"La mujer, como la flor, hunde sus raíces en el goce"
Jacques Lacan, Seminario 17.

Esa fórmula de Lacan está en un artículo que publiqué que circuló por Internet en Ornicar digital, que llevaba por título "Rorty y las orquídeas". Tomé un encuentro de Richard Rorty en su adolescencia, sobre su fascinación por las orquídeas salvajes, que ponen en cuestión todos sus planteos de ideales políticos y filosóficos, en esa ficción que no tenía un sentido político. No vamos entrar en el detalle de la vida de Rorty, pero él hace una comparación entre las orquídeas salvajes con el sexo femenino y con el encuentro con las mujeres. Ahora, Lacan vuelve a hablar del goce femenino cuando habla de los lirios del campo en el Seminario 17, y hace esta formulación de la mujer que es como la flor que hunde sus raíces en el goce. La flor tiene su parte de semblante, pero también su parte oculta de goce, de un goce escondido. Lo interesante de Lacan del seminario 17 es que todavía no es el goce femenino del seminario 20, el no–todo, no es el goce infinito pero sí el goce femenino es un goce más allá del falo. Y Lacan lo compara con el goce de la planta, con el goce del árbol, del castor, con los lirios del campo, como un goce más allá del falo. De algún modo está aproximado a un goce natural. Pero hay una vuelta que le da en El Atolondradicho que no es muy posterior al seminario 17, donde dice lo siguiente "la mujer es la única cuyo goce sobrepasa al que surge del coito" y por eso mismo demanda ser la única para la otra parte. O sea Lacan compara la mujer como la única que tiene un goce más allá del coito y a la vez lo articula con la demanda de amor de ser la única. Eso Jacques–Alain Miller lo toma en Los signos del goce y es muy interesante porque no es un goce de las raíces, del árbol, o un goce natural sino ese goce que sobrepasa al fálico es el que se juega en la demanda amorosa. Y es sorprendente como Lacan articula un goce que sobrepasa, con la demanda de amor. Ese detalle me parece importante.

"Declinación viril y mujeres de hoy"

Es un tema complejo. Ayer estábamos hablando con unos colegas de España y de Italia sobre esto, y decíamos que la declinación de la virilidad es de los hombres del siglo XXI, no del siglo XX. En el siglo XX se trata de otra cosa. Pero es verdad, yo atiendo adolescentes y jóvenes, y el encuentro con el Otro sexo para sujetos masculinos no es nada fácil. Por más que estén todas las ofertas, no es algo fácil justamente porque hay algo que no facilita el encuentro. Eric Laurent en la conferencia que dio en la Universidad de Buenos Aires, recordando "Despertar de primavera", propuso que el adolescente para poder construir alguna invención algún puente para poder abordar el encuentro con el Otro sexo, necesita soñar. Y esta época de pantallas, de redes sociales, de oferta de pornografía y sexo virtual no facilita el sueño. Para soñar es necesario retirarse de la pantalla, establecer algo del orden de la intimidad para poder constituir eso. En cambio lo que oferta la red social es otra cosa. No voy a decir que no pueda haber encuentro en la red social, puede haberlo. Sería ilusorio creer que no lo hay. Pero no está facilitado. La pantalla como mirada absoluta como lo plantea Gerard Wajcman no es algo que permite al sujeto soñar. En la entrevista que le hizo Marie–Hélène Brousse, se dice que "cuanto más se mira, menos se ve". Y para soñar es necesario ver.