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Consecuencias
 
Edición N° 28
 
Diciembre 2023 | #28 | Índice
 
Mujeres-locura-coraje [1]
Por Nora Cappelletti
 
Nora Cappelletti

Me interesa abordar esta articulación–mujeres/locura/coraje tomando como ejemplo paradigmático a las Locas de la Plaza, las Madres de Plaza de Mayo. Mujeres nombradas "locas" por los dictadores: "dejen a estas viejas locas que ya se van a cansar" sostenían. Mujeres que con su insumisión, su coraje, y un pañuelo blanco en sus cabezas enfrentaron la dictadura e hicieron de su lucha pacífica un ejemplo de defensa de los DDHH –no sólo en nuestro país sino en el mundo– levantando las banderas de Memoria, Verdad, y Justicia. Me interesa en particular el que sean madres– por las resonancias que como analistas puede tener: mujer/ madre– pero también porque ser madre era el modo con que el que históricamente el sistema patriarcal ordenó la función y el rol de la mujer en lo social, reduciendo su lugar al mundo más íntimo del hogar. En este punto me parece que las Locas de Plaza de Mayo desplazan ambas concepciones y van más allá: por un lado, la del tener en tanto madre –pensado desde el psicoanálisis– y por el otro: la madre en su concepción histórica de "ángel o guardiana del hogar". Sostengo que las Madres –y acá problematizo lo que se ha afirmado: que ellas eran las que hacían las rondas porque si solo eran hombres los atacarían (si bien esto puede explicarlo en parte, no termina de esclarecerlo en tanto ellas también fueron perseguidas, torturadas, desaparecidas) – encarnaron esta lucha justamente porque el ser mujeres les otorga un coraje con el que pudieron enfrentar el horror e ir más allá de él. Lo cual por supuesto no quiere decir que cualquier mujer hubiera hecho esto. Para nada es lo que digo. Simplemente mi hipótesis es que el ser mujeres a estas Madres les permitió hacer uso del coraje con el que se puede ir más allá de las barreras del horror.

Enmarco el texto con esta cita: "El mundo será salvado, si puede serlo, sólo por los insumisos". André Gide.

Mujeres y locura:

Me interesa comenzar con un comentario del libro de Chesler –Mujeres y locura[2]– y notaciones de otros libros de Adrienne Rich y de Rosa Montero, porque como analistas me parece de un interés particular investigar el lugar que la mujer tuvo en la historia. Ya he trabajado este punto en otros espacios pero quisiera retomar la articulación entre ese lugar asignado socialmente y la locura cuando no se ajusta a lo que se espera de ellas y se la patologiza, o cuando su modo de rebelión puede llevarla a la locura. Asimismo, hipotetizar en torno a cierta afinidad de mujer y locura para el psicoanálisis, en tanto las mujeres son más amigas de lo real, como sostiene Miller[3].

