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Consecuencias
 
Edición N° 13/14
 
Noviembre 2014 | #13/14 | Índice
 
Opacidad del cuerpo
Por Andrea Botas
 

Andrea BotasEn este trabajo me interesa indagar sobre el concepto de cuerpo, según el discurso filosófico, el psicoanálisis y la época. Conceptus, aquello que debe ser atribuido a aquello que existe como algo que aparece de esta u otra forma; del verbo capere: agarrar, juntar.

Ser–en–el–mundo y fenómeno del cuerpo:

Tomaré como referencia unos seminarios de M. Heidegger donde decide conversar en particular con la medicina (psiquiatría) y la psicología.

El tratamiento del cuerpo requiere un desarrollo previo y breve sobre los fundamentos, según el filósofo, del ser humano. Exige del ser humano que deje de ser el centro, "es solamente algo que es, un ente entre mil, y como tal ordenado a, y en su ser–ente permanentemente sostenido por, el acontecimiento apropiador del ser, del desocultamiento".[1] Acontecimiento que no debe confundirse con un mero incidente sino como alguna cosa que sucede y donde se resalta, el sentido de propiedad. En Ser y tiempo, la pregunta ya no es por el ente sino por el ser como tal, por el sentido del ser en general, por la posible evidencia del ser. En este sentido, sería el ser como lo presente, lo que está ahí, como aquello que se encuentra.

Presentación gráfica del Dasein

Dasein, término que remite al ser y su sentido, en donde se encuentra el ser humano. Da, allí, allá; sein, existir, haber. Existe como Da–sein o ser–en–el–mundo. El ser–ahí o estar–ahí no remite a un sujeto como cápsula ni a un espacio sino se quiere reforzar la idea de "mantenerse abierto"; el Da–sein humano que puede percibir las significaciones de las cosas que le son dadas y que le piden explicaciones. Percibir significa en esto mucho más que el ver simplemente sensorial, óptico. El "motivo" es lo que moviliza al ser humano. El ser–en–el–mundo –rasgo fundamental del ser–humano– está determinado por tres componentes: yo, cuerpo (K), mundo. Ahora bien, sostiene que el ser es aquello que lo vemos con la mayor dificultad. El ser humano está en referencia al espacio, al tiempo y a la causalidad. El ser humano como Dasein, no tiene que ver con un solipsismo o subjetivismo. El Da nombra la apertura en la cual un ente puede estar presente para el ser humano; ser el Da caracteriza al ser humano.

Sobre las posibilidades del Dasein, refiere que no son tendencias o capacidades en un sujeto sino que "ellas siempre surgen desde "afuera" partiendo de la situación histórica respectiva del poder comportarse y del elegir con lo que comparece"[2].

La espacialidad se sostiene en la permeabilidad, en la apertura, en el ser libre. Ejemplo: cuando percibimos la taza, percibimos que el espacio, rodea la taza y le confiere el lugar, pero no se percibe lo que es el espacio mismo.

¿Qué de un ser humano hay en el espacio? El cuerpo. Sólo el ser humano experimenta el espacio. Utilizará dos vocablos para referirse al cuerpo: Körper –cuerpo– y Leib –soma. El primero, cuerpo material, físico, objetivable y delimitado por la ciencia natural, como el cuerpo que somos, no que tenemos. El límite del cuerpo es cuantitativo. Los médicos, siguiendo al filósofo, sólo se ocuparían de este cuerpo. El segundo, cuerpo vivido; y no es accesible al método científico natural. El límite del cuerpo es cualitativo. Su objetivo es esclarecer un sentido originario de corporalidad que no se agote en el cuerpo mensurable. Sobre el Leib, dirá que el fenómeno del cuerpo, no se destaca por distinguirse bien, por ser transparente sino más bien por ser oscuro, turbio, denso. El Leib en cuanto cuerpo "es en cada caso mi cuerpo; el corporar del cuerpo, se determina a partir del modo de mi ser (…) el corporar es un modo de mi Da–sein. El límite del corporar es el horizonte del ser en el cual permanezco. Por ello el límite del corporar cambia constantemente mediante la modificación del alcance de mi estancia. Por el contrario, el límite del cuerpo (K) generalmente no cambia, a lo mucho al adelgazar o engordar"[3]. El fenómeno del cuerpo (L) está relacionado con los otros. El ver con los ojos, el oír y hablar es también un fenómeno corporal (L). "El oír es un estar–en–el–tema–corporando. El oír algo es en sí la relación del corporar con el oído. El corporar pertenece siempre al ser–en–el–mundo."[4] El fenómeno del cuerpo o corporar resiste a la mensurabilidad y "se debe aceptar como incólume"[5]. ¿Se podrá ligar el Leib, en tanto, íntegro, sin lesión al registro imaginario del cuerpo para el psicoanálisis?

