amo al agujero no es sin restos, siempre falta un significante en el Otro S(Ⱥ) y esto hay que soportarlo. El analista, en la experiencia analítica marca el lugar de este agujero y lo vela

Me permito introducir una cita del fantástico libro de Alan Badiou Elogio del amor[16]: "El amor habla de una separación o desunión, que puede ser la sencilla diferencia entre dos personas, con su subjetividad infinita. Esta separación es, en la mayoría de los casos, la diferencia sexual… Hay Dos… En el preciso momento en que este dos va a mostrarse, solo puede hacerse bajo una forma contingente. Es lo que llamamos "encuentro, al que le doy el estatuto de "acontecimiento". Pero aclara: "Este acontecimiento revela la verdad de la diferencia como tal." Entiendo que al decir de Badiou, no sólo debe producirse este encuentro contingente sino también la tolerancia de la diferencia y de la falta (castración) en el Otro para que este lazo sea duradero, no tan fugaz como lo plantea Lacan. Me pregunto ¿esta construcción del amor como ficción que tolera las diferencias, velando la no relación sexual, será equivalente al partenaire–síntoma, donde la convergencia de goces singulares permite tolerar la no relación sexual?

Para concluir, retomando a Lacan, me atrevo a responder ambos interrogantes con un nuevo interrogante: ¿Podrá el amor hacer condescender el goce al deseo en la época del Otro que no existe? El analista deberá poder perturbar la defensa de este modo global de empuje superyoico al goce, aceptando los riesgos. Como nos transmite Eric Laurent en la conferencia citada: "La identificación de un modo de gozar no es identificación a un modo de gozar". Entiendo que de lo que se trata entonces en la experiencia analítica es, una vez localizado el modo singular de gozar, saber hacer con él y poder hacer lazo con el Otro. Este movimiento sólo lo puede lograr el discurso analítico, en oposición al discurso actual, cuyos objetivos, como hemos remarcado, son contrarios a este. Esa es, me parece, la apuesta del discurso analítico.

 
Bibliografía
  • Badiou, A; Elogio del amor, Paidós, Buenos Aires, 2012
  • Lacan, J., Seminario XVII, El envés del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires.
  • Lacan, J., Seminario XX, Aún, Paidós, Buenos Aires, 1998.
  • Laurent, E.; "Preparatorias para el Congreso", editado luego en El orden simbólico no es lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura?, VIII Congreso de la AMP, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2012.
  • Miller, J. A; Un esfuerzo de poesía (2002–2003). Inédito.
  • Miller, J.A, "Una fantasía", Conferencia en el Congreso de Comandatuba en 2004
  • Zack, O., Los decires del amor, Editorial Grama, Buenos Aires, 2012.
 
Notas
  1. Lacan, J, Seminario XVII, El Reverso del psicoanálisis, Capítulo: "El amo castrado", Buenos Aires, Paidós. p. 45
  2. Miller, J–A,"Una fantasía", Conferencia en el Congreso de Comandatuba, 2004.
  3. Ibíd.
  4. Lacan, J., Seminario XX, Aún, Buenos Aires, Paidós. 1998.
  5. Miller, J–A,"Una fantasía", Óp. Cit.
  6. Lacan, J., Seminario XX, Aun, Buenos Aires, Paidós. 1998
  7. Miller, J–A,"Una fantasía", Óp. Cit.
  8. Ibíd.
  9. AA.VV.; El orden simbólico no es lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura?, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2012
  10. Miller, J. A; Un esfuerzo de poesía (2002–2003). Inédito
  11. Ibíd.
  12. Lacan, J; Seminario XX… Óp. Cit.
  13. AA.VV., Óp. Cit.
  14. Zack, O., Los decires del amor, Editorial Grama, Buenos Aires, 2012.
  15. Laurent, E.; "Preparatorias para el Congreso", editado luego en El orden simbólico no es lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura?, VIII Congreso de la AMP, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2012.
  16. Badiou, A., Elogio del Amor, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2012
 
 
 
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