En el libro Mujeres y locura Phyllis Chesler realiza un análisis de la relación histórica entre locura y feminidad. A lo largo de los siglos, el régimen patriarcal construyó la subordinación de las mujeres y su peligrosidad a través de distintos nombres: brujas, locas, putas, construcción de un discurso que intentaba regular el ajuste de las mujeres al rol esperado: esencialmente, madres y esposas. El análisis de Chesler hace pie en el diagnóstico psiquiátrico de la locura en las mujeres. Analiza y cuestiona el parámetro para evaluar la salud mental de las mujeres sosteniendo que el criterio de buena salud mental se ajustaba a cierto ideal de lo esperable: pasividad, emocionalidad, dependencia. Y si la mujer adquiría rasgos de independencia, vida sexual activa, modelos que no seguían lo supuestamente esperable en los distintos órdenes –incluidos los prototipos estéticos supuestamente deseables– no solo perdía lo específicamente femenino sino que podría acercarse a lo "anormal", quedando fuera de la norma, de lo esperable. "La insistencia en que la feminidad se desarrolla a partir de una masculinidad reprimida convierte a la feminidad en una especie de 'patología normal'. Esta ceguera androcéntrica ha provocado la asociación de lo femenino con la locura. Chesler analiza la ideología misógina de clínicos clásicos y contemporáneos. Denuncia el sexismo en la práctica clínica que llevó a patologizar la ira de las mujeres, su rebelión, su insubordinación; a culpabilizarlas como madres –cuando no se comportaban de acuerdo a lo esperado– e incluso a responsabilizarlas cuando eran violadas. Analiza la conexión entre "el rol social femenino y determinados síntomas psiquiátricos". Chesler atribuye a diversos factores la mayor presencia de mujeres, tanto en las estadísticas de salud mental como en instituciones psiquiátricas. Así, la locura femenina por un lado es vista como intrínseca a la naturaleza femenina –lo irracional, la inestabilidad emocional–, pero también como protesta ante las injusticias de las mujeres. Si la locura femenina es resultado de la opresión, sus síntomas son su protesta. Un efecto de la asociación médica entre mujeres y locura, y del uso de la patología como amenaza para las mujeres si trasgredían las normas de género, ha sido la resignificación de la "loca" como figura emblemática de la protesta feminista. Chesler recupera la resistencia de mujeres hospitalizadas en psiquiátricos en los siglos XIX y XX: Elizabeth Packard (escritora, con ideas feministas, promovía los derechos de las mujeres; su marido con ayuda de autoridades locales la encierra en un centro psiquiátrico; su hijo al cumplir 21 años logra liberarla; ella escribirá sobre esta experiencia. El código de Illinois permitía que el marido pueda internar en un centro psiquiátrico a su mujer sin pruebas diagnósticas concretas. Su caso es conocido a partir que la escritora británica Kate Moore escribió su historia en el libro: La mujer que no pudieron silenciar); Zelda Fitzgerarld Scott (bailarina/ pintora/ escritora, iba contra todas las convenciones sociales de la época; estuvo internada en varias momentos y murió encerrada en un consultorio –donde le iban a hacer electroshock– por un incendio del que no pudo escapar); y Sylvia Plath (escritora, poeta brillante, publica su 1er poema a los 8 años; se suicida a los 30): Chesler destaca q todas ellas eran tercas, insumisas, talentosas, activas socialmente, gozaban de sus cuerpos. Se oponían al rol asignado a la mujer de forma desesperada y desafiante; "enloquecieron" para tratar de huir de la vida que se les intentaba asignar en el mundo social o por rebelarse frente a esto. "La locura fue tanto una forma de romper el rol femenino, como una consecuencia de ello", nos dice. Con Sylvia Plath y Zelda Fitzgerarld, Chesler aborda el tema de la locura y el arte en las mujeres. Por un lado, la escritura o la creatividad artística como formas de resistencia feminista, que han dado lugar a un buen número de cartas, diarios, autobiografías, novelas, pinturas, arte en general. Por otro, lado la categorización de locas da pie para pensar la batalla que debían enfrenta muchas artistas ante las restricciones que imponía la condición femenina para vivir como seres singulares y creativos.