Respecto al tiempo, dirá que estamos desde un principio relacionados con el tiempo, si bien no se está atento a su relación con él. El sentido del tiempo, una vivencia del tiempo, señala una copertenencia necesaria y más originaria del tiempo y la esencia del ser humano. "Nosotros en todas partes y constantemente estamos concernidos y afectados por el tiempo"[6]. Estar–en–el–tiempo, la preposición "en" no es en un sentido espacial sino en referencia a la relación entre el ser humano y el tiempo. Estar en medio de tiene el carácter del percibir corporal.

Diferencia al "ser" del "ente". La ciencia, sólo se encarga del ente, de los objetos y presenta límites. "Hoy impera la creencia de que únicamente la ciencia proporciona la verdad objetiva. Es la nueva religión. Frente a ella cualquier intento de pensar el ser parece arbitrario y "místico". A través de la ciencia el ser no se deja divisar".[7] Ciencia dirigida a la naturaleza cuyo rasgo fundamental es la legalidad. Que sea calculable es consecuencia de la legalidad. Sólo considera lo que es cuantificable. Su dogma es "sólo es real aquello que es mensurable".[8] Lo mensurable se fundamenta en la extensión de la cosa. Aprehende el ser de las cosas como objetos (objetualidad). Se funda en la transformación de la esencia de la verdad en certeza. El método –camino– de la ciencia moderna consiste en asegurar la calculabilidad de la naturaleza. Heidegger critica a los hombres modernos, al decir que "han perdido el oído, sólo se escucha lo que hace ruido, así como sólo se tiene por ente lo que hace efecto y tiene utilidad"[9].

Sugiere prescindir del modo de representar científico–natural para pensar la existencia del ser humano y adentrarse en el modo de pensar fenomenológico. "Insertar–se propiamente en nuestra relación con lo que comparece".[10] Por último, recomienda a aquellos profesionales que se encargan de personas enfermas psíquicamente que deben examinar dónde están ellos históricamente; "médicos pensantes que no estén dispuestos a ceder el campo a los técnicos científicos"[11]. Y aclara, sobre el querer, desear y apremiar son modos de ejecución del ser–en–el–mundo y que forman parte de la estructura–del–cuidado.

Antecedentes en la construcción del cuerpo:

Para estar–en–el–mundo, se requiere como condición, tener un cuerpo. Tener, significa por lo general que algo nos pertenece, que lo poseemos, que disponemos de ello.

¿Cómo hace el sujeto para tener un cuerpo?.

En los desarrollos freudianos, identificación y cuerpo, son dos conceptos correlativos.

Se distingue la identificación como un acto psíquico[12]. Y más adelante en el mismo texto, dirá: "es apropiación (…) expresa un "igual que"[13].

En Introducción del narcisismo (1914), se pregunta sobre la relación entre el autoerotismo y el narcisismo. Refiere: "es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al Yo; el Yo tiene que ser desarrollado –y agrega– las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales, (…) "algo" tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya"[14]. Nombra "una etapa narcisista que se construye"[15] –también llamada estado– y los destinos de la pulsión dependerán de la organización narcisista del Yo. Se podría decir, que a partir del narcisismo, ya no se trata solo del ojo (el papel del órgano deja de ser decisivo) sino que la pulsión de ver es ya una parte del cuerpo propio.

