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Consecuencias
 
Edición N° 9
 
Noviembre 2012 | #9 | Índice
 
Lo que se escribe y el sentido que importa [1]
Por Natacha Zarzoso
 

"Hay que partir de la dimensión del imposible de decir,
de la distancia del decir al dicho.
Todo no puede decirse, pero hay un resto
que puede escribirse, trazarse"
Dassen, F. "El pase como poema experimental".
Lacaniana 1, pág. 66.

Natacha ZarzosoAbordar la última enseñanza de Lacan conlleva una complejidad importante, comporta lo imposible de decir y de escribir. Es animarse a dejarse atravesar por lo real mismo haciendo de lo imposible de decir una posibilidad de transmisión, una posibilidad entre otras. Es hacer un uso del resto donde la lectura que se realice será siempre fragmentada en el sentido de que no hay lo escrito en psicoanálisis en tanto que verdad absoluta, de esto estamos advertidos. Uno no escribe sino a partir de lo propio, con el estilo que le es propio.

La lalangue implica lo fragmentario, lo desestructurado del goce. Pensar lalangue es ubicar al significante al servicio del goce, situar que lo que se dice sirve al goce y no a la comunicación[2].

La relectura del seminario de Miller El Lugar y el lazo hizo resonar en mí este "operar por lo real". ¿Qué es operar por lo real? ¿Sería poder ubicar de entrada de que goza un sujeto? Entiendo este "ubicar de entrada" como un primer tiempo lógico no cronológico de un encuentro del sujeto con su división, encuentro del sujeto con un analista, tiempo del Uno por Uno, un tiempo para cada quién, para darle curso a la palabra, al desencuentro con la vida que lleva a un sujeto a consultar, para que aparezca lo que de la palabra subyace. Hablar no es decir y es al decir que apunta el analista. Los efectos de las intervenciones que la clínica nos enseña son las consecuencias de su acto. Freud decía intervenir como un cirujano en relación con la interpretación, Lacan dirá ir a las tripas, que lo real reviente (El Atolondradicho), no hay un decir sin cuerpo (Seminario 23). El afecto está hecho del efecto de la estructura, de lo que en alguna parte es dicho (Seminario 24).

"Pero Freud ya decía que la histeria no se cura porque habla. Para que este hablar pueda alcanzar una cura es necesario el decir del analista (…), bajo qué dispositivo ese hablar, va a ser escuchado y que la transferencia se oriente bajo el discurso analítico"[3]

Entiendo que el recorrido de un sujeto en análisis no es posible sin que haya un analista en relación, no con el sujeto supuesto saber, sino con la equivocación, con la méprise, con la fuga misma.

En la última clase del Seminario 24, leemos: "lo real está en el extremo opuesto de nuestra práctica, es una idea límite de lo que no tiene sentido. Lo real es ese punto de fuga".

Ahora bien, para ir cercando el tema que nos convoca, ¿qué se escribe en un análisis? Escribir se escribe, pero lo que se escribe, ¿tiene que ver con lo que se cifra o con lo que se descifra del fantasma? Lo que se escribe condensa sentido para poder ser escrito, sentido entendido como ese "instrumento" necesario para luego reducir, vaciar. Sentido necesario para hacerse de una historia, apropiándonos de los significantes que "creemos" nos representan, ubicando vía el sentido, y no justamente el sentido común, aquellos significantes que nos tocan y, se puede decir, que nos marcan, circunscribiendo un cuerpo. Cada sujeto cifra sus significantes amos que lo determinan.

Es así en este recorrido que Lacan sitúa al psicoanálisis en una relación no con el acontecimiento histórico sino con el acontecimiento propio del cuerpo[4].

Ubicamos por un lado que "no es sin" el sentido del Edipo como operador estructural que podemos pensar esta reducción que va de los síntomas al síntoma. Es en este sentido de reducción que el sujeto, no sin sus marcas, va construyendo, escribiendo su historia. Sentido y reducción parecen oponerse, pero quizás no hay que privarse de ubicar el sentido que importa al psicoanálisis. Es necesario que se instale el sentido que le es propio a cada sujeto para quizás ir más allá de él. Entonces el sentido también es lo que permite el cifrado del goce para poder reducirlo. Sino ¿cómo localizar lo vivo de lo muerto, lo que parasita?

El sentido y el fuera de sentido no comportan la misma lógica. El fuera de sentido está en la reducción misma del síntoma en relación con el hueso de un análisis, mientras que el sin sentido, estaría más ubicado del lado de lo desanudado del síntoma.

La función de lo escrito en un análisis y la escritura nodal no son lo mismo. ¿Hay posibilidad de pensar a la escritura nodal sin la función de lo escrito?