También denuncia en el libro el heterosexismo en terapia –hasta 1973, el lesbianismo era considerado un trastorno mental en el DSM– manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Otro tipo de violencia psiquiátrica es la patologización de mujeres que han sufrido violencias de género, violación, acoso, discriminación, etc. Cuando las mujeres alegaban acoso sexual o violación podían sufrir descrédito o ser culpabilizadas por ello; otras eran diagnosticadas con trastornos mentales frente a lo que es en realidad la reacción sintomática ante el trauma. El libro Mujeres y locura recupera el valor del feminismo: "lo personal es político": el nudo del libro apunta a que la liberación de las mujeres permitió que fueran más activas, se apropiaran de sus cuerpos, pelearan por sus derechos, apostaran a la cosa pública, eligieran una vida acorde a su deseo. Y si bien el libro es una clara crítica a la psiquiatría y a la psicología que durante años –de acuerdo a su lectura– tuvieron una posición muy marcada por el patriarcado y su concepción de lo que es y debe ser una mujer, condenándolas en muchos casos a la medicación/la patologización cuando no respondían al canon esperado– finalmente afirmará que los buenos tratamientos pueden beneficiar a las mujeres ayudándolas a construir una vida marcada por su deseo. Adrienne Rich –gran poeta estadounidense– hizo una reseña de este libro. También escribió Nacemos de mujer[4], donde hace un análisis crítico al rol que fuera asignado a la mujer: el hogar, la sumisión y da un enfoque feminista y subversivo respecto del rol asignado por el patriarcado a la maternidad. La mujer como "ángel del hogar" mutiló el potencial de acción y creatividad de la mujer, estableciéndose una división entre el ámbito privado (mundo específico para la mujer) y el público (reservado mayoritariamente a los hombres). Rich separa la visión patriarcal de ver a la mujer prioritariamente como madre. Rescata el matriarcado como etapa primera de la humanidad y cómo será sustituido por el patriarcado lo que llevará a la reclusión progresiva de la mujer al ámbito privado. También destaca el cuerpo femenino y lo que nombra como su usurpación y la no posibilidad de elección en torno al propio cuerpo (acá podemos ubicar el recorrido que han hecho las mujeres y situar un dato muy actual en nuestro país como fue la ola verde; la enorme participación de las mujeres –especialmente jóvenes– que logró convertir en ley el derecho al aborto legal, seguro y gratuito). La propuesta de Rich es que cada mujer sea madre, soltera, lesbiana, hetero, etc., se realice de acuerdo a su propio deseo y más allá de cualquier canon. Que la maternidad sea una elección más entre todas las elecciones posibles, para lo cual es necesario que esté habilitada y reconocida socialmente su activa participación en los distintos ámbitos de la vida pública: solo así la maternidad podrá tener el carácter de elección no forzada. Y destacará –al igual que Chesler– la asociación y estigmatización de la mujer como "loca" cuando se alejaba de los cánones esperados por la sociedad. Rosa Montero en su libro: Historia de mujeres[5] hace una síntesis a través del tiempo del lugar desplazado, oculto, perseguido, condenado al encierro hogareño de las mujeres. No obstante –y como queda claramente situado en la compilación de la Historia de las mujeres[6]– destaca que lo asombroso es comprobar que siempre ha habido mujeres capaces de sobreponerse a las más penosas circunstancias: mujeres guerreras, creadoras, aventureras, científicas, filósofas, poetas, políticas que tuvieron la habilidad y el coraje de escapar a esos destinos tan estrechos que marcaba la sociedad. Fueron pocas en relación a las masas de mujeres anónimas y sometidas a los límites que el mundo les impuso, pero muchas más de las que se conocen. Porque –como retoma Montero de la escritora Dacia Maraini– las mujeres cuando morían lo hacían para siempre, sometidas al fin doble de la carne y el olvido. Con esta introducción quise destacar cómo el lugar de la mujer ha estado atravesado por la mirada patriarcal y el intento de control– regulación del rol de la mujer. Y la estigmatización de algún modo generalizada en tanto locas/ brujas/ putas cuando las mujeres se rebelaban al rol social establecido. Veamos ahora desde el psicoanálisis una lectura que permita entender –sin por eso reducir– este intento de controlar lo femenino.