En Pulsiones y destinos de pulsión (1915), define a la pulsión como un concepto que alude al cuerpo. Dice: "concepto fronterizo de lo somático respecto de lo anímico[16]". Está situado entre la psique y el soma, sirve de frontera, como línea divisoria, marcando una extensión a la vez que separa. En otro momento, dirá: "una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal".[17] Por tanto, la pulsión no es sin cuerpo.

En el Seminario I, Los escritos técnicos de Freud (1953–54), se identifica lo simbólico con el lenguaje y lo imaginario, en la relación del sujeto con su propia imagen. Ubica al estadio del espejo como un momento del desarrollo y destaca su función ejemplar porque revela algunas de las relaciones del sujeto con su propia imagen. Se detendrá en el Estadio del Espejo, experiencia que muestra que cuando el niño mira su imagen, se ve allí donde no está.

Dice: "el dominio propio del Yo primitivo –Yo primordial o Yo placer– se constituye por clivaje –por partición– por distinción respecto del mundo exterior. En un momento de su historia, el sujeto toma su cuerpo como totalidad. La sola visión de la forma total del cuerpo humano brinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematuro respecto al dominio real"[18]. Entonces, a partir de que él se ve, se refleja y se concibe otro de lo que él es. Dimensión esencial de lo humano. Aquí la imagen del cuerpo ofrece la primera forma que le permite ubicar lo que es y lo que no es del Yo y surge el sujeto.

En 1975, con el Seminario El Sinthome, Lacan va a proponer ir más allá del narcisismo, al empezar a pensar al cuerpo distinto de la imagen, de la forma. "A causa de la forma (….), el individuo se presenta como puede, como un cuerpo. Y este cuerpo tiene un poder tan cautivante (….) lo sorprendente es que la forma no revela más que la bolsa o la burbuja, algo que se infla".[19] En su lugar, el cuerpo refiere más a un conjunto vacío. Esto explica la bolsa vacía del cuerpo.

Así, Lacan ubicará dos principios del cuerpo: el primero, "cuerpo–imagen, cuerpo–burbuja", ligado a la identificación y al estadio del espejo, en tanto, no se puede tener un cuerpo en registro imaginario sin pasar por el registro simbólico; el segundo, el cuerpo, derivado de lo pulsional, "cuerpo como nasa de goce".

Distinción entre "burbuja" y "nasa". Burbuja –según el diccionario– es un volumen de gas encerrado por una película fina que lo separa del ambiente circundante; espacio aislado, encerrado del exterior. Mientras que con el cuerpo–nasa se trata de otro espacio. Lacan recurre a tal esquema, en el Seminario 11 (1964). En tal ocasión, es utilizado para dar cuenta del "cierre pulsional del inconsciente", en relación con el objeto a en su "función de obturador". Lacan aclara allí que "lo importante no es lo que entra, sino lo que sale[20]". Lo desarrollado en el esquema de la nasa, ¿no podría ser utilizado para lo que hace a la construcción del cuerpo? esquema por el cual, ¿se concede un cuerpo? En el Seminario IX, se plantea que no todo el investimento libidinal pasa por la imagen especular, es decir, hay un resto. Con el Seminario 11, ¿no se podría pensar que el cuerpo es lo que se abre y se cierra según una pulsación temporal representado por el esquema de la nasa? Donde lo central sería el orificio, el agujero y lo que sale. Lo que aseguraría tener un cuerpo estaría dado por el papel del obturador, objeto a, atraído en el orificio.

Esquema de cuerpo–NASA

En el curso El lugar y el lazo, Miller pasa de definir al "cuerpo forma" como espejo, aparato de la percepción, al "cuerpo enforma", aparato que atrapa el goce; que cumple la función del conjunto vacío.