Florencia Dassen en su seminario[5] ubicó hace unos años que los tres puntos suspensivos que aparecen en el título del Seminario 19ou pire hacen lugar a una producción de vacío que va a ser llenado por una función del decir que no va a ser cualquiera. Aclaró que el "en dire" no es "el decir", que hay un error de traducción. El "en dire" se traduce como "el decir sobre eso", sobre la no–relación sexual. Producir el vacío es la única manera de atrapar algo con el lenguaje. Por eso la importancia del concepto de función para Lacan a esta altura porque es de allí de donde abordará la función de la castración, f(x), función lógica que permite en esa x anotar un vacío. La función implica movimiento, pero para que algo venga al lugar de esa x es necesario que algo se reste. Es la función marcada por una pérdida la que produce esos lugares. El valor fálico que toma el sujeto responde a la fórmula, que es ser el valor de una variable (neurosis, psicosis, perversión). En la clase 8 del Seminario 18, dice Lacan: "para que haya función lo que se exige es que algo pueda producirse a partir del lenguaje, que es expresamente la escritura, como tal, de la función".

Si el fantasma implica al sujeto con relación al objeto, la construcción del fantasma en el recorrido de un sujeto en análisis se sirve de la función de lo escrito para tal efecto. ¿Qué se construye fantasmáticamente sino la posibilidad lógicamente necesaria para cada quién de escribir a partir de la función f(x) como una manera de anotar el vacío, su síntoma, esto es, su goce?

Entonces, así como en "Instancia de la letra…", el síntoma es definido en términos de metáfora y ubicado del lado del sentido, será a partir de la última enseñanza de Lacan que podemos pensar a la clínica a partir de lo real. En "La tercera" Lacan dice: "…llamo síntoma a lo que viene de lo real"[6]. En esta misma orientación, y en relación con el síntoma y el sentido dice: "Lo mejor sería… que reventara lo real del síntoma". Aquí podemos precisar lo que viene insistiendo todo el tiempo, que cuando nos metemos con el goce tropezamos si vamos por el lado del sentido, o por lo menos, que eso no marca más que un límite al sentido mismo. El sentido tapona, el sentido es sexual, es la mortificación significante comandando todo porvenir; pero a su vez está la otra realidad, hay algo que del orden de la repetición que no cesa de insistir, hay aquello imposible de decir, de cernir, y que tiene efectos. Lacan dice en Encore: "Lo real es la escritura", pero también dice que lo real es lo imposible de cernir.

Entonces tenemos lo real, el vacío, lo imposible de decir y de cernir, y a la escritura como real.

Un acercamiento posible, ¿qué se escribe entonces en un análisis? Lo leemos, se escriben las condiciones de goce luego del vaciado de sentido de las identificaciones. Al decir de Eric Laurent, "se erosiona el sentido para producir un vacío"[7]. Se trata de hacer un uso con lo propio del sinthome, a partir de este vacío producto de las vueltas de un análisis, hacer con lo fragmentario del goce, con los restos.

"Si partimos del inconsciente como escrito, hablar en análisis abre a la operación de lectura hasta alcanzar lo ilegible, lo que ya no se deja leer. Entonces sólo queda una letra. El límite del desciframiento crea al agujero, así la letra designa el borde del agujero. La producción de la letra es índice de la incorporación de la marca de goce primera, en la que el sujeto no podía reconocerse, saber que pasa por el cuerpo y lo afecta"[8]

La astucia del parlêtre es responder a lo traumático de lalengua con el ciframiento inconsciente. El parlêtre goza cuando habla. El parlêtre es el goce más el cuerpo, es el sujeto más la astucia gozante. El sujeto no es el inconsciente, es su efecto. El sujeto mismo es falta, división, barradura.

El último Lacan pasa del reino del inconsciente a la reducción del síntoma vía la orientación por el fuera de sentido, produciendo un vacío de significación. La reducción del síntoma responde a la realidad del inconsciente, no a su elucubración. ¿Podemos pensar a los restos sintomáticos y transferenciales en este punto? Entonces si hay vaciamiento de sentido es por el anudamiento del sinthome que permitiría que se escriba por estar separado de toda representación. Es decir que lo que permitiría esa escritura es la letra en tanto movilidad, apertura, dando lugar a la contingencia misma. Hay letra si hay apertura a lo nuevo, si no hay fijeza.

En el Seminario 20, Aún, a propósito del sentido del síntoma, Lacan precisa que: "…lo que el discurso analítico hace surgir es justamente que el sentido no es más que semblante. Si el discurso analítico indica que este sentido es sexual, sólo puede hacerlo dando razón de su límite. El sentido indica la dirección de donde va a encallar…"[9] Ya anteriormente, había ubicado que: "…de lo que se trata es de saber lo que en un discurso se produce como efecto de lo escrito…"[10]. Y agrego que este efecto no es sin el afecto, afecto no es sin lo sensible y lo sensible no es sin cuerpo.

Eric Laurent establece que una práctica de lectura implica saber reconocer dónde está el corte entre aquello que se dice y el punto de goce.