En su última enseñanza Lacan dirá que la mujer es notoda[7]: no–toda tomada por el falo, por los ideales, por el Otro. Y en ese marco y articulado al punto anterior podemos decir que el NP que se articulaba con el orden patriarcal enmarcaba lo esperable respecto de las mujeres. En ese plano, lo que escapara a lo esperable en la mujer podía exponerla a la locura, a ser ubicada en esa dimensión cuando trasponía los límites y se arriesgaba a ir más allá. Esto en un plano definido desde los comportamientos esperables para uno y otro sexo. Pero podemos intentar ir más allá para pensar algo de un orden más estructural, que excede –no sin estar atravesado por él– el marco social normativo. En este punto, y más allá de los roles de género asignados históricamente a hombres y mujeres, las fórmulas de la sexuación[8] permiten ubicar del lado derecho, el lado mujer, la relación con el S (Ⱥ) lo que permite un más allá del falo –un más allá que marcaría un "no sin él, pero más allá de él"– lo que plantea el lugar de los bordes de lo femenino, la tierra incógnita, el continente negro[9]. Un litoral que Lacan define con el nombre de un poema de Henri Michaux: entre centro y ausencia. En este punto se plantea para las mujeres –aunque no solo para ellas– una alteridad irreductible a la lógica significante, la posibilidad de un acceso a un real imposible de simbolizar. Retomo la afirmación de Miller: ¨las mujeres son más amigas de lo real¨. Tienen un acceso más próximo al agujero del traumatismo, a lo que queda signado por la notación del S (Ⱥ). En este punto –quizás– es posible pensar no sólo que las mujeres se "vuelven" locas/peligrosas cuando escapan al sistema que nombramos patriarcal, tal como sostienen Chesler/ Rich/ Montero, sino porque esa zona de lo femenino que no pasa por el significante (haciendo presente el agujero en el saber) hace que –como sostenía Lacan en Televisión– las mujeres sean todas locas, pero no locas del todo[10]. Son locas aclara Miller, porque tienen de pareja la Ⱥ que está detrás de ellas. Eso las empuja a ir más allá.

2–Sobre el coraje

En su texto: Una conversación sobre el coraje[11], Miller ubica una fórmula: las mujeres tienen coraje y los hombres son cobardes, fórmula articulada a partir de la referencia fálica, es decir, según se tenga o no el órgano que –en el cuerpo– encarna el significante fálico; de este modo los hombres tienen algo que proteger. Un hombre es un dueño, un portador. Las mujeres en tanto no lo tienen, no tienen nada que perder. Y acá ubica Miller que no tener nada que perder puede otorgar un coraje sin límite: mujeres que, para "salvar lo más precioso", están preparadas para ir hasta el final sin detenerse, dispuestas a luchar sin concesiones. Es en la mujer donde se puede ver la inversión del miedo en un coraje sin límite, pudiendo la más miedosa de las mujeres convertirse de pronto en una heroína. La brújula en la cuestión del coraje –destaca Miller– se funda en la relación entre el coraje y la castración. En ese punto el coraje siempre se ubica en el franqueamiento de la barrera del horror a la feminidad. Hay coraje cuando se franquea esta barrera. Guillermo Belaga[12] sostenía que el decisionismo está muy lejos del utilitarismo, y es más bien "sin garantía", se decide sobre el trasfondo de lo indecidible, siendo siempre bajo riesgo. En esto se conecta con el coraje, entendido como el franqueamiento del punto de angustia, ubicando el coraje en relación al S (Ⱥ), es decir del lado femenino de las fórmulas. El deseo de saber es lo que permite vencer o ir más allá del miedo al horror. Ir en contra de la represión supone coraje e implica el franqueamiento del horror a la feminidad, es decir a confrontarse con S (Ⱥ). Es ir hacia lo que no se sabe, hacia lo que no tiene garantía, hacia lo indecible, una aproximación a lo altero. En el sueño de Irma, examinado por Lacan en el Seminario 2[13], Lacan demuestra la articulación entre el coraje y el deseo de saber: y muestra como Freud atraviesa en el sueño el horror al saber, no se detiene frente a esto. El verdadero coraje es dirigirse a lo no representable, lo que en el sueño de Freud es la garganta de Irma. Es el momento del sueño donde aparece la imagen del fondo de la garganta, espectáculo horroroso, imagen terrorífica, angustiante, verdadera cabeza de Medusa[14] sostiene Lacan. Y se pregunta, ¿por qué no despierta Freud? En tanto normalmente un sueño que desemboca en algo así debería provocar el despertar. Y se responde: porque tiene agallas[15], porque tiene coraje. Lo comanda un deseo de saber, una pasión de saber.