El matemático francés André Weil, introduce la notación conjunto vacío (Ø). Conjunto que no contiene ningún elemento, es único y se utiliza para nombrar cuerpos o espacios topológicos. La función vacía, es una función matemática que se ejerce sobre el conjunto vacío: "la existencia de una única función vacía para cada conjunto A significa que el conjunto vacío es un objeto cero o inicial en la categoría de conjunto".[21]

Miller sostendrá: "el cuerpo es la máquina de percibir la falta de partenaire (….) Dado que existe esta experiencia fundamental de la falta y que el único órgano del que se dispone es el cuerpo como lo que constituye esa máquina, ese cuerpo puede, en sus bordes, percibir la articulación entre el 0 y el 1, entre el 0 del cuerpo como conjunto vacío y el 1 del goce, y el modo en que se adjuntan el 1, el a, y el 0 de la forma o del conjunto vacío del cuerpo".[22]

Cuerpo como nudo que al mismo tiempo que articula lo imaginario, lo simbólico y lo real, los mantiene separados. Lo simbólico y lo real pueden permanecer separados pero al mismo tiempo son inseparables". Lo real sólo tiene ex–sistencia si encuentra el freno de lo simbólico y de lo imaginario".[23] Son registros desunidos, separados, pero sólo participan en relación al otro. En este sentido, resulta interesante el pasaje que realiza Miller de registros a conjuntos. "¿Qué son estos registros? (…) Son conjuntos, ya que hay algunos elementos a los que consideramos como pertenecientes a lo real, otros a lo imaginario, y otros a lo simbólico".[24] Mientras que el "registro" señalaría un lugar, un campo de inscripción, el "conjunto" resaltaría, aquello que se hace a la vez y está unido a otra cosa. Se podría decir, que el cuerpo está organizado por los tres registros que crean conjuntos ejerciendo dominio sobre él.

El nudo borromeo, será el método, el camino para acceder al cuerpo, en tanto que permite "ilustrar la triplicidad que resulta de una consistencia que sólo está afectada por lo imaginario, de un agujero fundamental que proviene de lo simbólico y de una ex–sistencia cuyo carácter fundamental es que pertenece a lo real."[25]

En lo imaginario, la consistencia, en lo simbólico, el agujero y en lo real, la ex–sistencia. Lo imaginario –agregará Miller– es lo representado (representación pensada como imagen), lo simbólico, lo que está estructurado como un lenguaje, lo articulado y lo real es del orden de lo dado, tiene cierto valor en bruto.

Por último, mientras que el psicoanálisis se encarga de acceder a lo real, pensadores como Heidegger se ocupan del ser.

Entre el ser y el sujeto hay armonía, hay sentido. En la filosofía, tenemos –siguiendo a Heidegger– el fenómeno del cuerpo o corporar, lo real no se mostrará jamás.

El cuerpo de la época:

Época donde el cuerpo se ha convertido en espectáculo. El dominio de la pantalla, como símbolo de nuestra época, no hace más que provocar a la subjetividad contemporánea. "El poder del espectáculo, constituye bajo su dominio, una medicina–espectáculo que conduce a veces a excesos (….). En el plano de las técnicas, cuando la imagen construida por otro se ha convertido en la principal relación del individuo que antes contemplaba por sí mismo (…) se sabe que la imagen lo aguanta todo, ya que dentro de una imagen se puede yuxtaponer lo que sea sin contradicción alguna".[26] Espectáculo de la "autofoto", donde nada queda librado al azar; debe mostrarse: "labios fruncidos y ojos bien abiertos para ellas –la famosa "cara de pato"– y los guiños con media sonrisa para ellos –con el mentón elevado para disimular la papada en los casos más adiposos–, el primerísimo plano es obligatorio y debe capturarse por la mano del propio retratado".[27] Sobre la medicina, comenta Debord: "La medicina moderna no tiene ya derecho alguno a defender la salud de la población contra un entorno patógeno, pues eso significaría oponerse a la industria farmacéutica".[28] Tiempos en que se busca adjudicar casi todos los trastornos mentales a la bioquímica, con el fin de identificarlos y clasificarlos, en respuesta a la voracidad de los laboratorios. Momento cargado de un cientificismo radical, que transforma no solo el modo de vivir sino de morir. "Época que vende todo y todo lo simula".[29] Los ritos funerarios tienden a ser cada vez más breves, propiciando una vuelta rápida a "la normalidad", terminando en la supresión radical de todo lo que recuerde a la muerte. Estudiosos y trabajadores de necrópolis, sostienen: "no sólo cambian las formas de enterrar sino también lo hacen las formas de morir. El enfermo sale de su casa para morir en el hospital y cuando esto ocurre no retorna a su domicilio para ser velado, sino que es llevado a la funeral house. Surgen los nuevos actores: los funerals directors, que se presentan como doctors o grief que tienen la misión, como los médicos y sacerdotes, de ayudar a los deudos a superar los trámites de la muerte y volver rápidamente a la normalidad".[30]