El uso que hacemos de lalangue implica que al mismo tiempo que aparece el sentido y la lectura que se le pueda dar, también aparece la otra cara, la dimensión del fuera de sentido, el lugar del goce. Entonces hasta ahora podemos pensar:

Un primer tiempo lógico, donde tenemos al síntoma del lado del armado de una historia, del ciframiento, de la construcción del sentido que ciñe y reduce a su vez los significantes amos dando lugar a lo más propio, a la posibilidad de hacer de eso una lectura posible; pero algo se resiste al sentido e insiste y tiene efectos.

Un segundo tiempo lógico, donde se trata del sinthome y su imposible de decir, la posibilidad de hacer intervenir al equívoco (de lo cifrado), la "una–equivocación" a partir de lo real como orientación de lo real mismo, como lo imposible de aprehender, de decir, haciendo cuerpo con lo más propio de esos restos que lo determinan.

Ubico en esta lógica la función de lo escrito como ese litoral, efecto del discurso analítico y la puesta en acto del inconsciente. Ese litoral, ese borde que por un lado localiza al sinthome y al mismo tiempo soporta lo imposible de decir.

Intervenir a partir de lo real es orientarse en dirección a la máxima reducción de sentido, al desciframiento de lo cifrado (del fantasma), ya que la construcción del fantasma comporta una reducción de sentido, una cierta matematización. En este punto podemos pensar a la letra para el psicoanálisis (a partir del Seminario 20) en tanto contingencia (del encuentro), en tanto poema sin significaciones universales, dando lugar a la escritura nodal, a lo nuevo, a la posibilidad de la fuga misma horadando la hystoria.

En la "Introducción a la edición alemana de los escritos" se pregunta Lacan "¿cómo no considerar que la contingencia o lo que cesa de no escribirse, no sea aquello por donde se demuestre la imposibilidad, o lo que no cesa de escribirse? Y que desde allí un real se atestigue que, por no estar mejor fundado, sea transmisible por la fuga a la que responde todo discurso".[11]

En este punto sería bueno aclarar que no es lo mismo lo que se escribe que lo que se lee, lo que se lee esta en relación a lo ya escrito. Y tampoco es lo mismo lo que lee el sujeto de lo que puede leer su analista.

En esta misma lógica tampoco hay que confundir lo escrito con la letra. "Cuando hablamos de lo escrito no se trata solo de la repetición invencible de la marca de goce, además se trata de la chance de producir en el análisis una incidencia nueva"[12].

Se puede pensar a la letra como esa máxima extracción de saber, entendiendo por este saber lo que no engaña, lo que no miente del síntoma de cada uno. La letra es el decir del lenguaje, tiene la particularidad de descifrar lo cifrado volviéndole a dar a la palabra su movilidad. En este desciframiento singulariza el lenguaje para cada Uno. La letra es signo, dice Lacan. Pero esta letra que solo la nombro para seguir trabajándola no es la palabra y no es la escritura. La letra ya no del lado de lo que fija sino al contrario, la letra a partir del Seminario 20 es movilidad, apertura, creación, es la fuga misma.

Me preguntaba al comienzo de este trabajo que se escribe en un análisis. Una posible respuesta para seguir trabajando la da Lacan en el Seminario 23: "…el análisis es, en resumidas cuentas, la reducción de la iniciación a su realidad, es decir, al hecho de que no hay iniciación propiamente dicha (…) Se trata de dar cuenta de lo que constituye lo real de esta división"[13]. Solo agregaría que si la función es una manera de anotar un vacío, al decir de Laurent, quizás entonces la escritura nodal venga al lugar de aquello que no cesa de no inscribirse, ya que Aún queda la palabra.

 
Notas
  1. Clase dada en el marco del Seminario "El amor a Lalengua" coordinado por Paula Vallejo, en Acción Lacaniana, La Plata, junio de 2012.
  2. Miller, J-A. Piezas sueltas, clase II. Inédito. 2004-05.
  3. Aramburu, Javier. "La histeria en los tiempos modernos" clase dictada en 1999. En: El caldero de la Escuela n° 13, Publicación de la Escuela de orientación Lacaniana, Buenos Aires, 2010, p. 44.
  4. Lacan, Seminario 24, clase II del 17/12/74. Inédito.
  5. Dassen, F. Seminario diurno, EOL, 2009.
  6. Lacan, J. "La tercera". En: Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1988, p. 84.
  7. Laurent, E. "La erosión de sentido y la producción de un vacío", en Enlaces Nª11, Grama ediciones, Buenos Aires, 2006.
  8. Dassen, F. "El pase como poema experimental". En Lacaniana n° 1, Eolia, Buenos Aires, 2003, p. 67
  9. Lacan, J. Seminario 20, Aún. Buenos Aires, Paidós, 1998 p. 96
  10. Ibíd, p. 45.
  11. Lacan, J., "Prólogo a la edición alemana de los escritos" en Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 585.
  12. Tarrab, M. "Un párrafo sobre la escritura" en La fuga de sentido y la práctica analítica. Grama ediciones, Buenos Aires, 2008, p. 21.
  13. Lacan, J. Seminario 23, Joyce, el síntoma. Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 31.
 
 
 
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