Miller[16] retoma una expresión que se encuentra al final de la correspondencia entre Freud y Abraham, la expresión es: "coraggio Casimiro". Abraham en una excursión para subir a una montaña había encontrado dos guías que llevaron un trozo de carne cruda para prepararse el almuerzo y cuando llegaron al refugio la carne se había descompuesto, no obstante lo cual la cocinaron y un guía alentó al otro para que la comiera, con las siguientes palabras "coraggio Casimiro", esta frase es la que retuvieron Freud y Abraham y la citan para darse el uno al otro coraje de seguir en el psicoanálisis. Lo que ubica que hay algo de lo irrepresentable, de lo inmundo que hay que atravesar. Algo de lo sin nombre. De lo indecible. Algo real. Algo que las Locas de Plaza de Mayo debieron y supieron enfrentar: la desaparición, lo sin nombre, lo irrepresentable, el horror.

En respuesta a una pregunta de Miller[17], Lacan afirma que la depresión es una cobardía moral, y se cura con el coraje. Aquí se juega la dimensión del acto. El coraje, según Lacan es correlativo a asumir una ética de las consecuencias en tanto los actos se miden por sus consecuencias. Esta ética de las consecuencias es una ética 'política', porque incluye las respuestas que van a venir y, aunque no se las conozca de antemano, se sabe que se habrá de contar con ellas. Por eso tiene algo de heroísmo, de no resignación.

Las locas de Plaza de Mayo

En la presentación de Historia de las mujeres[18], Georges Duby y Michelle Perrot sus compiladores, afirman que de los tres santuarios masculinos que están cerrados a las mujeres —el religioso, el militar y el político—, el más resistente desde la Ciudad griega a la Revolución Francesa y hasta nuestros días, ha sido y es el político. Punto que me interesa en particular para pensar el lugar de las Locas de Plaza de Mayo: me parece que el nombre de Locas está bien puesto –no por el sentido que los genocidas quisieron darle con las locas para desprestigiarlas– sino porque son mujeres que fueron más allá de los límites impuestos por el poder imperante, por el terror, y que han sido capaces de arriesgar todo, hasta su vida, para buscar a sus hijos, para saber cuál fue su destino. En su deseo de saber, fueron en búsqueda de la verdad –por más atroz que ésta fuera– sin detenerse en las consecuencias. El coraje fue su marca.

En su honor, en el año 1996 a través de la ordenanza N° 50.372 del entonces Concejo Deliberante, quedó instituido el 30 de abril como el Día del Coraje Civil: fecha que recuerda la primera ronda de las Madres en la Plaza. Fue un 30 de abril de 1977, cuando catorce mujeres que se fueron encontrando en comisarías, juzgados, ministerios para buscar noticias sobre sus familiares desaparecidos, decidieron reunirse en Plaza de Mayo para visibilizar su reclamo, las nombro: Azucena Villaflor, Berta Braverman, Haydée Castelú, María Adela Gard, Julia Gard, María Mercedes Gard, Cándida Gard, Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin y dos mujeres más de las que no se saben sus nombres. Obligadas a obedecer la orden policial de circular comenzaron a caminar en círculos, dando forma a un símbolo de la resistencia al terrorismo de Estado. Fue Azucena Villaflor –una de las madres desaparecidas junto a María Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga– quien alentó a sus compañeras a juntarse porque, la cito: "si la policía decía no buscarlos, los militares no tenerlos, los jueces no encontrarlos y la Iglesia recomendaba paciencia divina, era porque todos les estaban mintiendo y que, entonces había que inventar algo nuevo. Y lo nuevo sería ir a la Plaza y ser cada día más". En octubre de 1977 para festejar el Día de la Madre, la iglesia católica realizó una marcha a la Basílica de Lujan. Para identificarse, las Madres resolvieron poner en sus cabezas un pañal de tela. Ese pañal, con el tiempo devino en pañuelo. Así, el pañuelo pasó a ser el símbolo de las Madres de Plaza de Mayo.

