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Consecuencias
 
Edición N° 9
 
Noviembre 2012 | #9 | Índice
 
Mirada y cuerpo
Por María Natalia Eandi Bonfante
 

En este trabajo tomaré uno de los puntos que Gerard Wajcman desarrolla en su libro El Ojo absoluto, en relación al uso de los aparatos tecnológicos–celulares; iPads; GPS– y las personas. El autor dirá que estos objetos permiten que una persona se conecte con otra/s, suprimiendo la distancia entre unos y otros, pero al mismo tiempo producen una desconexión del sujeto, terminando por virtualizar, desrealizar, desmaterializar el cuerpo, reduciendo éste a la imagen. Desconexión con el mundo interior plateara el autor, porque al suprimirse por ejemplo, la cabina telefónica, se suprime la privacidad, volviéndose público lo privado. Eric Laurent en su conferencia El orden simbólico en el siglo XXI. No es más lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura? hablará de lo paradojal que es la ciencia, diciendo que al mismo tiempo que ésta invade nuestras vidas, la modifica, la transforma es decir "la vida con el iPad2 no es la misma que con el iPad 1, produciendo tal efecto que hace que nuestra vida vaya renovando nuestra identificación imaginaria con los usos de los aparatos".[1]

Continuando con el autor que nos convoca, en su libro habla de que paradójicamente se considera el GPS como un elemento de libertad pero en realidad es un aparato que nos despoja de ésta, de toda elección; de todo pensamiento y de saber, colocándonos en una situación de dependencia absoluta, porque es este aparato el que nos guía hacia donde queremos ir. Pero lo esencial, dirá que al mismo tiempo que nos brinda información de donde estamos, se sabe por dónde estamos, es decir le brinda al sistema información nuestra. Es por ello que el autor dirá que "somos marionetas de la mirada"[2] en el sentido que no somos sujetos mirados ni objetos de mirada, sino objetos bajo mirada, estamos siendo vistos en todo momento y por todos lados. Las cámaras se meten, espían y descubren nuestra intimidad y al mismo tiempo la limita. Siendo así una mirada que manda, contrapunto que se puede realizar con la mirada subjetivante o simbólica presente en la escena del infans, mirada estructurante. Mirada con la cual se puede instituir la función de demanda y del deseo a partir de la introducción de la función de la falta adviniendo un ser hablante. Un lugar distinto del que se brinda en la actualidad con la promoción masiva de objetos de satisfacción, sin que falte nada, en relación con el consumismo masivo, taponando la falta, el deseo.[3] Es decir, Wajcman situará en su libro la mirada amo, esa mirada que manda, mirada supuesta, temida o esperada, que dirige, orquesta, ordena y orienta.

Más se muestra, menos se ve idea que Wajcman expresa en varios capítulos. En el capítulo "La mirada perdida" dirá que la mirada está fuera de nosotros, lejos de los ojos. Es decir cuánto más permite ver la tecnología, cuanto más se despliega lo real en imágenes, cuanto más podemos almacenar en las memorias informáticas, menos vemos, diciendo que el poder de la ciencia nos ha despojado de nuestro poder de mirada. Sostiene el autor, que los humanos nos hemos vuelto vulnerables, objetos que estamos al alcance de la mano. Wajcman toma el concepto de "trazabilidad"[4] vinculándolo a cómo esta posicionado el hombre en la actualidad, convirtiéndose en un producto. Un producto, como todos sabemos, tiene su código de barras el cual permite que sean identificados por el lector óptico, el cual hoy en día está siendo reemplazado por radio etiquetas o chips. Pero lo que el autor dirá que estos chips están siendo utilizados por ejemplo para las personas, especialmente con los niños con el objetivo de no perderlos de vista, como a los presos cuando tienen libertad condicional o domiciliaria. Perder de vista, significantes que me permiten pensar ¿A qué remiten? ¿A perder el control del otro; a tener incertidumbre; a no saber? Como el ejemplo que G. Wajcman describe en su libro del avión que se perdió de de vista del radar que controlaba y miraba la ruta de ese avión. Que más allá de lo traumático en relación a la perdida de muchos pasajeros; se perdió de vista el transporte más seguro de la historia, no habiendo más imagen en la pantalla; sin imagen que controlar, que mirar.

Esto me hace remitir a la película In Time, traducida en español El precio del mañana dirigida por Andrew Niccol que se estrenó el año pasado. La película comienza en el año 2161, cuando el gen del envejecimiento humano ha sido desactivado. Al cumplir los veinticinco años, las personas dejan de envejecer, teniendo un año más de vida. Transcurrido ese año, mueren de un ataque cardíaco sino compran tiempo, el cual es contabilizado de manera regresiva por sus relojes colocados en sus antebrazos izquierdos. Es así que el tiempo de vida se transforma en dinero y es la forma con que la gente paga por sus necesidades. Según la condición social, vivirán las personas en zonas horarias distintas es así por ejemplo que los pobres viven en los guetos de Dayton y los ricos viven en Nueva Greenwich, ciudad muy lujosa. Los ricos pueden vivir eternamente, mientras que el resto debe negociar o pedir préstamos para poder vivir el día a día. Cada zona horaria está cercada con muros donde se cobran peajes en tiempo cada vez más costosos para evitar que la gente pobre pueda cruzar o emigrar a lugares de niveles sociales más altos. Es decir el tiempo es del Otro, el cual se puede comprar a préstamo en grandes tasas de intereses, si es que no se gana trabajando. Hay una empresa que controla el tiempo de cada uno; vigila cada zona horaria, regulando el costo del tiempo decidiendo así quién vive y quién no, aumentado de un momento a otro los costos de los productos; viajes; intereses, etc. Lo interesante y paradójico es que durante la película se van formulando cuestiones: en relación: a la eternidad, vinculado tanto a la imagen que tienen cada una de las personas, imagen congelada de un adulto de 25 años produciendo una no distinción entre padre; madre; hijos etc.; como el no saber qué hacer con el tiempo de sobra. Es así, que en la película el hombre se convierte en objeto de mirada y control del Otro. Es decir este reloj digital, los vuelve legibles, identificables y trazables, siendo así un objeto que los liga, los ata y apropia al Otro, siendo así propiedad de ese Otro.