Así, pareciera que se abren las posibilidades para:

–Cuerpos sobremedicados: según la última encuesta del Observatorio Nacional de Drogas, más de tres millones de argentinos consumen ansiolíticos. Costumbre o nueva moda, que creció más de un 40% en los últimos diez años. Ante la demanda de la sociedad de "no estar triste" y en su lugar "Be happy", la pastilla aparece como un peligroso acto de salvación.

–Cuerpos longevos: Entrevistada la bióloga Susana Sommer al respecto, comenta: "cuando la medicina geriátrica alarga la vida sin mejorar la calidad de ella, realiza intervenciones que no producen beneficios significativos a los pacientes, se comienza a hablar de futilidad médica, es decir, realizar intervenciones médicas que no serán útiles ni efectivas. Aunque no podemos saber ni controlar si nuestra decadencia será mental o física podemos pensar si queremos que nos mantengan vivos a cualquier precio".[31]

Finalizando, pareciera que cuanto más desenfrenadamente aumenta la cantidad de información, se amplía el ofuscamiento y la ceguera frente al cuerpo. El cientificismo o al decir de Heidegger, la absolutización de la ciencia, pierde la capacidad de discernir y su única oportunidad es contar con la sensación. Introducir la opacidad del cuerpo, nos permite, ir más allá del fenómeno del cuerpo, de la imagen del cuerpo y del mensaje del cuerpo, sin quedarnos ciegos. Lo importante es ceñir el cuerpo a partir de su triplicidad causando como resultado, la falta de claridad, la falta de transparencia, la falta de sentido.

 
Notas
  1. Heidegger, M., "Seminarios de Zollikon", Editorial Jitanjáfora Morelia, México, 2007, p.19.
  2. Ibíd., p. 220
  3. Ibíd., p. 135
  4. Ibíd., p. 147
  5. Ibíd., p. 250
  6. Ibíd., p. 72
  7. Ibíd., p. 40
  8. Ibíd., p. 126
  9. Ibíd., p. 173
  10. Ibíd., p. 164
  11. Ibíd., p. 154
  12. Freud, S., "La interpretación de los sueños", Obras Completas, T. IV, Bs. As., 1991
  13. Ibíd.
  14. Freud, S., "Introducción del narcisismo", Obras Completas, T. XIV, Bs. As., 1991
  15. Ibíd.
  16. Freud, S., "Pulsiones y destinos de pulsión", Obras Completas, T. XIV, Bs. As., 1991
  17. Ibíd.
  18. Lacan. J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Bs. As., 1985
  19. Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Bs. As., 2012
  20. Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los Cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1992
  21. Weil, A., "Memorias de aprendizaje", Ed. S. L. Nívola, Bs. As., 2002
  22. Miller, JA., "El lugar y el lazo", Paidós, Bs. As., 2013
  23. Lacan, J., Op. Cit,. p. 50.
  24. Miller, J.–A., Op. Cit., p 142.
  25. Lacan, J., Op. Cit., p 37.
  26. Debord, G., "Comentarios sobre la sociedad del espectáculo", Anagrama, Barcelona, 1999.
  27. Mavrakis, N., "Selfies: El espectáculo de mi fotografía íntima", Ñ, septiembre 16, 2013.
  28. Debord, G., Op. Cit.
  29. Ibíd.
  30. Giménez, O., "Los huesos de nuestros muertos", Ñ, enero 28, 2014.
  31. Hayes, I., "Sin condiciones para la longevidad", Ñ, diciembre 31, 2013.
 
 
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