Ellas enfrentaron a la dictadura cívico–militar, fueron uno de los primeros movimientos de denuncia del terrorismo de Estado, y referentes acá y en el mundo de la lucha por los derechos humanos. Sostenía la revista Sudestada: Cuando hablemos de valentía frente a la adversidad, cuando alguien cite algún gesto de coraje real frente a la injusticia, cuando el miedo nos invada, tengamos siempre presente esta imagen, la historia de estas mujeres, las Madres de la Plaza". (Momento –el actual– para tenerlas bien presentes).

En El derecho de soñar[19], Eduardo Galeano sostenía: "Vaya uno a saber cómo será el mundo más allá del año 2000. Tenemos una única certeza: si todavía estamos ahí, para entonces ya seremos gente del siglo pasado, y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio. Sin embargo, aunque no podemos adivinar el mundo que será, si podemos imaginar el que queremos que sea. El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed. Deliremos, pues, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies." Y entre los muchos "sueños" que proponía Galeano estaba éste en relación a las madres: "En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque se negaron a olvidar en los tiempos de amnesia obligatoria."

Un texto de Cortázar: Nuevo elogio de la locura[20], nos permite sintetizar los puntos que he intentado circunscribir:

A–por un lado, la locura como lo que no se deja atrapar por las armas de la lógica, del orden y el reino simbólico, tecnocrático, científico, el poder en general.

B–La calificación de "locas" a las madres de Plaza de Mayo, ejemplo de subversión al orden de hierro que regía durante la dictadura: nombrar así a las Madres es el paradigma que sintetiza la articulación–relación entre mujeres/ locura/ coraje.

C–Elogio entonces a la locura y al coraje que encarnan. Lo irracional, lo inesperado, la bandada de palomas, las Madres de Plaza de Mayo, irrumpen en cualquier momento para desbaratar y trastrocar los cálculos más científicos de nuestras escuelas de guerra y de seguridad nacional.

D–Y la notación de Cortázar respecto de la vergüenza: indicador necesario a nivel social para interpelar la realidad donde prevalecía la pulsión de muerte, intentando promover que la sociedad se avergüence de su no querer saber nada de lo que estaba ocurriendo. Esto resuena con la indicación de Lacan hecha a los analistas en el Seminario 17[21] respecto de "avergonzar", indicación clínica que permitiría al sujeto recuperar algo de su humanidad frente al impudor de la época. Y –agrego– indicación que se vuelve muy actual frente a los discursos del odio con el impudor y la obscenidad que los caracteriza. Este momento que atraviesa nuestro país torna importante interrogarnos acerca del recrudecimiento de estos discursos y el surgimiento de fallas en la memoria colectiva que estamos viendo: una fórmula que compite en la segunda (y definitiva) vuelta para la elección presidencial, lleva como vice presidenta a una mujer que reivindica a los genocidas; organizó un acto con ese objetivo y nombró a Estela de Carlotto como "siniestra". Rescata así a militares que desde el Estado mataron, torturaron, violaron, secuestraron, desaparecieron a miles de ciudadanos, se apropiaron de bebés y niños, les robaron su identidad. Frente a esto retomo la pregunta que hacíaAnaëlle Lebovits–Quenehen[22] respecto si es posible hablar de una forclusión a nivel de lo social para pensar lo excluido del horror y los efectos de retorno de eso no inscripto. Un retorno que se percibe en los discursos y que podría tener graves consecuencias a nivel político y social.