Volviendo al autor de referencia, dirá que con el descubrimiento de la autopsia, rayos x, los cuerpos se convierten en objetos. Cuerpos que se pueden ver más allá de la imagen del cuerpo y es en el Siglo XIX que estos avances, permitían soñar con poner ese cuerpo al desnudo y con penetrar todos sus secretos. En el capítulo "Nueva historia del develamiento" Wajcman dirá que las imágenes que hoy se ven, se relacionan con la idea de mostrar todo, siendo éste el espíritu en la actualidad. Las imágenes radiográficas – mostrando un beso o una felación– tomadas por Wim Delvoye[5], tienden a mostrar lo que no se había visto antes: cómo funciona el sexo. Sin embargo, lo que habría que ver es que lo que estas imágenes muestran es que en realidad no se lo ve y que es normal que no se lo vea. Es decir, el secreto del sexo no se devela. La búsqueda de la transparencia del cuerpo es una fantasía, porque se puede radiografiar; autopsiar el cuerpo, volverlo transparente pero jamás verán el secreto en relación a la relación sexual.

Y me formulo la siguiente pregunta ¿Qué consecuencias para los jóvenes de hoy en día? En una entrevista con M. Goldenberg durante el VIII Congreso de la AMP y hacia el XIX Encuentro Brasilero del Campo Freudiano: Mujeres de hoy, figuras de lo femenino en el discurso analítico en abril 2012, toma a E. Laurent cuando en la conferencia que dio en la facultad de Psicología menciona que los adolescentes para su encuentro sexual con el otro sexo, necesitan soñar. Hace mención a que son muchas las ofertas en relación a lo sexual: pornografía; sexo virtual que se presentan en la actualidad, pero sin embargo hay algo que no facilita el encuentro y que el adolescente para poder construir algún puente en relación al encuentro sexual necesita soñar. Es decir para soñar es necesario retirarse de la pantalla, para que algo del orden de la intimidad se dé lugar. Dirá E. Laurent: "Más vale soñar, que tener un consumo adictivo de pornografía […] La clave de entrada precisamente empieza cuando se apaga la pantalla, cuando precisamente solo queda la pantalla del sueño, pantalla curiosa que da acceso a un mundo sin representación localizada de la experiencia del sueño"[6]

Es decir, la pantalla como mirada absoluta, no permite soñar, no permite construir algo en relación a la intimidad siendo así que cuanto más se mira, menos se ve. Es por ello que retomando a Wajcman, dirá que las imágenes no se enfrentan con lo prohibido, sino con lo imposible, con la relación sexual que no hay. Y es esto, dirá Wajcman que es lo que resiste a la voluntad del amo.

 
Bibliografía
  • Insua, Ma. E; A. Mancho; M. M. Ramos; G. Olivari, G. Viscasillas: El niño en la civilización de la mirada absoluta: El capricho y la ley, X Jornadas de Estudio de la Diagonal Hispanohablante de la NRC, 2011.
  • Wajcman, G., El ojo absoluto, Edit. Manantiales, Buenos Aires, 2011.
  • Referencias Electrónicas
  • Laurent, E., Conferencia El orden simbólico en el siglo XXI. No es más lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura?Hacia el VIII Congreso de la AMP en Universidad de Buenos Aires, Facultad de Psicología. 2011. Disponible en:
  • Goldenberg, M., Mujeres de hoy, figuras de lo femenino en el discurso analítico, Entrevista realizada en Buenos Aires, durante el VIII Congreso de la AMP. Hacia el XIX Encuentro Brasilero del Campo Freudiano. Disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=dHYwiSRhfiQ&feature=share
  • http://www.congresoamp.com/es/template.php?file=Videos/11-12-06_Conferencia-de-Eric-Laurent-en-la-UBA.html
 
Medios audiovisuales
  • Andrew, N., In Time, 20th Century Fox and New Regency, Estados Unidos, 2011.
 
Notas
  1. Laurent, E., Conferencia El orden simbólico en el siglo XXI. No es más lo que era. ¿Qué consecuencias para la cura?Hacia el VIII Congreso de la AMP en Universidad de Buenos Aires, Facultad de Psicología, 2011.
  2. Wajcman G., El ojo absoluto, Edit. Manantial, Buenos Aires, 2011, p. 192.
  3. Insua, Ma. E; A. Mancho; M. M. Ramos; G. Olivari, G. Viscasillas: El niño en la civilización de la mirada absoluta: El capricho y la ley, X Jornadas de Estudio de la Diagonal Hispanohablante de la NRC, 2011.
  4. Trazabilidad, definida como información referida a la cadena de producción y distribución de un producto. Desarrollada para responder a los datos de una producción de masas y a las necesidades industriales y agroindustriales de estandarización y normalización.
  5. Artista conceptual belga conocido por proyectos poco convencionales.
  6. Laurent, E., Op.Cit.
 
 
 
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