Frente a este panorama, como ciudadanos y como psicoanalistas no podemos ser indiferentes. Entonces, les digo: "Coraggio, Casimiro".

 
Notas
  1. Extracto de la clase dictada el día 18-10-23, en el marco del seminario Mujeres/locuras/é–pater.
  2. Chesler, P., Mujeres y locura, Edit. Con tinta Me Tienes, Madrid, 2019.
  3. Miller, J. –A., De mujeres y semblantes, Edit. Cuadernos del Pasador, Buenos Aires, 1993, p. 101.
  4. Rich, A., Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución. Traducción: Ana Becciu. Traficantes de sueños, Madrid, 2019.
  5. Montero, R., Historia de mujeres, Edit. Alfaguara, Bs As, 2015.
  6. Dubuy, G., Perrot, M. (Dirección), Historia de las mujeres, Edit. Taurus, 5 tomos, Madrid, 2000.
  7. Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, Edit. Paidós, Buenos Aires, 1972/73, p. 89.
  8. Ibíd., p. 95.
  9. Bassols, M., Lo femenino entre centro y ausencia, Edit. Grama, Buenos Aires, 2017.
  10. Lacan, J., ¨Televisión¨, en Otros Escritos, Edit. Paidós, Buenos Aires, 2012, p.566.
  11. Miller, J. –A., ¨Una conversación sobre el coraje¨, Conferencias porteñas, Tomo 3, Edit. Paidós, Buenos Aires, 2010.
  12. http://lalibertaddepluma.org/guillermo-belaga/?pdf=673
  13. Lacan, J.: ¨El sueño de la inyección de Irma¨, El Seminario, libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Edit. Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 223–259.
  14. Ibíd., p. 249.
  15. Ibíd., p. 236.
  16. Miller J. –A., p. Op. Cit., p. 71.
  17. Miller, J. –A., Carta clara como el día por los 20 años de la muerte de Jacques Lacan, Boletín n° 73, Biblioteca de la Orientación Lacaniana de Córdoba, EOL– Sección Córdoba.
  18. Dubuy, G., Perrot, M., Op. Cit.
  19. Galeano, E: https://www1.udel.edu/leipzig/texts1/galeano.htm
  20. https://www.pagina12.com.ar/2001/01-03/01-03-21/suplex02.htm
  21. Lacan, J.: El poder de los imposibles, EL Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Edit. Paidós, Buenos Aires, p. 195–208.
  22. Levobits–Quenehen, A., Actualité de la haine, Navarin Éditeur, París, 2020.
 
Bibliografía
  • Chesler, P., Mujeres y locura, Edit. Con tinta Me Tienes, Madrid, 2019.
  • Miller, J. –A., De mujeres y semblantes, Edit. Cuadernos del Pasador, Buenos Aires, 1993.
  • Rich, A., Nacemos de mujer. La maternidad como experiencia e institución. Traducción: Ana Becciu. Traficantes de sueños, Madrid, 2019.
  • Montero, R., Historia de mujeres, Edit. Alfaguara, Bs As, 2015.
  • Dubuy, G., Perrot, M. (Dirección), Historia de las mujeres, Edit. Taurus, 5 tomos, Madrid, 2000.
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  • Miller, J. –A., ¨Una conversación sobre el coraje¨, Conferencias porteñas, Tomo 3, Edit. Paidós, Buenos Aires, 2010.
  • http://lalibertaddepluma.org/guillermo-belaga/?pdf=673
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  • Miller, J. –A., Carta clara como el día por los 20 años de la muerte de Jacques Lacan, Boletín n° 73, Biblioteca de la Orientación Lacaniana de Córdoba, EOL– Sección Córdoba.
  • Galeano, E: https://www1.udel.edu/leipzig/texts1/galeano.htm
  • https://www.pagina12.com.ar/2001/01-03/01-03-21/suplex02.htm
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  • Levobits–Quenehen, A., Actualité de la haine, Navarin Éditeur, París, 2020.
 
 
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